Archivo agosto 2012

Perder un imperdible o reengancharnos a lo «irreenganchable»

Estoy aquí y ahora ojeando las novedades novedosísimas de Marvel para con los Cuatro Fantásticos. Uno siente debilidad por la Primera Familia marvelita y a veces, bueno, curiosea. Y la curiosidad es máxima cuando la colección se bifurca (‘Fantastic Four’ y ‘FF’), la de las iniciales la dibuja el mismísimo Michael Allred (autor de lo mejor de Marvel en los últimos veinte años, ahí es nada, o del interesante Madman que debería revisar algún día) y ambas las guioniza el competente Matt Fraction.

¿Argumento? Si me entero bien, el supergrupo se lanza a un viaje espacio-temporal y deja a un cuarteto sustituto en la Tierra. Este cuarteto «B» son los que ilustrará Allred y sin duda lo que realmente me apetece, pero si ambas series tienen conexión argumental en cierto grado, por así decirlo, y estando al frente de sus argumentos un guionista que he descubierto en Iron Man como profesional y hasta disfrutable (lo que hoy por hoy en género superheroico no suele ocurrir demasiado, y sigo hablando de me myshelf and I, sé que hay muchos lectores capaces de disfrutar de todo el reboot DC y del precueleo de Watchmen, me alegro por ellos)… bueno, me lo planteo. Para cuando toque en su edición Panini mensual.

Porque me hace gracia el formato serial, la grapa… si se sabe usar, claro… después de todo, The Sandman, Animal Man (el de Morrison), los Xmen de Byrne y Claremont, y mucho Spiderman o La Cosa del Pantano de Moore los disfruté así, en primera instancia. Píldoras de 24 páginas mensuales, un concepto diferente al batiburrillo-revista o a la densidad del álbum (por no hablar de esas novelas gráficas del demonio).

El problema es si Marvel está pensando en mí cuando lanza con numeración 01 estas dos colecciones, o si yo me enteraré de un pito al comprarlas. Soy un viejo de la escuela Byrne (y antes, de Wolfman, y antes, de Lee/Kirby, por supuesto… fui niño tardofranquista, vamos). Después de aquello toqué a los 4F con Simonson -fabuloso-, ojeé y aguanté poco lo de Marín y Pacheco, disfruté el arranque de Waid y Wieringo (y su invento genial, reconócelo, poner a los de Mr Fantastic a luchar contra una fórmula matemática antropomórfica), el descafeinado de Millar y Hytch (se divirtieron ellos haciéndolo más que nosotros leyéndolo, temo) y hasta toqué algo de eso de «Una muerte en la familia», y me gustó «tanto» que ni sé quién murió… vamos, que no leí demasiado de esta etapa final (si lo es, que desconozco si su equipo creativo es el penúltimo).

En fin: en el sacrosanto templo de las continuidades más absurdas, ¿entenderé algo?¿cuántos hijos tienen Sue y Reed ya, dos o ya son más, o menos -glup, lo dudo-?¿Quién ha muerto¿ ha resucitado, influye esa resurrección?¿Porqué estos uniformes tan dabuti en plata?¿qué pasó con Dr Muerte, que creo que montó un pollo tremendo con Thor y a base de crossovers así de gordos? ¿Ha fotografiado por fin Peter Parker a Sue Storm desnuda y sigue cañón como en 1962?

Y sobre todo si a servidor le interesa ver qué pueden hacer unos autores en un tebeo serial (y le importa bastante poco que una chica con pelo rosa profane el cuerpo rocoso de Ben Grimm, como sí parece ha escandalizado a cierta fracción del fandom), ¿para qué los4 F? Si no hay buenas historias que demuestren mes a mes que el producto no está agotado, como demostraban en los ochenta Simonson con Thor o Miller con Daredevil, ¿para qué seguir reiniciando numeraciones? Pues a ver qué inventa el guionista, a ver. Ya se ve, soy hombre de fe, confío en que al menos lo resultante pueda ser entretenido. No pido más. Con todo ‘FF’ NO son los cuatro de siempre y puede haber sorpresa. Mientras, supongo que los auténticos ‘imaginautas’ lucharán con razas extraterrestres y hasta se cruzarán con Anihilus, con quien (el roce hace el cariño) podrían jugar al Cluedo y despedirse amigablemente. Sería curioso de leer…

El ejemplo sirve para la moraleja: si unos personajes han vivido tanto, ¿tiene sentido darles continuidad, volver a hacer un nº 1, empezar «de nuevo» con lo de siempre? Si «todo cambia y nada será igual», entonces repito la duda. Si nada es lo que fue, mejor hacer otra cosa. Además, con suerte, la propiedad y derechos pertenecerían a los autores. El problema está en inercias (yo mismo caeré en ellas, ojo, no señalo a nadie) que nos hacen encariñarnos emotivamente con algo que murió creativamente hace años. Niño, entierra de una vez al gorrión, que ya huele toda la casa. Pero el gorrión sigue en el cajón del pupitre, y no lo enterramos, y la compañía «Gorriones SA» sigue dándonos gorrión pestilente, que algo sacará, al menos si de ese gorrión luego obtiene una peli «Gorrión 3D».

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Sentido y sensibilidad (o para qué todo esto)

Ayer se organizó una charla alegre sobre un tema en twitter: ¿cuántos blogs sobre cómic lees? Quitando los comunitarios, esto es, buscando aquellos como este, creados por un solo individuo.

Twitter es un lugar hermoso para leñadores, para soltar hachazos, vamos, y cuanto más contundente el mandoble, mejor. «Ninguno» o «todo basura» son estocadas tuiteras perfectas. Pero tras la charla existe una reflexión que no cabe en una sucesión de frases entrecortadas a razón de 140 caracteres por cada exabrupto. ¿Qué está pasando con la esfera de blogs hoy, en el campo de la crítica de cómics? La verdad, van desapareciendo, caen víctimas del cansancio (no es algo retribuido, y hay quien le pide a un blog lo que no debería reclamarse a un pasatiempo personal: dinero, ser puente para otro medio, dar notoriedad pública…otra cosa es que vengan a posteriori, cosa que sucede o puede suceder). Pero sobre todo, no le demos más vueltas, desaparecen víctimas de las redes sociales. La blogoesfera nada tiene que ver con Facebook, por ejemplo, pero ¿para qué articular un discurso cuando obtengo lo mismo con un “este tebeo me ha encantado” y un enlace a la editorial para que lo ojees por ti mismo? Es pregunta trampa, obvio, porque un buen blog es un lugar en que buscas algo más, buscas una reflexión mediada, algo de análisis, y quizá también un ejercicio literario (desde Larra nadie dudará que en el periodismo -y la crítica- subyace un tipo de literatura, ¿no?)

Comencemos (comenzón, que diría Tip) por confesar que me apunto al tema de charla de twitter:

Yo apenas leo tres o cuatro. Uno casi fijo, y los otros según el humor y las ganas del día.

Porque hay mucha mierda, porque hay mucho Egocrítico (dícese de persona que antes que gustarle analizar, exponer y reflexionar sus lecturas, saborea el fútil placer de verse importante en su propia exposición pública), porque hay vaivenes de calidad (a veces se nota que el autor está poniendo toda la carne en el asador y otras que está a otros asuntos), y porque en general y salvo en ocasiones, el singular que escribe el blog, en mi opinión (y para el caso es lo que cuenta) no me supone una fuente fiable. Sus gustos, su gobierno de la materia, no me hacen sentir que en su lectura aprendo algo. Es difícil encontrar alguien que a título personal escape de todos esos peros. Por eso, mi twitt es verídico. No es chulesco, me encantaría que sintiese que más allá de dos o tres nombres hay una legión de bloggers españoles de una altura que considere merecedora de un seguimiento, pero la realidad es que mi google reader está poblado de blogs (insisto, blogs personales) que elimino sin leer. Por las causas comentadas.

Pero, ah, la pregunta y el entorno fueron sibilinos. En twitter estaban hablando del tema (y yo incordiando un poco también) lo más más de lo muy muy del mundillo, o si no queremos hipérboles, gente muy sabida en estos temas de la historieta. Que un experto en cómics o un autor consolidado suelte en twitter que qué pasa con la blogoesfera… hay que hacerse antes otra pregunta: ¿cuántos tipos de blogs sobre cómic pueden existir y cuántos existen? Porque puede haber muy diferentes blogs sobre cómics, con intenciones opuestas. Personalmente creo que «Mandorla» (por citar al mejor que existe) y este «Serie de Viñetas» (por citarme a mí, que ya toca) tienen muy pocos puntos de contacto. Son diferentes desde su raíz, desde su intención. Aquel no puede (intuyo) interesar más que a lectores avanzados, a autores y a gente muy, muy del mundillo. Es un lugar (casi el único, diría) en el que siento que cada entrada (bueno, pon el «casi» delante) me enseña algo, que con cada post aprendo. Pero ¿recomendaría «Mandorla» a mi cuñado, que no lee cómics ni los ha leído jamás? No, como no le recomendaría comenzar en este mundillo con ACME de Ware (de hecho el otro día entraba con menda en una librería y me comentó que le llamaba la atención «Neardental»; de Roudier -Norma editorial- y lo comprendo perfectamente). Mandorla es para aficionados avanzados, si se quiere ver así. Mientras que otros sitios, como éste que lees, por mera praxis buscan otro target o lector  (mis reseñas, un 90% de ellas al menos, son extrapoladas de críticas de un diario generalista de provincias con un comprador no especializado, en un suplemento para jóvenes, intuyo, gente preparada e inquieta pero no necesariamente «del mundillo»). Por tanto este blog tiene una naturaleza que es exógena y sus intenciones son proselitistas (sin renunciar a mis gustos y a mi opinión, claro… esto es, puedo hablar de Ware, o de Gurewitch, pero lo haré intentando convencer a un lector de Faro de Vigo, no a Tebeobien, que ya sabe del tema sobradamente y mi opinión no le merece más que la curiosidad -lo cito por ser uno de los implicados en la charla que origino todo esto, como podría citar a cualquier otro allí involucrado).

Y para acabar, una confesión: cada vez comprendo más que mi labor en un diario es buena (lo he hablado incluso con libreros de la zona, y sí, hay quien se presenta con el recorte del Faro) y que aquí, on line, vana. Porque ¿de verdad alguno de mis lectores proviene de la red madre de este blog, «Gente digital«, portal supuestamente de referencia en la información local on line e impresa? ¿Alguien de mi entorno real (amigos, familia) que me sigue en twitter se lee estas entradas, que siempre y puntualmente anuncio en Facebook y Twitter? Lo dudo. Esto ya es especulativo, pero dudo que me lean más allá de cuatro gatos entendidos en el medio y que me conocen on line, lo que me encanta, ojo, porque supone que les interesa mi opinión, saber mis gustos o mis lecturas. Que por tiempo y «oficio» (voy a crítica semanal para el diario , aunque las empaqueto quincenalmente de dos en dos, y de verdad, no doy para mucho más, mi vida me reclama en otras labores más allá de leer tebeos) son lecturas bastante comunes, pienso. NO voy a descubrir nada raro, por acá no suelen pasar tebeos marginales, descubrimientos locales ni material no editado en España. Porque mi blog tiene otra función. Que no cumple.

Pero no soy ningún egocrítico, no me ata mi vanitas, sino ser cabezón. Me gusta poder calzar un pie de foto que me parece ingenioso o chispeante, por ejemplo, e intento salir de la inercia cortapega de mis reseñas para incluir otras cosas, secciones como el análisis de una sola viñeta (algo quizá sí, un poquito más especializado, pero vamos, no siento que descubra la pólvora) o reflexiones generales como la muy polémica sobre la novela gráfica (¿o era con mayúsculas?).

Al final si cabe preguntarnos para qué hacemos un blog, aquellos que lo hacemos, supongo que hay una respuesta clara: para divertirme. Yo aún me divierto con estas cosas a modo personal. Ojalá la intención natural del blog se cumpliese con un lector ad-hoc, pero en todo caso saber que hay un paquete (perdón por haceros objeto) de asiduos que se entretienen sabiendo qué leo y qué me ha parecido el libro, sin esperar grandes revelaciones a cambio sino un texto moderadamente ponderado, pues es suficiente. Después de todo, eso es lo que me sucede a mí con ese (reducido) grupo de blogs que sigo, no sólo aprendo sino que a menudo busco con curiosidad qué le ha parecido a fulanito tal tebeo. Además, quien quiera profundizar en el conocimiento del medio, puede comprar una de las muchas revistas especializadas que hay en el quiosco u on-line (carcajada estrepitosa por el gag final, aplausos efusivos, vitroers, se cierra el telón, y venís todos al camerino a felicitarme e invitarme a champán).

Clowes: el Mejor hablando de lo Peor

POST SCRIPTUM: otro tema es que esta caída de blogs repercute en menos fuentes de información. Sean de fiar o no, la abundancia de blogs permitía prácticamente leer reseñas de casi cualquier novedad que al mercado salga. Lugares más o menos imparciales para ver qué era y qué ha parecido al blogger ese cómic. Hecho que hoy empieza a ser menos frecuente, y en fin, un arte sin crítica, sin medios que lo analicen, lo estudien y lo opinen (porque caídos los blogs, no hay solución de continuidad en otro formato, salvo, terror, las redes sociales), ese medio (al menos para mí) es más débil.

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FRANK. FILIGRANAS DEL CLIMA, de Jim Woodring

Este artículo se publicó en Faro de Vigo el 24 de Agosto, siendo para este blog casi una simple coda (para todos los públicos, o lectores no entendidos en historieta) a lo ya escrito aquí.

 Woodring, maestro del cómic.

“Frank, filigranas del clima”, es la primera novela gráfica de Jim Woodring, autor que cuenta con la admiración de Francis Ford Coppola.

Es el nombre más llamativo, el del autor de la saga de “El Padrino”, pero posiblemente no el más significativo. Seguido y admirado por la flor y nata del cómic contemporáneo,  comienza a editar “Frank” en 1980, llevando el cómic underground de la década pasada a nuevos niveles, aunque sin recibir el eco merecido. Mientras otros autores como Art Spiegelman renovaban el panorama de las publicaciones alternativas con la premiada “Maus” a mediados de los ochenta, Woodring insistía en depurar su universo plástico y emocional.

Auspiciado desde mediados de los ochenta por la prestigiosa editorial independiente Fantagraphics, “Frank” llegó finalmente a constituir una obra poderosa, particular y dueña de un universo estético y ético con tantos ecos como intransferible. Entre las ensoñaciones pesadillescas de El Bosco o Dante, y la desfachatez hiriente del “pope” del cómic underground Robert Crumb, pero con la plástica bondad de la factoría Disney, los tebeos de Jim Woodring no se parecen a nada, o se eleva por encima de sus referentes al constituir, finalmente, un universo único.

nacimiento doloroso a un mundo irreal

“Frank, filigranas del clima”, es la primera novela gráfica del autor en tanto que relato extenso, unitario y auto conclusivo, pero en esta apuesta nada cambia. Siguen sus personajes imposibles, el patetismo, la visión de la irrealidad perturbadora, el extraño gato-conejo Frank (ahora como secundario de lujo) y el mezquino y sufrido hombre-cerdo Manhog. Lo que se cuenta es irrelevante, una sádica odisea de infortunios cayendo una tras otra sobre el híbrido ser. Lo que pesa es la coherencia interna del relato por nimio que sea, el poderosísimo mundo interior de Woodring (que desafía incluso a los universos blandos del mejor Dalí), la sensación de desdicha inabarcable que transpira esta historia rara, rara pero con un regusto a mirada desangelada a nuestra realidad, nuestro mundo y nuestra condición más íntima. Visión nada esperanzadora de un maestro del noveno arte

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REPORTAJES, de Joe Sacco

Publicado en faro de Vigo el 10 de Agosto, ampliado para esta solemne ocasión.

Un mundo en conflicto visto desde las viñetas.

El periodista Joe Sacco acude a los lugares menos cómodos del planeta tierra, los vive, conoce gente, disecciona conflictos y, finalmente, en vez de vender reportajes, crea cómics.

 

La de Joe Sacco es sin duda una de las firmas más importantes y necesarias si queremos hacernos una idea real del camino (y el potencial ilimitado) que el moderno cómic está tomando. No es un autor novel, pero sigue siendo preciso reivindicar  su obra. Porque Sacco, estadounidense nacido en Malta, licenciado en periodismo por la universidad de Oregón y autor de historieta, ha marcado una línea en absoluto circunstancial y representa más que ningún otro autor (no es el único, sí el más importante) lo que podríamos llamar cómic-reporterismo.

La fuerte impronta «verité» de su obra, esa evidencia de testigo real que transmite cada una de sus viñetas (estemos de acuerdo o no con esas salpicaduras de feroz realidad, creamos o no lo que leemos… yo estoy de acuerdo y yo me lo creo, por cierto) son lo que ha aupado la obra de Joe Sacco a un estatus nuevo para la historieta, ese que propicia que «Reportajes» luzca una faja con las siguientes citas:

Interesante que no leamos glosas de compañeros de profesión en dicha fajita. Interesante este salto de la endogamia de «autor aplaude a autor» (que no critico), a diario generalista se quita el sombrero ante un tebeo (por cierto, vaya dos nacionales… El Mundo y ABC). Y sobre todo, interesante que Mondadori opte por potenciar estas citas y no las de otros autores de historieta, de las que seguro existen ejemplos. Es el signo de los tiempos: el cómic, más allá de ventas y cifras y números y salones y círculos más cerrados o abiertos, está expandiendo su radio de acción, y Sacco lo expande a hipo-gritos huracanados con sus «reportajes novelagráficos» (¿nadie acuñó esta etiqueta aún? me la pido, va a provocar urticarias).

Joe Sacco saltó a la fama (más allá incluso de los circuitos del cómic) gracias a su novela gráfica “Palestina”, publicada serialmente entre 1993 y 1995 y posteriormente recopilada como libro unitario (en España, por Editorial Planeta). “Palestina” refleja sus vivencias, obviamente, en la conflictiva zona de la franja de Gaza, y lo hace con un conocimiento (por supuesto en primera persona) profundo y comprometido.

Sacco, incido, licenciado en periodismo, obvia los modos y maneras más ortodoxas de la vieja escuela y adopta la primera persona del singular, se posiciona y, sin dejar de reflejar todas las posturas, ofrece su mirada, siempre  comprometida con los desprotegidos, los sufrientes, el pueblo inocente que padece la guerra, sea en Gaza, sea en Gorazde.

Pese al éxito de “Palestina”, Sacco no ha abandonado el medio a favor de supuestas formas más “nobles” o “elevadas”, y cada nueva novela gráfica no solo ahondó en los desastres humanos con una mirada más y más aguda, sino que ha sido también un laboratorio de experimentación para el lenguaje del cómic. El cómic como medio para contarnos la realidad dolorosa, pero también el cómic como arte para narrar con imágenes dibujadas. Ese es el gran valor de este autor, abofetearnos con un mundo que generalmente nos esforzamos en ignorar, y hacerlo con cómics cada vez mejores, más elaborados.

La vida mata

Reportajes” (Random House Mondadori) no es un último trabajo sino una recopilación de historietas diversas encargadas por medios como la revista “Details”, “Time Magazine”, “Revue XXI” o “The Guardian”, poca broma. Y al tratarse de un compendio de historietas más o menos breve carece de la densa complejidad de su obra maestra, “Notas al pie de Gaza” (editada también por Mondadori) pero seguramente, al resultar (muy relativamente) más liviana que esos trabajos de mayor recorrido, será el libro ideal para adentrarse por vez primera en la especialísima óptica de este reportero de guerra. Palestina, Irak, los juicios del Tribunal de la Haya, los parias de la India o su Malta natal son los destinos que disecciona el periodista. Tras visitar esos escenarios, con el material grabado, el fotografiado y la propia experiencia, creó estos cómics de descripciones exactas retratadas con un dibujo duro, de claro regusto underground, virtuoso y eficaz. En ocasiones sus crueles y detalladas estampas provocan más pavor que muchos tele-reportajes televisados, y esta es la grandeza, terrible, de su trabajo.

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Óbitos

En Entrecomics os hablan de quién fue Harry Harrison, fallecido con 87 años.

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DAREDEVIL: LA SONRISA DEL DIABLO, de Waid, Rivera y Martín

Artículo publicado en Faro de Vigo el 10 de Agosto

La sonrisa del superhéroe.

Daredevil, el héroe invidente, vuelve a estar de actualidad en el mundo del cómic con un libro de aventuras donde participan artistas españoles.

Últimamente los tebeos de superhéroes nos deparan alguna sorpresa, autores que se toman en serio su trabajo, que piensan que en un tebeo de veinte páginas se puede contar algo más que una sucesión de poses, diálogos huecos y espacios muertos. La moda de pensar (muy lucrativamente) que un tebeo mensual de 22 páginas grapadas es simplemente la prepublicación de un futurible tomo recopilatorio, convirtió estos artefactos pop de acción y aventuras en narraciones calmas, de planteamientos argumentales a medio plazo. Aburridas, en fin, si no se esperaba el lector a que todo ese material saliese, un año más tarde, en un lujoso tomo recopilatorio.

Pero los superhéroes fueron otra cosa, cuando los “edición de luxe” no existían. La revistilla de cómic con periodicidad mensual era el fin en sí mismo, y debía contener material suficiente para alegrar un mes a un chaval, darle material, acción, emoción, algo que merezca la pena leer y releer mientras no llega el mes siguiente con un nuevo episodio. La mejor virtud del nuevo guionista de “Daredevil”, el superhéroe ciego con sus otros sentidos superdesarrollados, no está en su originalidad sino en saber entender todo esto. Waid nos da tebeos mensuales que cuentan algo, y te deja la lectura en un impás emocionante deseando que llegue el mes que viene. Al menos si cuentas trece o catorce años, edad ideal para este “Daredevil: la sonrisa del diablo”.

Paolo Rivera diseccionando la acción. ¡Así sí!

Pero lo destacado en este libro (sí, un recopilatorio de tebeos mensuales) es sobre todo lo gráfico. Paolo Rivera propone un dibujo de línea clara pero naturalista, refinada, elegante, y unas páginas imaginativas en su composición. Pero en comparación con su compañero Marcos Martín (español como el magnífico colorista Javier Rodríguez, también implicado), esa imaginación se vuelve clasicismo de escuela de aprendiz. No porque las páginas de Rivera no sean preciosas e inventivas, sino porque lo de Martín no tiene nombre, es para darle de comer aparte. Su trabajo de investigación con la paginación, con la secuenciación (rota en mil pedazos), es asombroso. Rivaliza con los estetas del cómic alternativo y debería ser tomado como uno de los más imaginativos del panorama internacional. Y uno de los cinco o cuatro mejores dibujantes de superhéroes actuales.

Marcos Martín: jugando ¡Así sí!

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Viñeta aislada de Watchmen

Ponerse a hablar de Watchmen en un blog y a estas alturas. Ridículo. Si no sabes qué es Watchmen, el cómic, culturízate: léelo, lee cosas sobre él (hay hasta monografías publicadas, ya no te digo buenos artículos) y luego me das las gracias por descubrirte ese tebeazo.
Yo, por cierto, creo que es colosal, enorme, pero no magistral. Por ello hasta me han insultado, es lo que tiene el frikismo, sea comiquero, sea futbolístico.
Pero vamos al tajo: hoy, en ‘SdV’, sección «Viñetas aisladas»… ¡una de las viñetas más famosas de la historia de la historieta!:

«Watchmen» 09: «The Darkness of Mere Being», de Alan Moore, Dave Gibbons y John Higgins, 1987.

Es difícil hablar en este tebeo de una viñeta aislada, y a la vez, muy fácil. Difícil porque es obra secuencial, y muy secuencial, donde casi cada viñeta precisa para completarse de las previas y las que le siguen, y de toda la página (como mínimo). Esto es así en todo tebeo, ya, pero en Watchmen el ejercicio de estilo visual es tan patente, jugando con el punto de vista, con ligeros desplazamientos del eje desde el que se ven las secuencias, etc, que es arduo hablar tan solo de una viñeta. Sin ir más lejos, la página entera de la que extraigo esta, es bellísima.

Pero también es agradecido centrarse en una sola estampa, porque Moore y Gibbons han sido detallistas, meticulosos en la composición interna, en la disposición de los elementos dentro del marco de las cuatro paredes de la viñeta. Hasta extremos enfermizos.

Por si alguien no conoce la portada del nº 1 de «Watchmen», y esto es necesario conocerlo ahora, es esta:

Ahora volvamos a nuestra viñeta. Los actores del drama conversan paseando por Marte (no entraré en detalles, digamos que un interlocutor es prácticamente un dios, y si le da la real de hablar contigo por el suelo de Marte sin que te mueras en el intento, lo hace y fiesta). Toda la charla consiste en un humano intentando convencer al ser semi divino de que retorne a la Tierra, que la cosa está mu mala, mientras que Dr. Manhattan, nuestro héroe de piel celeste, asevera que la vida humana le resulta ya intrascendente. Finalmente, «ve la luz», comprende la increíble complejidad del milagro de cada ser humano único e irrepetible y decide abandonar Marte (que en principio le parece un lugar más interesante que su ultrapoblado hermano), y decide retornar a un mundo con oxígeno, semáforos y emisoras de radio.

Y la viñeta muestra un instante que refuerza visualmente esta idea. Marte es orgánicamente estéril (algo que hasta hace bien poco no suponía ningún pero a Dr. Manhattan) pero Gibbons lo enfoca en vertiginosa panorámica con un sol intenso, en su amanecer. El Sol, por supuesto, es la única y primera razón de que exista vida en la Tierra.

Pero el punto que sin duda a todos dejó más perplejo en la lectura, fue descubrir en esta vista de pájaro cósmico que los protagonistas estaban ubicados en un cráter, y que ese cráter es, ni más ni menos, que ¡un smiley!, tal como el que ilustra la portada del número uno. No es este el lugar para descifrar intenciones, pero sí debemos señalar, como todos sabréis ya, que dicho cráter existe

El cráter Galle, en Marte

Interesa ahora el cuidado compositivo, cómo Gibbons dibuja ese cráter sonriente con la inclinación exacta que la chapita de «sonrisita» lució en la portada el número 1. Esto no analiza tanto la viñeta en si misma como el entramado de interrelaciones de la obra completa en uno de sus muchos ejemplos, lo sé, pero en cierto modo es interesante saber que ocurre. Porque con ello no solo dialoga la obra consigo mismo de un modo que solo el arte del cómic puede (por su esencia, uno puede pasar rápidamente las páginas y comparar aquella portada con esta viñeta en unos pocos segundos) sino que al establecer la condición sine qua non, comienza el juego compositivo interno del «cuadro» y que desarrollo lanzando vectores en su interior:

La mencionada disposición de «la cara» es en sí misma un reclamo visual, ya que en su orientación rompe la armonía interna de los elementos compositivos. Con aspa verde he recalcado esta circunstancia: donde los demás elementos obedecen a una disposición casi «solar» (como girasoles, todo, de la línea de horizonte a cada cráter, parece someterse al sol), un rostro humano tiene su propia disposición espacial, desafía su entorno. Lo supera, si se quiere. Recalca así la imagen la idea que está alumbrando Dr. Manhattan: cualquiera en el mundo es un milagro de la termodinámica, es un ser único, excepcional, que merece la atención, la admiración de un dios como él que trasciende el tiempo y el espacio y que «ve» y siente los átomos del universo. Es único, es distinto, es independiente, es lo mejor que ha dado la naturaleza, el universo. Por eso «smiley» tiene su propio eje, ajeno a la superficie marciana e incluso al sol.

Hablando de ejes, qué maravilloso, vertiginoso, el modo de inclinar la línea de horizonte en la composición de la imagen. Buscar un horizonte ortodoxo, sin esa potente inclinación, restaría intensidad y drama, sin lugar a dudas, al vital momento que supone esta viñeta y su diálogo.

Otras cosas interesantes son las sombras naturalistas que las tintas de Gibbons ofrecen. El Sol está rasante y genera potentes sombras en los cráteres, claro. El sol, otra vez, genera la realidad percibida. El Sol dominante (por cierto, ¿en off?¿es el Sol o tan solo sus rayos no que se ilustra?). Pero esta es una realidad muerta, inerte, sumisa (salvo, volvamos al símbolo, el smiley/cráter).

Y el color de Higgins, otro elemento de precioso equilibrio, juega con gamas cálidas tan solo rotas por las cartelas que reflejan los diálogos de Manhattan. Perfecto, porque Dr. Manhattan es un ser más allá de la física y el universo (de hecho, quien ha leído Watchmen lo sabe -y quien no, cuidado con este paréntesis-, terminará trascendiendo esta realidad y creando un universo nuevo). Es verdad que esas cartelas azules ya estaban ahí en todo Watchmen, pero aquí, en esta obra de intensos cálculos y también de mágicas casualidades, tiene un peso fundamental. El dios que decide volver a la tierra se representa por una cartela con un color único en toda la viñeta.

Por cosas como esta (y hablamos de tan solo una viñeta, que es como decir un párrafo en una novela), el cómic es lo que es, un hito en la historia del arte moderno, mientras que la película es graciosa y simpática, vacilona, curiosa. Poco más. Tenía que decirlo (aunque me gustó la peli, ojo, pero ubicada en su justo lugar)

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JIM WOODRING

Especulaciones estériles.

Hay artistas en cada arte. Una cosa es la disciplina artística y su potencial, y otro los individuos singulares que elevan a lo excelso esa disciplina. Es un argumento muy de la artesanía como método. Un taller, un maestro, una obra en serie… pero un alumno finalmente logra una obra maestra singular que será un nuevo modelo de taller, y adquiere la condición del maestro. Luego, superar el mecano de lo artesanal (de la belleza de la artesanía) nos pondrá en la pista del arte, de la creación, la creatividad, la autoría, el concepto creativo, lo abstracto como proceso para dar forma a algo tan sumamente inaprensible y voluble como lo es la belleza (que puede ser la belleza de lo hórrido, como en las recreaciones románicas de lo infernal, no mezclemos con conceptos románicos d e»lo bello»).

Los grandes artistas lo son desde un campo determinado. Goya, Beethoven, Borges… cada cual en su  disciplina, pero sobre todo trascienden su área (pintura, música y literatura, en los ejemplos) para hacernos ver el mudo de nuevo. Lo recomponen desde su ego profundo y nos regurgitan nuevas maneras de entenderlo. Son capaces de hacer eso. Seguramente muchos, o todos, tenemos nuestro mundo, nuestra versión ve la vida y del todo. Pocos, sin embargo, saben o pueden hacerla palpable y comprensible. Asimilable. Esto es lo que es el Arte Mayor (al menos para menda). Más allá de la perfecta finura del acabado manual, de la impronta, de la factura, lo vital es esa transformación que solo los artistas mayores logran para con la realidad, y que solo los más sabios pueden hacernos comprensible porque es entender la vida con otra mirada, y además, con una excepcional, seguramente superior a la nuestra. Es el eterno enigma de Miguel Ángel, ese bestia que lo que tocaba lo reformulaba, y al romper con todo (en escultura, en pintura y mucho ojito con su arquitectura) rehace la realidad, la remodela al antojo de su mundo interior.

Hoy no pesan los atavismos religiosos en el arte. Crece, pues, en libertad ¿Qué haría en el siglo XX un Miguel Ángel? Trabajando en un mundo donde no te gobierna la fe, ¿qué obra devendría de la mente de Buonarotti? Menuda memez de pregunta, pero invirtamos términos.

Jim Woodring hace tebeos, pero es de los pocos casos en que eso no importa demasiado. Su potencia creativa es tal que uno siente leyendo «Frank» que trasciende los cotos (cualquiera de sus dos libros, editados como si fuesen joyas diamantinas únicas por un exquisito Fulgencio Pimentel) . Que aquí a lo que asistimos es (otra vez, como sucedió con el Goya último, por ejemplo y volviendo a citas de este post) a la reconstrucción del mundo a la imagen y semejanza de los universos internos del artista. Una reconstrucción febril, salvaje, tierna también. Un ‘Macondo’ perdido en el tríptico bosquiano del ‘Jardín de las Delicias’, un mundo llamado «Unifactor» que deja en pañales las blanduras seriadas de Dalí. Y que además, explica nuestra realidad mejor que todos los Instagrams del mundo.

Este pasaje se puebla de personajes imposibles y de vegetaciones terroríficas, fluctúa como «un poco de psicodélico», que decían Los Palnetas granadinos, salta del sueño tranquilo a la pesadilla sin reposo y refleja un siglo XX/XXI de terrores aún por descodificar. Esa es la gran virtud de «Frank», ser espejo de un presente o de una de sus facetas, que no podemos entender de otro modo que a través del arte sin palabras, de una explosión sensual, no articulada en verbo y discurso.

Y Woodring se ubica por todo ello en un podio reservado a los mayores.

Ver, interpretar, recrear y transmitir la realidad desde el interior del autor: tarea de colosos.

Invirtamos términos, decía: ¿qué haría este hombre en los Países Bajos de los Van Eyck? ¿Cómo vería el mundo en Altamira? Pues igual que podríamos responder respecto a un Miguel Ángel en 2012: como ningún otro, y revelando a sus contemporáneos una faceta de la existencia que sólo él es capaz de asumir, abarcar y explicarnos.

Porque Woodring es un artista de los mayores.

Habrá que hablar, sí, de «Frank: filigranas del clima», detenernos en su grandeza particular. Se hará, y se publicará. Primero en papel, luego, aquí. Hoy, esto sirva de reflexión sobre la altura, a mi parecer, de Jim Woodring, autor, esta vez creo que imbatible (aunque queda año por delante), del tebeo de 2012.

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Fallece Joe Kubert, un clásico del cómic.

Ha fallecido Joe Kubert a la edad de 85 años.
Del clan Kubert (Joe, Adam y Andy, los tres son nombres propios de la Hª del cómic), fue Joe el más destacado y relevante. Trabajó en la industria del tebeo desde la edad de doce años, publicó porfesionalmente antes de los veinte y murió prácticamente con las botas puestas (con obras publicadas en los dosmiles»), con lo que hablaomos de un autor que ha vivido las etapas más significativas de la historia del cómic norteamericano desde la Golden Age.
Su estilo siempre ha sido cuidado, vibrante y de diseños dimámicos. Preocupado por narrar, no por epatar.
Aunque se lo recuerda sobre todo por us cómics bélicos o por superhéroes y concretamente por superhéroes DC, sin duda un aspecto muy interesante de su trabajo es la creación propia de «Tor», personaje que vive sus aventuras en una perhistoria muy pop, muy suya, y del que desde su creación en 1953 ha mantenido los derechos de propiedad, por lo que ha ido realizando tebeos de Tor en diversas épocas y editoriales.
No es un autor del que tenga yo mucho atesorado. Poco. Nada, vamos. Pero no quiere ello decir que sea una firma ignorada. Es autor de obra importante. Mucho. De su «Hawkman» a sus tebeos bélicos como «Enemy Ace» pasando por esa suerte de proto novela gráfica que fue Fax from Sarajevo (1996) sobre las tribulaciones de un amigo (el editor E. Rustemagic) en la Yugoslavia en guerra, en un Sarajevo asediado durante dos años por los servios (y en donde hubo de confinarse). Una carrera que fue larga y que será censada y pormenorizada, sin duda, en otras webs.
Aquí nos hacemos eco de la importancia de su pérdida para el arte de narrar en viñetas, y recordamos que aún pueden encontrarse en castellano obras suyas, no pocas, para rendirle homenaje en forma de lectura.

Joe Kubert Tarzan Artwork from issue #214 DC Comics 1972

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Fallece el italiano Coco

Y más decesos, tristes noticias del mundo del cómic. G. Coco, humorista italiano del que no tengo el gusto, falleció en pasado día 7 de agosto.

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