Archivo diciembre 2013

Remar

Este fin de semana ha pasado por Vigo David Rubín, en su mastodóntica gira nacional presentando, defendiendo y firmando “Beowulf”, su última obra al lado ahora de Santiago García. En mi ciudad tuvimos la suerte de un programa doble: si por la tarde se orquestó la firma de ejemplares, por la mañana hubo una charla del autor que terminó con unas cañas/tapeo (ya que se dio el encuentro en un café-bar con sala de actos).
En ambos ámbitos una idea importante del debate trascendió la defensa del propio libro para hablar del acto en sí. La gira. Y no es baladí porque al final pasa por replantearse el negocio de la historieta en este país. Un negocio industrial que considero debe renegociar su identidad y estrategias (alguna editorial lo hace ya), no diré para sobrevivir o evitar la crisis, porque la crisis es un tsunami demasiado grande ante el que cabe poca estrategia, solo el torerío de cada cual. Pero al mismo tiempo, este momento de brutal zozobra no puede capearse con las tácticas de unos años ochenta en que el cómic aún era un entretenimiento popular (al menos en la primera mitad de la década).
Es necesario recordar de dónde venimos y porqué la cosa se derrumbó. Lo hizo, pienso, por varios motivos. El 1º, la caducidad inevitable de un sistema podrido (endogamia, revista de pre-publicación). El 2º la pérdida generacional. Una industria potente, la de la historieta, se reconvierte en los ochenta en una… potente industria microcósmica. Cerrada en sí misma. ¿Cómo terminamos de fastidiarla? Pretendiendo ignorar la biología. Perpetuando el fandom, lectores que pese a crecer, madurar, sigan leyendo lo que leían en 1986. Sin captar nuevos lectores, y sin mirar el crecimiento natural, la maduración lógica, emocional y vital, de los viejos lectores. En vez de eso, freak scene! Así hubo un momento en que el cómic dejó de crecer. Y hubo, intuyo, mucho abandono porque no todo el mundo pasa por el aro de admitir la gracia del día del orgullo friqui.
Pero hoy las cosas son diferentes, ¿no? Los juegos de salón y consola son el nuevo King of the world y los cómics no aspiran a robar su papel. No pueden. Mucho menos en España, que quieras que no, lastra una crisis, la de los noventa, en su lento crecer del presente siglo. Pero hoy no es 1994, por suerte. Y el cine de superhéroes ha arraigado y podría aprovecharse y quizá se hace, aunque me parece una fórmula que vuelve a incidir en la verticalidad, una captación casi especializada que tendría como estrategia un tipo de lector endogámico (del género, ya no del medio). Lo cual no estaría mal, si se consigue. Luego tenemos el manga, que fue el pulmón de aquellos críticos noventa y hoy tiene otra suerte, intuyo que cómoda pero ya no masiva pese a los llamativos salones y sus disfraces chorras. Y bien, finalmente el cómic ha adoptado aquello de la novela gráfica. Lo que me parece interesante aquí es su capacidad de transversalizar al cómic, de crear lectores en horizontal. Ni coleccionistas ni fandom endogámico sino un lector generalista que pasa de Zafón a Roca con naturalidad. Porque el formato libro mire usted, es de éxito probado, y porque los temas de la nueva hornada de autores pasa por la memoria y la actualidad, que increíble, resulta una temática que interesa fuera de la librería de cómics. El problema es que ahora está empezando a generarse este modelo, o por lo menos a apostar por él. Y la cosa está aún verde.
Aventuro que lo seguirá estando, que el cómic seguirá el modelo literatura a menor escala: tenemos nuestros best sellers (el mencionado Roca, sin duda) y tenemos un cómic de élite “artie” (pongamos la línea editorial de Fulgencio Pimentel). Y los sectores verticales, claro (superhéroes, manga, incluso el álbum galo, que por su naturaleza debería ser el best seller con su narrativa pulcra, clásica, pero que no ha roto el perímetro del círculo de lectores especializados). La cuestión es que en ese “best sellerismo” se ha instalado un modelo de potencial enorme. Si funcionan “Arrugas”, Miguel Brieva, “Ardalén” o “Maus”, con tiradas agotadas comprobables y presencia mediática, ¿por qué no la obra de Guibert, “El arte de volar”, “Entretelas” o Rayco Pulido (cuya trascendencia imagino mucho menor que la de Spiegelman)?
No lo sé, pero sí creo que hay estrategias a defender. Estrategias editoriales. Una, publicidad. Se dice que se ha demostrado que no sirve para el mundo del cómic. Se dice, quiero decir, desde hace lustros. Bien, algún día alguien debería romper esa inercia y probar suerte. Para empezar, hay que blindar cada premio Nacional con quilos de acciones publicitarias, porque está claro que el eco que provoca es tremendo. Pero es cierto, empiezo la casa por el tejado.
Antes hay que crear un “tejido de expectación” en los mass-media. El Premio citado es un excelente ejemplo al respecto, pero es un punto del calendario, no una estrategia general. Y es sobrevenido, una iniciativa del Ministerio, no del mundo del cómic. Lograr ese tejido de expectación es un proceso lento pero, creo, se va por el buen camino. Creo que el servicio de prensa es un arma importante en este sentido. Entiendo que según editoriales se sea más o menos selectivo o universal al respecto, claro. Que no siempre se puede disponer de un libro para toda la prensa del país, vamos, o para los profesionales del medio. Pero desatender el servicio de prensa o despreciarlo como beneficioso medio expansivo y publicitario, o tener todos que justificarnos ante el fandom, es tercermundista. Aún recuerdo cuando hace años acusaban (¡!) a Álvaro Pons (en pleno apogeo de su blog ¿tengo que decir cómo se llamaba ese sitio?) de que en el Salón de Barcelona salía con una mochila llena “de gratis”… no es de gratis, es para leer en tiempo, escribir, publicarlo pasando por un editor que da visto bueno (El País), a lo mejor seleccionar la imagen que ilustre el artículo… Es un sistema que beneficia al medio.
La prensa, la radio, la televisión (pienso en un “Página 2”) deben ser el objetivo de las editoriales. Cada editorial siendo muy consciente del tebeo que pone en el mercado y su target, y donde, por tanto, debe “colocarlo” la editorial. No es lo mismo Batman que “Vapor”, “Azul y Pálido” que “Star Wars”. Estrategia editorial en su planificación de prensa y publi, vamos. Aunque pienso que jamás salir en un diario es inútil, hablemos de Spiderman o de “Pulir”, siempre es eco, es conquistar poco a poco, aunque no lean el artículo, simplemente una imagen, una portada que entra por la retina, ya es algo positivo. Hasta, en este sentido, y sé que esto espantará al 80% de autores, creo que cosas como esta son buenas:

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Se llama foto promocional de autor, y que me jodan si no vende. Dar imagen, la que sea, es bueno, en este mundo mezquino de la mercadotecnia, es así.
Todo esto es una base para aquel tejado, poder armar un buen aparato promocional algún día. Y otra, y vuelvo a David Rubín, es la implicación de los autores en un todo con su producto que trasciende la creación del mismo. Como en cine o literatura o rock, la obra entregada no es el final de la obra. Es el principio. Hay que estar durante mucho tiempo dando entrevistas tediosas, en todo medio posible, con profesionalidad. Yo no sé si David estaba cabreado ese sábado porque se le jodió el termo de agua caliente o si tenía fiebre. O si estaba de buen humor porque tuvo una buena noticia personal. Presumo que con servidor hay una cercanía a base de conocernos, y fue una gozada cañear con él, por supuesto… pero Rubín estuvo encantador con todo dios. Está trabajando su obra, tanto como cuando rotula la misma. Y gira, como un poseso, por media España. Y en el salón de Barna, allá por abril, puedo apostar que, al menos será su intención, estará firmando durante horas, otra vez, su obra. Y lo hace con una disposición absoluta, un respeto por sus lectores ejemplar (incluso hacia quienes le hacen las observaciones más estériles) y con una entrega por su trabajo de aplauso. Promoción, trabajo. Hay quien no comparte esta actitud. Pero es necesaria, incluso a un principiante que va a firmar tres libros.
Conquistar los mass media (publi, servicio de prensa) y lograr una vida natural del libro mayor que el mes de lanzamiento son cosas importantísimas. Y buscar, con estas acciones, la horizontalidad: publicidad en revistas de literatura como “Qué leer”, firmas en librerías no especializadas, en grandes superficies, y claro que sí, también en los lugares especializados.
Hay más vectores que se pueden tratar, pero ya estás cansado de leer, lo se. La distribución alternativa y el papel de las redes sociales, el crowfunding (¿es viable realmente?) y un etc que os regalo para los comentarios, si alguien quiere tocarlo. De momento cierro y concluyo.

Creo, en fin, que todo lo escrito se resume en una palabra que ya he usado: horizontalidad. Y en las estrategias para lograrla algún día. Otros defienden el fenómeno del cómic vertical, que es necesario también, y está muy bien. Pero cada quién defiende su ideario. Y mi jauja comiquero para por un cruce continuo de caminos entre el cómic y la sociedad en la que vivo, y no creo en otros caminos para lograrlo.

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GRAN NOTICIA, David Rubín y Stephen Bissette all together

Era algo que en los burladeros de la cosa se rumoreaba. Ed Campbell había comentado algo a El Tío Berni; José Domingo, en las firmas de su «Conspiraciones» en el Salón de Zaragoza se lo dijo a un fan (imprudentemente, ante una cola de cincuenta personas).
Ya es oficial del todo: David Rubín y Stephen Tottleben van a colaborar en un crossover de La Cosa del Pantano con el Grendel de «Beowulf», el último comic-book del dibujante gallego (en colaboración con el guionista y teórico Santiago García).

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Toma crossover

Rápidamente mandé mail al protagonista galáico de la noticia, y tengo declaraciones calentitas. Rubín me asegura que cerrado el trato el pasado 28 de Novimbre, ya tiene dibujadas 400 páginas del asunto, a lápiz, tinta y cera de colores. Está ilusionadísimo por emplear esta nueva técnica de coloreado (nueva en su carrera, quiero decir).

Según David, el relato «pasa de las mongueradas pseudoculturalistas de Alan Moore, y Bissette ha tenido una idea COJONUDA, JODER: de La Cosa no manan frutos psicodélicos sino licor café perfectamente destilado.»

Santiago García, preguntado por el asunto y dueño de los derechos de Beowulf y sus montruitos, dice estar muy emocionado, ha dado su autorización al proyecto y se compromete con su traducción, sobre todo en tanto que la obra, que esta vez sí, será vertiginosa y no del tono contemplativo habitual en Rubín, carecerá de textos.
Por otro lado , el guionista de «Beowulf», gurú guruísimo que ahora mismo pillamos escribiendo un nuevo libro sobre un tema novedoso para L’association: «Le roman graphique, dans des majuscules», ha declarado a este humilde bolgger: «Sin duda Swamp Thing (él es así, cita en idioma original) es un experimento telúrico con aromas a proto industria ochentera, abierto a la trascendencia pero cercano al Grendel en una épica tolkiana que»
Debo reconocer que en ese momento ya había perdido el hilo y no entendí más, peo MUY INTERESANTE.

En cuanto a Bisette, también le he escrito pero coño, ecribe en inglés, y yo soy muy del rollo Capitán Torrezno, háblame en cristiano, joé…

En todo caso, queda dada la noticia. El tebeo será editado por una editorial no desvelada, pero vasca, el próximo 28 de Diciembre de 2014

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Ensalada de fanzines y autoedición

Estos día he pillado varios fanzines, revistas autoeditadas y similares. Leídas a salto de mata, me gustaba comentarlas aquí, aunque sea con brevedad.
Como decían Tip y Coll, comencemos. Començòn.

Abetterfuture de Javi de Castro es un pequeño cuadernillo, de formato muy vertical que relata una mini historia donde lo más atractivo es el juego formal. Hay destellos de madera buena, aquí, aunque no dejemos de estar hablando de un juego narrativo de escasa consistencia. Autor creciendo y con buenas vibraciones al que también podemos encontrar en Andergraün, un pastiche de filiación superheróicas cargado de referencias y chistes endogámicos. Lo cual no es malo, claro. Los andergroüns se divierten y editan una revista sobre las cosas que les gustan, los pijamas. Ahí, en el mejunje de autores más o menos verdes, vuelve a destacar J. de Castro y el dibujo de Nico Naranjo, muy Bd clásica. A crecer.

Otro fanzine muy diferente que he tenido el placer de catar es Dramáticas Aventuras. Pastiche pero con chicha, pulp, cultura trash y mucho sentido del humor en un trabajo maduro. Decacharrante fotonovela comiquera o algo, «El Ligre» (¡me encanta el nombre!), choque pop entre luchadores mexicanos y las temibles (dejadme, dejadme bautizarlas) UFOstaplers que podrían simbolizar el poder omnívoro de los chupatintas y la Función Pública. O no. Y sale un mono con corbata. Vamos, que El Ligre es un divertimento loco, muy bien acabado en su técnica de collage y plagado de disparates gozosos. Hay más cosas en Dramáticas Aventuras: relatos, cartas de los lectores (un tal Francisco de Goya mandó a la redacción de Dátil Producciones muestras de su arte, qué pena que no puedan, por falta de recursos, reproducir sus estampitas… parece un chico majo) y hasta un código Bidi para escuchar la radionovela de la casa.

Avanzamos: la gente de Ediciones Valientes son un no parar, tenía acumulado varios proyectos sin encontrar hueco, pero al final todo (casi todo, la verdad) termina por caer. El encuentro en Grape grape catalizó mi decisión de leer sus propuestas. El Temerario es una colección de postales entre lo goyesco (precisamente, el lector de D.A.) y el undeground. Edición sobresaliente. La veta «under» sigue abierta en el nº 5 del fancine Kovra, con numerosas firmas que arrojan un resultado heterogéneo y de calidades diversas, entre lo discutible (provocación sin andamiaje, boutades) y lo muy defendible (experimentación formal aventurera, contenidos sugerentes y turbadores sin apostar en vacío a la provocación por la provocación), y un par de cómics notables: Injustice de Igor Hofbauer, y el regusto a Yokoyama de de Michel Olivo. En todo caso, gusto por el riesgo y lo extremo, lo cual es necesario.

Dote de poto a tres, de López Lam, es un sensacional paseo exterior que retrata el interior. Mirada hacia afuera para divagar por dentro. O el mundo desde el Yo de la voz narradora. Coqueteos formales, y un dibujo que sigue creciendo.

El libro de colorear de los Pitufos es una locura artie de Nacho García, retratos de pitufos en blanco y negro (bueno, pura línea, nada más) de dismorfía catastrófica. En folios grapados, servido en un plástico con su cera azul.

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Punchito ha metido mano ahí, para normalizar lo anárquico (con expreso permiso del autor, a quien dedico este escaneado).

Pitufos, de Nacho García… y «Punchito».

Divertimento para todas la edades, pues.

Pero del paquete de cosas en el filo que he leído estos días sin duda lo más destacado se mueve ya, por derecho propio, en una liga mayor.

En un caso, con una primera obra. Presentación, nudo, desenlace, de Ls Bravú, es la demostración clara de un talento. En crecimiento, claro que sí. En el fondo todo su enorme potencial no acaba de estallar, en este paquete de ocurrencias amasadas en forma de páginas, pero su libro muestra un equipo con una calidad gráfica apabullante y un universo temático lírico, retranqueiro y socarrón, reflexivo e inteligente, que debe seguir trabajando, porque si este libro exquisito de Fulgencio Pimentel ediciones (edición limitada, 100 ejemplares) es ya una bomba, no quiero pensar qué pueden dar en el futuro. Los veo, si perseveran, jugando en la liga de Olivier Schrauwen, ahí es nada.bravu

Y sobre todo Playground de Berliac, de Edicione Valientes, 60 páginas que rozan lo anonadante por su clarividencia, un ensayo o quizá una divagación en voz alta, en lápiz en ristre o como se quiera expresar, que partiendo de la admiración hacia el cineasta John Cassavetes, propone un modelo ético para el autor de cómics. La ética del creador pasa por la manera, los procesos y el resultado de la obra. Acción y objeto dialogan en «Playground» sobre la creación en un cómic que desprecia los modos tradicionales. Es la forma para disertar sobre el fondo y, por supuesto, encontrar vías que buscan caminos diferentes o al menos inusuales (cuaderno de notas, fotocopias, citas, collages, dibujos precisos pero cargados de atmósfera…). Totalmente recomendado.

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Una nota adicional: no es un fanzine ni un cómic, pero compré en Graf Confetti. Una revista infantil donde caben caretas, juegos, tests, relatos, recortables, pasatiempos, cómic por supuesto, y una originalísima y acertada sección de crítica enfocada a los niños (de libros, cómics, videojuegos…). Bilingüe, además, (inglés/catellano), lo tiene todo para un chaval de seis a ocho años. Alejada del formato chillón y comercial de las publicaciones infantiles, creada por el Munchausen Collective, de aspecto delicioso, muy moderno (mucho, en el sentido que están aportando las ediciones de Fulgencio Pimentel o ¡Caramba!), enfundada en un plástico transparente lleno de confetis (cosa bonita), la revista lo tiene todo.

¡Bravo Bravú!

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Ha muerto José Ortiz

Hace mucho que he decidido descolgar esta bitácora de cuestiones de actualidad y noticias, pero el fallecimiento de José Ortiz (fuente, twitter de Álvaro Pons, batante fiable y sin duda será oficial en pocos minutos) no lo voy a dejar pasar de largo.
Importantísimo autor español, pivote del boom adulto ochentero a partir del trabajo de encargo y agencia. Y uno de mis favoritos por aquello días.
Su estilo realista, amigo del detalle, enorme colorista y mejor aún en un profundo blanco y negro de tintas virtuosas, ahondó en un modelo de entretenimiento genérico para adultos, entregando obras memorables.
Descansa en paz, Hombre.
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BEOWULF, de Santiago García y David Rubín

Crítica aparecida en Faro de Vigo, donde se me colaron un par de erratas ahora subsanadas.

Y otra cosa. Este artículo fue escrito para prensa. Un texto que, espero, anime a comprar Beowulf, a quien pueda leerlo en las páginas del diario. Prensa generalista, lector universal. Quedan en el camino una ristra de ideas y conceptos que por espacio (nº de palabras disponible) y por medio (no dado a ahondar en las obras) deben quedar para otra ocasión. La habrá, y si no fuera así, animo a mis lectores que busquen en la red: hay ya un puñado de textos generosos en su análisis con esta obra abisal)

“Beowulf” llega al siglo XXI en forma de historieta.

Santiago García y el gallego David Rubín crean una obra ya de referencia en el más reciente cómic, partiendo de un texto ancestral catapultado al futuro con talento.

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Tebeo que muerde

La historia de cómo nace esta novela gráfica ya es atractiva. Trabajo acariciado por el guionista madrileño Santiago García desde hace lustros, casi resulta una realidad a principios del nuevo siglo, de la mano del dibujante Javier Olivares (conocido tanto en el mundo del cómic como en el de la ilustración infantil). Casi. Expurgado por García el fracaso en su propio blog con un artículo contando la historia (Mandorla, un lugar a visitar periódicamente si te gusta la historieta), ese principio de acción constante que es David Rubín entró en la partida. Rubín venía de acabar uno de los cómics más importantes de los últimos años, «El Héroe», pero siempre apasionado, se lanzó a proponer a García retomar aquel proyecto. Las “bendiciones” de Olivares al respecto abrieron las puertas a este nuevo “Beowulf”: diez años más sabio, García retoma su obra, y a lomos del drakar humano más vigoroso de la industria del tebeo (el dibujante ourensano, claro) la revisión el relato anglosajón ha salido a la luz en forma de enorme y brutal libro.

“Beowulf”, así, es una refulgente lámpara de amor. Amor por crear, por sacar un proyecto adelante y hacerlo con el corazón en la mano. Quizá esa intensidad que desprenden sus vívidos tonos rojos y colores tierra no sea más que el reflejo de esa pulsión ardorosa, esa honestidad brutal por y hacia la obra que ambos autores tienen entre manos. Quizá solo con pasión sin bridas se puede aspirar a crear algo tan desmedido (un tomo de grandísimo tamaño, y bien ahí por Astiberri editorial, dándolo todo, permitiendo la “locura”). Quizá solo con entusiasmo se puede relatar esta historia de una pugna entre un hombre y varios monstruos.

La fuerza del relato, atávica, proviene no de su complejidad literal (es un cuento que se resume en una frase), sino de la madeja de ideas que encierra este mito sajón de victorias sobre dragones. Ideas que hablan de la virilidad, del miedo, de la necesidad de plantar cara a la misma muerte para dar razón y necesidad a nuestra existencia. El valiente Beowulf acude a un reino danés para librarle de su condena, ya que noche sí noche también es atacado por Grendel, hijo de dragones. Beowulf se enfrentará con Grendel, y con los monstruos que rodean a Grendel, dos más, a cual más terrible. Este nimio argumento (así es el relato original, así lo transcriben con fidelidad Rubín y García) arrebata por su sencillez, por supuesto, pero también por todo lo que atesora, esos conceptos sobre los que estamos  hablando.

Mas lo que hace enorme a “Beowulf” es, también, la forma. Parece mentira que Rubín, hace apenas un año, entregase lo que parecía lo mejor que podría salir de su imaginación. Se diría que “El Héroe 2” marcaría el punto de fuga para el resto de su carrera, que tendría que ser comparada con aquello. Pues leer “Beowulf” es encontrar una obra más madura aún, más vigorosa (los dibujos aturden, nos azotan casi, y dejan sin calificativos) y exhibiendo una batería de recursos para narrar con imágenes dibujadas como pocas veces se leen. Chris Ware, sí, está ahí, en su idea de trascender la lectura lineal. Pero también maestros del manga de acción (Kazuo Koike y Goseki Kojima), el “300” de Miller (no la película sino el cómic, insisto),  e incluso el sentido de lo eterno del cine de Bergman (citó David Rubín a Tarkovski, por ejemplo) y la fuerza del expresionismo abstracto. No debe caber duda de que el “brainstorming” entre García y Rubín, dos creadores con casta y mucho fundamento, ha debido de ser apasionante, una marea de ideas, recursos, experimentos y posibilidades para ensayar hasta dar con las soluciones, el tono y el resultado que hoy tenemos entre manos. Con todo ello surge un trabajo que es capaz de representar un momento desde varios puntos de vista simultáneos, jugar con el tiempo, que dilata o comprime con maestría, y entregar alguna de las escenas más anonadantes, excitantes, feroces y poéticas que ha dado el cómic en 2013.

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LA PROPIEDAD, de Rutu Modan

Artículo publicado en Faro de Vigo, as usual. Con muy ligeras modificaciones. As usual también

Pasado y presente judíos.

Rutu Modan vuelve en su nueva novela gráfica a sus lugares comunes, el hoy y el ayer del pueblo y la comunidad judíos.

“Metralla” fue saludado en su día como uno de los trabajos más originales e interesantes de su añada. La israelí Rutu Modan miraba a su pueblo y sus dificultades convivenciales sin atisbo de grandilocuencia y con una mirada sensible. Al tiempo, su estilo gráfico frío, que lleva la línea clara a ese estilo de dibujo de manual de instrucciones, alejaba más si cabe la sombra de lo sensiblero sobre un material de base tan peligroso como el judío.

Lo nuevo de Modan vuelve a mirarse en su pueblo, su presente y su pasado. “La Propiedad” nos cuenta el viaje de Regina Segal y su nieta Mica a Polonia para arreglar papeles y aclarar propiedades de una judía superviviente de la guerra mundial (la abuela, claro). A partir de este punto y un inicio casi humorístico, el vuelo a Polonia en un avión lleno de escolares indisciplinados (que me recuerda, no sé por qué, a aquel vuelo inicial de Tintín y amigos en “Vuelo 714 para Sídney”), la historia desarrolla un entramado casi opaco de reencuentros, recuerdos, dolor, curiosidad por el pasado y apego por el presente. La mirada hacia Polonia de Mica no puede ser la de Regina, y ahí estriba la inteligencia de Rutu Modan, que sabe relatar ambas, sus paralelismos y sus diferencias. De lo que las calles significan en sí mismas a lo que el descubrimiento del amor supone en la vida de dos personas en tiempos tan distintos como los vividos en la juventud por nieta y abuela.

Y por supuesto, el nazismo, que hace acto de presencia en una escena tan surrealista como plausible, uno de los momentos álgidos de esta novela gráfica para quedarse pensando en lo que ha sido el siglo XX. Porque aquí, en estas páginas de historieta, hay mucho de un tiempo turbulento del que somos hijos, nos guste o no. Las calles que ya no son, no pueden ser, como fueron; la convivencia que se antoja difícil sino inviable; la necesidad de una memoria (tranquila, no panfletaria pero inmarchitable), y finalmente la redención a través de eso tan difícil de conseguir y hacer perdurar que es el amor.

Es contradictoria, “La Propiedad”, porque lo que más choca en su discurso posiblemente sea la historia de chico-encuentra-chica entre Mica y un joven aspirante a autor de cómics (que no convence ni, por ello, emociona). Sin embargo, sin esta intrincada y forzada relación no encontramos el contrapunto (que se antoja indispensable) a otras cuestiones tocantes a su abuela Regina y que, por no revelar más de lo necesario, nos ahorraremos ahora.

Reflexión y aprendizaje (porque no somos judíos ni supervivientes al holocausto nazi, y cualquier aproximación a ello nos enriquecerá) en un tebeo de acentos ligeros, tono costumbrista (casi de comedieta) y reposo sereno que siguen ubicando a Modan en la línea de los autores necesarios.

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My own private Spiderman: a propóito de “Spiderman. Por fin desenmascarado”

SpiderdesenmacaraoLeer hoy, en los cuarenta (estupendamente llevados, gracias por preguntar) el tomo “Spiderman. Por fin desenmascarado” (Panini) , con historias clásicas del trepamuros fechadas entre 1969 y 1971, supone algo poderoso y uno de los motivos que me hacen amar al cómic por encima de otras artes.
Los tebeos que contiene el volumen (casi 500 páginas, ñam) arremolinan a dos de las firmas más importantes de la historia del Hombre Araña: John Romita, y un Gil Kane pletórico que aportará una estética entre alucinada y dramática. De chaval había algo que no me cuajaba en los lápices de Kane. Y su modo de dibujar los labios me molestaba de un modo visceral. Majaderías de infancia, por supuesto. Pero en esas líneas labiales se esconde, lo veo hoy muy bien, mucha de la verdad que el dibujante atesora: Kane reinterpreta la realidad. No la desafía como un Steve Ditko, sino que, representándola, la traiciona con leves pinceladas. Ahí están sus famosísimos, imposibles escorzos. Puro manierismo tras un renacentista como Romita.
Esa grandeza conseguía en mí algo muy importante. Aunque mi cabeza rechazaba a Kane (a través de razonamientos muy tontos, como el ya expuesto), el pulso lo necesitaba como el yonki a la aguja. Perdonadme la metáfora bruta, pero me explico. En este tomo hay imágenes que son más que imágenes. Son ideas poderosas que se han adherido a mi hipotálamo. Los brazos mecánicos de mi tocayo el Doctor Octopus, con el propio villano fuera de campo, en “Y llegará la muerte”, una solución aterradora, casi diría expresionista. O la aparición del Duende Verde, majestuoso y terrible, en el final de “Y ahora… ¡el Duende!”. O, sección bucólica, la escenificación de un paseo de enamorado entre Peter Parker y su novia Gwen Stacy abriendo “Un día en la vida de…”, delicadísima y planificada en un momento de iluminación divina.
Sí: en estos tebeos (ahora tomo “Gold”, antaño “grapas”) hay momentos que esconden un algo especial. Me pregunto cómo transmitir las sensaciones del crío que alucinaba con la escena de Peter soltando un manotazo a unos pandilleros y barriéndolos como naipes (en la página 15 del libro de Panini), que yo hasta imitaba por los pasillos de casa.

Un gran poder...

Un gran poder… (by Romita)

Hoy, con unos tebeos Marvel (no todos: algunos, muchos) para púberes hormonados donde lo único que parece importar es dibujar cacho y cachete de tiarronas en mayas y muchos dientes en los viriles rostros de los héroes masculinos, la sencilla demostración de poder que ofrece Parker en este momento, con su cara de “estoy en otro lugar, ni atiendo a lo que me rodea”, seguramente no puede ser entendida. Eran unos tebeos más puros, que apelaban a la imaginación infantil, que no adolescente, y paradójicamente a emociones complejas (el poder, el amor, la pérdida, el peligro) con una tremenda capacidad para lograr trascender el entretenimiento volátil, y debemos celebrar que las editoriales apuesten por su recuperación.

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PAPEL ESTRUJADO, de Nadar

Crítica publicada en Faro de Vigo (aunque curiosamente a redacción no llegó esta versión con un par de retoques finales… busca las diferencias si tienes la versión impresa).

Un tebeo sobre la vida estrujando.

El debut de Nadar es una novela gráfica sorprendentemente madura sobre personajes sin Norte que indaga en lo profundo de la existencia.

          papelestrujado

¿Qué es la vida? Cada cual tiene su propia respuesta, y la pregunta, a menudo, es el leitmotiv del artista. Sin embargo a uno se le antoja que responderla no es fácil y requiere de experiencia. Hasta de sabiduría, vamos. O eso, o sale un churro de obra.
Y entonces aparece Nadar, con un curriculum vitae que no da ni para un par de folios si nos despistamos, y, fanzines al margen, debuta con una novela gráfica de cuatrocientas páginas… y lo consigue. Y la respuesta de Nadar al sentido de la vida no es acomodada. “Papel Estrujado” (Astiberri) relata las vidas cruzadas de un grupo de caracteres desnortados, gente sin dirección ni brújula para encontrarla.
Un adolescente que se gana el parné como matón de “insti”, un hombre que huye de su pasado escondiendo un misterio. Relaciones sentimentales o afectivas, coches que sufren vandalismo sistemático, un hotel, una mujer con agorafobia… “Papel Estrujado” entreteje vidas y no las hace explícitas. Nos va mostrando lentamente y con exactitud qué significa cada personaje. Sin subrayados simplones ni efectismos de saldo. Con un desarrollo preciso y metódico, perfilando con calma situaciones y personalidades.
papel-estrujado-i5fs-komic-libreriaLos referentes de nadar son claros, de Mazzuchelli y Jason Lutes a Frederik Peeters, y “Papel Estrujado” se apoya en esos maestros para lograr una obra de alumno personal. Una donde no sobran sus cientos de páginas, y que apenas cae en debilidades de novato (alguna pincelada demasiado obvia, alguna explicación de más y que no habíamos pedido). De hecho, en esta historia de blanco, negro y grises anímicos hemos encontrado el debut del año que está a punto de concluir.

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