Archivo mayo 2012

Hombres Lobo, disco 70’s y El Genio

De la tontería supina a la admiración rendida.

Porque estaba yo buscando en Google Images a El Hombre Lobo y…ah ¿que qué hago yo buscando al Hombre Lobo en internet? pues yo que sé… son cosas que pasan, tú buscas tetonas (o culo-men), yo hombres lobos, qué le voy a hacer… el caso es que estaba pensando una chorrada, que mi Hombre Lobo favorito sin duda es el de Spiderman, el hijo de JJ Jamenson que, astronauta afectado por una piedra lunar, se convierte en licántropo albino luciendo extraño uniforme espacial (convenientemente roto al muy Marvel-Hulk-style). Y me mola porque… ¡es taaaan Boney M…!!!

 

Pero claro, si buscas al Hombre Lobo de Spiderman, encuentras al Hombre Lobo de Gil Kane, y eso es hidromiel para los sentidos del comiquero…

Así que poca broma consigo aguantar cuando algo me deslumbra así, porque, díganme… ¿en cuántos tebeos de Marvel o DC actuales pueden encontrarse un plano/contraplano tan absolutamente brillante, osado y salvaje como este?

El animal en acción... quiero decir, el dibujante Gil Kane, claro.

No, esto no es una viñeta aislada pero casi, porque aquí hay ORO, damas y caballeros. Empezando por la importancia de la elección cromática (predominio de los tres primarios -azul, rojo y amarillo- para lo que atañe a los personajes… hasta en las onomatopeyas, ojito). Luego cómo compone el condenado de Kane, un primer plano que ríete de Caravaggio, con los personajes en danza acaparando todo el foco. O qué elementos, dentro de esa composición tan cerrada, quiere dibujanos y cómo las dibuja, todo sufriendo la brutalidad del Lobo (lámpara, mesa, cortina). Y también podríamos pararnos en el juego de líneas cinéticas, los movimientos-en-potencia y los movimientos-en-acto de los «actores» (la quietud tensa se Spider en la viñeta inferior frente a un Lobo imparable), la intensísima acción que posée esta doble viñeta, su composición, por cierto, trapezoidal, que ya emite en sí misma un mensaje vertiginoso…

Claro que sí, este es mi Hombre Lobo favorito.

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NO CAMBIES NUNCA, de David Sánchez

 Publicado en Faro de Vigo el 25 de Mayo. La cita de encabezado es una nueva aportación para el blog.

«Es imposible contar cómo pasan determinadas cosas. Y luego está el peligro de matar las cosas al hablar de ellas.»

David Lynch

“No cambies nunca”, último trabajo de David Sánchez, es una fábula perturbadora e inaprensible, de estructura laberíntica y trama borrosa.

David Sánchez es diseñador (por ejemplo, de las camisetas Mong) e ilustrador, pero su universo personal pide a gritos situarle, sobre todo, como uno de los autores de historieta más sólidos del actual panorama nacional. Aunque de carrera breve, su obra ya revela esa mirada única (aunque con tangencias evidentes con no pocos escritores, cineastas e historietistas… de Lynch a Burns, por dar nombres bien conocidos) que parece estallar finalmente en su nuevo trabajo, “No cambies nunca”. Antes había llamado la atención con un debut, “Tú me has matado”, que es un murmullo en comparación con lo mucho y muy bueno que ya se ha dicho (en Internet, ese eco inmediato) de su segunda novela gráfica.

Desazón profiláctica

Entonces ¿de qué trata “No cambies nunca”? Si nos fijamos en la nota de prensa, hablamos de un futuro lejano en el que se desarrollan tres historias paralelas donde la experimentación médica o genética causa escalofriantes, y fascinantes, estragos físicos. Bien, algo hay de esto. Nueva carne (aquello que se llamó la nueva carne, el cine de Cronenberg, etcétera), conspiranoia, autismo emocional de una sociedad enferma, puestas en escena gélidas, personajes fantasma, horror y desazón. Estas ideas fluyen o colisionan en las cerebrales páginas de Sánchez, casi todas planificadas en un esquema de seis viñetas que se rompe estratégicamente en momentos de transición o de impacto visual. Y todo se ilustra con un dibujo perfecto, frío, por supuesto, cercano al de Charles Burns pero más limpio, más Hergé (por tanto, cercano al del último Burns, el de “Tóxico”, otra pesadilla en viñetas)

Y aquí volvemos al principio. Y ¿por qué impacta este cómic? ¿Qué nos cuenta “No cambies nunca”? Y tenemos que hablar de nuevo de desazón, de jeringuillas, de metamorfosis, de ambientes de luz eléctrica clorofílica, de parejas carentes de sentimientos, de médicos sin horizonte hipocrático y monstruosidades ávidas de sexo. Y volver al principio, sin poder traducir respuestas concretas a cada pregunta que nos produce la lectura. Porque, y he aquí el grandísimo logro de este cómic, “No cambies nunca” es una narración inaprensible, donde nada nos es aclarado, donde se suceden escenas que no podemos explicar, situaciones que no podemos hilvanar, personajes que no entendemos, saltos en el tiempo. El único cartucho de texto que hay en toda la novela gráfica avisa “Seis meses más tarde…” pero casi no sabemos ni interpretar qué quiere decir eso en este contexto casi esotérico. Cuando llegas a la última página de este libro sólo permanece la desazón y la cruda violencia intelectual de lo que hemos leído. Algún lector ya ha manifestado en la red de redes su desconcierto. No entiende nada, ¿Qué pasa aquí? Y uno se imagina a David Sánchez sonriendo. Y contestando: pasan seres humanos vacíos, pasan impulsos paternos hacia monstruos, sexualidad inane, pornografía zoofílica, la ciencia como nueva alma obscena, el futuro mirando al presente, y una historia que es indescifrable. Y vuelta a empezar…

De modo que ¿qué nos cuenta este cómic escurridizo y abismal? ¿Quieres la verdad? La verdad es que sólo leyéndolo podrás aportar nuevas posibilidades e ideas que alimenten este trabajo, una verdadera joya viva, oscura, sin duda turbadora y abierta a los lectores y su propia mirada.

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Cómics por zapatos

Hace un rato, en El Corte British (o algo así… unos grandes almacenes, eran) al comprar unos zapatos a mi hijo nos regalaron… y sí, aquí entra el tema de este blog… ¡un cómic!.

He tomado unas instantáneas cutres, simplemente con la cámara del ordenador, para que lo podais comprobar:

 

Pura publicidad claro, aspecto de amerimanga de dos céntimos, y a vuelapluma no he vista acreditada ninguna firma, pero bueno… es lo de siempre, el cómic utilizado como reclamo juvenil a unos jóvenes que no leen ya cómcis. Hay mucho que considerar al respecto, y quizá lo haga en el futuro, pero de momento demos por bueno que en EL Corte British, que no es un sitio cualquiera, se regalen tebeos por comprar zapatos.

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Instagreflexiones: Flex Mentallo, guión G. Morrison, dibujo F. Quitely

Vale, sacar fotos con el Ipad a viñetas: cosas y momentos que me han impactado en una lectura. Y explicarlo brevísimamente.
No sé si esta idea florecerá o se extinguirá con este post, «Instagramadas«… hasta el nombre es estúpico.

O si encontraré un método para vincular el blog al Instagram de marras, o lo que sea.
Lo importante es el juego, divertirme con mis blogs… de momento, Flex Mentallo dobla tu realidad en una instafoto:

ECCediciones

Un momento clave del psicotropismo alucinado en la historia de los cómics, personajes de tebeo trascendiendo realidades, Morrison comprendiendo que la realidad es una de muchas posibles y que todas son válidas, una amalgama de metarrealidad que trasciende nuestra percepción. ¿Y si los tebeos de superhéroes fuesen la realidad verdadera y nosostros un reflejo que está convencido de ser la realidad verdadera?

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LA MUCHACHA SALVAJE 1. NÓMADA, de Mireia Pérez

Uno amarra este cómic con fuerza, se pierde un rato en su deliciosa portada, abre el libro y comienza la lectura. Como ocurre con todos los cómics. Y como con cada cómic, puede ocurrir una cosa, algo que aún hoy día me parece casi mágico: a veces esa lectura te engancha de tal modo que la priorizas, te atrapa y «la devoras». Puede que en tu librería tengas otros tebeos a media lectura, luciendo marcapáginas para recordarte que sigues perdido en su mundo, pero todo queda desdibujado cuando algo nuevo entra fulgurante, cegador, y de un modo nada racional te adhiere a él.

¿Porqué? En el caso de «La Muchacha Salvaje» contestar a tal pregunta se me antoja casi arduo (lo he dicho: «irracional» es la palabra). A priori y si analizo sus partes, Mireia Pérez ofrece un tebeo en esa línea que llamamos nouvelle Bd, deudor sobre todo de Sfar. Nada revolucionario, aunque bien realizado. La página, la composición de las escenas, no pasa de ser totalmente clásica, y gusta de insertar momentos sin palabras en un ardid también reconocible. El color es delicioso pero no revoluciona ni experimenta. No estamos ante «Gus», de Blain. La histoira es una aventura en una perhistoria más mítica que real, cercana al espíritu ya tópico de un cine de serie B que tuvo bastante auge en los cincuenta, sesenta y setenta, e incluso más allá (¿recuerdan «El Cavernícola», de 1981, con Ringo Starr de protagonista, o los best sellers del Oso Cavernario aquel?). Y el argumento tampoco inventa la pólvora. Road movie de antes del invento de la rueda, viaje iniciático, etc etc. Y para colmo, en estos tiempos en que la moda es enladrillar seiscientas páginas en formato libro bien gordito, Mireia nos propone una primera entrega que sabe a poco… porque la devoras.

arte absorbente

Y vuelve así, necesariamente, la pregunta: ¿porqué me ha absorvido así algo que en cierto grado no deja de ser «otro más» en una línea ya consolidada en el panorama de la historieta contemporánea? Y hay que pararse, entonces. O decimos, «porque sí, porque me encantó, porque la «Muchacha» me ha engatusado con sus ojazos que todo lo miran y porque la historia me ha divertido». O reflexionamos críticamente para entender cómo «La muchacja salvaje» es más que la suma de todas aquellas partes, es un ensamblado perfecto, brillante pero intuitivo, vibrante y lleno de vida, de alegría de vivir, crecer y aprender. Es un cómic estimulante, que se siente libre, gozoso de salir de la imaginación y la destreza de su autora, y que resulta maravilloso.

Lo primero que se debe subrayar es la fuerte impornta autoral. Leyendo «La Muchacha» siento que detrás hay una voz, la de la autora, que se reivindica desde lo lúdico, desde una historia que parece sencilla y anecdótica, casi una broma, para trufarla de segundas lecturas, mensajes escondidos (como la importantísima función casi simbólica de la lanza clavada en el tronco que tan bien ha interpretado Santiago García) y si no una lección moral (intuyo que nada más lejos de la voluntad de Mireia Pérez) sí una lección de humanidad y femineidad. Estamos ante una historia que nos habla de una chica que, en la sociedad más falócrata que una autora se pueda imaginar, rechaza ese patrón (el patrón poyastre, podía decir), se marcha para crecer y aprender, y al final de ese viaje decide volver con los suyos. El encuentro, que será futuro y en venideros álbumes, se me antoja jugoso. Por tanto, sí, «La muchacha salvaje» no es un relato evasivo sin más, sino una metáfora, o una parábola que sustituye animales por nuevos iconos simbólicos prestados del kitch y la cultura pop (esa prehistoria imaginada, que jamás fue). Y que a través de esos símbolos nos habla de una sociedad y de la necesidad de mutarla. Y que dicho cambio se hará desde la base, desde la primera persona del singular, desde actos únicos, pequeños y grandiosos. La voluntad de cambio debe nacer en cada uno y para cambiar el mundo, nos dice Mireia, debemos ser valientes, romper con lo establecido y aprender de ese mundo.

complejo "naive"

Es una primera lección y apuesto que en cada nuevo álbum tendremos más ideas para aprender a cambiar la vida y las cosas.

Pero uno puede ser (o intentar ser) profundo y estrellarse artísticamente. Hacer un bodrio gafapasta, que diría mi sobrino en pijama… no sucede aquí, porque este discurso de fondo (secundario si se quiere) tiene andamios de los buenos. Tiene ese dibujo delicioso, naive pero cargado de matices (pocas veces unos ojazos en un personaje enmudecido han expresado tanto como en la Muchacha), un empleo del color delicado, exquisito. Bonito pero también narrativo. Y una capacidad para planificar y diferenciar cada escena brillante, un diseño de cada página equilibrado, y finalmente, tenemos a una ilustradora deliciosa (volvamos a mirar arriba la portada y díganme que no les gusta, atrévanse, cobarrrdes).

Para ilustrar la agudeza de Mireia creo que basta con pararnos en su arranque y analizarlo un poco. Es algo que, como hace siglos que no hago, al escribir para prensa generralista, me permito el lujo de plantear ahora, permítanme el capricho:

Para empezar a ver este talento en bruto no hay más que atender a los cambios de gamas cromáticas en escenarios, y cómo así se transmiten estados de ánimo, algo que se evidencia en el arranque: las cuatro primeras páginas describen cómo la protagonista rechaza las «atenciones» sexuales de un varón de la tribu. La escena se enmarca en una cueva (su entrada y sus intestinos) y de noche. Hay lumbres, pero la oscuridad y los colores fríos o quebrados inundan estas cuatro páginas, de las que la última adquiere tintes dramáticos.

oscuridad paternal

El padre/jefe de la tribu (tribu nómada, claro) reprende y «castiga» a su hija con volver a la recolección (actividad de mujer que, como el coito impuesto, la chiquilla también rechaza). El careo paternofilial, además, potencia en sus viñetas los primeros planos. La acción ya pasó, aquí tenemos las consecuencias, que son castigos, sí, pero sobre todo el dolor de un padre por los actos de su hija, y viceversa. Intensidad elaborada con planificación.

Advierta el lector la cantidad de información que se da en cuatro hojas, tanto del marco general, físico, temporal, social… como de los personajes. Y de un modo casi liviano, sin ‘presionar’ nunca, impregnándose de un modo natural con el loctite del drama y la intensidad de lo narrado.

Es una secuencia que inevitablemente evoca fortísimamente a Sfar, sí (también en la paginación de seis viñetas trazadas a mano alzada, no solo por el dibujo), pero se han trabajado con tanto talento que el momento analítico quedó desbordado. Nos ha abducido la lectura. Victoria.

luz natural

Pero sigamos con lo que estábamos comentando. Porque tras esta secuencia en sombras, el cambio de escena (elipsis temporal a la mañana siguiente) se manifiesta con una viñeta-página que cambia el tono radicalmente. Primero porque rompe con el 2×3 que definió cada página hasta aquí, pero sobre todo porque estalla en una nueva luminocidad. Verdes, azules, ocres, son las tonalidades que perduran en toda la escena, que nos explica cómo ve y siente el mundo la Muchacha, visión e ideal que conducirá al final del día a la decisión de la protagonista de abandonar a su tribu. Es una escena, por tanto, «luminosa», positiva, frente a lo oscuro del arranque. Es pues un inicio clave, tanto como conciso, que nos explica las dos realidades de la protagonista: la primera escena, la que tiene que sufrir por los corsés sociales. La segunda, la que siente, la que desea, la que la rodea pero su entorno le impide alcanzar.

La contraposición no de estilos sino de diseño (de página, de cromatismos) han resultado así efectos narrativos, no elecciones esteticistas o estéticas sin más. La señora Pérez, en este premiado debut largo, se demuestra conocedora de los ardides de su arte, y además los utiliza con un gusto delicioso para crear un todo que podemos llamar, muy jazzsísticamente, un «swing» y un humor narrativo concreto. A algunos esto nos parece más importante, en el cómic, que elaborar un listado de influencias a las que agarrarnos o de fallos de planificación o de ritmo que poner sobre el tapete (tampoco me parece que existan demasiados… Mireia es novata pero no torpe).

Y sí:  Mireia tiene en swing, brotha’!!!

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EL HOMBRE QUE SE DEJÓ CRECER LA BARBA, de Olivier Schrauwen

Artículo publicado en Faro de Vigo el 11 de Mayo de 2012.

La historieta como “art brut”.

Olivier Schrauwen desafía los prejuicios ante los tebeos con una obra “artie”, que va más allá del querer contarnos una historia para proponer una experiencia sensorial e intelectual.

 

En estos tiempos maravillosos para un arte en continuo crecimiento como es el cómic, encontrarse con un trabajo como el inclasificable “El hombre que se dejó crecer la barba”, de Olivier Schrauwen, es un nuevo motivo para admirar más y más al medio. La historieta hoy vive un despegue radical, libertario y gozoso. Nunca antes los autores gozaban de un marco de libertad tan grande como el presente, en que los editores (algunos) no solo persiguen blockbusters a relacionar con la muy noble industria del entretenimiento, sino que más que nunca se buscan autores que plantean su trabajo como arte. Libre y osado, vanguardista, hermoso, experimental, divertido, excitante. ¿Raro?

Olivier Schrauwen es un autor joven y con poca obra (menos aún publicada en España, donde se ha podido leer “Mi pequeño”) y que investiga las raíces y la naturaleza de la historieta para llevarla un pasito más allá como arte. Sí, arte, repetimos, porque basta con abrir al azar este libro (por cierto, exquisito, algo que debemos agradecer a la mimosa editorial Fulgencio Pimentel) para comprender que una cosa son los tebeos de la Marvel y otra la propuesta estética de Schrauwen. El autor belga abreva de las vanguardias artísticas del pasado siglo, de los Fauves y el expresionismo alemán, del surrealismo y el modernismo, o de la vanguardia cinematográfica (sus delirios formales pueden recordarnos a los primeros René Clair o Jean Coctaeau). Pero también de la tradición de la propia historia del cómic, por supuesto, de Sterret a Tardí (autor al que admira, según declaraciones propias).

Viñetartie

“El hombre que se dejó crecer la barba” recopila varias historias cortas de escaso nexo común más allá del espíritu vanguardista y la excelencia visual. Son protagonizadas por hombres barbudos, suelen tratar realidades paralelas, y están todas alumbradas por un refinado humor de fuerte importa surreal. No consiste su lectura, por tanto, en “entender” qué diablos nos relata Schrauwen sino de dejarse llevar por el caudal fantasioso, irreverente y gamberro, ácido.

En las historias que reúne el álbum caben parodias del colonialismo en África, una crítica al sistema educativo, la locura, el deseo sexual, las religiones atávicas y primitivas, o un punzante retrato de la enfermedad. Ideas que no se nos presentan como “mensaje”, sino como sensaciones borrosas en la maraña traslúcida del todo que es este libro: color, humor, surrealismo, arte, mala baba y narración gráfica (sobre todo, por supuesto, narración gráfica… pese a lo delirante de la obra Schrauwen jamás pierde el norte ni olvida que estamos hablando de historieta).

Reflexión final: ¿libro para minorías? Evidentemente Fulgencio Pimentel no es DC cómics, sino una apuesta por otro tipo de tebeo, de un calado diferente y de una exigencia determinada. Sin embargo, si al lector de estas líneas le atrae la pintura del siglo XX o el cine inaprensible del mejor Lynch, sin duda sentirá la misma sensación de plenitud al leer a Schrauwen. Además, aquí hay mucha coña marinera, aunque sea un humor más cercano al meta humor de Miguel Noguera o Muchachada Nui que a “La hora de José Mota”.

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Viñeta aislada de Hermann

Recuperando la sección donde hacemos protagonista a la viñeta, esa suerte de verso en el poema que es un cómic, para centrarnos en un modelo clásico. Clasiquísimo, diría, pues hablamos de Hermann, un autor de Bande Dessinée de la vieja escuela (pero en activo, ojo). Factura primorosa, cómic de género. En este caso, «Las Torres de Bosque Maury», centrado en lo histórico (y concretamente el medievo)

"Las torres de Bosque Maury 2/Eloïse de Montgrí", 1985, de Hermann, p. 24

Acotado el momento, el estilo y el modelo de este cómic en una frase (¡toma!), pasamos a la viñeta en cuestión.

Siempre me ha admirado en Hermann el cuidado compositivo que articula su obra. Es un autor modélico de su momento, que hace obras donde en primer lugar explora los tópicos del género más puro (el western, el histórico, etcétera) bajo los cuales, ciertamente, podemos reconocer parámetros autorales, una visión del mundo y del género humano (por cierto, nada complaciente). Todo ello con una puesta en escena cuidada, un acabado gráfico detallista y realista, y una planificación de traca en todos los sentidos.

Personalmente siempre he pensado que cada viñeta de Bosque Maury puede verse como un pequeño ejemplo de exquisitez, cuidado en el diseño, en la disposición de sus diversos elementos. Una muestra de la altura artesanal de un dibujante enorme. No creo que vaya esta entrada a descubrir nada que cualquiera de mis lectores no sea capaz de apreciar si atiende un poco al ejemplo: dibujo realista que, no obstante, sabe aplicar una economía de trazos y una ligera abstracción sobre los planos generales (con lo que logra una clara comprensión de la escena), distribución de los elementos dentro del marco-viñeta esmerada (para este caso, evidentemente se segmenta en un esquema de aspa o X)…

Cuidando cada elemento interno

Tampoco me parece casual el entintado, que refuerza una sensación de ligero desasosiego al trazar las ramas de la otoñal arboleda tanto en el primer plano como al fondo. Ni el punto de vista en picado para un plano general, combinado con una línea de horizonte muy elevada… esto responde a un naturalismo del mismo modo que transmite información en la lectura, situando a los personajes en un entorno. En este sentido además el cielo en su lejanía es tormentoso, algo que también transmite información casi anímica (o sin casi)

Sumemos una acertada elección de gamas cromáticas (firma el color Fraymond) donde se contraponen azules violáceos con amarillos anaranjados en el plano más alejado, y verdes y tierras en la zona que cruzan los caballeros. El color, pues, delimitando muy conscientemente las diferentes «capas» que muestra la viñeta, el «escenario» y el «decorado» de fondo (que como vimos, poco de mero decoro supone… todo transmite información narrativa en esta viñeta muda)

Bueno, lo que más me ha interesado en todo esto, es sin duda ejemplificar que, aunque Hermann es un dibujante naturalista excelente, lo más importante es su sabiduría y el enorme estudio que realiza a la hora de abordar el diseño de su puesta en escena. Ya sabréis que igual de exquisitas suelen ser sus páginas, así que me quedo con esta idea. Por encima de la pericia artesanal, la buena factura, la «mano» y la capacidad para «dibujar bien», en un sentido de dibujo realista (y que es, me temo, algo que pesó mucho en la reconsideración del cómic como arte en aquellos lejanos ochenta… demostrar que se dibujaba con primor, desde parámetros realistas… aunque fuese en historias futuristas en galaxias lejanas… ¡al menos en cierta «sección» de lectores-tipo!), lo que hay que resaltar es la enorme elegancia en el diseño, el cuidado de cada detalle. Siempre, además, con un sentido atento a la narración antes que a la exibición gráfica.

Desde esta perspectiva, además, valoro siempre a los autores, incluso aquellos que «parecen» no dibujar bien, naturalista, artesanalmente.

Y como en este texto he repetido tres veces el concepto de artesanía (en oposición a artístico, de un modo ladino y soterrado, pero esa era la idea) pienso que procede ir dejándolo por hoy.

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Fallece Eddy Paape

Me entero de buena mañana de u obituario comiquero, el de Eddy Paape a los 92 años.

Se trata de un autor del a época clásica de las revistas francesas, cuya obra más reconocida es Luc Orient, con los guiones de Greg.

Descanse en paz

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CÁRCEL DE AMOR, de Sergi Puyol

Un hombre alienado y una sociedad autista. Este podría ser el texto de una publicidad bastante descriptiva para «Cárcel de Amor«, la primera novela gráfica de Sergi Puyol. Un trabajo cercano a las catacumbas mentales de, por ejemplo, un Burns filtrado por el «slice of life» agrio de Daniel Clowes.

planificando el "mood" interior

En «Cárcel de amor», la historia de un hombre que se obsesiona por una mujer y la encierra en su casa (algo, por cierto, no demasiado irreal, y que nuestro enfermo mundo ya ha conocido varias veces), lo cotidiano se reviste de un tempo angustioso, lento, espeso. La vida vista como algo que no merece demasiado la pena. Y posiblemente en esa cualidad de retratar ese ‘tempo’ especial, que es anímico más que real, en ese diapasón oxidado y retranqueante, encuentro lo mejor de este tebeo, donde por otro lado los personajes pueden ser prototipos bastante evidentes. Aunque sean prototipos del lado oscuro, que eso no es mérito per se, y no alcanzan la categoría y complejidad de algunos seres cronenbrgianos, por ejemplo. Pero es cierto que intentar comparar a un semi-principieante con la madurez de un gigante como el autor de «Spider» es una maldad fuera de lugar… la realidad es que Puyol tiene un mundo personal (aunque con referentes) y una capacidad de hacernos sentir el «mood» de ese mundo con el lenguaje de las viñetas, con una planificación exquisita de cada página, con un dibujo perversamente naive y con una paleta cromática que es excepcional.

Primera obra de empaque, donde quizá su autor a veces resulta innecesariamente enfático por momentos, pero portador de un rosario de logros brillante y dueño de una personalidad que augura futuros trabajos a seguir.

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SIMIOCRACIA, de Aleix Saló

Artículo publicado el 27 de Abril del 2012 en Faro de Vigo. Un poquito ampliado para este blog.

Si el mundo no se arregla, al menos lo desentrañaremos.

El autor del superventas “Españistán” vuelve con una obra necesaria, crítica y lúcida sobre el mundo, los poderes, y porqué estamos como estamos.

Cuando “Españistán” fue citado en el Congreso de los Diputados ya era famoso. Los vídeos creados como efecto publicitario y casi vírico tenían miles de visitas. Y la obra, el cómic al que promocionaba el You Tube, merecía los aplausos. Aleix Saló es un observador ácido, airado con el presente que le toca vivir pero perspicaz a la hora de analizarlo. No se decanta por partidismos sino que documenta una bola de nieve sociopolítica, y vuelve a hacerlo en “Simiocracia”.
Saló es un lince poniendo títulos, sí, pero además lo es viendo y comprendiendo el mediocre entretejido de política y economía que es el mundo moderno. “Simiocracia” es el análisis de la crisis económica mundial, desde sus lejanos antecedentes (el crack del 29) a las causas inmediatas. Y no deja títere con cabeza: todos monos. Nosotros también. Y todos atenazados por un laberinto de deudas y ambiciones, fracasos, medidas anticrisis absurdas, consumismo cerril, idiotez intelectual y medios de comunicación enquistados.

venimos del mono, volvemos al mono

Aleix Saló es joven, estudió arquitectura y hace tebeos que alguno dirá que no son tebeos. Pero si un cómic es un medio donde palabra e imagen se alían para contarnos una historia que no entendemos sin en concurso de ambos, aquí tenemos exactamente eso, un discurso pespunteado por ilustraciones impagables sobre la caída del Imperio de Occidente en tiempo presente. Es descorazonador pero también revelador. Es un puñetazo en la mesa, una mesa que nos aprieta el cerebro y no nos quiere hacer pensar. Una acción intelectualmente agresiva contra un estatus quo que nos lleva por el desagüe directamente.
Puede que los ciudadanos sintamos, leyendo “Simiocracia”, que “alea iacta est”, y poco podemos hacer salvo cambiar macacos cada cuatro años. O puede que nos levantemos airados y decididos a cambiar las cosas y lo logremos. Pero lo que es seguro es que el lector se va a reír, va a pensar y posiblemente aprenda mucho con este tebeo, famoso con toda justicia.

Por supuesto, «Simiocracia» también tiene vídeo, y merece la pena verlo. Eso sí, estos Ypu Tubes no son sino la punta del iceberg. Lo que cuentan es una presentación del discurso qeu Saló desarrolla en su cómic.

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