Isabel la loba de Francia. De Thierry y Marie Gloris, Jaime Calderón y Johann Corgié

Hablábamos ayer… del cómic histórico entendido como subgénero, cuando no casi como un subestilo dentro del cómic. Hablamos hoy del cómic histórico francobelga y de uno de sus últimos nombres propios, el ilustrados catalán Jaime Calderón, que es coautor de Isabel (solo he leído el primer tomo, aclaro), una Bd editada por Yermo de recreación histórica alrededor de una Capeto convertida por nupcias en reina de Inglaterra, allá por el siglo XIV. El guión corre a cuenta del matrimonio Thierry y supone lo más parecido a esas tele series históricas que pueden veniros a la cabeza ahora mismo, de Los Tudor a Carlos, rey emperador.

Isabel-BAIXA

Bueno, las cartas están marcadísimas en este tipo de cómic. Como explicaba en el post antes enlazado, se trata de un tipo de relato artesanal, donde lo autoral se diluye en favor del acabado según unas reglas pre establecidas. Esas reglas las marcó a fuego Françoise Bourgeon con «La fille sous la dunette», primer álbum de Los pasajeros del viento, publicado en 1979: el peso recae en la ambientación, y el acabado gráfico dependerá del dibujo de corte realista. Para el caso de Isabel y sus problemones, muy realista. La planificación de la página obedece a diagramas vistos mil y una veces, del mismo modo que la dirección de cámara en Los Tudor usa recursos de manual. Los diálogos obedecen al pragmatismo más evidente, son expositivos, antes que naturales. Y lo que más destaca en esta recreación (donde cabe, por supuesto, la imaginación de los autores para llenar huecos y forzar dramas narrativos) es… precisamente eso, la recreación. Los hechos, los personajes, reflejan unos acontecimientos, quizá con demasiada planicie, pero la obra pretende exactamente eso, a lo sumo, reivindicando una figura histórica poco reconocida en su papel dinamizador de aquella Europa convulsa. Para estos fines, por ejemplo, del mismo modo que el cine histórico busca unas determinadas iluminaciones que ya se entienden propias de determinadas épocas (así la luz natural sin filtros para el siglo XYIII, o el expresionismo de tonos tierra para el medievo), Joann Corgié plantea un cromatismo infográfico enolvente que a mí particularmente me distancia, pero que entiendo en su papel de ambiente y casi guiño, narrativo, hacia el lector. Nadie se imagina un trecento de luminosos tonos pastel. Nadie salvo Joann Sfar, quizá (y por eso me quedo con Sfar…).

Y Calderón lo da todo en el terreno de la recreación. Entendido en su papel de cronista, su realismo y el detallismo que alcanza son impactantes, y parece que naturales: «El detalle en mi trabajo no deriva de ninguna petición o imposición por parte de un editor, es algo que hago de manera natural y que sobre todo se hace notable por la precisión en mi manera de dibujar. Durante algún tiempo creí que era más un defecto que una virtud, de hecho me suelen gustar los dibujantes que hacen un trabajo totalmente distinto al mío. (…) Tras haber intentado forzar algo que en mi no era natural, he terminado por aceptar mi manera dibujar, he llegado a comprender que no es algo exclusivo del dibujo sino inherente en mi manera de concebir y expresar a través de las imágenes, cuando doy color a mis dibujos sigo detallando mucho, así que finalmente lo he aceptado y he aprendido a utilizarlo de manera positiva», comenta en una entrevista.

Es curioso por otro lado cómo Calderón me recuerda a John Cassaday por encima de cualquier otro referente más ad-hoc como sería un Hal Foster o un Julliard (siempre hay algo de estos referentes, aunque solo sea en lo minucioso). El influjo del cómic americano es obvio también en lo dinámico de su planificación, nótese en este sentido que ninguna página recuerda en composición a su contigua, ardid tan americano como, por otra parte, de uno de los referentes del histórico, Hermann.

isabel

Entonces, ¿me ha gustado La loba de Francia? Inciso, el título obedece al sobrenombre histórico otorgado a Isabel, de quien el cronista Geoffrey de Paris dijo que era «la bella entre las bellas…en el reino sino acaso en toda Europa». Pues más que gustar o dejar de gustar, diría que me ha servido para esto, para bucear en la historia,  encontrar curiosas citas, y quizá hacer de percha para ilustrarme sobre el reinado de Eduardo II Plantagenet a través de fuentes más fiables. Dicho de otro modo, no puedo evaluar Isabel con los parámetros que uso para, por ejemplo, Chester Brown. Sería ridículo (y saldría tumbado por ko y parapléjico de la primera hostia del canadiense, en el combate a dos). Este Bd histórico es otro mundo, un trabajo con una resolución gráfica de sensibilidad más cercana a las ilustraciones de Keith Rocco para la revista Desperta Ferro que a mi actual sensibilidad actual respecto al cómic. Pero entendido como artefacto de uso para el divertimento (lo es) de conocer la historia, cumple su función. Desprovisto de discurso interno, de impacto argumental muy justito (obvio incluso) su intención es ilustrativa y superficial (hya cómics históricos de capado más profundo, como por ejemplo El árbol que da sombra, vasto fresco mediaval de Osamu Tezuka que debería acabar de leer algún día.

En resumen, no se trata de la implicación emocional, ni del reto intelectual, sino de iluminar hechos y épocas del pasado intentano traerlo a la mirada del lector. Y en su rango lo hace mucho mejor que algunas cosas que he tenido la desgracia de intentar leer, y dibuja un panorama con detalle verité (una limosnera, una cacería, un anillo, París, unas intrigas, una mentalidad en tránsito del feudalismo señorial a la germinación de los estados europeos…) y esa ilustración será del gusto de los lectores de novela histórica, de los compradores de la citada revista y de los espectadores de ese Tudor Guapeado por el canal de pago Showtime.

Narrado con agilidad, alternando voces narrativas (primera y tercera persona) en un cómic dinámico, Isabel cumple con aquello que uno espera de este tipo de obra. Tipo que nunca será de los más destacados en mi propia escala de valores, no lo escondo tampoco, como no escondo que soy licenciado en historia y por tanto me gusta ver que el cómic se acerca a la historia aunque sea con obras sin el calado de muchas otras.

Be Sociable, Share!

Etiquetas:

Escribir un comentario