Octavio B.

SPIDERWOMAN: CAMBIO DE MARCHA (Holepess, Rodríguez, López y Rosenberg)

A la colección de Spiderwoman no se le debe pedir mucho, en principio: una serie fresca, entretenida, que se adapta a los tópicos del género en su versión más desenfadada (podríamos citar cosas como JLA, o incluso el Daredevil de Kessel) con algunas gotas de reflexión en ocasiones. Y que con la maternidad de la protagonista podrá dar un giro interesante (el último capítulo de este libro es mejor que todo lo que le precede).
A Spiderwoman no le pedimos más, pero nos da eso que promete… y además nos ofrece el espectáculo gráfico y narrativo de Javier Rodríguez, cada vez mejor. Vamos con lo que he contado en el periódico (pincha imagen):

_ Visado _ Página 6 Cómics Teen Wolf-001

El Príncipe Valiente en juego de mesa

Qué curioso… en Essen, Alemania, se celebra esta misma semana Spiel, la feria de juegos de mesa más importante del mundo (o cuanto menos de Europa, estos agravios comparativos se los dejo a los expertos en «board games»).
Bien, pues allí la editorial Devir está presentando como novedad (entiendo pues que inédita y de próxima edición) de un juego de mesa de Príncipe Valiente, nuestro querido personaje creado en 1937 por Hal Foster.
En este vídeo en que un experto en juegos se marca un paseo por la feria se ve el prototipo a partir del minuto 1’29:

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Ojo, el personaje artúrico ya ha tenido su juego de mesa en 1954.

prince

Y de hecho, el aprovechamiento de personajes de historieta para el lucrativo mundo de los juegos de mesa viene de lejos. Sobre todo destaca el uso de personajes de tiras y dominicales de la Golden Age, cuando se pasó de un cómic humorístico de impronta caricaturesca a centrarse en la continuidad diaria, a través del género aventurero y la factura realista.

flash gordon steve can

Aunque también he encontrado casos de juegos sobre personajes humorísticos:

lulu

Ya de Snoopy y su brutal maquinaria de merchandishing mejor hablamos otro día (he encontrado ¡dieciseis! juegos de mesa en una primera y rápida búsqueda).

Por otro lado, es una obviedad, ha habido (y habrá) juegos de mesa basados en cómics de superhéroes, a cascoporro: Superman (con su correspondiente juego de mesa desde 1940, esto es a los dos años de su creación como personaje), Spiderman, Cuatro Fantásticos, X-Men… hasta he encontrado la expansión para el juego de cartas DC Comics Deck-building Game sobre el universo de Watchmen, algo que habrá colmado de alegría a Alan Moore, indudablemente…

watchmen

Pero mi favorito ha sido… ¡El Superman Flying Bingo!

superbingo

No necesitamos ni leer sus reglas para saber cómo se juega, ¿no es maravilloso?

Bien, ¿y si nos acercamos por Europa? Pues hay menos tradición, si bien los personajes más importantes tienen juegos, muchos, a cascoporro (Tintín, Astérix). También he encontrado cosas relacionadas con la industria británica, como un juego del icónico Judge Dread. No me resisto a enseñaros en tablero:

dred

Y bueno, de personajes españoles, hay cosas también, por supuesto: Juegos de Zipi y Zape, de Capitán Trueno y hasta del comix, con un boardgame dedicado a mayor gloria de ¡Makoki!

makoki

Un tablero que puede ser una joya, cochecitos como fichas, y bueno… quiero sobre todo enseñaros un billete:

makoki pelas

Los hay de varios personajes.

Ces Piñol también está metido en este mundo, con juegos ya publicados, y de próxima publicación. Y cómo no, si hay juegos de Makoki o de Fanhunter… ¿cómo no va a haberlos de Mortadelo y Filemón? Hay varios, por supuesto.

mortadelo

La reflexión me la pone a huevo esta última imagen. Evidentemente este juego de mesa no es más que la adaptación a los personajes de Ibáñez del juego de Escaleras y serpientes de toda la vida y la caja anuncia que contiene «4×1 juegos». No puedo espera a saber de qué van los otros tres.

Por tanto en sí mismo, como juego(s), carece(n) de valor. Es un producto comercial a mayor gloria de quien ostente royalties sobre los personajes. E intuyo que la retahíla de juegos que he mencionado arriba son eso también. Productos muy menores alejados del concepto contemporáneo de juego de mesa vivaz, ingenioso y original en planteamiento teórico y materialización física: hoy se crean juegos que ya solo como objeto son una auténtica exhibición

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Scythe. Pequeños grandes juegos vía Boardgamegeek

Entendidos los cómics como subproducto cultural y como objeto comercial a explotar, ha habido juegos del mismo modo que hoy hay películas (con la franquicia Disney en primera fila, creando lo imposible, la sensación de multiverso que Marvel patentó en los años sesenta) que traciende la calidad del producto, lo cual crea un tejido industrial potente y puede significar una categoría lucrativa importante para el cómic (en sí mismo o como punto de arranque para otro tipo de artículo). La pregunta es si esto es en sí mismo bueno para el cómic como arte. ¿Queremos una historieta más atenta a sus capacidades de lucro para empresas privadas y como producto transversal y transversalizable para una sociedad de consumo, o queremos un cómic que podamos defender como arte? Y la del millón: ¿Cabe la intersección?
En todo caso y por lo poco que he encontrado (una foto del diseñador ante su juego, con sus figuritas y con el tablero desplegado), parece que este boardgame Valiente es un juego ajustado a los nuevos tiempos, un juego de mesa táctico, mimado y apto por tanto para gente que gusta de esta afición.

nepiello

Y por descontado, los cómics que he citado aquí como ejemplo de traslado a otro medio, son en general excelentes. Porque sí, debería haber intersección entre calidades y ansia en el rendimiento.

PD las imágenes son un guirigai que empleo como cita sin más intención, mucho menos comercial. Provienen de blogs personales (de dos, de hecho), de Todo colección, del portal Boardgamegeek, de tiendas especializadas o de Printerest (caso de la última).

TEEN WOLF, Varias autoras

Teen Wolf supone varias cosas, y una es el crecimiento de mis brothah y vecinos Fosfatina. Creo que sus pasos les están llevando a un lugar nada secundario en el panorama editorial español de cómic y el esfuerzo po llevar a cabo Teen Wolf es una buena muestra de ello. En aro hablé el viernes del libro (click on):
pag teenwolf

TOKYIO ZOMBIE, de Y. Hanakuma

Tomo la línea recta para introducir mi texto de Faro de Vigo: el cómic del momento es este manga (para leer, clic encima):

2016 tokyiZ

MELANCOLÍA Y ESCUALO. Hanselmann y R. Kikuo Johnson. Fulgencio Pimental por partida doble

Fulgencio Pinentel sigue ofreciendo material necesario. Para niños, niñas, chicos , chicas y gente de mal vivir.
Publicado en Faro de Vigo, a mayor gloria. Fuerte. Clik y lee:

2016 fuklgencios

Las raíces del cómic histórico

En Facebook, allí donde enlacé el anterior post sobre Isabel, la loba de Francia, se originó un interesante debate que he cerrado (dar vueltas en redes sociales ya no es lo mío, creo que la charla ha sido muy productiva y no se trata de demostrar nada) con una pequeña disquisición. La cuestión parte de si el cómic histórico a la francesa (esto es, obras como Las siete vidas del Gavilán, o Munuera) parten de Bourgeon, o de previos como Martín o Hubinon. Puede que interesante, así que la subo aquí más o menos retocada, la adorno con imágenes y os la dejo para seguir la charla si queréis.

Para mí hay una diferencia entre un Francoise Bourgeon y ejemplos citados anteriores [Martín, Hubinon, Hergé, Uderzo, Tanguy]. Puede que esta idea la haya dado por sentado en mi post, también es cierto… ¡es solo un post, no un estudio que reposas y repasas! ;)… : Martín, Hubinon (autores a los que sigo poco, todo hay que decirlo) y ya no digamos Hergé, Charlier o Uderzo, aplican el documentalismo como abalorio.

Alix, de Jacques Martín. Álbum, "El niño geiego" (2012)

Alix, de Jacques Martín. Álbum, «El niño griego» (1979)

Engalanan así su obra. No digo que el recurso sea prescindible en este tipo de cómic histórico. Es una evolución de la historia como marco legendario o kitch (Foster) hacia una mirada más documentada, ha tenido su importancia en su momento y está genial, da un plus a sus relatos como lo da en las aventuras de Tintín de Hergé, pero lo documental en su trabajo solo viste a una obra que se mantiene en sus parámetros de género de aventura con ambientación en el pasado.

Por contra, en Los pasajeros del viento (y más allá de otras cuestiones como el lector-objeto, para qué tipo de lector, adulto o no, está concebido el relato) Bourgeon ofrece un discurso historiográfico sólido desde la viñeta misma, la documentación es el meollo, no el relato. Y su discurso tiene mucho que ver con la tercera generación de la escuela de los Annales.

Esto es entrar en pozos, pero bueno, me gustaría explicarme: los Annales es una de las escuelas de la ciencia histórica más importantes. Surge en Francia (insisto, no en Escocia o China, en Francia) y tiene varias generaciones. La «tercera» es la que en los años setenta, a través de nombres como Georges Duby, crea una nueva corriente historiográfica llamada «Nueva Historia», que promueve una historia de las mentalidades.

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Bourgeon recuperó la saga de Los Pasajeros del viento en el siglo XXI con La niña de Bois-Caïman (2010)

El nuevo cómic histórico que surge a fines de esa misma década, y en Francia, blanco y en botella, se empapa a mi juicio de esta corriente que evidentemente no puede estar presente en obra previa a esta tercera «generación Annales».

«La realidad de la información contenida en los vestigios de un castillo fortificado es tan grande como en un poema viniendo de lo imaginario de un hombre de la misma época. Por lo tanto, procuro interpretarlos de la misma manera.» Geoges Duby

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Poder privado. Poder público. Vida privada. Nuevos Anales.

Las propuestas de Bourgeon, nuevas como nueva fue la «Nueva historia», cimentan un tipo de cómic que creo guarda poca relación con el ánimo reconstructivo-escenográfico de obras previas. Y esta idea de lo histórico como reflexión sobre las mentalidades se ha impuesto en el género. Bourgeon gesta en 1979 y publica en 1980 las aventuras de Isa, una mujer fuerte y atípica en el contexto de la navegación y el comercio ultramarino del siglo XVIII. Puede que no haya sido el pionero en la adopción de la Nueva Historia por parte del cómic (adopción seguramente no consciente, ojo, habamos de un zeigeist, por así decirlo) , pero en todo caso, sí será el autor más influyente en el génro narrativo con esos Pasajeros del viento y con Los compañeros del crepúsculo .
Por otro lado, es cierto que la banalización (y en ella cae el «nuevo histórico francés», como caen las teleseries del género) está contra girando esta idea hacia la contemporaneización de lo narrado. Basta ver la primera viñeta de la página que cuelgo de Isabel y su monólogo interior en aquel post.

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Viñeta de Isabel, la loba de Francia (2014, Thierry y Marie Gloris, Jaime Calderón y Johann Corgié).

Pero con todo, la obra mantiene la intención de compatibilizar este discurso de «el presente reflejado», con los modelos de pensamiento medieval o el papel de la realeza en un mundo donde el sistema señorial se está descomponiendo. No he realizado un estudio y debo reconocer que todo esto no deja de ser una sensación ante mi paquete de lecturas y hasta donde llegan mis conocimientos del medio y del género (y de la propia historiografía), pero intuyo que no voy desencaminado en mis cábalas, que se apoyan en evidencias como escuelas historiofráficas y coincidencias temporales («Annales III», como escuela activa, comprende los años 1969-1989), a las que se suma la concepción de la historia en Francia, cuestión nada baladí y que se remonta al revolucionarismo, haciendo del pasado propio una cuestión no solo de Estado: es una esencia sustentante de la identidad y orgullo patrio, que pone al género narrativo en cuestión en primera línea de popularidad.
Por todo ello insisto en la condición de punto cero en muchos sentidos de Bourgeon. Además de que su propuesta pretende acercar el género histórico al lector plenamente adulto como ya he dejado caer antes, pero ese es otro tema.

 

Isabel la loba de Francia. De Thierry y Marie Gloris, Jaime Calderón y Johann Corgié

Hablábamos ayer… del cómic histórico entendido como subgénero, cuando no casi como un subestilo dentro del cómic. Hablamos hoy del cómic histórico francobelga y de uno de sus últimos nombres propios, el ilustrados catalán Jaime Calderón, que es coautor de Isabel (solo he leído el primer tomo, aclaro), una Bd editada por Yermo de recreación histórica alrededor de una Capeto convertida por nupcias en reina de Inglaterra, allá por el siglo XIV. El guión corre a cuenta del matrimonio Thierry y supone lo más parecido a esas tele series históricas que pueden veniros a la cabeza ahora mismo, de Los Tudor a Carlos, rey emperador.

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Bueno, las cartas están marcadísimas en este tipo de cómic. Como explicaba en el post antes enlazado, se trata de un tipo de relato artesanal, donde lo autoral se diluye en favor del acabado según unas reglas pre establecidas. Esas reglas las marcó a fuego Françoise Bourgeon con «La fille sous la dunette», primer álbum de Los pasajeros del viento, publicado en 1979: el peso recae en la ambientación, y el acabado gráfico dependerá del dibujo de corte realista. Para el caso de Isabel y sus problemones, muy realista. La planificación de la página obedece a diagramas vistos mil y una veces, del mismo modo que la dirección de cámara en Los Tudor usa recursos de manual. Los diálogos obedecen al pragmatismo más evidente, son expositivos, antes que naturales. Y lo que más destaca en esta recreación (donde cabe, por supuesto, la imaginación de los autores para llenar huecos y forzar dramas narrativos) es… precisamente eso, la recreación. Los hechos, los personajes, reflejan unos acontecimientos, quizá con demasiada planicie, pero la obra pretende exactamente eso, a lo sumo, reivindicando una figura histórica poco reconocida en su papel dinamizador de aquella Europa convulsa. Para estos fines, por ejemplo, del mismo modo que el cine histórico busca unas determinadas iluminaciones que ya se entienden propias de determinadas épocas (así la luz natural sin filtros para el siglo XYIII, o el expresionismo de tonos tierra para el medievo), Joann Corgié plantea un cromatismo infográfico enolvente que a mí particularmente me distancia, pero que entiendo en su papel de ambiente y casi guiño, narrativo, hacia el lector. Nadie se imagina un trecento de luminosos tonos pastel. Nadie salvo Joann Sfar, quizá (y por eso me quedo con Sfar…).

Y Calderón lo da todo en el terreno de la recreación. Entendido en su papel de cronista, su realismo y el detallismo que alcanza son impactantes, y parece que naturales: «El detalle en mi trabajo no deriva de ninguna petición o imposición por parte de un editor, es algo que hago de manera natural y que sobre todo se hace notable por la precisión en mi manera de dibujar. Durante algún tiempo creí que era más un defecto que una virtud, de hecho me suelen gustar los dibujantes que hacen un trabajo totalmente distinto al mío. (…) Tras haber intentado forzar algo que en mi no era natural, he terminado por aceptar mi manera dibujar, he llegado a comprender que no es algo exclusivo del dibujo sino inherente en mi manera de concebir y expresar a través de las imágenes, cuando doy color a mis dibujos sigo detallando mucho, así que finalmente lo he aceptado y he aprendido a utilizarlo de manera positiva», comenta en una entrevista.

Es curioso por otro lado cómo Calderón me recuerda a John Cassaday por encima de cualquier otro referente más ad-hoc como sería un Hal Foster o un Julliard (siempre hay algo de estos referentes, aunque solo sea en lo minucioso). El influjo del cómic americano es obvio también en lo dinámico de su planificación, nótese en este sentido que ninguna página recuerda en composición a su contigua, ardid tan americano como, por otra parte, de uno de los referentes del histórico, Hermann.

isabel

Entonces, ¿me ha gustado La loba de Francia? Inciso, el título obedece al sobrenombre histórico otorgado a Isabel, de quien el cronista Geoffrey de Paris dijo que era «la bella entre las bellas…en el reino sino acaso en toda Europa». Pues más que gustar o dejar de gustar, diría que me ha servido para esto, para bucear en la historia,  encontrar curiosas citas, y quizá hacer de percha para ilustrarme sobre el reinado de Eduardo II Plantagenet a través de fuentes más fiables. Dicho de otro modo, no puedo evaluar Isabel con los parámetros que uso para, por ejemplo, Chester Brown. Sería ridículo (y saldría tumbado por ko y parapléjico de la primera hostia del canadiense, en el combate a dos). Este Bd histórico es otro mundo, un trabajo con una resolución gráfica de sensibilidad más cercana a las ilustraciones de Keith Rocco para la revista Desperta Ferro que a mi actual sensibilidad actual respecto al cómic. Pero entendido como artefacto de uso para el divertimento (lo es) de conocer la historia, cumple su función. Desprovisto de discurso interno, de impacto argumental muy justito (obvio incluso) su intención es ilustrativa y superficial (hya cómics históricos de capado más profundo, como por ejemplo El árbol que da sombra, vasto fresco mediaval de Osamu Tezuka que debería acabar de leer algún día.

En resumen, no se trata de la implicación emocional, ni del reto intelectual, sino de iluminar hechos y épocas del pasado intentano traerlo a la mirada del lector. Y en su rango lo hace mucho mejor que algunas cosas que he tenido la desgracia de intentar leer, y dibuja un panorama con detalle verité (una limosnera, una cacería, un anillo, París, unas intrigas, una mentalidad en tránsito del feudalismo señorial a la germinación de los estados europeos…) y esa ilustración será del gusto de los lectores de novela histórica, de los compradores de la citada revista y de los espectadores de ese Tudor Guapeado por el canal de pago Showtime.

Narrado con agilidad, alternando voces narrativas (primera y tercera persona) en un cómic dinámico, Isabel cumple con aquello que uno espera de este tipo de obra. Tipo que nunca será de los más destacados en mi propia escala de valores, no lo escondo tampoco, como no escondo que soy licenciado en historia y por tanto me gusta ver que el cómic se acerca a la historia aunque sea con obras sin el calado de muchas otras.

KANN, de Víctor Puchalski.

Mientras completa el que seguramente será uno de los cómics a destacar en la temporada (Enter the Kann, con salida prevista para noviembre), Víctor Puchalski entrega una pequeña muestra de su convulso arte en Kann, un desplegable recargado de imágenes, textos, ideas y provocación que abreva de influencias diversas: el manga más violento y las venas de Son Goku in flames; la ironía y el hieratismo de Benjamin Marra; la potencia cinética de David Rubín; el sentido cósmico de Jack Kirby; la provocación sucia de Johnny Ryan y el delirio kith de la estética hardrock-heavy-glam. Un delirio brutal que mezcla a Anarcoma con Conan en una fiesta hiperbólica de hostias como panes.

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La violencia desplegada

A mayores, Puchalski atesora, a mi juicio, otra bondad que lo hace muy único en el pelotón de nuevas firmas del cómic español. Se me antojan pocos autores hoy que, como él, aúnen la capacidad irrefrenable de una apisonadora cayendo sin frenos por un terraplén con una sintonía especial con los tiempos que corren, que le otorga un potencial casi, casi comercial. O comercial en el ámbito de las lecturas samurai, esas que sabes que te enfrentas a un mihura con katana y ganas de cortarlo todo a su paso incluidas tus pupilas. ¿Es un concepto posible? Digamos, en fin, comercial como el cine de Rob Zombie o como un disco de metal extremo.

Metal extremo y épico, como Neurosis:

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Ese tipo de cómics…

Cada vez me alejo más de esa BD europea de corte artesanal y toque histórico, deudora de la obra de Françoise Bourgeon, pero suelo pasear por la red a ver qué novedades se editan, y he visto un cómic «de esos», que, intuyo, no llegaré a leer en mi vida, La Balada de la Magdalena.

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Página de La Balada de la Magdalena (Integral), de Christophe Dubois, Norma editorial.

En un blog dicen de él: «es el tipo de cómic que te preguntas si de verdad lo es y no se ideó para ser un libro y conformar una gran historia con derecho a película». Lo dice como alabanza.
La idea, pese a un regusto peligroso a hermano pobre, no es tan absurda. Esos cómics franceses tan «depurados» y realistas, ¿tienen alma de historieta, o de literatura-folletín o de superproducción cinematográfica gala, por ej? ¿Suponen una vía sincera para el cómic en pleno siglo XXI, o son un producto con esencia de «otra cosa», para poder expandirse a otros medios? En el fondo, cada caso será un mundo y habrá de todo. Y también es verdad que el mercado francés tiene una batería de «superproducciones en viñetas» que indudablemente, calidades al margen, tiene sus seguidores. Pero caben dos maneras de enfrentar el trabajo cuando tu estilo, tu estética, tu concepción del asunto va por estos derroteros: ser un artesano (del cómic realista) que se aplica con pasión a la página, o ser el que lo enfoque como trabajo en cadena. Ninguna opción personal me parece mala, ni peor, solo distinta, porque no es lo mismo hacer las cosas desde un propósito que desde otro. Aunque cuando ojeo este tipo de cómic en mi librería tiendo a pensar más en la cadena que en el pequeño y encantador taller familiar. Yo personalmente prefiero el amor del cestero a la producción masiva de tupperwares, aunque los tupper son maravillosos para su función.

Y con todo, llámalo genética, cómics como el que inició este post (que luego leo y generalmente no me gustan, y raro es que acabe alguno cuando lo pillo en biblioteca, por ejemplo) tienen algo que aún me atrae, lo confieso. Guilty.

Dios ha muerto, de Irkus (M) Zeberio.

Del pelotón de autores abonados a este excitante caldo de cultivo de firmas de la vanguardia, que aglutina a nombres como Begoña García-Alén, Gabriel Corbera, Julia Huete, Martín López Lam o José Ja Ja Ja, ha destacado en 2016 uno: Irkus (M) Zeberio. Más que nada por la osadía, la extensión y el formato de su última propuesta.

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Frente al océano inabarcable de minicómics, autoediciones y micro editoriales que abona la actual catarsis de historieta de vanguardia, Dios ha muerto es un grueso libro en tapa dura (edita Bang), 208 páginas para destilar ideas provocadas por la lectura de Así habló Zaratrusta en el autor. Combinando historieta silente de regusto risográfico con textos escogidos de Friedrich Nietzsche, este cómic marca el punto de inflexión en que debería mirarse “el mundillo” (sé que a todos os gusta esa palabra). Porque no abundan artefactos de este palo más allá de la voluntad de las firmas más consolidadas de la novela gráfica. Y dentro de esa novela gráfica sí que hemos visto casos de obras extensas y ambiciosas. Nadar se estrenó con Papel estrujado, se me ocurre en caliente: una novela gráfica, autoral, con un contenido entre el costumbrismo generacional y la crítica social que asombró por su ambición en volumen (casi 400 páginas) y lo sólido de sus resultados. Pero su estética, su temática y sus intenciones sintonizaban con una generación de «novelagrafistas» en la que podríamos meter a Álvaro Ortiz, Pablo Ríos, Paco Roca o Santiago García: crear con libertad un tipo de cómic transgeneracional, una lectura madura que puede atraer a lectores no habituales a esto de «los tebeos». Zeberio juega otra liga, diferente, que no mejor o peor. Él plantea su trabajo como reto a los límites y a los márgenes del cómic.

Dios ha muerto es la mezcla de ambición y resultados más potente  del momento, un tour de force que mezcla la tradición y la renovación. Un salto sin red que termina entre aplausos y éxito rotundo. Cada párrafo de Nietzche escogido tiene un reflejo, o mejor decir un eco libre, en las páginas dimámicas, aparentemente espontáneas y repletas de sinergia que dibuja Zeberio. No se trata de transcribir contenidos, sino de plasmar el impacto que la obra original supone en el cerebro y el corazón y las tripas de Irkus, creando así un relato de primitivismo cósmico surreal, mántrico como una danza febril y ritualística, libre de ataduras y expresiva como un tam-tam en una invocación bajo la tormenta eléctrica, en un futuro apocalíptico.

Dios ha muerto podría leerse con la última encarnación de los Swans de fondo, uno de esos temas chamánicos y volcánicos que Michael Gira y su banda extienden durante decenas de minutos. La experiencia será duplicada por el apocalipsis sonoro.

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