Archivo octubre 2013

Miguelanxo Prado, Premio Nacional del Cómic 2013

Este año el premio Nacional del Cómic estaba tan cantado que casi no es noticia.

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Miguelanxo Prado, uno de los pioneros del cómic adulto en España allá por los ochenta, promotor de numerosas iniciativas de apoyo al cómic intentando sacarlo de sus guetos habituales (como el salón de A Coruña) y creador de algunos tebeos magníficos (recuerdo con mucho entusiasmo Stratos, El manantial de la noche, Trazo de tiza), obtiene por su última obra, el tour de force Ardalén, el premio más mediático que se da en España a la historieta.
Ardalén, un tebeo que me ha dejado bastante frío, sí tiene una virtud que me consta: gusta a quien siendo hoy adulto, no ha leído más cómics que el Mortadelo cuando estaba en edad para mortadelos. Es más, impresiona por su pictoricismo entre el realismo y cierto aire impresionista. Y por ese argumento tan distante de lo infante como de lo grotesco.

No es nada nuevo bajo el sol Ardalén, de acuerdo, pero si Prado ha caído en gracia por estas dotes y resulta que llega donde otros no lo hacen, me vale. Hay un público numerosísimo en potencia, para algo como Ardalén, un público que quizá nunca entienda la virtudes de Jim Woodring o Chester Brown, que jamás entenderá el filo oxidado de Pudridero, y que sin embargo aprecia la «bella maniera» de Prado. Perfecto, y este premio solo puede ser, entonces, una buena noticia para el mundo del cómic. Tras Ardalén ¿cuántos nuevos lectores no lo podrían intentar con Gipi, Guibert, Davodeau, Blain o incluso A. Nilsen?¿Maus no es ya un best seller?

Prado y su obra ya tenían medio camino hacia el reconocimiento mass mediático trazado (como director del salón Atlántico o, en Galicia, como responsable de ese Xabarín que sigue vivo en la TVG y en revistas de cómic). Su discurso en entrevistas es preciso y acertado, su imagen de hombre sensato y hasta sabio, y esta obra sugested for mature readers, combinan tan bien que, cristalizando en el Premio, solo puede entenderse como una buena noticia, más allá de gustos personales o preferencias de cada cual.

Y además… vou contarvos unha cousiña, o Miguelanxo é galego. Noraboas mestre!

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WHITE CUBE, de Brecht Vandenbroucke

Artículo publicado en Faro de Vigo

El cómic que se ríe en la cara del arte.

Benditos los gamberros y los ácratas. Tenía que ser el gamberrismo de la historieta quien se mofase en su pomposa cara de los tics más obvios del mundo del arte.

whitecubeLas editoriales primas hermanas Entrecomics Comics y Fulgencio Pimentel han unido otra vez su artillería para lanzar un cómic, y eso solo puede saludarse como garantía. En primer lugar, de edición cuidada. En segundo, de criterio.
Brecht Vandenbroucke es el nuevo autor (inédito en estos lares hasta hoy) que viene a engrosar una lista de nombres imprescindibles y que ya hicieron juntar fuerzas a ambas casas. En “White Cube”, la obra en cuestión, nos encontramos con una serie de chistes breves que pivotan en torno al arte con intenciones clarísimas: reírse de la pedantería contemporánea sin contemplaciones, en ocasiones con cierta ternura, casi siempre con una bilis poderosamente agria y con mucha mala leche. A más de un aspirante a artista de la facul más “cool” se le puede atragantar la comida leyendo las astracanadas que aquí se vierten con tono inocentón.
Vandenbroucke ha creado a dos personajes gemelos, dos silenciosos ¿hermanos? siameses que deambulan por la vida y por las galerías de arte. La primera, la convierten en objeto artístico (muy bueno ese gag en donde convierten una plaza pública en un Mondrian). Las galerías las convierten en zona de trastadas. Ni Miguel Ángel se salva de sus ocurrentes hazañas.
white cubePero tanta mofa, no se engañe nadie, no viene desde el desconocimiento. De hecho Brecht, que estudió ilustración, ha practicado, además del cómic, la pintura, la escultura y el cortometraje. Se ríe de/con lo que conoce y admira, evidenciando sus puntos flacos, que advierte antes en el mamoneo que circunda al arte que en el hecho artístico en sí (aunque a veces hasta de las propias obras se pitorrea). Y lo hace, naturalmente, con un estilo totalmente “artie”, con un estilo mudo lleno de expresividad y gracia, de acabado pictórico que remite a ciertos “ismos” de la historia del arte contemporáneo.

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Los Esenciales

ACDC, la asociación de críticos y divulgadores de la historieta (a la que pertenezco) pone en marcha un acariciado proyecto, Los Esenciales.
Se trata de, tras la purga de una votación entre todos lo miembros de la ACDC, presentar una serie de obras que entre todos hemos destacado de la primera mitad del año. Pinchando la portada accedemos a una descripción técnica de la obra (encuadernación, tamaño, nº de páginas, precio…), su sinopsis, premios recibidos y enlaces a críticas realizadas por algunos miembros de la Asociación (hay mías, claro).
Para redondear, algunas de las obras enlazan muestras de su interior, con lo que el lector curioso puede «catarlas».
Resumen, una guía perfecta, concisa, y que puede incluso servir al curioso que sin conocer demasiado de esto de los cómics, tiene la inquietud y la curiosidad suficientes para probarlos.
Entrad y echad un vistazo. Personalmente (incluso sobre títulos que no he leído, pero por sus autores digo) apenas me chirrías un par de cómics de los propuestos.
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PANORAMA INFERNAL, de Hideshi Hino

Artículo escrito para Faro de Vigo.

Hideshi Hino es uno de los nombres más reseñables del manga de terror, o ero guro, donde se mezcla lo sórdido, lo erótico (o pornográfico) y lo visceral.
Panorama Infernal 3D“Panorama Infernal” es uno de eso trabajos que podríamos llamar canónicos, o en todo caso uno de los más claros ejemplo para ilustrarse si se tiene curiosidad por el terror japonés. El cine del género venido de Asia ha calado hondo hace ya muchos años, y fue saludado como una aproximación desde una cultura radicalmente distinta, a uno de los géneros que más gustan en occidente. La ausencia de patrones cristianos (moral, culpa, justicia…) convierten a los creadores nipones en verdaderos maestros a la hora de turbarnos con su imaginería e ideas.
Por supuesto que el manga no es ajeno a este género. En un país donde el cómic es masivo como puede serlo el cine o las teleseries en España, donde todos los temas y asunto son tocados en viñetas, está claro que el terror tenía que ser una veta llena de sustancia. En este punto destaca el radicalismo del ero guro, que mezcla atrocidades sexuales, criminales y gore con una alegría que nos atomiza la cabeza al leerlo. Sin embargo posiblemente “Panorama infernal” juegue en otra liga.
Bueno, que nadie piense que este cómic de Hideshi Hino (editado por La Cúpula) es una lectura suave. Hablamos de terror y de historias de lo atroz. Pero se aleja del esperpento sexual gore a favor de una trama cargada de símbolos, que parece una purga personal, una lucha contra los fantasmas que atormentan al autor (su pasado, su familia, la historia contemporánea de Japón con especial incidencia, cómo no, en las bombas atómicas). Un viaje desde un cuento macabro (un pintor, en primera persona, nos relata en un principio cómo pinta paisajes del Infierno usando como pigmentos su sangre y sus vómitos) a la auto confesión autoral cuando el artista infernal trasciende la descripción de imposibles espacios macabros (campos de animales mutilados y empalados, decapitación en cadena de niños… salvajadas de un infierno brutal) y empieza a centrarse en su familia. Sería una familia freak si no se tiñese de sadismo, violencia, amagos (insinuados, ¿perpetrados?) de violaciones, crímenes y locura. A partir de entonces “Panorama Infernal” viaja a Hiroshima, describe un parto en primera persona que ya no no parece el de un pintor de cuento (macabro) sino el del propio autor, y termina todo en un delirio de locura y muerte que entumece los sentidos.
Japan Horror StoryAjuste de cuentas, expurgación impenitente de demonios internos, lo halagüeño de esta lectura es pensar que tras la obra Hino se reencuentra con su pasado y su vida. Porque si no es así, el caballero mete miedo por concebir estas cosas. Y como lectura, realmente hay en Hino una enorme capacidad de desasosegarnos. Su dibujo es oscurísimo, con una capacidad para retratar espacios húmedos (de sangre, sudor, nieve, pintura hemoglobínica) que perturba como pocas visiones. Quizá lo hace porque su obra nunca abandona cierto toque naif. En Hideshi Hino los rostros de los personajes destilan cierto candor, su línea suave evoca la inocencia (una que está definitivamente perdida dentro de esta páginas), los diálogos son directos como protestas de un niño. Y destacan su capacidad para retratar a los infantes y una sensación como lectores de que Hino es capaz de hacer reverberar en el adulto que le lea, ese terror de chiquillo, inexplicable y más grande que la vida aunque provenga de una rendija de luz que se cuela por debajo de una puerta.

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Landaluze, original, en mis manos

Hoy ha sido un día a recordar y por eso quiero participarlo con mis lectores.
Un amigo me enseñó una joya que estaba a punto de vender.

Hoy he tenido en mis manos un libro encuadernado con obra original de Landaluze, hojas de 1860 y pico. Edición histórica. Por el grosor del volumen (como cuatro dedos de varón adulto) diría que el libro encuadernaba la totalidad de ejemplares de la revista Don Junípero en que participó Landaluze.

Y decir Landaluze es hablar de uno de los pioneros de la historieta española (sino de El Pionero, el primer autor de cómics español).

Bueno, en sus páginas he visto varios retratos de tipos y de individuos, humor gráfico, y, magia… historieta. Me encantó esta, particularmente:

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El dueño estaba a punto de vender a un coleccionista el ejemplar. Le iban a pagar un pico, si no, yo mismo hubiera pujado, lo juro.

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FF de Fraction y Allred

Superhéroes, como tienen que ser.

Hay que rebuscar entre malas hierbas para encontrar las flores, pero en el campo de los superhéroes aún se pueden encontrar títulos que merecen la pena como “FF”.

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Panini está de enhorabuena, tiene entre manos material defendible, en el género de los superhéroes. La renovación que Marvel ha emprendido hace más o menos un año va arrojando frutos de provecho. De la Patrulla X ya hemos hablado en estas páginas, pero lo de “FF” es otro palo. Es mejor.

Argumentos: Los Cuatro Fantásticos se van a un viaje dimensional. Un viaje de años que para el planeta tierra debería durar un par de minutos. Por si acaso, buscan un equipo sustituto. Y la cosa se tuerce y los sustitutos van a ocupar el lugar de los originales… algo más de dos minutos. A partir de aquí, Matt Fraction levanta un cuidadoso castillo. Los primeros números parecen preocuparse de crear el entorno, describir la nueva situación, las personalidades de sus personajes y cómo chocan con su nueva realidad. Hay, por supuesto, acción, villanos clásicos, peleas, y todo lo que hace de Marvel Comics lo que en tiempos ha sido. Una casa de aventuras e imaginación trepidante para chavales.

Aunque claro, Fraction no es el único artífice de FF. La parte gráfica recae en un colosal Michael Allred. Allred se dio a conocer con “Madman”, un tebeo que era un homenaje claro a la Marvel de los sesenta con gotas de la locura de la antigua DC Comics. Su dibujo entre lo mejor del género (Kirby, Ditko) y el alternativo adulto (Daniel Clowes sobre todo) imprime una viveza inaudita a los “Pijamas”.

Allred y su esposa Laura Allred (atención a su concepto para el color) saben dotar de esa magia maravillosa a los tebeos de superhéroes, pero imprimiendo un velo de mirada autoconsciente, posmodernísima, a través de una cultura del underground que tradicionalmente era separada del género superheróico pero no tiene por qué estarlo. Y además, es estéticamente poderoso, lleno de fuerza y emanando vida y energía.

Añadamos páginas inventivas, juegos narrativos juguetones y la sensación de que los autores han querido divertirse mucho y la editorial les ha permitido jugar en “FF” y tenemos ya la receta ganadora. Así deberían cocerse todos los tebeos Marvel. OB

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Palabra de Crumb, te adoramos, señor.

Vale, las preguntas de Santiago Segura (que no obstante tiene ese carisma suyo, de simpatía natural, que mola) son voluntariosamente populares y caen en lo genérico, lo que me deja con ganas de que la cosa se hubiera alargado y pudieran haber entrado más cuestiones (sospecho que el actor y director de cine las tiene).

Y desde luego el público ha sido el mejor garante para conseguir que Robert Crumb no pise España nunca más en lo que le queda de vida.

Pero ver (gestos, miradas, muecas, sonrisas…) y escuchar a Crumb es más de lo que, pobres mortales, nos merecemos. Y él está, claro, espléndido, y es capaz de convertir la pregunta menos motivadora en una percha para ofrecer datos e ideas interesantes. También en el sin dios final está fabuloso, por cierto.

Puede verse la entrevista a Crumb en Bilabo (con traducción) AQUÍ.

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LA CUERDA DEL LAÚD (FRANK 3) de Jim Woodring

laudCuando decidí leer, por fin y ya tardaba yo, la tercera parte de la historias de Frank, supuse que sería el colofón a una escena ya asentada en mi cabeza. La rúbrica final a un paisaje que ya me resultaba conocido, por explorado con anterioridad. Dos veces.
dosY bien, es cierto que este tercer tomo de Woodring insite en el desasosegante mundo interior que exteriorizaron lo dos libros precedentes, por lo que ya por eso nos encontramos ante un trabajo de los más destacados de 2013. Porque lo de Woodring es demasiado gordo para no estar ahí siempre, en lo alto. Pero resulta que el relato que da nombre a esta recopilación es posiblemente la mejor historia de este mundo extraño en que habitan Frank, Manhog o Pupshaw. Desconcertante e inesperada, en el contexto de una obra que acumula pequeñas historietas desconcertantes e inesperadas; una confluencia de universos tan moral como gansa, que supone no un refinamiento (porque todo lo que Fulgencio Pimentel ha editado de Jim Woodring es refinadísimo, maduro y maestro) sino quizá una última vuelta de tuerca. Conseguir que en su obra el lector vuelva a sentirse como un explorador de Jauja sin brújula no era tarea fácil. Pero lo ha logrado.
Como decía Steve Albini: «ten fucking stars»

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