Archivo abril 2012

HOLY TERROR, de Frank Miller

Tiene el lector (mira qué desfachatez, lo que voy a hacer) muchos análisis que explican la hecatombe que ha resultado ser lo nuevo de Frank Miller como autor completo (esto es, guión y dibujo). Tienen ésto, y ésto, y ésto

Yo solo quiero unirme al festín de sollozos, y sí, decir que es una lástima.

Porque 01: Holy Terror es un traspiés de esos que te desnuca. Así, a lo bruto: un festival de imágenes impactantes (aquí sí, el «caballero oscuro» se luce, más que nunca) pero esteticistas, vacías y pocas veces útiles.

 

Encuentre a Wally agazapado entre los recovecos de este dibujo

Porque 02: esta vez no encuentro parábola por ningún lado. Miller se me ha vuelto rematadamente tópico y radical (ahora sí) en su modo, personal, íntimo, de encarar el horror de las Twin Towers. Y después de conocer in person la enormidad de la Zona Zero no se lo reprocho, un ser sensible como lo es un artista no siempre va a poder encajar esa barbaridad, sino que el horror lo arrastra… y eso es lo que ha pasado. Por tanto, bien, Frank, eres valiente por enseñarnos sin vergüenza tus sentimientos en forma de venganza en sucesión de splash pages y viñetas (mejor esta vez las primeras que las segundas, parece mentira del autor de Dark Knight Returns), pero no lo comparto y hecho de menos al hombre que utilizaba esa coraza ‘Ultra’ para hablar de valores mucho más abstractos y ancestrales que un animal deseo de cruel vendetta.

Porque 03: los toquecitos de color trivializan un recurso utilizado en Sin City y que no siendo el descubrimiento de América, vamos, al menos tenía entonces sentido.

Y porque 04: debe ser la primera vez en un cómic de Miller en que no identifico a alguna de sus caricaturas (y piénsalo… lleva unas cuantas desde Daredevil) y  esta tontería me da mucha rabia porque certifica, casi simbólicamente, que el hombre está mustio.

Bromas al margen, no sé, igual hay que desdecirse en una segunda lectura… quizá la abstracción conceptual de Miller sigue un pasito por delante y esta vez me adelanta en mis entendederas. Quizá toda esta bacanal de sentimientos fachas a flor de piel ilustrados con ferocidad y utilizando un sentido tan caótico de los recursos del cómic, sea un todo calcualdo y voluntario. Quizá deberíamos deslumbrarnos tanto con el último Miller como con Kago o Ware, a su modo. Pero… no lo veo, no.

Lo peor es que a tenor de esta historieta chulesca y supuestamente macarra, viril, provocadora, cañera, encantada de conocerse… el autor de ‘300’ se debe sentir en una 2ª juventud, capaz de hacer tres cómics como este al año, o de encarar ahora sí que sí, la vida de Cristo, la de San Apolodoro de Damasco y la de quien le pida el cuerpo desde un trampolín tan, tan débil como es este Holy Terror (que si tiene bondades y es un adelantado, todo ello se esconde tan bien que lo hace un tebeo in-disfrutable, la verdad). Vamos, que temo que lo hemos perdido para siempre. Ojalá me equivoque.

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Entrevista a Entrecomics Comics.

El otro día entrevisté a «El tío Berni», entrecomiquero que se prestó a sufrir mis inquisitoriales preguntas sobre la editorial «Entrecomics Comics» muy amablemente. Para el diario «Faro de Vigo», donde se publicó hoy viernes 27. Por lógicos motivos de espacio, la charla fue mutilada (ojo, por mí mismo, yo seleccioné qué era prioritario para el diario y qué se quedaba fuera). Pero este blog es un infinito lienzo en blanco, y así, ahora, al filo de la medianoche, os brindo la conversación completita. A disfrutar:

Nace una nueva aventura editorial, la encabezan los responsables de uno de los blogs más importantes que, sobre historieta, se han hecho en España, “Entrecomics”, que por supuesto sigue siendo un “site” de referencia para estar bien informado de todo lo que rodea al pequeño/gran mundo de las viñetas. Pero ahora han movido una ficha para la que, en plena edad del hielo de la verdadera y definitiva crisis universal, parece que hay que estar un poco loco, ser un poco valiente y muy atrevido. Nace Entrecomics Cómics, una nueva editorial con el auspicio de venir de los responsables de “Entrecomics”. Conversamos con Alberto García, uno de los responsables de este proyecto.

 

(YO) – Hablemos de cómo empezó vuestra relación con el mundo de la historieta, del blog. Nacisteis como una bitácora realizado por un grupo de amigos, en 2006.

(ALBERTO, y en adelante, claro, idem) -A través de una lista de correo dedicada al cómic llegamos a conocernos varios aficionados al medio, y entre algunos se forjó una amistad bastante estrecha. Habiéndonos conocido inicialmente a través de internet y en una época en la que el fenómeno blog estaba en auge, surgió la idea de crear nuestro propio espacio online. Fernando Rodríguez fue el ideólogo, Mar García la argamasa y yo el bulto. Casi inmediatamente le pedimos a Iñaki Sanz que se incorporase, y durante los primeros años también estuvieron ahí José Monzó y María Moreno. Después ya fue simplemente una cuestión de compromiso personal, trabajo constante y muchas lecturas, para estar al día, acabar de reforzar los cimientos y educar el paladar.

– Y ahora os decidís por haceros Editorial… una cosa que resulta evidente es la fuerte “piña” que sois en “Entrecomics”. Quien os siga en las redes sociales lo puede ver claro, sois un grupo de amigos dándolo todo por la historieta. O eso parece. ¿Puede radicar aquí el secreto de vuestro éxito y permanencia como blog, el no pretender otras metas que afianzar un “feeling” alrededor de una pasión, los cómics?

Indudablemente. Sin la confianza ciega que hemos ido depositando los unos en los otros, el proyecto habría muerto hace tiempo. Puede que tal vez por eso los intentos de añadir a otras personas a Entrecomics nunca hayan acabado de cuajar del todo, salvo en el caso de Gerardo Vilches, una valiosísima y relativamente reciente incorporación que, además de realizar aportaciones muy valiosas, ha encajado perfectamente en nuestra dinámica de grupo. Creo, o al menos espero, que la sinceridad y la pasión con la que realizamos la página web y el ambiente de amistad que mantenemos en la trastienda, trascienden de alguna manera hasta el lector.

Tetracerebro en la sombra: Entrecomics

– De hecho una razón que se puede leer en la Web de la nueva editorial pasa precisamente por las ganas de escapar de la rutina. A eso lo podemos llamar querer seguir pasándolo bomba.

-Entrecomics, la web, es un trabajo absorbente al que dedicamos prácticamente el tiempo de una jornada laboral completa. Es un trabajo que se hace con gusto, pero llegado un momento uno siente que algunas cosas se hacen ya por rutina. A pesar de ser conscientes de que cumplen una función y tienen una utilidad, el anuncio de novedades y la reproducción de notas de prensa no son enriquecedoras a nivel personal. La idea montar una editorial venía de hace años, pero siempre la veíamos como algo para un futuro próximo. Cuando de repente paramos un momento, miramos a nuestro alrededor, y vimos que parte de la función de Entrecomics la podíamos canalizar a través de otras redes sociales, pudimos por fin tomar aliento y decidir que queríamos apostar en serio por un proyecto nuevo. La puntilla final la puso a finales del año pasado Pablo Ríos –que ahora es uno de nuestros futuros autores publicados–, que nos contagió con su entusiasmo. Supongo que el anuncio de Entrecomics Comics ha pillado a casi todo el mundo por sorpresa, pero entre bambalinas llevamos unos cuantos meses afinando nuestros instrumentos y aprendiendo un montón de cosas nuevas. Es un poco como volver a nacer, pero sabiendo ya algunas cosas que solo los adultos saben. Y es muy emocionante.

-Sin embargo, aunque seáis unos buenos conocedores de este mundo de los cómics, esta es vuestra primera experiencia como editores. La profesionalidad en un sector nuevo es algo que exige responsabilidad y una idea del mercado en el siglo XXI. ¿Qué tipo de cómic es el que, como editorial os interesa? ¿Cómo encaráis la línea editorial de “Entrecomics Cómics”?

-Obviamente, cabe la posibilidad de que nuestra idea inicial sobre la línea editorial vaya cambiando, amoldándose a las exigencias y necesidades del mercado, pero en principio la apuesta es clara: nos interesan los cómics con personalidad propia. Puede parecer una definición muy vaga, pero realmente, cuando se lee mucho cómic, a menudo uno tiene la impresión de que hay un umbral de uniformidad muy amplio, tanto en aproximaciones estilísticas como en formatos. A nosotros nos interesa publicar cómics que no sean intercambiables, que bien por su temática o su grafismo resulten originales y reflejen la necesidad de expresión de sus autores. En este sentido también pensamos que el libro como objeto físico es importante, ya que el cómic es un deporte de contacto. Habida cuenta del desarrollo de lo digital –tema que también nos apasiona–, nuestra intención es dar a cada libro el formato que pide, y entre los proyectos que tenemos en marcha no hay dos libros iguales. El momento que vive ahora el cómic es muy atractivo a muchos niveles, se han roto muchos prejuicios y barreras, y es el momento de alimentar su cara más artística –sin snobismos– y ofrecérsela al gran público.

-Por otro lado, resulta sorprendente la franqueza de vuestro manifiesto… si podemos llamarlo así. En vuestra presentación on-line agradecéis y reconocéis la inspiración directa de otra editorial, “¡Caramba!”, y también reveláis las condiciones contractuales que proponéis a los autores… es algo inusual, y en cierto modo revolucionario, plantarse en el sector con tal transparencia pública.

-Por supuesto, ¡Caramba! ha sido el modelo editorial que finalmente nos ha convencido para dar el salto a la edición, y sus editores, Manuel Bartual y Alba Diethelm, nos han ayudado constantemente a lo largo de los meses de gestación de Entrecomics Comics. Sin ellos abriendo y mostrándonos el camino de autogestión, de utilización de las redes sociales y de optimización de la venta directa, puede que hubiéramos tardado otros 6 años en decidirnos a dar el salto a la arena editorial. Además, su mimo a la hora de editar, la apuesta por los autores españoles y la gestión y reparto de beneficios también nos han parecido algo a emular. Sobre el tema de la transparencia, bueno, evidentemente hay cosas que cualquier empresa, organización o colectivo tiene que guardar para sí mismo, sobre todo para evitar malinterpretaciones y opiniones mal informadas. Pero otras no tienen por qué ser un secreto, como es el caso del pago a los autores. El sistema de ¡Caramba!, que también practicamos nosotros, supone que el autor y el editor se reparten al 50% del PVP de cada libro vendido, una vez que se ha cubierto la inversión en la imprenta. Bien pensado es un sistema basado en la confianza, porque es una especie de trueque abstracto, muy distinto al adelanto del 10% sobre la tirada que suele ofrecer tradicionalmente la industria del libro. En nuestro caso, el autor aporta su trabajo artístico y confía en que el editor realizará su función lo suficientemente bien como para que las ventas sean buenas y su beneficio superior al que obtendría en otro tipo de editorial. Por su parte, el editor aporta un capital, una infraestructura y recursos humanos y confía en que la calidad y comercialidad del trabajo del autor le reporten ganancias. Si la cosa sale mal, todos perdemos. Pero si sale bien, ganamos más.

-Deberíamos hablar, ahora, de los autores… algunas firmas son muy conocidas, como Luis Bustos, otras, cuasi noveles. ¿Cuál ha sido vuestro criterio de selección?

-El criterio principal ha sido nuestro propio paladar, pero siempre con la idea en la cabeza de que la única forma de que esto prospere es comenzar con buen pie comercial. Es decir, todos los autores que vamos a publicar nos gustan mucho, pero también confiamos en su comercialidad. Nuestra primera obra publicada, Moowiloo Woomiloo, de Néstor F. y Molg H. es un cómic que ya seguíamos durante su serialización online, y precisamente lo concluyeron cuando nosotros empezábamos a buscar autores publicables. Se alinearon los astros, vaya. Néstor y Pablo ya llevan lo suyo publicado en fanzines, pero creo que cuando la gente los descubra en un trabajo más largo y todo suyo, se va a quedar bastante impresionada con su calidad y versatilidad. Pablo Ríos también es un autor novel, y además amigo. En cuanto vimos algunas páginas de su Azul y pálido, una novela gráfica sobre el fenómeno OVNI y las abducciones en clave documental, olimos su enorme potencial. Los otros dos autores sí que son veteranos y tienen cosas importantes a sus espaldas, cosas que nos han impulsado a contactar con ellos, conscientes de que todavía tienen mucho que decir en el futuro y que posiblemente ahora están en un momento de madurez exquisito. En el caso de Luis Bustos, le explicamos nuestro planteamiento editorial con pelos y señales, nos mostró el dossier de Versus, un cómic basado en un relato de Jack London, y llegamos rápidamente a un acuerdo. En el caso de Pep Brocal fue un poco diferente: le comentamos nuestro interés en publicar algo suyo, se retiró a reflexionar, y al cabo de un tiempo volvió con Alter y Walter, una cosa absolutamente preciosa. Como ves, en cada caso ha sido un poco diferente. No hay un denominador común entre los autores ni entre las obras, como no sea la confianza que depositamos en ellos y la libertad total de estilo y formato que les ofrecemos.

-Hay una línea muy evidente, de un cómic de autor, de libertad creativa y de confianza en el formato, el libro como objeto. ¿Serán los lanzamientos de “Entrecomics” una sorpresa, en este sentido de entender forma y fondo como un todo, digamos, exquisito?

-Ojalá nuestros aún limitados conocimientos técnicos nos permitan hacer eso que dices, porque, desde luego, esa es la idea. Como he comentado antes, cada obra pide unas dimensiones, un tamaño, un papel determinados, y es importante acertar con los mismos. De ello depende la relación de tú a tú que se establece entre el libro y el lector, una relación que implica cercanía, contacto. No se menciona muy a menudo, pero el cómic publicado en papel es una de las pocas artes en las que se ve involucrado el sentido del tacto, y hay pocas cosas en este mundo que pongamos tan cerca de nuestra cara como un libro. Además, hoy en día, debido al crecimiento del libro digital, hay que procurar más que nunca que el libro de papel esté dotado de valores y detalles añadidos. En ocasiones los autores tienen muy claros todos estos detalles, y en otros será un trabajo conjunto el acabar de definir el objeto final. Parafraseando a Paco Alcázar en el prólogo de Moowiloo Woomiloo, “el webcómic es el futuro… pero el papel nunca pasa de moda. También es el futuro”.

novedades traigo: palabra de Entrecomics: Bustos, Brocal y Ríos, respectivamente

-Apuesto que terminaré llamándoos “Entredelicatessens”.

-Seguramente así es como a cualquier editor le gustaría ser llamado. Nosotros lo vamos a intentar, desde luego. A priori, cuando se piensa en una delicatesen, la imagen inmediata es la de un público muy reducido, muy minoritario. Pero a medida que crece el público del cómic en general, y no cabe duda de que está creciendo, también crece ese pequeño sector proclive a disfrutar de obras más arriesgadas, más extrañas, más experimentales. No es que las 4 obras que tenemos en cartera lo sean, pero de una u otra manera se mantienen en el filo entre lo comercial y lo osado. También es eso lo que nos ha atraído de ellas. Y volviendo al tema del cómic supuestamente minoritario, creo que si se hace con buen criterio artístico y se mima la edición para ponerla a la altura de la obra que alberga, el éxito comercial puede llegar, y me remito al Frank de Jim Woodring que publica Fulgencio Pimentel, por ejemplo.

-Estáis empezando y es momento de arrancar y afianzar el proyecto, encontrar las primeras referencias, pero en la “tormenta de ideas” de la que brotó la editorial, ¿se barajaron intereses a medio plazo? Por ejemplo, editar material extranjero.

-Sí, es inevitable, cuando una opción es España y la otra opción es el resto del mundo, la lista de nombres extranjeros que se te ocurren es más larga que la de autores españoles. Pero en nuestro caso, debido a las peculiaridades del modelo de distribución y pago a los autores, la edición de material extranjero puede resultar más complicada. Nada que no se pueda solventar con diálogo y buena voluntad, eso sí. De momento estamos disfrutando de la experiencia de ver cómo las obras de nuestros autores nacen y crecen ante nuestros ojos, que es algo muy emocionante, pero en el futuro sí que nos gustaría traducir material extranjero, y también estudiar las posibilidades de la edición digital, que puede convivir perfectamente con el libro objeto.

-Bien, no nos adelantemos. El presente, claro, es online. Ya se puede reservar un cómic de la editorial (“Moowiloo Woomiloo”) que nació como “novela gráfica online” y ahora pasa al papel de vuestra mano. Por otro lado, el lanzamiento de vuestro nuevo proyecto se ha cocinado en las redes sociales, en un feedback con aficionados, amigos y profesionales que nos sumamos al juego del “qué será”. ¿La red el camino para vosotros? Estamos en un tiempo de cambio, pero ¿hasta dónde se puede hoy por hoy tentar ese cambio? Creo que volvemos a hablar de la responsabilidad de la editorial, de una visión del negocio y su viabilidad en 2012…

-Es curioso, parece como si entre lo digital y lo analógico se estableciera una carretera de doble vía. Nosotros en su día creamos Entrecomics, un medio digital, para hablar de los cómics en papel que leíamos. Ahora, abrimos una editorial para editar en papel un cómic que se creó online. Como decía antes, el papel también es el futuro. Internet y las redes sociales son herramientas que nosotros hemos tenido que aprender a usar y que manejamos con cierta soltura, pero nunca son el fin en sí mismas. Como tú dices, son nuestro camino: en ellas nos hemos dado a conocer y a través de ellas pretendemos canalizar nuestro proyecto, utilizándolas como sustituto de otras herramientas más tradicionales. Pero no son el objetivo, porque el objetivo y la responsabilidad sigue siendo el de cualquier editor que se precie: hacer llegar el mayor número de obras de calidad al mayor número posible de personas.

-Pues esto es todo, Alberto, muchas gracias por la atención, y mucha suerte en la aventura

(no contesta, así que intuyo que, embargado por lárgimas de emoción, Alberto gesticula desde Madrid :D)

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Fallece Josep Berenguer

Auqneu forzadamente a vuelapluma, no quiero dejar de lamentar la triste pérdida d euno d elos ma´s importantes editories de cómics en España, Berenguer.
Más información aquí

Mientras, solamente darle las gracias, esté donde esté, por:

Y todo lo que ello ha conllevado en la historia de los cómics en España:

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Nace Entrecomics Comics

La noticia hoy es esta página

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Acme Novelty Library de Mayo

Mayo, el mes del Saló, la cita de las citas, suele sobresaturarse de novedades… vamos a ver las más interesantes que ya han sido anunciadas para mayo (y ojo, otro «Acme Especial Barcelona» tratará las novedades que las editoriales presentarán en el Saló… aquí, solo atiendo a las novedades regulares, del mes…):

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¡CARAMBA! el salto mortal sin (con) red. De redes

Este artículo sobre la editorial ¡Caramba! escrito con la percha de su último lanzamiento (el nº 2 de su fanzine) apareció en Faro de Vigo, sí, pero le añadí aquí la crítica final al susodicho fanzine, ¡Caramba 2!, ya leído… que desglosaré y, supongo, retocaré para publicarla pronto en el diario citado, por lo cual no sé de qué hacerme eco, salvo de que todo pasará por el diario.. o pasó, vamos… o quizá lo haga o lo hizo o lo hace ahora mismo en una nueva dimensión, la Dimensio_prensa, o no, y… ¡Caramba, mi condensador de ciclotrones se ha averiado! (*)

Si una editorial se puede señalar hoy día como revolucionaria, imaginativa e impactante, esa es ¡Caramba!, una apuesta por el futuro con cabeza y corazón.

¡Caramba! debuta en junio de 2011 con el primer número de la revista homónima “¡Caramba!”, pero antes fue el runrún. De las fraguas del salón del cómic de Barcelona (esto es, filmado en mayo del mismo año) surgió en la red de redes un enigmático vídeo donde autores, críticos y gente del mundillo patrio en general, repetían la exclamación “¡Caramba!” sin ofrecerse más explicaciones (puedes verlo aquí ). En la red corrió como la pólvora. Algo iba a suceder, eso estaba claro, pero ¿qué? Pues el qué fue un fanzine, una revista sin ánimo de lucro con colaboraciones desinteresadas y ajustando precios para, eso lógicamente sí, cubrir gastos.
Nacía “¡Caramba!”, la revista, que se vendía solo por internet (en un principio) y ofrecía a los compradores más animosos y veloces suculencias como láminas dedicadas o camisetas exclusivas. Si te das prisa. Esa es la consigna nº 1. Y “por internet” el axioma carambástico. Estas dos facetas han contribuido, en su indisociable modus operandi, a lograr el triunfo de la empresa y a convertir ¡Caramba! en una editorial de éxito desde los márgenes de un producto de culto, pero popular. Por partes nos haremos entender.

...¡qué sorpresa!

Nacido como fanzine, pronto sus responsables Manuel Bartual y Alba Diethelm decidieron crecer a editorial de historietas. Manuel es bien conocido como autor de cómics para, por ejemplo, El Jueves, con libros ya publicados por Astiberri Ediciones, y Alba es creativa publicitaria, y se nota en la empresa. El primer número de ¡Caramba! nació como edición limitada y vendió 999 ejemplares, pero la editorial se reservó un número 1000 para incentivar concursos on line. El fanzine crecía en prestigio (ni una crítica negativa, todo parabienes) y la idea era clara desde el inicio: cómic y humor, una unión que se remonta al origen de la historieta y que Bartual y los demás colaboradores de la revista querían demostrar que sigue siendo una fusión natural, con futuro y sí, popular. Pero el exitazo dentro de sus márgenes de pequeñas ediciones limitadas fue tan absoluto, tan, en fin, de culto, que los dos alegres locos debieron decidir que ¡Caramba! podría crecer. Y lo hizo.
Ya como editores, los señores de la exclamación sorpresiva comenzaron a editar libros de autores nacionales de diverso pelaje. Con tranquilidad, no invasivamente sino en un goteo estratégico. De un ya clásico Manel Fontdevila (el conocido autor de “La Parejita” y colaborador del diario “Público”) a nuevas promesas como las hermanas Pacheco, posiblemente las autoras de mayor crecimiento exponencial de el último año y paradójicamente, surgidas en la red, con un blog.

Siempre claro el objetivo, siempre el humor en primer plano, cada libro nuevo es, además, una exquisitez, cuidado como objeto hasta en sus mínimos detalles. Y de contenido igualmente selecto, con lo que el catálogo de ¡Caramba! comienza a ser algo más que curioso.
Y siempre la red: Twitter, Facebook, el dial directísimo con los lectores, los recursos de las intercomunicaciones (por ejemplo, ¿cuántos casos conoce el lector de presentación por el autor de un nuevo libro, y digo libro, no solo “cómic”… retransmitido en streaming desde una librería y contestando las preguntas que les envían por Twitter en directo?). Así, paso a paso, rompiendo moldes en el modo de publicitarse y afilando el criterio para ostentar un fondo envidiable, llegamos a este Abril, que trae la última pirueta de ¡Caramba!, la más loca quizás.

¡Pero qué rollo!...

Damas y caballeros, ya está en sus librerías el número 2 del fanzine. Sí, “¡Caramba! 2” se puede comprar. No on line directamente a la propia editorial, ya que está agotado: edición limitadísima, 500 ejemplares, vendisos todos en medos de un mes. Pero persistan: ¿quién sabe en qué librería no se esconde, secretamente, el último ejemplar de este hito que no se repetirá?

Nómina de colaboradores vertiginosa (¡47 firmas! con ilustres como Max, Olivares o Calpurnio) y una idea sencillamente de premio Guinnes: “¡Caramba! 2” mide treinta centímetros de altura y ¡cinco metros de largo! Sí, leyeron bien. Al modo de un pergamino perdido en las olas del tiempo, pero surgido de una empresa casi virtual, apegado al futuro digital pero queriendo aún demostrar que el objeto, el libro, es importante. Desde luego, la tentación de desenrollar esa locura con viñetas no puede encontrarse en un “upload” internauta, así que la aventura, al menos hoy por hoy, vuelve a ser exitosa.

La experiencia ha resultado satisfactoria. Qué demonios, brillante: partiendo de una doble viñeta gemela con colores diferentes (distintas gamas cromáticas), Manuel Bartual propone un arranque de ciencia ficción chorras al que se irán sumando, a razón de una viñeta por barba, la lista de autores que, evidentemente, no procede citar (casi cincuenta firmas lo acapararían todo).

 

donde todo comienza.

Dos historias paralelas en dos hileras paralelas, donde cada pincel desafía al siguiente contestando al previo, en una suerte de juego improvisatorio. Hay quien simplemente añade un diálogo a la viñeta anterior (por cierto, que es la única que cada autor ha conocido de la obra… en algunos casos, ni siquiera se tenía idea de que una trama paralela desfilaría al lado de aquella en la que se trabaja), en otras ocasiones el «vacile» va más allá y la viñeta plantea un rompecabezas y un desafío. Un «a ver cómo continúas esto, guap@» que el siguiente autor resolverá con más o menos soltura.

¿Los mejores? Bueno, primero atestiguar un nivel general bueno. Todo es un despropósito donde lo que reluce son las ganas de divertirse con el juego planteado y, efectivamente, cada cual se ha reído del asunto a gusto. Pespunteado con un final de órdago que lo ata todo gracias a un magistral (no uso la palabra como muletilla, es un Maestro) Manel Fontdevila. Pero además, claro, hay de todo, y también aportaciones que brillan por encima de la media. Me quedo con David Aja, autor patrio que endulza cada tebeo Marvel que toca (y ya ha ilustrado unos cuantos, como por ejemplo, los hoy por hoy muy en boga Vengadores) parodiando el estilo de un Jack Kirby; o Mireia Pérez, que simplemente lo borda con una vuelta de tuerca convirtiendo su viñeta (recordemos, dentro de un tebeo-rollo de cinco metros de longitud) en una lectura serpenteante; o Molg H con una estética deliciosa y un chiste a costa de los tópicos narrativos de los tebeos («¡Deja de narrar en todo momento!», increpa su personaje a otro).

Y si queremos describir la obra como un todo (difícil tarea), hablaríamos, claro, de no sense, parodia, humor escatológico, y metalenguaje, una experiencia lectora novedosa, interactiva, irrepetible porque nunca más volverá a ser novedosa. Cabe preguntarnos hasta dónde podrán llegar Bartual y Diethelm tras esta pirueta. O si hay necesidad de seguir subiendo… ¿cómics envolviendo bombones? ¿Fanzines regalados al que adivine acertijos on line? En realidad, el futuro de la editorial ¡Caramba! será una nueva sorpresa, que nos hará exclamarlo otra vez:

¡CARAMBA!

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Entrevolution

Los grandes hitos de la civilizzación humana, sí, han tenido, tienen y sin duda tendrán… forma esférica:

el Sol, que nos dió el fuego. La rueda, la tecnología. El dónut, el colesterol. Y ahora Entrecomics...¿qué nos dará Entrecomics?

Fuera coñas.. de verdad, por mucha amistad que tenga servidor con los entrecomiqueros, ni sé ni quiero saber antes de tiempo qué se cuece… pero eso sí, viniendo del mejor blog sobre historieta en castellano (y más importante, el que mejor ha entendido las posibilidades diferenciales del medio web, lo que un blog puede dar de sí que no podría ofrecer una revista, un articulista en prensa, un programa de radio) sinceramente, lo que se esconda tras este misterio seguro que merecerá la pena.

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Charla sobre cómics

Ayer dí una charla sobre historieta en 6º de porimaria, en un colegio. Lo cuento todo AQUÍ

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PAUL VA DE PESCA, de Michel Rabagliati

Artículo  publicado en Faro de Vigo el 13 de abril de 2012

La pesca y otras trascendencias para hablar de la vida.

Michel Rabagliati nos habla de las cosas profundas a través de anécdotas superficiales en una nueva historia de su personaje, Paul, en un relato de vacaciones estivales.

El canadiense Michel Rabagliati es uno de los puntales modernos de eso que en Estados Unidos se ha venido a etiquetar como “slice of life”, lonchas de vida. Lo que, en fin, toda la vida se llamó por estos lares costumbrismo. Las historias de su personaje Paul son sencillas y cotidianas, historias de trabajos en verano, de mudanzas, recuerdos de juventud… cosas que nos huelen a común, a real, a cotidiano.
La nueva “aventura” de Paul consiste en irse, en familia y con amigos, a pescar a una reserva natural. Así arranca un libro que en su comienzo augura un relato sencillo, cotidiano, casi insulso: trabajo, una cena entre colegas, preparativos de viaje, el bañador que ha encogido (o no, claro), etcétera. Paseando por una sucesión de asuntos ligeros, vamos. Sin embargo uno no se prepara con estos primeros pasos a lo que le ofrecerán las casi doscientas páginas de esta novela gráfica. Porque partiendo de lo anecdótico, “Paul va de pesca” va hundiéndose habilmente en reflexiones personales y profundas, esas que delimitan el sentido de la vida a través de la recreación de pequeños/grandes recuerdos, conversaciones íntimas con amigos, experiencias compartidas en pareja, etcétera. Siempre con ese estilo gráfico elegante y claro, con una narración precisa pero que gusta de juegos formales, por ejemplo en las transiciones (el paso de presente a lo recordado, por ejemplo, suele acentuarse de modos visuales sutiles), con una gama de grises que ofrecen un acabado elegante, y con una diagramación de la página exquisita.

Paul y los detalles

Rabagliati nos conduce así de lo más anodino, como puede ser la elección de un vino que llevar a una cena entre amigos, a lo más trascendente, todos esos momentos que nos han esculpido en nuestra vida hasta convertirnos en lo que somos, de los arrebatos rebeldes de adolescencia al determinante deseo, adulto, de querer ser padres, reflejados todos ellos con sensibilidad desarmante en un tebeo que, página a página, crece en intensidad sin perder nunca el tono, ese aire de sosiego tranquilo, vacacional. De buena pesca matutina.

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Dejadme con mi novela gráfica (a propósito de «Paul va de pesca»)

La verdad, ayer publiqué un artículo breve sobre el cómic de Michel Rabagliati «Paul va de pesca»; lo ‘repescaré’ en breve… de hecho, lo lógico sería hacerlo a continuación de este, en unos días. Pero me quedé con ganas de contar cosas que no proceden en un periódico.

Paul, la pesca: sentido...

El debate va pasando, a todos nos aburre, y ya cuando reluce, como un rayo de sol vespertino, ponemos nuestras capuchas cubriéndonos el rostro, nos encorvamos y pasamos de largo. Cansancio, lo llaman.
Pero qué puedo decir… la lectura del cómic en cuestión a mí me ha quitado la capucha, me ha estirado la columna y me ha obligado a mirar de frente ese horizonte.
La novela gráfica.
La puñetera novela gráfica.

Y qué puedo contar… pues que he sido un niño muy pillado por los tebeos, en los setenta. Por los de superhéroes en concreto. Y un adolescente y un estudiante universitario tan freak como el que más. Un marvelzombi en toda la regla que se integró en la evolución adulta del género que propició DC a fines de los ochenta. Que leí a esos gansos traviesos del underground cuando tocó, también. Que me metí a saco con el europeo con CIMOC cuando quise «crecer».

Que amigos, todo eso está en mi sangre.

Pero ayer compré «Vengadores secretos» y me pareció papel mojado, mientras que la lectura recientísima de «Paul va de pesca» me ha emocionado hasta las lágrimas. ¿Sabes porqué?. Porque muchas cosas que me cuenta esa novela gráfica las he identificado perfectamente. Porque Batman puede ser glorioso pero la necesidad de unas vacaciones, lo íntimo del enamoramiento adulto, la responsabilidad, las charlas con amigos, el milagro de tener hijos, o el drama de perderlos, es algo que hoy por hoy me resulta más cercano y que me habla de la vida, de la muerte, de la pérdida, de las cosas que los años y la vida me han obligado a comprender y que no se comprenden si no has vivido (o, una vez vividas, las comprendes mejor, al menos). Me hablan de mi bendita vida privada. ¿Ha ocurrido antes? quizá, pero ahora también, y más.

... y sensibilidad

Porque, sea un 17×24 centímetros o sea un movimiento generacional, cuando leo cosas como esta última tierna y preciosa historia de Paul, me da igual qué quieres que sea. De Autor, NG, cuestión de centímetros… es un cómic que me habla de mí como en cierto sentido y desde la metáfora lo hacían los «4 Fantásticos» de Byrne en el 84 y «Odio» en el 93. Pero con otra edad. Y, ojo, importante, es un cómic que aplica para su ejecución una impronta artística antes que otra de tipo artesanal, manual. Sé que me explico.

Eso es, para mí, la novela gráfica, un cómic que me habla de cosas que, por edad, por experiencia, me tocan hoy, con los cuarenta bien cumplidos, como otro tipo de historieta lo hacía con veinte y otra con catorce. Y que lo hace desde lo conceptual, no desde lo manufacturero/artesanal.

Lo demás, me sobra.

Ahora digamos todos «qué cansancio de debate, de verdad paso» etc. Pero aquí, tras leer esta novela gráfica, doy gracias al cielo de ser lector de cómics en esta época, en que todo se propulsa a un infinito excitante y en múltiples direcciones. Y que además, poco a poco, se va haciendo un hueco más allá de oscuras (y benditas) librerías que atomizan con su rayo Zeta en la entrada a quien no sepa recitar sin trastabillar la lista de los diez primeros editores Marvel o los autores más representativos de la escuela de Marcinelle»

 

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