M.I.A ataca con Born Free

M.I.A ha dejado impactado al público con el videocplip de su nuevo tema Born Free. Puede interpretarse -al menos así lo hago yo- como una occidentalización de los conflictos bélicos que se están cocinando actualmente en Irak o Afganistán. Te lleva a la puerta de casa las terribles sensaciones que deben experimentar las poblaciones de esos lejanos lugares, poniéndote en su piel -esta vez teñida de blanco y pelirrojo- para que te sientas perseguido como si  las confortables calles de tu barrio pertenecieran ahora al Tercer Mundo. Dirigido por Romain -Gavras, el hijo de Costa-Gavras, no tiene desperdicio.
Aviso a navegantes: contiene algunas escenas de alto contenido violento que no dejan indiferente. Si eres de este mundo, vamos.

votar

Cosas que pasan

He decidido titular así esta entrada, robándole el nombre a un amigo y sublime blogger, para resumir en tres palabras como me siento últimamente. A partir de aquí, todos aquellos a los que os importe un pellejo de perejil lo que voy a contar podéis salir de la sala sin remordimientos colaterales. Si tuviera lo que hay que tener, yo también lo haría.
Después de ser padre la vida te cambia de sopetón. Para empezar te partes la jeta cuando piensas en el primer tipo al que un día se le ocurrió decir que para llevar una vida sana y ordenada y rendir decentementre en tu trabajo se deben dormir 8 horas al día. He buscado sin éxito su dirección postal para obsequiarle con un momento all-bran congelado y envuelto para regalo, por supuesto siempre desde el cariño -frase recurrente que suele preceder a un garrotazo verbal de los que te dejan las orejas temblando-. Cuando son las 05.00h y tus párpados se han llegado a tocar apenas un par de veces, empiezas a darle a la centrifugadora y arrancas a delirar. Cuando estás con una mano sujetando el chupete de tu hijo y con la otra intentando cubrir dos terceras partes de tu cuerpo con principio de hipotermia, te preguntas cómo el ser humano es tan sumamente incoherente: es capaz de mandar a un arganboy a Marte y no de crear un artilugio sujeta-chupete automático.

Después del sueño, el siguiente síntoma que te pone sobre la pista de que hay goteras en la terraza es que te empiezas a emocionar a menudo por las pijadas más absurdas que se puedan imaginar. Es evidente entonces que no puedo descuidar mis plegarias para sortear como sea el tener que cruzarme con algo realmente conmovedor, porque la cosa se complica de tal manera que eres capaz de lagrimar como los padres del futbolista revelación del Tegucigalpa, en la firma de su contrato por el Torrelodones B sobre la piel de una banana seca -lo primero que pillaron a mano-. En estos meses he ensayado tantos «se me ha metido algo en ojo» que llevo las americanas repletas de tarjetas de visita de oculistas sugeridos por extraños.

Otro de los cambios experimentados me tiene desconcertado. Me da por pensar concienzudamente a menudo, algo tan impropio de mí que me tiene abrumado. Vamos a ver, con lo bien que me iba a mí dedicándome a leer el Marca, viendo las fotos de la Rihanna de turno en las playas de Las Barbados o decidiendo si hoy me toca pizza o pa amb oli de menú, y ahora me tiene que estar pasando esto a mí. Lo curioso del asunto es que esos ejercicios mentales me han conducido al pasado. Una vez tras otra experimento como aspectos cotidianos de la vida me remontan a situaciones vividas muchos años atrás, con gente a la que quiero o he querido mucho. No le encuentro una explicación aparente. Quizá la perspectiva de la paternidad me ha devuelto el acceso a recovecos ocultos de mi memoria que estaban  guardados como oro en paño, bajo alguna contraseña extraviada. He vuelto a hablar con mis abuelos como si no hubiera pasado el tiempo. Como si estuvieran aquí todavía. He montado en el R8 de Pep y me ha contado cómo se las hizo pasar canutas a aquel gallito de El Terreno; he caminado por la calle Princesa con José -siempre impecable con su abrigo y  el ABC bajo el brazo- y en sus paseos estivales en Sa Indioteria me ha vuelto a dar unas monedas a escondidas para que comprara golosinas. También he vuelto a montar en bicicleta en El Dorado o a nadar a Cala Blava, a pasar las Navidades en Madrid o a jugar los domingos en el campo de La Victoria. Debe ser el preludio a mi nuevo rol familiar. Quizá haya sido mi hijo el que, sin decirlo, me esté pidiendo a gritos que le guarde una copia de seguridad de mi disco duro para que más adelante pueda contarle de dónde viene. Así están las cosas y así te las he contado.

votar

El Pulitzer para un medio digital

El periodismo digital de calidad está de enhorabuena. Nada menos que los Premios Pulitzer han sido los encargados de reconocerlo públicamente, entregando el galardón de mejor reportaje de investigación a ProPublica, un medio digital neoyorquino  dedicado al periodismo de investigación sin ánimo de lucro. The Deadly Chioces at Memorial es el nombre del trabajo premiado por la Universidad de Columbia -responsable de conceder estos reconocimientos- que desvela cómo se produjeron las muertes ocurridas en un centro médico de Nueva Orleans tras la catástrofe del Katrina, desarrollado en colaboración con The New York Times Magazine. Comparte dicho premio conjuntamente con el reportaje de Barbara Laker y Wendy Ruderman publicado en The Philadelphia Daily News sobre una investigaciçon policial.

Es la primera vez que la prensa online obtiene un éxito de estas características que permite, a los ojos del gran público, equipararla en prestigio al periodismo impreso tradicional. Las cosas están cambiando. Habrá que esperar para ver cómo se adapta el sector a los cambios. [+ en 233grados]

votar

Cómo se prepara la portada en el The New York Times

The New York Times ha puesto en marcha una inciativa interesante y novedosa llamada TimeCast. Desde el pasado 22 de marzo la edición digital de este prestigioso periódico cuelga un vídeo diario en su web que recopila parte de la reunión que cada mañana llevan a cabo  los editores de portada y las posteriores conversaciones que mantienen algunos periodistas de la redacción tratando de verificar las informaciones que se publicarán al día siguiente, analizando la evolución de las historias que preparan y proponiendo otras.
A continuación os dejo el vídeo con el que se abrió esta sección, en el que podréis disfrutar  observando lo que sucede en la trastienda de la redacción de un diario.

[Vía PostPeriodismo]

votar

Mi abuelo Pep Romero (II)

En la entrada anterior sobre mi abuelo Pep quedó pendiente, entre otras cosas, una recopilación de fotos y documentos que ilustran parte de esos momentos de su vida. Con ellos os dejo:

 

Mi abuelo, el primero por la izquierda, en un acto en Na Burguesa con el alcalde de Palma de la época.

 

Artículo del Última Hora sobre la apertura de la sala de fiestas El Caimán.
Mis abuelos bailando en la pista de la sala de fiestas Saint-Tropez de la que mi abuelo Pep era el gerente.

Mis abuelos (en primer plano) en la terraza del Saint-Tropez.

 

Documento oficial con el logo de la sala de fiestas Saint-Tropez.

votar

La invasión de las redes sociales

El siguiente vídeo -obra de la agencia de publicidad 101– presenta un sensacional informe sobre el uso de las redes sociales en España y el resto del mundo. Minutos al día dedicados  al Facebook por los españoles o audiencias que triplican en usuarios únicos a las de los diarios digitales más leídos en la red, son algunos de los múltiples datos que aporta este audiovisual. Muy interesante.

[vía Nacho de la Fuente]

votar

Mi abuelo Pep Romero (I)

A veces la realidad te juega malas pasadas. Me sucedió algunos kilómetros de carretera atrás. Le vi caminando entre calles. Con sus gruesas gafas de sol y sus andares inconfundibles. Los de mi padre. Los míos. Sin duda era él. Quise que lo fuera. Mi abuelo Pep, en Pep Romero d’El Terrenocomo le conocían en sus tiempos mozos. También como en Pep Bisco por sus problemas de visión de juventud. Nunca le molestó, porque «cuando algo es verdad, es verdad», decía con media sonrisa y golpeándose las manos como quien da un golpe seco para introducir el tapón de corcho de una botella de vino. José Romero Rodríguez era su nombre completo. Los dos apellidos de la madre. Su padre biológico, de linaje Balaguer, se borró del mapa al saber que había hecho diana con sus cromosomas justo cuando, de repente, recordó que ya era padre de familia en otro portal. Una evidencia más de que siempre ha habido hijos de puta, y no es fruto de la vanguardia. Mi bisabuela, madre soltera en la década de los 20, tuvo que apretar las nalgas y secarse las lágrimas. Comer era lo importante. Se marcharon a Argelia mordiéndose las uñas, y allí mi abuelo Pep soñó por primera vez algunas de las pesadillas que se le repitieron el resto de sus días. Como aquella en la que paseaba de la mano de su madre cuando un soldado despechado asaltó a su mujer en plena calle y la degolló ante la mirada inalterable de los viandantes. Lo que más le jodía, me decía, era que «nadie hizo nada, nin«.      
Precisamente ese ímpetu que reclamaba para los demás le jugó algunas malas pasadas. Mi abuelo Pep era un tipo duro. De los de antes. Fuerte como un yunque. Con dos cojones como equipaje de mano. Y con él a todos lados. Con ese macuto se hizo a sí mismo a base de esquivar a golpes las zancadillas de la vida. Algunas con vistas a un precipicio sin billete de vuelta. Sin tiempo para la infancia, se convirtió en adulto de guardia. No había nadie más. De ahí que no encontrara referencias que aplicar en su paternidad. Trató de suplirlas con el corazón, de tamaño descomunal y sensible como la pluma al viento. Sin reservarse el derecho de admisión. A los quince años ya se había alistado para ir al frente con los nacionales. El lavado de cerebro fue coser y cantar. Pep reconocía que «a esa edad, con más hambre que el perro de un ciego, era lo que había». Con los años fue asumiendo sus ideales sin tapujos. No sólo sucedía que los suyos habían ganado, sino que había que darle un sentido coherente a su vida. No podía estar sustentada toda en un error, debía repetirse a solas ante el espejo. No había nada que perdonar. Él fue el único responsable de sus actos y a nadie más debía rendir cuentas. En todo caso a su conciencia. Pero habría que haber estado ahí para salirse de la fila y no romper esfínteres.

Cuando pasé a la altura de su figurada presencia seguía obnubilado. Le recordaba con aquella precisa pose; un Lucky entre los dedos de su mano a medio alzar, como cuando conducía su celeste Renault 8 TS. La ventanilla bajada y el codo a medio camino. Cómo sonaba aquel coche… Cuando organizaba una jornada de pesca su escrupulosa rutina  me  narcotizaba. Bajábamos al garaje y me decía: «ara espera’t un poc«. Abría la puerta del conductor, encendía el motor, descargaba su pie en el acelerador repetidas veces y salía del coche. Yo aguardaba fuera, ansioso. Abría el capó y el motor relucía como las vajillas de palacio. «A que podríem berenar aquí damunt?«, me soltaba todo orgulloso de su joya rodante. Nos montábamos y la bestia empezaba a rugir. Lo llevaba siempre al trote ligero. Era una atracción para peatones y conductores. Pep lo sabía y disfrutaba como un niño pequeño la noche de Reyes. Quizá porque nunca pudo jugar a tiempo, cuando era el tiempo de jugar. Llegábamos al Club Naútico Calanova y aparcaba en su plaza de toda la vida con una maniobra impecable, meticulosa. No entendía como la gente no hacía lo mismo y respetaba cada uno su espacio. Un día un pescador le pidió precio por el R8 en mi presencia. «No está en venta», dijo Pep orgulloso de su máquina. Le concedía un valor personificado a sus modestas pertenencias. No se las podía abandonar cuando dejaban de funcionar. Se habían ganado su respeto por los servicios prestados y eso no se podía olvidar a las primeras de cambio. Se merecían un esfuerzo para tratar de devolverles su utilidad por tantos instantes de fidelidad…

Me temo que habrá segunda parte.

votar

En esas estamos

Estos son los 7 consejos que nos da Enrique Dans a la hora de crear y mantener un blog, y en esas estamos:

[…] «7. El éxito de un blog no viene del número de visitas. Viene de estar a gusto con él».

Entonces he triunfado por todo lo alto. Las otras 6 recomendaciones blogueras las encontráis en Esquire (avance del número de abril 2010).

votar

No preocupa el soporte, importa la calidad

Leo un interesante artículo de opinión sobre un tema que trae de cráneo a los cabezas pensantes del mundo de la comunicación y los medios: periodismo digital vs periodismo impreso. Me quedo con este fragmento de la reflexión en voz alta de José Luis Barbería en El País:

Y es que el periodismo se consagró, precisamente, como filtro efectivo contra el bulo. Se equivocan quienes creen que el periodismo en la Red puede prescindir de la formación, el código deontológico, el estatuto de redacción, la ética o la vergüenza torera. «Ja, como si los periodistas respetaran sus códigos», dirán quienes predican el fin del periodismo. Pese a todo, puede que los cínicos periodistas retratados con maestría en Primera plana, de B. Wilder, resulten unos tipos entrañables comparados con lo que prolifera por ahí. Mejor estar entre las tres pes (putas, policías, periodistas) que ponerse en manos de grupos sin escrúpulos o de aficionados temerarios atacados por la soberbia.

Quienes creen que pueden suplantar sin problema al periodista podrían hacer el ejercicio simple de elaborar una noticia en el tiempo en que lo hacen los profesionales, para comprender que captar lo significativo, ordenar con criterio los datos, contextualizarlos y redactarlos de forma comprensible y atrayente es una tarea que requiere el saber del oficio. ¿No hemos visto a escritores consagrados naufragar en el género del reportaje y a intelectuales perderse en entrevistas-río sin principio ni fin? Con sus miserias y el pesado lastre de sus otras tres pes domésticas -paro, precariedad y presiones-, el periodismo, donde el éxito es siempre efímero y la reputación profesional discurre al borde del precipicio, cumple una función imprescindible.

Pese a la calidad indudable de algunos espacios y al mérito personal de quienes los animan, nuestro universo digital está muy coloreado por plataformas sectarias, «confidenciales» donde chirría la regla de la verificación, fabuladores informativos que todos los días rearman la teoría de la conspiración del 11-M, tertulias de boca caliente en disputa por ver quién la dice más gorda. Pero la Red no inventó la mentira. La rentable escuela de la invectiva nacional ya funcionaba antes entre nosotros, como funcionaban los carroñeros que hacen espectáculo de lo más sagrado.

Según eso, el problema no estaría entre el nuevo y viejo periodismo, sino entre el bueno y el malo, en la urgencia de restablecer la relación perdida con el público. [el artículo completo aquí]

votar

Cuando una foto vale más que mil palabras

Llegó a mi pantalla vía Facebook un trabajo fotográfico de extraordinaria calidad humana y gráfica. Phillip Toledano narra desde el objetivo de su cámara fotográfica los últimos días de vida junto a su padre, de 98 años de edad por entonces. Me ha parecido de una sensibilidad finísima la manera en la que retrata al que fuera actor en los años 30, acompañando algunas de sus capturas de breves descripciones sobre la dureza de su enfermendad mental, y al mismo tiempo la felicidad por haber conocido cara a cara lo divertido que era su padre. Una historia de amor, a fin de cuentas.
Os dejo con Days with my father

votar

La madre de todos los blogs

Descubro Mi vida con hijos, el blog de una periodista y madre de tres hijos que lucha cada día contra los elementos para apuntalar su existencia, sacando la cabeza para tomar aire de vez en cuando en medio de la asfixiante ciudad. El éxito de sus experiencias, contadas a ras de tierra y sin envoltorios, ha colocado a esta bitácora entre las 11 finalistas como mejor blog en español de los premios The BOBs, los más prestigiosos de la blogosfera internacional. Quizá porque me identifique de manera muy cercana en sus vivencias o tal vez porque la manera de contarlo sea tan irónica como para atraparme al primer golpe de cursor -o las dos cosas a la vez- me inclino por proponeros esta lectura. Para muestra, un botón:

A la madre de familia numerosa le tocó el otro día ir a un viaje de trabajo. Llevaba tiempo en dique seco y notaba ya que le estaban creciendo raíces (además de hijos).
– No te va a dar tiempo a hacerlo todo en un día, vas a tener que quedarte a hacer noche. ¿Te importa?, le preguntaron.
– No, claro que no, respondió la madre de familia numerosa, con una voz que trataba de ser firme y profesional. En realidad le hubiera gustado decir: No, claro que no, todo lo contrario!!!!. Pero no lo hizo.
Cuando se lo contó al padre de las criaturas también tuvo que reprimir su entusiasmo («No queda otro remedio, he intentado hacerlo todo en un día, pero ha sido imposible», siguió diciendo en tono serio y profesional). Y también tuvo que fingir un poco al despedirse de los niños una mañana lluviosa (el mediano incluso intentó hacer una escena aferrándose al trolley para evitar que se marchara su Mamáaaaaaaaaaaaaa). «¿No te da pena dejar a los niños?», le había preguntado una compañera de trabajo. Y ahí sí que respondió sin disimulos, consciente de que se arriesgaba a que la llamaran madre desnaturalizada: «Pues mira, no, ninguna, más pena me doy yo que estoy sin dormir y estoy al borde de la muerte por agotamiento». Al fin y al cabo, para ser madre, buena o mala, es condición indispensable estar viva. Y a ser posible en buen estado de salud.
Iba con una agenda de entrevistas cargadísima, con un largo viaje en coche por delante, y, sin embargo, su ánimo era como si se fuera de vacaciones. ¡Que me voyyyyyy! Durante la semana previa al viaje, con emoción de adolescente, había ido acumulando libros, revistas, música que llevarse al viaje (de dos días y una noche. Una noche). Su destino era una ciudad feotona, sin nada que ver ni visitar, y lo agradeció porque así nada le distraería de su plan al terminar el trabajo: encerrarse en la habitación del hotel. Ni cine, ni teatros, ni restaurantes de moda podrían desviarla de su camino. Con determinación férrea a las nueve y media estaba ya recluida en su habitación. Abrió el trolley para ver los libros que había traido, le echó un vistazo a uno, pero enseguida decidió aprovechar para hacer lo que verdaderamente le apetecía: Dormir. Dormir. Toda una noche entera ante sí. Sin ruidos. Sin lloros. Sin miedos. Sin toses. Sin biberones. Sin chupetes perdidos. Sin peluches extraviados. Sin pijamas meados.
Y se durmió en los brazos de Morfeo (que no los hubiera cambiado ni por los de George Clooney). Como no estaba acostumbrada a dormir toda una noche seguida se despertó varias veces, lo cual aumentaba más el placer de pensar que podía volver a dormirse, porque nadie iba a echarse a llorar, nadie iba a tener miedo, ni a mearse, ni a tener sed, ni pesadillas.
Y al amanecer se despertó como nueva, aunque con la cabeza embotada, sin duda por la falta de costumbre de dormir tanto. Y por la tarde cuando regresó a casa y sus hijos la recibieron entusiasmados como si regresara de vencer una guerra, los quiso más todavía. Y mejor, sin duda. Que cuando se ha dormido todo se hace mejor.

votar

La infancia marca nuestra felicidad futura

Leo una interesante entrevista al ciéntifico Eduard Punset en la que, entre otras muchas cosas, habla de la importancia de la comunicación entre los padres -o tutores- y los bebés en los primeros años de vida y la transmisión fluida de sentimientos. Punset asegura que lo que ocurre en la infancia «es determinante» para el futuro desarrollo personal y social de la persona, y señala las dos herramientas con las que todos debemos contar al cumplir 6 años:  

«[…] Una, con la autoestima suficiente para poder lidiar con el entorno, con el vecino… No se debe dejar llorar mucho tiempo seguido a los niños, ya que así se sienten queridos, que son fuertes…; otra, con las ganas de seguir profundizando en el conocimiento de los demás, consecuencia de lo bien que les han tratado. Estas dos cosas son fundamentales; o las tienes a los seis años o no las tendrás nunca»… [+ en XLSemanal]

En ese sentido, según el científico catalán, todos los estudios demuestran que lo que nos ocurra en nuestros primeros años de vida dejará su huella para el resto de nuestra existencia. Para guiar a los padres en la educación emocional y cognitiva de nuestros hijos, Punset nos facilita algunas pistas:

Cinco consejos para hacer de un bebé un adulto capaz y feliz
«Los bebés son una unidad de I+D. Su cerebro establece conexiones a una velocidad que jamás volverá a alcanzar. ¡Duplica su tamaño! Lo que aprendan en esa etapa marcará su vida adulta.
1. EL BEBÉ ES DEPENDIENTE. NO LE DEJE LLORAR
Hay quien defiende que es bueno dejar llorar al niño un rato o hasta que se canse. Esto es `opinable´, pero lo que es seguro es que los bebés no pueden gestionar un estrés excesivo. No pueden deshacerse de su propio cortisol. Los adultos hemos descubierto maneras de gestionar el estrés: llamar a un amigo o tomar una copa o un té. ¡Pero los bebés, no! Y a ellos les resultan estresantes cosas muy pequeñas ¡porque les va en ello la supervivencia!
2. LA AUTOESTIMA ES VITAL. DÍGALE QUE LO QUIERE
A los seis años debes tener dos cosas fundamentales o no las tendrás ya: la primera, la autoestima suficiente para lidiar con el vecino; y la segunda, la consecuencia de lo bien que te han tratado: que te den ganas de seguir profundizando en el conocimiento de los demás. Para conseguirlas, es fundamental que te quieran y que te lo hayan hecho saber.
3. UN BEBÉ NO NECESITA VIDA SOCIAL
Hay madres que dejan a su hijo en una guardería porque creen que el bebé necesita socializar. ¡En absoluto! Lo que precisan es atención y cuidados de alguien que los conozca bien. Hay que replantearse cómo cuidamos a los bebés, ¡y con esto no quiero decir que la mujer se quede en casa! Pero es imprescindible crear sistemas para ayudar a los padres.
4. PREMIAR ES MEJOR QUE CASTIGAR
Los niños reaccionan mejor ante las recompensas. ¡Atención, papás y abuelos: es mejor ignorar las maldades de los bebés y recompensarlos cuando hacen las cosas bien! Distinto es cuando se trata de adolescentes. Con ellos es más eficaz el castigo. ¿Por qué? No lo sabemos todavía, pero quizá tenga que ver con que requiere mayor inteligencia cambiar de proceder cuando te equivocas que repetir aciertos cuando te premian por ello.
5. EDUCACIÓN EMOCIONAL
La disminución de la violencia y el altruismo están vinculados al aprendizaje emocional. Y para ello es clave enseñar al niño a gestionar sus emociones. Hacerlo, aumenta en más de un diez por ciento el rendimiento de los alumnos. Demostrado. El siguiente paso es desaprender, renunciar a los prejuicios que nos impiden avanzar. A los niños, en lugar de preguntarles cuando salen del colegio «¿qué has aprendido hoy?», deberíamos preguntarles «¿qué has desaprendido hoy?».
Cita postuaria: «Siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro». (Graham Greene, 1904-1991)

votar