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Fotos como nuestros padres

Hoy, 33. Para celebrarlo os propongo una visita por el blog Like Mom Like Dad. En él los lectores/redactores cuelgan fotografías en las que aparecen con sus hijos imitando las instantáneas que décadas atrás se hicieron con sus padres. Una magnífica iniciativa para no olvidarse del camino recorrido y de lo que resta por venir. En la sección Young me/Now me puedes encontrar los retratos de infancia de los internautas junto con la recreación actual de esa misma fotografía. Me temo que algun@ de vosotr@s disfrutará de las fotografías mientras piensa en cómo sería la suya propia.
Vía Señorita Puri
Por recomendación de mi profesor de repaso emocional, os sugiero que disparéis este temazo de Revolver…

Cuando una foto vale más que mil palabras

Llegó a mi pantalla vía Facebook un trabajo fotográfico de extraordinaria calidad humana y gráfica. Phillip Toledano narra desde el objetivo de su cámara fotográfica los últimos días de vida junto a su padre, de 98 años de edad por entonces. Me ha parecido de una sensibilidad finísima la manera en la que retrata al que fuera actor en los años 30, acompañando algunas de sus capturas de breves descripciones sobre la dureza de su enfermendad mental, y al mismo tiempo la felicidad por haber conocido cara a cara lo divertido que era su padre. Una historia de amor, a fin de cuentas.
Os dejo con Days with my father

Realidad a la carta

Curioso el ejemplo de cómo manipular una imagen para proponer uno u otro significado, totalmente opuestos. Depende de dónde metamos la tijera el mensaje periodístico cambia radicalmente:


[Vía Mangas Verdes]

Aunque se trata de un caso ficticio, seguro que se os ocurre algún medio con las tragaderas suficientes como para publicar alguna de las dos fotografías laterales, en ambos casos distorsiones premeditadas de la realidad (imagen central).
Cita postuaria: «La única verdad es la realidad». (Aristóteles, 384-322 AC)

La intimidad de todos los menores

He querido dejar pasar unos días antes de entrar al trapo con un tema que me ha tocado mucho las neuronas (me temo que estoy abusando del plural). Las hijas de Zapatero y su famosa foto. Acabo de comprobar cómo en Google reporta más de 1.150.000 entradas en menos de lo que tarda Madrid en ser descartada de unas olimpiadas. Me temo que la gilipollez de este país va tomando un protagonismo estelar sin que podamos remediarlo. Propongo, por ejemplo, que cada ciudadano de a pie tenga derecho constitucional a elegir su propia bandera representativa de lo que entiende él por su país y oficializarla. Después haremos un mural y sortearemos una plaza de amigo en el perfil de Rouco en el Facebook entre las cinco porciones de la enseña más votadas por sms. El perdedor deberá firmar un contrato que le obligue a ejercer su derecho a voto en las próximas generales. Vaya papelón: el destino del país en su papeleta.


Captura de Google
Volvamos al tema que me ocupa. Las herederas del presidente. Cierto es que todo empezó con un error de cálculo. Si no quieres que tus vástagos menores aparezcan en los medios de comunicación tienes dos opciones: a) que no aparezcan en la foto; o b) que la instantánea salga directamente de la cámara compacta que los Obama guardan en el primer cajón de la cómoda para sus cositas (a saber: cumples, cenas de Acción de Gracias y Halloweens íntimos). Cuando dejas que sean reporteros gráficos profesionales los que accionen el obturador, cagatus est.

Con estos antecedentes, entramos en las fase dos del culebrón. Y aquí es cuando me caliento. Me importa un sudoku si las hijas de ZP son góticas, tienen las cejas de plastilina, coleccionan estampitas de la Virgen de Regla, comen arroz con las manos o eructan en estéreo después de cada ingesta. Me produce la misma indiferencia averiguar sus piercings abdominales que saber el nombre de pila de los lechones que se ha jincado la choni Ruperta que está saliendo ahora mismo en Dónde Está tu Cerebro. Recuerdo aquella etapa adolescente en que las pintas de los Iron Maiden o Barón Rojo se reflejaban en mi espejo matutino. Pronto pasaron a mejor vida gracias a que Satán, que me temió ingobernable, se dio el piro por acumulación de trabajo: Bush padre, la Thatcher, Gaddafi o el Dr. Gang del Inspector Gadget. Mi imagen, y la tranquilidad de mi madre, ganaron enteros. Pero era lo que había. Para mi padre fue El Che y para mí las greñas de los Kiss. Suele prescribir con el paso de la vida. Resumiendo: qué carajo nos importa a nosotros como ciudadanos de profesión, controladores políticos, si las hijas del presidente visten de funeral permanente o se hacen las ingles brasileñas al baño maría. La capacidad de gobierno del jefe de estado es y será igualmente capaz o improductiva -eso os lo dejo a vosotros- tanto si sus niñas juegan al diábolo como si beben sangre de vacuno con las tostadas. Como ejemplo de las últimas décadas tenemos el caso Lewinsky. Qué puerro me importa a mí si la moza y su mentor se dedicaban a los juegos manuales en el despacho Oval o si la felatriz se vestía de enfermera antes de arrodillarse. El juicio público de las habilidades o incapacidades del presidente de EE.UU. debió limitarse a su papel político y no a si le aliviaban las tensiones gubernamentales con el paladar mañana sí y mañana también. Ese terreno compete únicamente a la intimidad de las explicaciones que le pudiera recriminar su mujer. Más allá de ahí, marujeo puro y duro. Lo mismo ocurre en la piel de toro. El chismorreo cañí que tanto nos pone.

Por último. Conviene recordar que el presidente del Gobierno se apellida Zapatero, y de nombre José Luis. Jo-sé-luis. Es decir, el padre de las criaturas. El resto de la familia, en sus actos cotidianos y privados, tiene derecho a preservar su anonimato. Ellas, que no eligieron que su padre fuera presidente, además son menores. Y lo son bajo los mismos derechos y obligaciones que los menores de nuestras familias. Si ahora atraviesan ese momento de rebeldía juvenil contra el poder, quizá sea por partida doble: su padre es quién lo encarna desde la habitación de al lado. Si se trata de pura estética y los atuendos son de D&G, pues magnífico. Cuando tengan dieciocho tacos tendrán que apechugar con la proximidad de los objetivos y las cámaras. Y si no les gusta, de cabeza a los tribunales, que corre el rumor de que todos somos iguales ante la ley. Esto está montado así.


No puedo despedirme sin recomendar la lectura de la entrada del blog Cosas Que Pasan al respecto de este tema. Diametralmente opuesta al punto de vista que os acabo de exponer pero igualmente respetable y recomendable para la salud democrática del barrio. Más aún cuando viene de una fenomenal bitácora. Si tenéis más tiempo, leed al juez Emilio Calatayud.

La foto que nunca debió revelarse (II)

Leo en La Huella Digital que la familia de Daniel Jimeno Romero ha emitido un comunicado a través de EFE rogando que dejen de emitirse las imágenes de la cogida. A ver si lo vamos pillando, carajo.

Fotografía a flor de piel

A los que os interesa la fotografía y su versión más creativa os recomiendo que echéis un vistazo a la web profesional del fotógrafo mallorquín y amigo Javier Izquierdo.

Me gusta especialmente la serie Francisca Femenias. Death after life. Sin pelos en el objetivo. Pasen y sientan.

Cita postuaria: «La fotografía es verdad. Y el cine es una verdad 24 veces por segundo». (Jean Luc Goddard)