Archivo octubre 2011

ÉL FUE MALO CON ELLA de Milt Gross

Un trampero símbolo de pureza casi racial, gallardo, bondadoso hasta lo memo, bendecido por una fuerza ciclónica, puro símbolo de una noreamérica esencialmente buena desde una identidad virginal y apegada a la naturaleza. Un rastrero hombre de negocios en el sentido menos favorecedor de la idea, maligno hasta decir basta, materialista y codicioso. Una dama imán de la desgracia propia en el mejor estilo del drama cinematográfico silente… El universo de «Él fue malo con ella», sobre una historia de amor imposible y dramón hardcore vistos desde la paroidia, está presidido por personajes-icono, símbolos puros utilizados con toda la mala leche de la chanza. Este cómic nació como mofa directa hacia otra obra ideada con mimbres similares, una «novela sin palabras» que planteaba una tragedia adusta y grave («God’s man», de Lynd Ward,que intuyo es otra obra a reivindicar, sea dicho de paso).

Y con esa clara idea cómica, burlesca y ácida, Gross cincela una novela gráfica de ritmo vertiginoso, sin palabras, todo expresividad gestual y ardid de gran narrador: páginas-viñeta excepcionales, secuencias orquestadas con ingenio como esa en la que la dama y el ‘buen salvaje’ se cruzan sin verse, al hacerlo entre dos individuos que trasladan por la calle un enorme cartel, momentos entre lo cotidiano y lo absurdo como ese chucho que antes de entrar a un despacho de abogados para ¿divorciarse? de su dueña… no resiste el impulso de hacer sobre una boca de riego lo que todo can hace sobre una boca de riego, sutiles cambios de estilo que van del dibujo detallista al modo del grabado, a la sombra expresionista… «Él fue malo con ella» es un alarde continuo, divierte su acidez contra la sociedad urbanita contemporánea, y sobre todo, deja al lector alucinando. No busquen adjetivos más formales, lo que resulta de esta lectura es algo tan coloquial como la alucinación pura y dura.

Porque lo que cuesta asimilar es que esta novela gráfica que les he presentado en tiempo verbal presente tenga la friolera de ochenta y un años.

"Fate", el destino es un panel opaco que nos impide reencontrarnos

Intuyo que quien me lee ya ha catado este cómic, pero no está de más insistir en el hecho «situacionista» para que cale la idea: Milton Gross, efectivamente, no es un joven cachorro de la novela gráfica expandiendo los márgenes genéricos  al humor en pleno siglo XXI, ni un buscador de formas y modos nuevos, sino un clásico de la «edad de oro», los tiempos en que los cómics residían (cómodamente) en las tiras y páginas dominicales de la prensa diaria. 1930: más allá de posibles excepciones, no existe el cómic book ni el álbum. Ni Superman, yTintín tiene un añito y solo dos historias. Ni se conoce la televisión como nodo principal del hogar familiar, por supuesto. El cine sonoro exsiste desde hace solo tres años (Gross se revela amante del séptimo arte de su tiempo, del humor dislocado y absurdo de los hermanos Marx, y sobre todo del cine mudo, el slapstick al puro estilo Senneth o, cómo no, Chaplin). Se baila charlestón, Orwel publica ‘1984’, Hemingway, ‘Por quién doblan las campanas’, en el cine puedes ir a ver ‘El ángel azul’, o ‘Sin novedad en el frente’… y Milton Gross muestra al mundo una posibilidad para la expresión artística en viñetas: un tipo de cómic adulto, no serial, obra cerrada empacada en la forma de un libro. Casi un siglo más tarde, seguimos enfrascados en preguntarnos ¿qué es? cuando este pequeño objeto, sin duda precursor de lo que ahora sucede, contestaba (por supuesto con sorna) «¿que qué es la novela gráfica? Novela gráfica soy yo»

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Acme Novelty Library Noviembre

Noviembre, a priori, debería ser un mes tranquilo antes de la avalancha navideña, pero a juzgar por la cantidad de novedades jugosas (algunas de finales de octubre, compra por tanto en el mes entrante, como quien dice) hacen pensar lo contrario. Menudo noviembrito…

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«La gran colección de Astérix», edición ‘de luxe’ para un clásico ‘de luxe’

Hace años que sabía de la edición, en tierras francesas, de una reedición de las avenutras del galo que jugaban el nla liga de las grandes recuperaciones. Libros algo más grandes y sobre todo un coloreado remozado para hacer justicia a este tebeo inmortal.

Me parecía ciencia ficción pensar que esta maravilla pudiera ver la luz en castellano, pero parece que Burño/Salvat van a hacerlo realidad.
Cada álbum has sido recoloreado para recuperar su original esplendor, ha sido revisada la traducción y la rotulación (en muchos álbumes sufríamos la sustitución de la rotulación a mano del original por las secas e impersonales letras de imprenta), reproducción de originales… la noticia la ha cubierto el coleccionista de tebeos, y da todos los detalles de una serie que comienza a editarse el 9 de Noviembre.

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‘El Estafador’ especial ETA

Acabo de enterarme, la revista de cómic y humor on-line «El Estafador», con la velocidad de la red de redes y el talento que les precede, se lanza en menos de 24 horas a por ETA y la noticia de su adiós a las armas.
Ellos son los veloces, no yo, que aún no le leí (eh, estoy acabando de comer)
pero quiero enlazar ya el suceso comiquero de la semana 🙂

Léelo AQUÍ

 

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LOS CUATRO FANTÁSTICOS: LA EDAD DORADA, de Stan Lee y Jack Kirby

[Artículo publicado en Faro de Vigo el 14 de Octubre de 2011]

La cumbre del cómic de superhéroes.

Si existe un volumen que atesore uno de los más importantes momentos de la historia del cómic, tanto de superhéroes como en general, es el reciente “Los Cuatro Fantásticos: la edad dorada”.

Hay que hacer historia, aunque sea brevemente. Los cómics nacieron, crecieron y se difundieron en los periódicos. En tiras diarias o en vistosas páginas a todo color en los suplementos dominicales de esa misma prensa. Nunca, pese a generar verdaderas obras maestras, habían dispuesto de un soporte propio. Esto fue así hasta la aparición del comic-book a finales de la década de los treinta, cuadernillos grapados, de papel barato y que lograron el éxito gracias a un personaje singular, Superman, y el reguero de títulos que imitaron al Hombre de Acero generando todo un género narrativo, los superhéroes.
Si esa época se supone una Edad de Oro, hay que señalar otro momento cumbre, tanto para el tebeo superheroico como para el arte de la narrativa gráfica en general, cuando Stan Lee unió fuerzas y talento con autores como Steve Ditko o Jack Kirby. Ellos crearon los superhéroes de la editorial Marvel: Spiderman, Hulk, Thor, X-Men… y Los Cuatro Fantásticos. De hecho, este cuarteto fue el primer título de la compañía, y, para los estándares de la época (y del género) poseía un grado de realismo inaudito: sus componentes (una mujer invisible, una antorcha humana, un científico con la capacidad de estirarse y La Cosa, un bruto de piedra mismamente inspirado en los monstruos de serie B de los años cincuenta) no ocultaban sus identidades, eran cuatro caracteres a menudo enfrentados entre sí por broncas internas y reflejaban una vida familiar media americana (impregnada, eso sí, de fantasía y maravillas, viajes temporales y aventuras espaciales). La imaginación de Stan Lee y el arte de Jack Kirby llevaron la colección a cotas de refinamiento impensables. Y dichas cotas, sin duda, fueron alcanzadas entre sus números (recuerden, tebeos mensuales, grapados, baratos) 54 y 60, en el ecuador de la década de los sesenta. Números que centran la atención del volumen recientemente editado por Panini.
¿Y qué nos encontramos en este lujoso tomo? Evidentemente, historias de fantasía y acción “non-stop” para niños que resisten casi mágicamente el paso del tiempo, aventuras más grandes que ninguna, personajes y más personajes tan imaginativos como copiosos (casi un hallazgo por número, un icono por mes para la editorial Marvel y los tebeos de superhéroes) en un huracán de sinergias creativas que tendrá su epicentro en la saga de Galactus. Lee propuso a Kirby que, en la escalada de grandiosidad que experimentaba la serie, podían atreverse. Podían enfrentar a Los Cuatro Fantásticos con su versión de Dios, el Dios de ese universo pop, estridente y exacerbado que es el mundo Marvel. Y así nace Galactus, una gigantesca criatura que se alimenta de mundos enteros, y su ángel custodio, Silver Surfer, heraldo del Apocalipsis que con su llegada anuncia el advenimiento del Devorador.
Tras este techo la calidad no decayó, sino que ahondó en cierto “pathos”, con ominosos villanos robando su poder al plateado heraldo de Galactus o historias de derrotismo vital protagonizadas por La Cosa. Y de todo ello da cuenta este tomo, una recopilación de edición modélica que incluye artículos realizados para la ocasión y recupera un coloreado que evita la actualización infográfica, evocando aquellos cómics de chipseantes tonos chillones y emociones sin fin.

 

POST SCRIPTUM: creí improcedente para el periódico, y me olvidé en la primera publicación de comentarlo en este post, que es un factor importante para calibrar la eficacia de esta etapa, el hecho de que en este volumen se estrena Joe Sinnott como entintador de Jack Kirby haciendo un equipo realmente poderoso. Supongo que cabe la revisión de otros entintadores de «El Rey», usualmente dejados como inferiores, pero seguramente interesantes. Sin emargo no será este blog el sitio para hacerlo o no, en este momento, vamos…

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BORRA, de LuisD

[Artículo publicado en Faro de Vigo el 14 de Octubre de 2011, levísimamente ampliado -una frase- para esta ocasión]

Los ritmos del recuerdo.

LuisD y su último trabajo, “Borra”, editado por La Cúpula Editorial, son otro signo de una cierta tendencia en el mundo del cómic. Más allá de formatos (hoy gana peso la idea de novela gráfica y se discute su naturaleza) obras de autores relativamente noveles (LuisD no es un recién llegado, está en esto desde 1997, pero tampoco luce una obra vasta y consolidada, podremos decir que es un autor en sólido crecimiento) se atreven a apostar, antes que por géneros más o menos codificados, por los márgenes a priori más laxos de lo biográfico y la memoria.
No obstante, “Borra” no es tanto biografía como mirada a la añoranza de un pequeño colectivo por su propio pasado. Este ramo de recuerdos de varios personajes se desarrolla con temple tranquilo y tono de meditación, no trascendental sino ensimismada, como cuando volvemos a uno de nuestros lugares de infancia, uno de esos que no visitamos desde los tiempos de bicicleta con ruedines y pandillas traviesas. O de despertares adolescentes, o de…
Lo importante, en fin, es captar ese estado, y lo mejor de “Borra” es que en no pocos momentos lo consigue. Al lado de este logro, hay que señalar, en el “haber”, una utilización de fórmulas narraivas esforzadamente cuidadas que restan espontaneidad, que quizá agarrotan más de lo aconsejable. Pero por otro lado revelan a un autor inquieto, que maneja el tiempo narrado mediante recursos como el color del marco de las viñetas, ardides si no imaginativos, al menos concienzudamente trabajados por alguien que quiere experimentar con su oficio.
El dibujo sencillo está dotado de una calidez muy adecuada al tono de lo narrado, y por otro lado, la edición revela un mimo con el libro que también se puede entender como un signo de los tiempos de bonanza para la historieta: que un autor emergente, no una figura histórica del mundo del cómic, goze de un acabado tal sólo puede ser digno de aplauso.

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HOY ES EL ÚLTIMO DÍA DEL RESTO DE TU VIDA, de Ulli Lust

El valor de la verdad personal.

Perfecta sinceridad imperfecta

 

La lectura de “Hoy es el último día del resto de tu vida”  trae inherente una cuestión: ¿es la verdad, la exposición sincera de las vivencias y anhelos personales un valor en sí mismo? Hay en esta voluminosa novela gráfica editada por Ediciones La Cúpula una tensión entre una realización acaso demasiado plana, poco sobresaliente, y la evidencia de una sinceridad absoluta por parte de su autora, la austríaca Ulli Lust fundadora de la editorial de libros electrónicos “electrocomics.com”.

Por un lado, la resolución de este diario de la adolescencia resulta mayormente rutinaria. El dibujo es seco y busca una franqueza vivaz que se queda en cierto grado de torpeza resolutiva bien patente, por ejemplo, cuando la dibujante quiere indagar en los rostros y sus expresiones como reflejo de estados emocionales. En un sentido parecido, la puesta de página no deja de ser funcional, sencilla, eficaz narrativamente pero pocas veces brillante (sí destacan algunos trucos oníricos, donde se deja volar la imaginación del personaje y esta toma protagonismo escénico… no es algo nuevo en el mundo del cómic, y desde luego tiene precedentes mucho más notorios). Tan solo, en fin, un interesante empleo del bitono propone cierto grado de refinamiento, así como unos diálogos notables, cercanos y veristas.

Pero si bien es cierto que en un frío análisis formal “Hoy es el último día del resto de tu vida” no sobresale, hay que reconocer que bajo su deslavazada estructura de diario personal brilla la sensación de que estamos leyendo una confesión íntima, una verdad profunda. Las penurias de una punki de diecisiete años que vagabundea por Italia conociendo todo tipo de gentes (muchos lobos y algunos corderos) se ven plasmadas desde un tono casi confesional que transparenta la fobia de la joven Ulli hacia los varones que actúan como aves rapaces hacia su persona (y su cuerpo), la emoción de lanzarse al mundo con una mano delante y otra detrás, el valor de la auténtica amistad, el crecimiento personal, incluso el retrato de la sociedad siciliana en el último tramo del cómic. Son valores ofrecidos desde una clara honradez personal que puede hacer la lectura adictiva.

ADENDA (¡más extensa que el propio artículo? Jesús…): me interesaba en este texto breve (obligaciones de espacio) trasladar, sin enfatizar (quizá sea una idea un poco «especializada» si tiramos más del hilo) cómo el nuevo paradigma de modernidad en el cómic, sobre todo en eso que llamamos novela gráfica que tan bien ejemplifica Lust, no se encuentra en la excelencia artesanal de una grafismo «dotado», ni siquiera en un dominio poderoso de los recursos del medio.

Hoy y cada vez más (o de un modo mas visible) interesa al nuevo lector (creo yo) una lectura sincera, confesional, transparente, que a su juicio dota de cierta «trascendencia» a la obra. Esto no es bueno/malo, simplemente creo que se está imponiendo en esto de los tebeos (mientras en cine o en literatura, pues no, el zeigeist va por otro sitio).  Y hablo, ojo, no de ventas (seguramente el manga vence por goleá) sino de eso, un zeigeist, un cierto espíritu que lleva al comprador nuevo a valorar algo de un depertimado modo o por ciertas características, y a lo smediso menos especializados a poner el acento también en esos valores concretos. Transparencia, verdad, parece que son las nuevas varas de medir, o una de ellas, que nos está trayendo la novela gráfica. Muchas veces ello no es suficiente (recuerdo ‘Stitches’, un despropósito lleno de verdad y honradez) pero cuando otros mínimos son colmados, caso de Lust, esa sinceridad absoluta parece otorgar puntos. Más que nunca; más, desde luego, que en unos ochenta/noventa, donde la tendencia pasaba antes por el artificio. Ojo, no digo que aquello sea peor o mejor, simplemente, otro baremo, de otra época; otros gustos en los lectores de entonces, o en algunos de ellos que, sin estadística alguna, conste, diría que eran mayoría entonces (¿me equivoco? bueno, quizá, esto no es una tesis :D). Y que en fin, la historia del cómic va mutando, como ocurre en la de cualquier arte)

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NEMESIS de Mark Millar y McNiven

Llegará un artículo para el periódico sobre este cómic, en el que seré igual de valorativo pero cauto en lo que puede ser revelado. Sin embargo, la lectura del último y aplaudido Millar me ha provocado reflexiones que precisan otro tono y otra profundidad en el argumentario. Por lo tanto, los lectores on line acostumbrados a no hacer lo propio con artículos de fondo, los vigilantes de que su futura lectura quede virgen tras un post donde no se diga mucho más que «me gustó», cuidado, porque no me importa si hay o no hay spoilers en lo que a continuación viene. Por tanto, avisados quedan, puede haber revelaciones argumentales en este texto. El asesino era el mayordomo.

EN «V de vendetta» el terrorista antisistema conocido como «V» emite un mensaje televisivo a toda la nación, apoderándose de las comunicaciones que un gobierno totalitario comandaba con mano de hierro

V de Vendetta, Sálvame (de luxe)

El misterioso enmascarado de quien nunca sabremos su identidad, es capaz de lo más imposible de un modo que no nos es explicado jamás. Desde su base secreta será incluso capaz de infiltrarse en el sistema informático del propio dictador. Captura a miembros del gobierno, asesina… es un todopoderoso antisistema (que por la mirada de sus creadores se convierte en héroe, ya que ‘el sistema’, aquí, es una dictadura fascista reprobable).

Grendel, de Matt Wagner, no es un superhéroe, sino un villano que además en su historia alcanzará carácter mítico, personalización de la maldad en sociedades «grendelianas». También se entiende como un espíritu de la maldad pura, un íncubo. En fin, que bajo el disfraz, tenemos a un malo absoluto, sin medias tintas.En su aventura cruzada con el hombre murciélago («Batman/Grendel») hay una escena interesante: la policía rodea al criminal, todo pistolas, pero el villano, despreocupadamente, se desembaraza de todos ellos en un par de viñetas entre bromas.

¿Grendel rodeado por polis... o polis rodeados por Grendel?

No pueden con él. De hecho, están físicamente tan por debajo de las habilidades de Grendel, que podríamos decir que el criminal jamás contempla la situación como peligrosa.

Frank Miller, el gran renovador del género de los superhéroes en los ochenta, creó una escena memorable: en Daredevil, el asesino psicótico Bullseye es un preso de máxima seguridad, pero pese a las enormes medidas de seguridad, y aún rodeado de policías y esposado fuertemente, consigue evadirse no sin llevarse por delante algún jefe de la ley. Pese a los grilletes desmedidos, pese a estar en una cárcel en condiciones casi humillantes de seguridad y alerta máximas, el brutal Bullseye, con una simple pastilla/gragea, consigue su fuga

el villano apresado...

 

…y el villano fugado.

 

En dicha fuga, mueren polis. No todos, no a lo gore, es un tebeo de los ochenta y para chavales… años más tarde Miller acentuará las tintas en Batman, el regreso del Señor de la Noche

cuando leer duele

y hasta se inventará el «gore amarillo» en Sin City:

 

es sangre

Bien, supongo que podríamos encontrar y citar más escenas del género, pero me bastan estas, que además son las que sinceramente se me han ido apareciendo mientras leía «Nemesis«. Bueno, además de la obvia y muy bien utilizada por sus autores:

Todo ello (y disculpe el lector una intro tan desproporcionada, pero es el soporte de mi tesis) me hace pensar en las intenciones de fondo de Millar y, en menor medida de McNiven al hacer este cómic. La primera es evidente: entretener, conservando la plena autoría de su creación (uso esta palabra con intención, lo subrayo) y sabiendo que en unos meses venderán los derechos para el cine. Propuesta no criticable, pero evidentísima y confesada incluso en el epílogo. Pero además, y menos mal, este caramelo picapica de veloz consumo, trolebús de acción y salvajadas, tiene chicha al fondo, y desentrañarla es lo más interesante de la propuesta.

Porque ¿hay argumento en Nemesis? Escaso: Batman es Joker y se desliza en un argumento desarrollado a base de escenas «prestadas» de la historia del cómic superheróico. Apropiacionismo posmoderno, o pos-pos, si prefieren. Porque como Tarantino en ‘Kill Bill’, aquí todo son guiños más o menos obvios, como hemos visto, empacados con ese nervio macarra marca de la casa pero ensayado con anterioridad por Ennis (autor que no me gusta demasiado), Ellis, Morrison o cómo no, el propio Frank Miller. Ser el más bruto, provocar desde la ficisidad, y ponerle, a modo de papel de regalo bien brillante, ideas y (sobre todo) diálogos  ácidos (otro toque tarantiniano, sin duda).

La evidencia del apropiacionismo, insisto, es aquí tan notoria, y la fuerza del icono, un mix del Caballero Luna (sí, ese plagio de Batman de la Marvel) y el Tigre Blanco con sonrisa mefistofélica como símbolo de maldad, es tan potente (representar la vileza más absoluta con el color de la virginidad pura, el bien inmaculado; es tan sencillo como inaudito, al menos que yo recuerde) que finalmente lo que nos ofrece Millar bajo la abariencia de gamberrada frugal (se lee en menos tiempo que hacer de vientre) tiene el poso de la esencia genérica, una nueva vuelta de tuerca en la disección del bien heróico desde la perspectiva opuesta, donde la ausencia de ética (incluso el policía rival de ‘Nemesis’, trasunto de comisario Gordon, es cualquier cosa menos un hombre recto) sirve para hablar de qué es, precisamente, esa ética. Bajo la fuerza de esta idea todo ardid es utilizado por Millar y no merece ser tenido demasiado en cuenta: ni las paridas macarras ni los giros inverosímiles (ya ensayados en otras obras hace muchos años) ni el tensado hasta el límite de los personajes (la maldad del prota tampoco es de nuevo cuño en la carrera del guionista escocés) ni la resolución del asunto, el argumento, ni mucho menos el dibujo, eficaz y abigarrado, hiperbóplico pero alejado del talento (lo cito porque lo añoré durante la lectura) de Frank Quitely.

Por tanto, la circunstancia, lo contado, pierde fuerza frente a lo planteado de fondo y avant la lettre: el bien es el mal, el mal es el bien, y todo en la vida puede representarse con un pijamilla y presentarlo como una vertiginosa montaña rusa para adultos, llena de loops, gritos y escatología.

Una brutal e intensa vuelta de tuerca. Mi aplauso, encendido.

 

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LUPUS de Frederik Peeters

Artículo publicado en Faro de Vigo el 30 de Septiembre de 2011 (con una pequeñísima ampliación, cosas de matiz y detalle)

Mirando al Hombre desde el Cosmos.

 

“Lupus” fue una serie de cuatro álbumes que ahora Astiberri reedita en formato integral, un tour de force de Frederik Peeters que desde le género de la ciencia ficción ahonda en la esencia del ser humano.

En 2001 se publicaba en Francia uno de los cómics más importantes de la década, “Píldoras Azules”, de Frederik Peeters. Una de las novelas gráficas más paradigmáticas del movimiento, tebeo autobiográfico de vibrante dibujo donde retrataba con una sensibilidad abrumadora su relación de pareja con una mujer que porta el virus del sida. El éxito de la propuesta podía suponer para el autor suizo un lógico miedo al futuro. Tras desnudarse con sinceridad, humor y sensibilidad, ¿qué ofrecer como creador? Y además, y tras un trabajo tan definitorio, sus seguidores estaban en ascuas; ¿hacia dónde se dirigiría, mantendría su estilo “emocional” y ello acabaría en un tono excesivamenta almibarado o viraria de rumbo con rotundidad, y eso supondría la eliminación de todos esos rasgos que habían atrapado a tantos lectores?. Bien es cierto que “Píldoras Azule”s no es la primera obra de Peeters, pero su fuerza la convierte en un arma de doble filo. La respuesta a toda duda vino en 2002.

Alejándose del formato que lo hizo famoso (un libro, una novela gráfica), en 2002 comienza la serialización de “Lupus” en cuatro álbumes. Se editarán entre ese año y 2006. El estilo gráfico se mantuvo, ese dibujo en blanco y negro, suelto, de expresividad espontánea pero virtuosa. Pero el tema resultó insospechado tras un libro confesional en primera persona. Lupus es un joven que, en un futuro lejano, se marcha en su nave espacial con un amigo de toda la vida a pescar y probar todo tipo de sustancia prohibida a un lejano planeta. La pareja conocerá entonces a una enigmática joven que huye de su padre, y con ella el protagonista iniciará una fuga a ninguna parte visitando diversos entornos por el cosmos.

Con esta pirueta genérica Peeters avanza como autor, pero al tiempo logra encadenarse a sus signos personales, pues el relato antes que una fantasía especulativa trepidante y aventurera, es un retrato de la intimidad, la disección nuevamente de una relación al límite. No exactamente una relación de pareja, sino una aproximación mucho más compleja al entramado de relaciones humanas entre un hombre y una mujer que se atraen y viven esa atracción en circunstancias extremas.

Con una sensibilidad enorme, reconocida como marca de la casa, Peeters arma un relato bien hurdido donde destaca nuevamente la excelente descripción de personajes así como una técnica prodigiosa. El nivel del Peeters narrador en imágenes supera aquí lo expuesto en “Píldoras Azules” en una progresión que mejora álbum a álbum: tras un primer álbum demasiado anclado en el estilo confesional de «Pídoras«, «Lupus» avanza hacia una narración liberada de textos redundantes, atenta al detalle, elíptica. Logra un dominio del “tempo” prodigioso, emplea todo tipo de plano (destacando el primerísimo plano, haciendo de lo pequeño lo más importante: una mirada, un objeto…) y entre lo explícito y lo enigmático se construye un todo que retrata con hondura al alma humana. Aunque esté perdida en el espacio sideral.

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Parecido razonable

Esto va a rular en la red sí o si.
1.- No sé si es una coña a base de retoque (la imagen del cómic no, esa existe, doy fe)
2.- Me importa un bledo si es o no es, la idea de fondo es genial
3.- Me he pimpado (sí, periodismo riguroso) fotos del evento de las narices (siliconadas) y creo… creo que la imagen PUEDE ser real, porque no encontrando aún esta concreta, las he visto muy parecidas.
4.- Ay qué risas:

Sin comentarios, sin ningún comentario...

Gracias, miles de gracias al twitter de Entrecomics y al culpable del maravilloso parecido razonable

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