KANN, de Víctor Puchalski.

Mientras completa el que seguramente será uno de los cómics a destacar en la temporada (Enter the Kann, con salida prevista para noviembre), Víctor Puchalski entrega una pequeña muestra de su convulso arte en Kann, un desplegable recargado de imágenes, textos, ideas y provocación que abreva de influencias diversas: el manga más violento y las venas de Son Goku in flames; la ironía y el hieratismo de Benjamin Marra; la potencia cinética de David Rubín; el sentido cósmico de Jack Kirby; la provocación sucia de Johnny Ryan y el delirio kith de la estética hardrock-heavy-glam. Un delirio brutal que mezcla a Anarcoma con Conan en una fiesta hiperbólica de hostias como panes.

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La violencia desplegada

A mayores, Puchalski atesora, a mi juicio, otra bondad que lo hace muy único en el pelotón de nuevas firmas del cómic español. Se me antojan pocos autores hoy que, como él, aúnen la capacidad irrefrenable de una apisonadora cayendo sin frenos por un terraplén con una sintonía especial con los tiempos que corren, que le otorga un potencial casi, casi comercial. O comercial en el ámbito de las lecturas samurai, esas que sabes que te enfrentas a un mihura con katana y ganas de cortarlo todo a su paso incluidas tus pupilas. ¿Es un concepto posible? Digamos, en fin, comercial como el cine de Rob Zombie o como un disco de metal extremo.

Metal extremo y épico, como Neurosis:

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