Archivo abril 2012

Brevísima aproximación a ¡Caramba! #2

¡Caramba! es un fanzine con la Clave de Humor el tono Mayor siempre bien arriba.

Acaba de salir el 2º número, un delirio enrrollado de 30 cm. de alto por 5 metros de largo del que hablaremos con calma en otro momento o lugar.
Por ahora, foto casera y una recomendación. Es edición limitada de 500 ejemplares (numerados, el mío es el 183, está escrito a mano con tinta roja) quedan trece (en este momento exacto y vía Twitter).  Sí, nada más. Uno de ellos puede ser tuyo, se compra on-line en http://carambacomics.com/.

 

Sí, el Spider-llavero friki es de mi hijo, pasa?

Por lo demás.. no sé si ¡Caramba! nº 2 es gracioso (bueno, sí lo sé) pero sí que es sorprendente. Por formato, por idea narrativa (el despipote bidimensional, el ritmo impro…), por la lista de colaboradores (47 firmas), por la exquisitez del producto (formato, aquí sí hay que hablar de formato) y porque esto es de Premio Guinnes, sin duda.

ACTUALIZACIÓN: ala, no dije nada. ¡Caramba! 2 ya está agotado. Pero eh, si lo ves en una librería, ni lo dudes, ¡material de culto desde ya!

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LOS MELONES DE LA IRA, de Bastien Vivès

Artículo publicado en Faro de Vigo el 6 de abril

Erotismo d’auteur.


Bastien Vivès sigue en la cresta de su particular ola, la del novísimo autor (bueno, ya no tan novísimo, pero sí joven, muy joven) que trabaja sin descanso entregando nuevas obras cada poco tiempo. Una al año, al menos. Y en cada nuevo libro, un paso adelante, un cambio de aires y de estilo que solo merece el aplauso.
Dicho lo cual, hay que reconocer que “Los melones de la ira” es un trabajo fallido por sus resultados, aunque con unos cuantos asideros de consolación (o que serán, en último caso, los que argumente el fan para justificar el dispendio y la lectura).
Vivès parece sentir que ha tocado un techo con “Polina”, su análisis del mundo de la danza clásica a través de la vida de una niña que crece hasta alcanzar la fama. Fue un trabajo donde posiblemente entregó su mejor dibujo y pretendió su obra más densa y compacta. Por eso sorprende en el buen sentido que tras un trabajo sensible y “de qualité” como aquel, se haya desmarcado con un cómic pornográfico (o de erotismo abrupto, si prefieren) sobre una moza de desproporcionado pecho que es violada (ante su desconcierto inocentón) por todo médico y político local que la recibe. Hacer un cómic porno es un acto travieso y quizá valiente, que se beneficia de un dibujo siempre exquisito, ahora reducido a rasgos básicos y expresivos, líneas nerviosas y abocetadas. Y es un golpe de timón desconcertante, en un artista hasta ayer preocupado por los sentimientos, la sensibilidad y el misterio femenil.

melones soft

Pero el ánimo provocador o las ganas de divertirse no han venido acompañados en esta novela gráfica de la inspiración. Más allá del portento como ilustrador, poco hay aquí del mejor Vivès. De trama simplona y moralizante, de osadía erótica más bien escasa (mucho tópico) y dejando una sensación de poca imaginación (demasiado lugar común y poco renovar el género), sólo resta insistir en la perfección sublime de su nivel como ilustrador

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El recoloreado en la historieta.

Ha pasado otra vez. Un cómic que en su día fue celebrado, vuelve hoy a venderse pero recoloreando el original. Las técnicas infográficas revistiendo de nuevos colores, tonos, degradados, sfumattos, lo que hace diez años ya tenía un determinado color.

Qué mal, qué feo. Vale, pero no vale.

Permítame el lector quitarme el traje de crítico/friki/loquesea de cómics y volver a lucir bata de restaurador de arte, para abordar el problema desde una perspectiva más, digamos, científica, que la opinión a partir del examen meramente organoléptico de los nuevos resultados. La diferencia entre el restaurador técnico y el artesano, de hecho, estriba en mi humilde opinión en trascender la organolepsia de marras, que al final nos avoca al «me gusta»/»no me gusta» y el «me parece que», para aplicar métodos de análisis (sí, la organolepsia lo es, un primer acercamiento analítico, pero muy insuficiente).Métodos científicos, históricos, de conservación y de restauración.

Tranquilos, no pierdo el norte. Esto es un blog sobre tebeos.

El caso es que no es la primera vez que sucede lo que le va a suceder al «Flex Mentallo»»:

Mentallo 90´s vs dosmiles

 

Desde mi experiencia a la hora de enfrentarme con «arte en conflicto» (la convivencia de dos manifestaciones artísticas en un mismo espacio, vamos), la respuesta científica erradica lo meramente opinativo. Un ejemplo: se plantea restaurar un retablo del siglo XVII. A la hora de trabajarlo, se descubre, tras el mismo, pinturas del XIII. Conflicto artístico. ¿Retiramos el retablo, lo reubicamos falseando la historia, el locus original, para tescatar arte perdido? Soluciones complejas. Más difícil: una pintura barroca cubre una policromía anterior, románica. Esto pasa, mucho, ¿eh?. Imaginemos que la «tapada» es exquisita a todas luces, por las catas, las pruebas, etc. Y que la barroca nos parece mediocre en un análisis formal, de acabado artesanal, de concepción artística y de materiales empleados. ¿Qué hacemos?

No daré soluciones (he intervenido en alguna de ellas en la zona aragonesa, por ejemplo, y tengo las que se adoptaron en la memoria) sino que os daré una alegría: el cómic es otro rollo, mucho más fácil por ser un arte industrial, y por lo tanto la intervención no suele ser sobre originales sino sobre indicaciones a un taller de máquinas, claro. No habría problemas, pues si ante cualquier intervención existiese la posibilidad de que se encuentren en el mercado ambas obras (porque modificando los colores originales en el fondo recreamos lo previo), no hay conflicto. Pero claro, como actividad induscrital, y comercial, esto rara vez sucede. Si se recolorea «Flex Mentallo» olvídate de poder encontrar el original a la venta (hay no obstante un caso curioso, e»El Incal», que sí se puede encontrar, creo, en la versión original, no sólo la infocoloreada).

En fin, entonces hay que posicionarse: ¿a favor o en contra? Hablo de método, no de resultados. Decidir si el revisado nos gusta es, otra vez, producto del análisis visual, personal. Nada que objetar, pero como método, algo está claro: cuando una editorial retoca una obra, la falsea. Falsea su historia. «Astérix el galo» se coloreó en los cincuenta y por tanto no proceden degradados cromáticos, porque no se aplicaban en la obra original. Me da igual si a tí te parecen «pocos y discretos», falsifican la historia.

antes y después: observa la armadura del centurión.

Un apunte para los exaltados: me encanta la reedición, me gusta el color nuevo. Pero como ejemplo de desfigurar el hecho histórico, es perfecto… porque no se degradaba infográficamente en 1959, salvo casos de color aplicado directamente en el original, claro. No es el de Astérix.

Otor caso peliagudo. «Sandman», sus primeros capítulos, han sido radicalemnte recoloreados, y quien lea la nueva obra no verá ni rastro de los modos y métodos de coloreado de 1988 (que eran revolucionarios en la industria del comic book, además, adhiriéndose a la corriente que enarbolaban «La Cosa del Pantano» o «Animal Man»)

"Sandman" ochentas, "Sandman" dosmiles.

Sin embargo, hay matices, nuevamente. Sin desdecirme y centrándome en el ejemplo de la obra de Gaiman, no es lo mismo que una empresa pague a un tercero para recolorear (en el sentido reinterpretativo del verbo) la obra de un autor que no está en el proceso (ejemplo notorio, «Prince Valiant», donde Foster evdentemente falleció hace muchos años) a que se contacte con los responsables y se les ofrezca semejante negocio. No cabe especular; si Gaiman, responsable y padre de la serie como concepto global, y uno de sus principales coloristas (Daniel Vozzo) aceptan rehacer el trabajo (ojo también: sobre los colores de otro autor, no implicado), las cosas cambian. Las causas tampoco entran en disputa con la legitimidad de un autor para rehacer su obra (artísticas o vacunas…de ordeñar la vaca). La implicación directa y activa del principal responsable de la obra (sea este ejemplo o sea cualquier otro, caso del citado Astérix, donde Uderzo está al pie del cañón) es un valor con todo el peso del mundo sobre la decisión.

La intervención daña, inevitablemente, porque repito, atenta contra el hecho histórico, pero si es el propio artista quien decide retomar el acabado visual de SU arte para modificarlo, está volunatariamente trasladando el hecho histórico al presente, que será historia de la obra también. de su obra. El caso es muy otro si sobre unos derechos adquiridos y despóticos una editorial decide a su cuenta y riesgo recolorear, maquillar y dar una solera más «contemporánea» a un cómic, ahora sí (ya que la autoría se compra pero no se ostenta) sin más razón que la pecuniaria. e interviniendo sobre una obra de un artista euque no está implicado. Mal asunto.

Por tanto en cuestiones de recoloreado, nada es fácil, nada se concluye con una frase, y sí que debemos advertir una cosa: la historia está ahí, y tocar un hecho histórico para hacerlo más «de hoy» es una primera traición. Luego tendremos el «a mí me gusta» (por ejemplo, a mí me gusta el recoloreado en el Absolute Sandman, que además unifica la obra, ya que se volvió chupi-infográfica algún tiempo más tarde). Y sobre todo, contaremos con la participación activa del autor o autores de la obra al valorar las cosas. Si Picasso hubiese decidido diez años más tarde de su primera exposición pública dar unas nuevas policromías pastel al «Guernica», recargarlo de verdes pistacho, azul cyan y rojos vermellón… al margen de que me gustase, ¿tengo derecho como restaurador a eliminar esas capas de óleo dadas por Picasso años más tarde? Es fácil hacerlo, puedo hacerlo, ¿eh?. Tú dame N-Dimetilformamida, una máscara, y alejaos que es cancerígeno, y ya verás… Pero es muy difícil decidirlo.

 

Sí, todo está en la red 😀

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Nuestra Semana Santa, el cómic doloroso

Sin ánimo de ofender, pero como los tiempos están para echarse unas risas antes que regodearnos en el dolor, les presento mi paso procesionario:

Paso del Santísimo Puño de Hierro Encendido, procesión freak

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MISTER WONDERFUL, de Daniel Clowes

Artículo publicado en Faro de Vigo el 23 de Marzo, ampliado para este blog.

El amor en la crisis de los cuarenta.

Daniel Clowes es uno de los autores más vitriólicos del cómic contemporáneo. Retratista de inadaptados de todo pelaje, ha captado en su obra un cambio de siglo que va, emocionalmente, a la deriva: los caracteres y situaciones de la obra de Clowes no dan respiro. O no lo daban: «Mister Wonderful» trae vientos de ligero cambio.
Prepublicado dominicalmente en el “New York Times”, Random House Mondadori edita su versión en libro, con lo que tenemos una nueva y muy disfrutable novela gráfica del dibujante de Chicago. Algo ha cambiado, cierto. Puede que por pura necesidad de variar, aunque sea un poco, su registro más agrio, o porque escribir para uno de los periódicos más leídos en el mundo impone cierta mesura y un tono más suave que en sus otras radiografías del “American Dream”.
“Mister Wonderful” vuelve a detenerse en la vida de unos perdedores. Un cuarentón fracasado se cita a ciegas con una mujer de su edad, y lo que rodea a esa cita es lo que Clowes ha querido contarnos. Siempre desde el punto de vista masculino de Marshall, este “mr. Maravilloso” que no lo es ni en sus ensoñaciones. Lo interesante del asunto es que asistimos a una obra emocional. Lejos de ser solo un pobre imbécil o un desgraciado cabrón, Marshall logra nuestra empatía, sentimos lástima de sus dudas casi patológicas, comprendemos sus inseguridades… qué lejos de los adultos retratados en “Ice Haven”, por ejemplo, donde no dejaba títere con cabeza… ¿serenidad de quien ya ha soltado toda su bilis y busca nuevos asideros? ¿Búsqueda autoral, ganas de contar algo nuevo, o al menos, “lo de siempre” pero desde otra óptica?
Dejamos las respuestas al lector, pero recomendaremos esa lectura. Atrapa y emociona. Y resuelve sus escenas desde una batería de recursos envidiable. El ya conocido truco de utilizar diferentes estilos gráficos se acopla aquí con mayor acierto que nunca, pues la ausencia del estilo episódico convierte esa operación en una apuesta más arriesgada, más difícil de lograr un resultado homogéneo, natural. >>Lo que cuenta es que no despiste de lo importante, la lectura, y que aporte capas de significado a esta (como siempre en sus últimos trabajos, por otro lado).

Clowes y la batería de recursos sin hacer ruido

Y lo logra. El virado formal, los cambios de estilo del dibujo, actúan narrativamente y jamás nos abstraen de lo importante: la lectura. Las ‘filacterias’ de monólogo interior actúan como elemento icónico y a la vez narrativo. Su ubicación en la viñeta entendida desde su solidez plástica es en sí misma contenido (como explica y muy bien Gerardo Vilches aquí), con lo que dibujo y escritura se combinan en el todo final que supone la lectura de un cómic. Impresionante cómo tapa con estas cartelas  rostros o diálogos de la acción.

Pero hay más, está el sabio aprovechamiento de un formato marciano, apaisadísimo, que utiliza para lograr poderosos efectos dramáticos. Su empleo de la viñeta gigante a toda página (o a doble página) posée una cualidad dramática impactante, una potencia que no había visto antes en Clowes, autor más dado a descomposiciones de página que juegan con la ortodoxia, antes que a lo que a priori hubiera sido un simple golpe de efecto. Sin embargo, aquí la usualmente grandiosa splash page incrementa la desazón, la amargura que vive el protagonista. Se desnuda de todo acento épico y no viene a remarcar momentos claves de acción alguna… adquiere, pues, visos de monólogo interior… de expreiencia vívida interna, anímica, intensa, por supuesto. Una especie de monólogo visual que se entrelaza con el textual.

Hay que quitarse el sombrero ante «Mister Wonderful», en fin, porque todas sus decisiones formales son un acierto. Y porque emociona desde una implicación nueva en su autor, o porque demuestra que el artista, lejos de anquilosarse en un determinado estilo (algo muy del artesano, en el fondo), sabe evolucionar y lo hace sin piruetas, sin aspavientos, de un modo natural y pausado. Qué lejos queda el radiografista de la adolescencia desencantada de «Ghost World», el diletante rapsoda freak del Guante de Seda… pero qué compacto continúa siendo su universo, cambiante, maduro pero siempre parte de un todo…

Este Daniel Clowes que se ubica ya entre lo mejor del 2012, definitivamente, y rubrica la realidad de que el autor de «Wilson» es uno de los más importantes del cómic mundial. Ala, chúpate esa.

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Fallece Antonio Mingote

Nos hacemos eco de otra importante pérdida en el mundo del humor gráfico, alguien que no necesita más presentación:

Más información, cómo no, en ABC, su casa durante tantos años.

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SOBRE LA ESTRELLA, de Moebius

Moebius, la geometría esencial (y publicitaria)

Volver a Moebius (porque yo siempre fui más de Moebius que de Giraud, y hablamos de un acto emocional a la muerte de un artista) suponía para mí buscar la chispa, el primer contacto. En este sentido aparece una primera imagen mental, muy ‘kubrickiana’. Me veo como un mono ante el Monolito, un pobre hombre ante imágenes de una potencia cósmica. «Sobre la estrella» no es, por supuesto, el mejor Moebius, pero en mi caso fue el primero, y al recorrer de nuevo sus páginas me asalta una primera idea. En este tebeo nacido por encargo para la Citroën encontramos una historia mínima de un contacto en tercera fase metafísica, un futuro donde la humanidad es andrógina y ha conquistado el universo, espacio infinito que comparte con miles de razas extraterrestres. En este marco, dos pilotos aterrizan abruptamente en un mundo sin geografía, una verdadera bola de billar polvorienta, donde se ha generado una ciudad en torno a una misteriosa pirámide.

Es pertinente recordar ‘2001’ porque la base es casi un plagio de aquello: el contacto con lo superior a nuestra realidad es el asunto que se agazapa tras la anécdota. Pero yo lo referí en otro sentido. He leído hace poco que Giraud es un místico pobre, de baratillo. Sobre la letra es así, pero sus ideas filosóficas, vitales y trascendentes se filtran de un modo nada burdo, en absoluto pobre, en us estilo más ascético. «Sobre la estrella» es su obra más pura en cuanto a iconicidad (o lo fue en su momento), se libera de lo superfluo, del barroquismo de Arzak, de la planificación cuidada de Giraud para Blueberry, de sombras y volúmenes, de materia incluso (después de todo la gran y enigmática pirámide tiene una primera acción: levita y se transparenta). Es una traslación directa de un ideario místico, telúrico y astral al tiempo, de brocha gorda, sí, pero qeu se traslada como en pocas ocasiones en la historia del cómic con enorme precisión a una forma de entender el arte gráfico. El dibujo de historieta como espejo de una meta-realidad trascendente.

No es por tanto un cómic interesante en tanto que argumento (curioso, circunstancial, una aventura quieta de dos Ecce Homo perdidos, para lectores adolescentes) sino como visualización de un ideario estético que refleja una visión mística. Sencillos ambos, puros, revalorizaando lo esencial para alcanzar la perfección, esa misma a la que la pirámide podría llevar al universo vivo. O un coche Citroën, por supuesto.

Este cómic, años más tarde, originó una serie, «El mundo de Edena», que desarrolla argumentalmente lo acaecido aquí. Entre lo curioso, lo insulso y lo interesante (recuerdo muy gratamente una civilización nariguda), supongo que la idea fue perdiendo fuelle, igual que yo perdí interés y la abandoné a su tercer o cuarto álbum. Lo mejor de Edena estaba en este arranque, sin duda.

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Acme Novelty Library de Abril

¡Buen paquete de novedades destacables en Abril habemus!

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