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Dos siglos como prisioneros de guerra

De vez en cuando me pierdo por las páginas de TED y de veras que es muy recomendable (más aún con la reciente proliferación de contenidos traducidos al castellano). En esta última ocasión encontré una presentación que me hundió en el sofá durante 15 minutos, junto a las tribus lakota y sioux y la cruda realidad de su existencia. Siento una gran admiración por la cultura de los nativos americanos, y en concreto por todo lo referente a los indios norteamericanos. Creo recordar que la cosa se remonta a cuando veía en familia las películas del Oeste los sábados en TVE. Entonces mi padre me insistía: «Recuerda que, aunque no lo parezca, los buenos son los indios».

En el siguiente vídeo el fotógrafo Aaron Huey -que no es indígena- repasa la historia del desplazamiento y exterminio crónico que los lakota han padecido en los últimos doscientos años, visto desde el objetivo de su cámara tras 5 años de convivencia en la reserva de  Pine Ridge. Es difícil exportar democracia a Oriente Medio, por ejemplo, cuando de puertas para adentro se tolera la convivencia con este genocidio invisible sufrido por los herederos de los  pobladores originarios de un país. La violación repetida de los tratados firmados en la segunda mitad del siglo XIX entre el gobierno estadounidense y los lakota, ha depreciado el valor de la palabra y su rúbrica hasta los límites de la indignidad más siniestra del ser humano y sus formas de gobierno. Mejor será que le deis al play

[En la pestaña de «subtítulos» podéis escogerlos en español]

A sangre fría

Cuando apenas me quedaban un par de páginas para acabar de leer A sangre fría de Truman Capote -una obra maestra- me he topado con un reportaje fotográfico que celebraba el 45 aniversario de la publicación de esta novela basada en hecho reales y ambientada en un escalofriante crimen sucedido en un pequeño pueblo de Kansas en 1959.
Para los que hayáis tenido el placer de zambulliros en el libro, os resultará muy revelador ponerle cara y ojos a los personajes y situarlos en el paisaje rural que describía Capote de forma tan certera. No os perdáis este reportaje fotográfico

Wikileaks, la pesadilla de los que ocultan algo

Hace tiempo que vengo siguiéndole la pista a un asunto que me llamó mucho la atención desde que leí este artículo hace algunas semanas. Se trata de la web WikiLeaks, cuyo propietario es el hacker y periodista australiano Julien Assange, especializada en la difusión de información confidencial. Utilizan la encriptación de las comunicaciones a partir de un software especializado para conseguir que sus fuentes les faciliten todo tipo de documentación confidencial preservando en todo momento su anonimato, aprovechando toda una compleja maraña de servidores internacionales que impiden que se le pueda seguir la estela a los comunicadores. Documentos gubernamentales que revelan secretos militares y comportamientos poco éticos por parte de empresas y multinacionales, reuniones clandestinas con sede en países con regímenes totalitarios, revelación de crímenes de estado en zonas donde no se respetan los derechos fundamentales de las personas etc. En definitiva, una auténtica pesadilla para los que manejan los hilos y que pretenden seguir ocultos tras sus máscaras de impunidad. Es de orden público el interés de las fuerzas de inteligencia de EE.UU. por dar con el paradero del pirata Assange y hacerle unas preguntitas. La amenaza de publicar cerca de 200.000 documentos clasificados tiene la culpa, puesto que nadie olvida el efecto nefasto que tuvo para la reputación del país el hecho de que saliera a la luz pública un vídeo sobre un ataque aéreo a civiles en Afganistán. Su objetivo, según sus propias palabras y siempre bajo una escrupulosa supervisión legal, es éste:

[…] «Wikileaks puede convertirse en el servicio de inteligencia más poderoso de la tierra. Un servicio de inteligencia de la gente. Éste será un open source, un servicio democrático e inteligente. Y éste será más ético y menos partidista que cualquier servicio de inteligencia gubernamental. Por ello será más preciso y más relevante. No tendrá intereses comerciales o nacionales de fondo, sino que su único interés será la libertad y la veracidad de la información. A diferencia de las actividades secretas de los servicios de inteligencia, Wikileaks informará a los ciudadanos por encima del poder establecido sobre la verdad en el mundo.

Wikileaks será la valvula de escape para cualquier miembro de un gobierno, para cualquier burócrata o empleado de una corporación, que esté informado de asuntos embarazosos que la institución quiera ocultar, y de los cuales el público necesite tener noticia. Aquello que la conciencia no puede contener, y que injustamente se disimula como secreto institucional, Wikipedia lo transmite a todo el mundo…» [+ aquí]

       

Para saber más acerca de la filtración del vídeo del ataque a civiles afganos por parte de un helicóptero Apache del ejército estadounidense os recomiendo este artículo: «The strange and consequential case of Bradley Manning, Adrian Lamo and WikiLeaks» (para solventar problemas con el idioma os sugiero que paséis el enlace por Google Translate).

El enemigo en casa

En el siguiente vídeo aparece el testimonio de Mike Prysner, veterano de guerra de los EE.UU., sobre la guerra de Irak y la identidad del «verdadero» enemigo de su país. Ahí lo dejo.

[Vía La Huella Digital]

Quedan 66 días para que le den las notas a Obama

Amnistía Internacional le ha dado 100 días a Barack Obama para que haga los deberes si quiere aprobar su primer trimestre a los mandos del cotarro mundial. ¿Creéis que superará la evaluación o le quedará algo para septiembre? Repasa el siguiente widget (elige el idioma) y haz tus apuestas.

Más allá de la televisión

Vamos a cerrar este fin de semana de febrero con algunas de mis sugerencias para que ocupéis vuestro tiempo, si os da la gana por supuesto. Visto el recital escabroso que en los últimos días nos ha ofrecido la pequeña pantalla y una parte de la prensa escrita, os voy a echar un cable por si decidís cambiar algunos hábitos de ocio.

Mis tres propuestas son:

  • Engánchate a «Mad Men«, la serie yankee que ha roto todos los moldes en los últimos años. A los que os interese o tengáis curiosidad por el mundo de la publicidad, el marketing o la comunicación disfrutaréis tela marinera. A los que ni os vaya ni os venga este mundillo, también os interesará conocer como los que están al otro lado tratan de influirnos en nuestros gustos y hábitos de consumo, y de qué manera lo consiguen. Recordad que no es malo irse a la cama sabiendo algo más. Incluso, aunque después no podamos cobrarlo.
  • Como banda sonora para la lectura anterior, os propongo el último trabajo de Antony and the Johnsons, «The crying light«. Pura magia, querido Tamariz.

Cita postuaria: «La soberanía del hombre está oculta en la dimensión de sus conocimientos.» (Francis Bacon)

"Adivina quién viene esta noche" en PocoMás Magazine Febrero

PocoMás Magazine presenta un mes de Febrero completito. Como sabéis, contribuyo a bajar la carga cultural de la revista -dura tarea, por cierto- con mi columna mensual de poco sustento, curiosamente. En este número me he vuelto loco rebuscando entre la basura y me he decidido por un tema novedoso donde los haya. Cuando leas «Adivina quién viene esta noche» (la parte positiva es que si lo haces te desgrava cuando presentas la declaración de la renta) te darás cuenta de que te he dejado compuesto y sin novia. Es lo que tiene el talento: cuando está racionado nunca sabes por donde te saldrán los tiros.

Para los más antiguos -que no viejos, Haruki- a continuación os dejo el artí-culo (hartar, que perdió la «h» tras el estornudo de un académico, unido a culo conforman: hasta el cu…) para que podáis recrearos. Ojo: si lo imprimís en folio duro podéis hacer uno velero de papel by America’s Cup.

Adivina quién viene esta noche

El pasado 20 de enero me planteé uno de mis mayores retos personales: intentar abstraerme de la ceremonia de proclamación de Obama como presidente del Tío Sam. Resultado: ¡Error fatal en Héctor 2009! De igual modo que el pequeño Bush –se desconoce si ha habido alguno grande con ese apellido- erró al diagnosticar a Irak como “país con armas de destrucción masiva”, me equivoqué al plantearme tal desafío porque los obstáculos eran muchos e insalvables. Me apoderé del mando a distancia aprovechando un momento de flaqueza del rival. En más de la mitad de la primera docena de canales zappeados aparecía un majestuoso edificio blanco rodeado de miles de fieles seguidores, ataviados con las vestimentas más diversas. ¡Eureka!. Tenía un plan b ante mis ojos, me dije. He dado con el Canal Historia y están reponiendo un documental sobre las 10 peregrinaciones más importantes de la historia a La Meca. Craso error. La ciudad era Washington y las paredes blancas pertenecían a El Capitolio. Aprovechando la coincidencia, inicié mi capitulación sin resignarme a concederme otra oportunidad.

Busca que te busca, me dediqué a detenerme en todas aquellas cadenas en cuyas imágenes no apareciera más de una persona. Pero tras algunos segundos a la espera de consumar mi victoria, mis aspiraciones se irían al traste. Primero lo intenté en CocinaTV. Preparaban un soufflé de plancton jurásico del Mar Caspio. En el preciso momento en que el chef Paladarytomar encendía su soplete made in Guantánamo, pronunció la palabra tabú: “… pueden aplicar calor o bama…”. Era un mensaje subliminal. Los tentáculos de la campaña mediática del primer presidente yankee no blanco, se pegaban a todas las superficies. En los rótulos del “Modo de preparación” de la receta aparecía “aplicar calor o llama”. Era un truco. Yo escuché obama alto y claro.

No había conseguido reponerme de tal contratiempo cuando fui a parar al Canal Infoinfantil. En él me sentía como Horatio Caine en su jacuzzi rodeado de caimanes bajo la dieta por puntos: muy seguro. Qué mejor que un par de nociones sobre la interrelación madres e hijos para alejarme de las multitudes enardecidas con su Abraham Lincoln 2.0. A punto de ser conquistado por un duermevela enternecedor –del tipo riachuelo salivar simple- un vocablo golpeó en mis entrañas atravesando mis oídos, que hacían las veces de un subwoofer del último Rock In Rio. No cabía confusión alguna. El bebé protagonista de la escena respondía con un rotundo obama al intento de su progenitora para que tomara una cucharada más de su papilla, compuesta por cereales ecológicos con bífidus, L-casei y escamas de salamandra de charca, a las finas hierbas de la Sierra de Navacerrada. Cuando recapitularon, modificaron la respuesta del pequeño por un “no mamá”. ¡Manipuladores!, espeté con ira. Amimevaadesí lo quesentío, hubiera dicho Ortega Cano, nuestro irrepetible Fred Astaire cañí.

Por último, antes de rendirme me acordé del gran Leónidas, rey de Esparta. Readapté una de sus frases célebres tal que así: “Cenemos bien, porque el desayuno ha sido un infierno” (me consta que apenas notáis la diferencia, pero Google os ayudará). Con la caja tonta de fondo y yo haciendo el bobo en primer plano, agoté mi último cartucho. Situación: sintonizo TeleCasino Gano; un tipo hortera como el sastre de Parchís alecciona a los televidentes (dos según los índices de share: el mando y yo) sobre técnicas de juego en la ruleta americana. A puntito de meterle el diente a mi pa amb oli con jamón, el tío canalla me alarma sin piedad al decir que “cuando el croupier canta el obama, se cierran las apuestas”. Me quedé helado. La miga de pan no subía ni bajaba por mi gaznate. Acompañando la narración aparecían unas viñetas. En una de ellas se podía leer “el croupier señala novamás”. Era el colmo de la tergiversación. Me zampé el bocata y me recosté en el sofá. Minutos después abrí los ojos. El reloj marcaba las 19.30 hora de mi casa, e interrumpían las retransmisiones. Sin sonido aparente, apenas pude deducir de la imagen como a un mulato le entregaban las llaves de su nueva casa, pintada de un blanco bernabéu. Le di al volumen y resultó ser un tal Obama, al que definían como negro o afroamericano olvidando el blanco de la otra mitad de su adn. Curiosamente, sin saber por qué, me resultaba familiar ese nombre…

Regreso al pasado

De los creadores de «Regreso al futuro» y el guionista del «Planeta de los simios», tengo el privilegio de avanzaros en primicia mundial el lanzamiento de «Regreso al pasado… bastante colocado». Aunque no puedo desvelar muchos detalles (el cobrador del frack de la SGAE está en pleno régimen pre-navideño y un cinturon negro en karate con ansiedad no es de fiar) sí os adelanto que el argumento cuenta con dos tramas principales: el regreso a la explotacion laboral con la imposición de las jornadas laborales de 65 horas semanales, y la privatizacion de la enseñanza universitaria alejándola de las clases mas bajas con el plan de Bolonia.

Se trata de una historia con auténtico «final feliz». Sus protagonistas consiguen apartarse del sufrimiento que les venía acompañando, tomando la línea recta como camino más corto entre dos puntos. Mueren todos y aquí paz y después gloria. Menos mal que es una película de ficción, ¿verdad?…

Cita postuaria: «Donde hay educación no hay distinción de clases» (Confucio).

Quién no ha tenido alguna vez la espalda mojada…


«Espaldas mojadas» es el título de una canción que el grupo Tam Tam Go lanzó a principios de los 90. Como bien sabéis, este término se utiliza en concreto para describir a los inmigrantes centro y sudamericanos que deciden emprender el viaje con lo puesto hacia el dorado de los EE UU, tirando a mate cada vez más. El uso de esta definición se ha ido generalizando, a la par que lo ha hecho la inmigración, y actualmente nos podría servir incluso para referirnos a todos esos movimientos en cualquiera de los continentes. Os cuento todo esto -aquí concluye el permiso para bostezar- porque me he sentido en la obligación de bucear en mi pasado familiar para rendir un humilde tributo a toda esa legión camareros argentinos, albañiles senegaleses, teleoperadores peruanos, repartidores ecuatorianos, jardineros rumanos… con los que nos cruzamos a diario en nuestras vidas. Si su papel en nuestra economía moderna ha sido clave según los expertos, parte de nuestro bienestar -aunque ahora ande maltrecho- debe entenderse gracias a su colaboración.

Por ello, apuesto por un ejercicio que creo que deberíamos de hacer todos como es profundizar en nuestras raices, a saber: mis bisabuelos eran mallorquines (5), gallegos (2) y andaluces (1). Sus hijos nacieron en Mallorca (2) y en Cuba (2). Precisamente de este último caso quiero hablaros. Los padres de mi abuelo José Adán, desde Carballino (Galicia), y los de mi abuela Margot Ignacio (desde Mallorca) emigraron a La Habana para sobrevivir a la miseria que recorría España de cabo a rabo, en el primer cuarto del siglo XX. Lo curioso del asunto es que ambas familias nunca coincidieron en Cuba mientras se dedicaban a actividades económicas diferentes, que en los dos casos les permitió gozar de una situación económica privilegiada, ni de lejos parecida a lo que habían dejado atrás. Es curioso el caso de la familia Ignacio, decicada al mundo de la escultura y la restauración arquitectónica, aunque de eso ya hablaremos otro día.

En resumidas cuentas, mis antepasados cercanos fueron inmigrantes en tierra próspera, extranjeros sin papeles, con la humildad, el esfuerzo y su educación como único patrimonio con el que desembarcar en Las Américas. Estoy convencido de que si ellos estuvieran aún entre nosotros y convivieran a nuestro lado con el fenómeno actual de la inmigración, no dudarían ni un instante en sacarnos los colores cuando alegremente, y perdiendo la perspectiva de cómo hemos llegado a ser lo que somos, tuvieramos la tentación de dirigirmos con cierto desprecio a alguno de esos inmigrantes que salieron de un continente, que un siglo atrás recibió la huida a la desesperada de muchos de nuestros antepasados que trataban de olvidar qué se siente cuando se padece hambre. Tal vez sea el momento de devolver algún favor pediente…

Os adjunto una serie de fotografías de aquella época (algunas no están en muy buen estado) que acreditan lo que os he contado en estas líneas.

Cita postuaria: «La ingratitud proviene, tal vez, de la imposibilidad de pagar.» (Balzac)

"Marcas blancas ahora que manda un negro" en PocoMás Magazine

A continuación os cuelgo mi último artículo en PocoMás Magazine que aparece en el ejemplar de diciembre de la revista mallorquina. Sin ánimo de ofender al personal más sensible, he titulado mi columna «Marcas blancas ahora que manda un negro», dejando claro cristalino desde ya que se trata simple y llanamente de un juego colorista. Punto y pelota. Para el resto de conclusiones que algún purista embriagado de moral pueda decudir, me reservo un «no ha lugar» pemitiéndome esta licencia que contempla mi jurisprudencia familiar.

No se escriba más. Leed, juzgad y sentenciad. Este monotribunal, para algunos simiotribunal (sé de alguien que me reclamará este ©) acatará la sentencia del jurado popular.

Marcas blancas ahora que manda un negro

Cómo cambia todo y a qué velocidad (esta frase no es mía, se la copié a Bibiana Fernández). Años ha, ni el más sobresaliente de los master del universo summa cum laude por la Universidad de Harvard, hubiera dado un duro por las llamadas marcas blancas, low cost o, pa’ ti y pa’ mi que somos más austeros, “marcas pa’ los con poca guita”. Pues ahora resulta que los productos más económicos son los más in y cuentan con una acogida sensacional, traspasando la frontera de las capas sociales más humildes. ¡Tócate un pie -pido prudencia-, Mariano! (frase hecha sin ánimo de ofender al PP). Hasta hace un par de años si te hubieras paseado por Jaume III con un blazer (o americana, ¿a que soy divino?) de serie B te hubieran deportado a Guantánamo en piragua, remando desde El Portitxol y sin escalas. Y te estarás preguntando, ¿a dónde quiero ir a parar?. Pues ni idea, a mi me han dicho que tengo que “currarme” unas líneas y en eso estamos. Dicho esto, y tras tomarme mi medicación diaria, me encuentro en la situación de poder afirmar que las tornas han cambiado y ahora todo lo que sea low cost, o sea, barato a rabiar, es lo más mejor y aquel que no lo aproveche “castigadito cara a la pared”, como dice mi sobrino político cuando tras un “¡Mira aquello!” le birlo unas McCain (está claro cuál hubiera sido el lema de haber salido presidente: “Una patata de país”).

Ha llegado el tiempo en el que gastarse tres euros en una camiseta o t-shirt, veintiuno en unos jeans -¡quién me ha llamado fantasma!- y 12.99 en unas zapatillas es de lo más fashion que te puedas echar a la cara. Por supuesto, siempre a la zaga de una sensacional crema antidescolgamiento de jeta, con saliva de chihuahua y encimas de hígado de colomí jove, que ante todo revitaliza tu tarjeta de crédito cuando al pasarla por caja, le entra el mismo tembleque que a la Obregón en el casting para el papel de espada en la Guerra de las Galaxias. A estas alturas de la película, y plagiando parte del comentario que días atrás me hizo una simpática operadora (disculpo al 2% de las miles que marcan tu número cada mes porque no disfrutan haciéndolo) os debo advertir que “por sentido común no me viene nada”. Quizás, y esto es un suponer exento de malicia –frase que suele preceder a toda buena rajada que se precie-, si hubiéramos recurrido un poquito antes a los productos a bajo precio en vez de centrar nuestras aspiraciones en un bolso de Uy Valeunmonton o un pantalón de Bramani, tal vez se hubiera logrado reprimir aquella codicia suicida, que llevó a unos pocos hijos de bidé a crear esa gran mentira financiera, que el resto de infelices nos hemos tenido que tragar como menú diario, sin derecho a vino ni gaseosa.

Siempre he sentido cierto interés por aquellos que en ocasiones han procurado desmarcarse del grupo, pero sin exagerar. No me acabo de ver liquidando a compañeros de oficina como método antiestrés o haciendo gárgaras al saborear una caña en la barra del bar. Una cosa es salirse de la fila de vez en cuando, y otra muy distinta dar el cante jondo sin acompañamiento. Saltándose a la torera este principio, el pueblo ha desafiado al sistema y mientras a ritmo de soul hemos puesto un Obama en nuestras vidas, una blanca luz ha ido iluminando nuestros hogares entonando versos de esperanza musicados bajo la batuta de Hacendado, Lidle o Carrefour. Cuando las riendas del planeta recaen en un afroamericano –un negro, abuela; ¿Ves como no me olvido de ti?- nosotros los españolitos y españolitas, catalanes y catalanas, vascos y vascas, compostelanos y compostelanas, leperos y leperas, manacorins y de Biniali… nos tiramos al consumo –suena mal, ¿verdad?- de las marcas blancas. Si se cosca es nostro Barack, n’hi haurà per tot. Hasta aquí puedo leer que si no el tito Amancio se me altera y me sube el precio de ese jersey tan logrado, que me hace un tipito estupendo. ¡Zara: espérame y no me cierres tus puertas que sabes que soy tuyo!.

La música comprometida no tiene precio…

A veces la buena música viene acompañada de una letra insuperable. Pasen, escuchen y vean… Suena el Dear Mr. President de Pink.

Cita postuaria: «La música que no describa algo no es más que ruido» (Parménides de Elea)

Ni Gila lo hubiera hecho mejor

No os lo váis a creer. O quizás sí a estas alturas de la película. Leo en El Mundo una noticia muy peculiar: <‘Renegado’ y ‘Renacimiento’, nombres en clave de los Obama>. Esos son los apodos con los que servicios secretos estadounidenses han bautizado a los futuros iquilinos de la Casa Blanca.

Me pregunto yo, en un alarde de lucidez impropio de mi, si cuando se busca un «alias» para alguién en materia de seguridad, no será para que todo aquel ajeno a ese fin que pudiera acceder a alguna de esas conversaciones privadas, desconozca de quién se está hablando en cada instante. Ahora bien, desde el momento en que se revela dicha información para que la pueda publicar hasta la revista «Fanáticos de las figuras de papel a topos», digo yo, que tal propósito inicial se manda a tomar viento con la misma facilidad con la que blasfemamos cuando estamos al volante.

Cita postuaria: «Inteligencia militar son dos términos contradictorios» (Groucho Marx)