LA PROPIEDAD, de Rutu Modan

Artículo publicado en Faro de Vigo, as usual. Con muy ligeras modificaciones. As usual también

Pasado y presente judíos.

Rutu Modan vuelve en su nueva novela gráfica a sus lugares comunes, el hoy y el ayer del pueblo y la comunidad judíos.

“Metralla” fue saludado en su día como uno de los trabajos más originales e interesantes de su añada. La israelí Rutu Modan miraba a su pueblo y sus dificultades convivenciales sin atisbo de grandilocuencia y con una mirada sensible. Al tiempo, su estilo gráfico frío, que lleva la línea clara a ese estilo de dibujo de manual de instrucciones, alejaba más si cabe la sombra de lo sensiblero sobre un material de base tan peligroso como el judío.

Lo nuevo de Modan vuelve a mirarse en su pueblo, su presente y su pasado. “La Propiedad” nos cuenta el viaje de Regina Segal y su nieta Mica a Polonia para arreglar papeles y aclarar propiedades de una judía superviviente de la guerra mundial (la abuela, claro). A partir de este punto y un inicio casi humorístico, el vuelo a Polonia en un avión lleno de escolares indisciplinados (que me recuerda, no sé por qué, a aquel vuelo inicial de Tintín y amigos en “Vuelo 714 para Sídney”), la historia desarrolla un entramado casi opaco de reencuentros, recuerdos, dolor, curiosidad por el pasado y apego por el presente. La mirada hacia Polonia de Mica no puede ser la de Regina, y ahí estriba la inteligencia de Rutu Modan, que sabe relatar ambas, sus paralelismos y sus diferencias. De lo que las calles significan en sí mismas a lo que el descubrimiento del amor supone en la vida de dos personas en tiempos tan distintos como los vividos en la juventud por nieta y abuela.

Y por supuesto, el nazismo, que hace acto de presencia en una escena tan surrealista como plausible, uno de los momentos álgidos de esta novela gráfica para quedarse pensando en lo que ha sido el siglo XX. Porque aquí, en estas páginas de historieta, hay mucho de un tiempo turbulento del que somos hijos, nos guste o no. Las calles que ya no son, no pueden ser, como fueron; la convivencia que se antoja difícil sino inviable; la necesidad de una memoria (tranquila, no panfletaria pero inmarchitable), y finalmente la redención a través de eso tan difícil de conseguir y hacer perdurar que es el amor.

Es contradictoria, “La Propiedad”, porque lo que más choca en su discurso posiblemente sea la historia de chico-encuentra-chica entre Mica y un joven aspirante a autor de cómics (que no convence ni, por ello, emociona). Sin embargo, sin esta intrincada y forzada relación no encontramos el contrapunto (que se antoja indispensable) a otras cuestiones tocantes a su abuela Regina y que, por no revelar más de lo necesario, nos ahorraremos ahora.

Reflexión y aprendizaje (porque no somos judíos ni supervivientes al holocausto nazi, y cualquier aproximación a ello nos enriquecerá) en un tebeo de acentos ligeros, tono costumbrista (casi de comedieta) y reposo sereno que siguen ubicando a Modan en la línea de los autores necesarios.

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