FRANK. FILIGRANAS DEL CLIMA, de Jim Woodring

Este artículo se publicó en Faro de Vigo el 24 de Agosto, siendo para este blog casi una simple coda (para todos los públicos, o lectores no entendidos en historieta) a lo ya escrito aquí.

 Woodring, maestro del cómic.

“Frank, filigranas del clima”, es la primera novela gráfica de Jim Woodring, autor que cuenta con la admiración de Francis Ford Coppola.

Es el nombre más llamativo, el del autor de la saga de “El Padrino”, pero posiblemente no el más significativo. Seguido y admirado por la flor y nata del cómic contemporáneo,  comienza a editar “Frank” en 1980, llevando el cómic underground de la década pasada a nuevos niveles, aunque sin recibir el eco merecido. Mientras otros autores como Art Spiegelman renovaban el panorama de las publicaciones alternativas con la premiada “Maus” a mediados de los ochenta, Woodring insistía en depurar su universo plástico y emocional.

Auspiciado desde mediados de los ochenta por la prestigiosa editorial independiente Fantagraphics, “Frank” llegó finalmente a constituir una obra poderosa, particular y dueña de un universo estético y ético con tantos ecos como intransferible. Entre las ensoñaciones pesadillescas de El Bosco o Dante, y la desfachatez hiriente del “pope” del cómic underground Robert Crumb, pero con la plástica bondad de la factoría Disney, los tebeos de Jim Woodring no se parecen a nada, o se eleva por encima de sus referentes al constituir, finalmente, un universo único.

nacimiento doloroso a un mundo irreal

“Frank, filigranas del clima”, es la primera novela gráfica del autor en tanto que relato extenso, unitario y auto conclusivo, pero en esta apuesta nada cambia. Siguen sus personajes imposibles, el patetismo, la visión de la irrealidad perturbadora, el extraño gato-conejo Frank (ahora como secundario de lujo) y el mezquino y sufrido hombre-cerdo Manhog. Lo que se cuenta es irrelevante, una sádica odisea de infortunios cayendo una tras otra sobre el híbrido ser. Lo que pesa es la coherencia interna del relato por nimio que sea, el poderosísimo mundo interior de Woodring (que desafía incluso a los universos blandos del mejor Dalí), la sensación de desdicha inabarcable que transpira esta historia rara, rara pero con un regusto a mirada desangelada a nuestra realidad, nuestro mundo y nuestra condición más íntima. Visión nada esperanzadora de un maestro del noveno arte

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