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El periodismo necesitará independizarse del papel

Las pistas de por dónde se mueve la prensa actualmente son evidentes. Y las primeras dos conclusiones también:

1. A pesar de la sangría que día a día conduce a más periodistas al paro, el periodismo como servicio público está más vivo que nunca y así lo indican las cifras de consumo de información. (Así lo indica la 14ª encuesta AIMC a usuarios de Internet)

2. El formato digital es el destino ineludible para la supervivencia inmediata de los medios de comunicación y del periodismo en general. No me refiero a la simple adaptación de las informaciones en papel al entorno online, sino a la concepción de los medios digitales desde su origen adaptándose a todas las herramientas que permiten exprimir al máximo el valor de los contenidos. Esto implica la necesidad de apoyarse en los recursos multimedia de forma camaleónica, que deben asumir roles diferentes dependiendo del dispositivo desde el que se consulten: tabletas, smartphones, ordenadores de sobremesa… El mejor ejemplo de este nuevo modelo es The Daily, el primer diario concebido originalmente para tabletas -lo descubrí gracias al maestro @David_Arraez– editado por News Corporation del amigo, y espía en sus ratos libres, Rupert Murdock.

Entre todo el ajuar de herramientas que hacen reconocible esa nueva idea de periodismo, destaca la utilidad de los «social media» -redes sociales- ya no sólo en las tareas de dispersión de las noticias sino ya, y esto es lo primordial, en el origen y elaboración de las informaciones. Para ello se toman en cuenta las aportaciones de los ciudadanos abriendo nuevas vías de información, profundizando y corrigiendo el rumbo de las ya publicadas o incluso desautorizando a estas últimas. Todo ello siempre, por supuesto, desde con el máximo rigor en el contraste de cada una de las publicaciones. Por eso no es de extrañar que la mismísima BBC acabe de publicar su manual de Estrategia en Redes Sociales.

Para ilustrar todo esto lo mejor es un recurso audiovisual. Y qué mejor que el vídeo que acaba de publicar en su web el británico The Guardian en el que ejemplifica su apuesta por lo que llaman «open journalism» (periodismo abierto), utilizando la cobertura periodística del cuento de Los Tres Cerditos partiendo de su concepción de lo que podríamos llamar el «periodismo total»: digital, colaborativo, participativo, social, inmediato, actualizable, intuitivo, multimedia…

Imagen de previsualización de YouTube

La prensa como contrapoder: realidad o ficción

Ha nacido el primer medio de comunicación generalista en castellano basado en una red de blogs especializados. Se llama Cuarto Poder y pretende abordar la información bajo el propósito de que «otro periodismo es posible». No aspiran a ser los primeros en informar, pero sí a ser los mejores en la manera de ofrecer las noticias. Y para ello el mejor modo de empezar es haciendo una fotografía al paisaje desolador al que se enfrentan día a día los profesionales de la información. La precariedad del mercado laboral en este sector y la imposición de los criterios empresariales por encima de cualquier argumento de índole periodística son el azote actual de los informadores. Esos dos lastres los tienen perfectamente identificados los responsables de esta nueva aventura digital y no se esconden:
[…] «Corría 2007 cuando se dio la ocasión propicia para abandonar la casa de la calle Pradillo, que ya no reconocía como propia. Escolar, el padre, me acogió en 20 minutos y me hizo subdirector. Mi salida de El Mundo coincidió con el final del largo litigio judicial que mantuve con la dirección del periódico por prohibir mi presencia en La mirada crítica. El veto se produjo a raíz de un programa en el que denuncié la manipulación que el periódico hizo sobre la incidencia de la huelga general del 20 de junio de 2002 en la redacción, además de confesar que me sentía “avergonzado” porque los ejemplares del diario fueran trasladados ese día en furgones del Cuerpo Nacional de Policía desde la imprenta hasta algunos puntos de distribución. El proceso judicial se prolongó durante casi cinco años y concluyó con una sentencia del Tribunal Constitucional que condenó a la dirección del diario por vulnerar mi derecho a la libertad de expresión»… [+ en Dirección Contraria]
[…] «Las cifras son escalofriantes: desde noviembre de 2008 se han presentado 17 Expedientes de Regulación de Empleo y 34 medios han cerrado, viéndose afectados más de 3.300 profesionales. Algunos expedientes han sido especialmente importantes como el del Grupo Zeta, con más de cuatrocientos afectados, el diario ABC, del Grupo Vocento, que tiene intención de reducir su plantilla en más de doscientos trabajadores, de los cuales, 84 serán periodistas y el de Unidad Editorial que ha despedido a 164 trabajadores. Uno de los últimos expedientes de regulación firmados ha sido el de la Voz de Asturias, que ha despedido a 36 trabajadores que representan el 54 % de la plantilla. Este periódico, que pertenece al Grupo Zeta, ya se había visto afectado por el recorte global que hizo el grupo a nivel nacional, despidiendo a 14 periodistas. Ahora además se enfrenta a su posible compra por Mediapro, editor del periódico Público.
Los datos oficiales son aún más desalentadores, según el Servicio Público de Empleo Estatal, en enero de 2009 había 4.169 periodistas apuntados al paro y en enero de 2010 la cifra es de 5.513,  el aumento en un año ha sido del 32,24%»… [+ en El Remedio De Los Media]

La prensa me da la razón

Resulta conmovedor comprobar como una mente tan ordinaria como la que dicta estas palabras vea recompensado a través de los medios su ego más rudimentario y reincidente. Digo esto porque realizando el repaso habitual a la prensa escrita esta mañana, he visto reflejadas algunas reflexiones que realicé en petit comité meses atrás. Si a ello sumamos que hace unas fechas se dirigieron a mi pronunciando la palabra «joven» en defecto del habitual «señor»en la cola del súper, debo reconocer que no quepo en mí.

La primera de ellas salió a la palestra en una tertulia de nachos y cerveza celebrada en casa meses atrás. Hablábamos de lo mal que le le sienta a muchos deportistas de alto nivel la jubilación de la alta competición. En ese momento -y en otros muchos que no vienen al caso- interrumpí para resumir el asunto de la siguiente manera: «Cuando eres futbolista y vas a un restaurante exclusivo no es necesaria reserva previa. Llegas y comes. Después de colgar las botas, eso suele dejar de pasar y hay gente que no lo asume con la naturalidad que debería». Y entonces leo hoy en El Mundo: «Te das cuenta que no formas parte de la élite cuando llegas a un restaurante y no tienes mesa reservada». Son palabras de un ex futbolista internacional.

La segunda afirmación la efectué la última vez que vi perder una final a Novak Djokovic. Veía el informativo de deportes acompañado de Rebeca y comenté: «Acuérdate bien de lo que te voy a decir: este tipo va a ser el nuevo número uno del tenis mundial en los próximos años, con el permiso de Rafa». Tras un leve giro de cuello y el posterior cierre de su maxilar para atacar otro bocado, mi mujer volvió a lo suyo sabiendo que se trataba de una profecía más de las mías que tanto le gusta olvidar, y no me extraña (véase: «Ya te anticipo que se van a cargar a Obama antes de las elecciones»; «se va a liar una gorda en las calles como siga creciendo el paro así» o «verás como este año va a ser un verano mucho más caluroso de lo normal»…) Entiendo que para tolerar este tipo de penitencias inventaron el amor, ¿no? Retomemos el hilo. Cuál es mi sorpresa cuando leo hoy en la prensa las declaraciones de Rafa Nadal tras la derrota ante el tenista serbio en semifinales: «Este partido ni en mis mejores condiciones lo podría haber ganado. La forma en la que ha jugado Novak es imparable (…) Nunca había jugado contra él a este nivel. No he podido cambiar la táctica porque cada golpe suyo era ganador».

Para redondear la jornada deportiva, os propongo que no perdáis detalle de la noticia que publicaba El País el jueves pasado que llevaba por título Maradona es cliente de Heinze. Añoro algún dato concreto en el cuerpo de la noticia, al margen de suposiciones y deducciones obvias pero simples, que aporte algo más de contundencia a la veracidad del artículo. Juzgad vosotros mismos.

La foto que nunca debió revelarse

Esta mañana escuchaba la radio de camino al trabajo, como cada día. Interrumpían los boletines informativos con la noticia de que el encierro de Los Sanfermines de hoy había dejado un herido en estado crítico. Minutos más tarde se convertía en la primera víctima de las fiestas en los últimos seis años. Hasta aquí una tragedia, para algunos prescindible. Pero eso es otra guerra.

A la hora del almuerzo enciendo la pequeña, pero cruel, pantalla y me topo con una imagen que me deja helado. Primeros planos de un joven agonizando al que se le escapa la vida a través de su mirada. Me quedo atónito. Descolocado. Horrorizado. En blanco. Me pongo a pensar en su familia. Luego en la mía. Después cambié de canal. Me topé de nuevo con el morbo de la indecencia. Asqueado. Pensando en que le hubiera dicho a mi hijo si estuviera contemplando esa flagrante vulneración de la intimidad de una persona y sus seres queridos. Indigno.

Luego me he animado -todavía no sé cómo ni buscando qué- a bloguear a la caza de opiniones al respecto. Por fin he cogido aliento. No era el único. Somos más los que repudiamos esas conductas demagógicas que se escudan en el derecho a la información o en no ocultar la verdad. Por eso me he negado a enlazar a aquellos digitales que se han pasado la ética de sus responsabilidades por el arco de triunfo. Se me ocurren docenas de planos e instantáneas respetuosas con el anonimato de la víctima y los suyos. Afortunadamente a todos estos periodistas/medios también:

Sólo una cosa más. Gracias.

Mientras tanto escucho…

Cita postuaria: «La conciencia es el mejor libro moral que tenemos». (Blaise Pascal, 1623-1662)

Euros por palabras

La Huella Digital recoge un artículo, como mínimo, de intensa digestión con la firma de nada menos que Arturo Pérez-Reverte en XLSemanal. Trata de la situación actual del periodismo patrio o apátrida, según se mire, y su vinculación con los tentáculos empresariales. Pasen y lean. Y opinen, por supuesto.

Eché los dientes profesionales al principio de los setenta, dando tumbos entre lugares revueltos y un periódico de los de antes; cuando no existían gabinetes de comunicación, correo electrónico ni ruedas de prensa sin preguntas. En aquel periódico, los reporteros buscaban noticias como lobos hambrientos, y se rompían los cuernos por firmar en primera página. Se llamaba Pueblo, era el más leído de España, y en él se daba la mayor concentración imaginable de golfos, burlangas, caimanes y buscavidas por metro cuadrado. Era una pintoresca peña de tipos resabiados, sin escrúpulos, capaces de matar a su madre o prostituir a su hermana por una exclusiva, sin que les temblara el pulso. Y que a pesar de eso –o tal vez por eso– eran los mejores periodistas del mundo.
Nunca aprendí tanto, ni me reí tanto, como en aquel garito de la calle Huertas de Madrid, que incluía todos los bares en quinientos metros a la redonda. Algo que no olvidé nunca es que los periodistas –los buenos reporteros, sobre todo– corren juntos la carrera, ayudándose entre sí, y sólo se fastidian unos a otros en el esprint. Ahí, a la hora de hacerse con la noticia y enviarla antes que nadie, la norma era –supongo que todavía lo es– no darle cuartel ni a tu padre. Eso no excluía el buen rollo, ni echar una mano a los colegas. Los directores y propietarios de radios y periódicos tenían sus ajustes de cuentas entre ellos, pero a la infantería esa murga empresarial se la traía bastante floja. Hasta con los del ultrafacha diario El Alcázar nos llevábamos bien, y cuando estábamos aburridos en la redacción y telefoneábamos diciendo «¿El Alcázar? Somos los rojos. Si no os rendís, fusilamos a vuestro hijo», reconocían nuestra voz y se limitaban a llamarnos hijos de la gran puta.

Eran otros tiempos. Y nosotros, a tono con ellos, éramos cazadores de noticias de primera página, conscientes de que la vida nos había llevado a Pueblo como podía habernos llevado a La Vanguardia, Ya, Arriba, Diario 16 o –ignoro si había uno– el Eco de Calahorra. Sabíamos incluso que un día u otro, por azares de la vida, podíamos ir a parar a cualquiera de ellos. Cada cual tenía sus ideas particulares, por supuesto; pero estamos hablando de periodismo. De pan de cada día y de reglas básicas. Éstas incluían aportar hechos y no opiniones, no respetar en el fondo nada ni a nadie, y ser sobornables sólo con información exclusiva, mujeres guapas –o el equivalente para reporteras intrépidas– y gloriosas firmas en primera. En el peor de los casos, los jefes compraban tu trabajo, no tu alma. Ser periodista no era una cruzada ideológica, sino un oficio bronco y apasionante. Como habría dicho Graham Greene, Dios y la militancia política sólo existían para los editorialistas, los columnistas y los jefes de la sección de Nacional. A ellos dejábamos, con mucho gusto, la parte sublime del negocio.
El resto éramos mercenarios eficaces y peligrosos. Con tales antecedentes, comprenderán que ahora, a veces, largue la pota. Es tan perversa la política actual que la frontera entre información y opinión, alterada en las últimas décadas por un compadreo poco escrupuloso con los partidos y la gentuza que en ellos medra, se ha ido al carajo. Contagiados del putiferio nacional, algunos periodistas de infantería se curran hoy el estatus sin remilgos. Tal como está el patio, según el medio que les da de comer, se ven obligados a tomar partido, de buen grado o por fuerza, alineándose con la opción política o empresarial oportuna. Antes podían manipularte un titular o un texto; pero al menos lo defendías como gato panza arriba, ciscándote en los muertos del redactor jefe, que además era amigo tuyo. Un buen periodista podía pasar sin despeinarse de Arriba a Informaciones, o al revés. Lo redimía el higiénico cinismo profesional. Ahora, el salario del miedo incluye succionar ciruelos con siglas e insultar a los colegas como si la independencia personal fuera incompatible con el oficio. Secundar a la empresa hasta en sus guerras y disparates. Así, redactores culturales que antes sólo hablaban de libros o teatro escriben también columnas de opinión donde atacan a este partido o defienden a aquél; y hasta el becario que trajina noticias locales debe meter guiños en contra o a favor, demostrando además que se lo cree de verdad, si quiere seguir empleado. El otro día me quedé patedefuá cuando, en el programa del tiempo de una televisión privada, su presentador –meteorólogo o algo así– introdujo un chiste político a favor de la empresa donde curra. También resulta educativo comprobar que dos o tres columnistas de un prestigioso diario afecto al actual Gobierno, hasta ayer mismo dispuestos a tragárselo todo, han bajado unánimes, como un solo hombre y una sola mujer, el incienso a un punto más tibio, adoptando cautas distancias desde que la página editorial de su periódico empezó a incluir críticas hacia el presidente Zapatero. Obligaciones de empresa aparte, los hay también que nunca pierden ningún tren, porque corren delante de la locomotora.

Cita postuaria: «La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo«.(José María Vargas Vila, 1840-1933)

A todo cerdo le llega su San Martín

El número de mayo de PocoMás Magazine ya está en circulación por toda la isla y en la red. Como siempre, y muy a su pesar, no han podido evitar que aparezca en ella una de mis colaboraciones. A todo cerdo le llega su San Martín tiene la culpa. Os lo dejo aquí para que paséis el trago cuanto antes…

A todo cerdo le llega su San Martín

Uno de los placeres más elementales del ser humano, y no por ello menos reconfortante, es tomar un café y mientras ojear la prensa. Como humanoide en vías de humanización (aunque no me aseguran la plaza) procuro tomarme en serio eso de los placeres y a ello me puse. Manda bemoles que me haya tocado empezar por éste. A lo que iba. “Señorita, un expreso por favor”, solicité pausadamente al camarero de cuyo sexo no quiero acordarme. Para adaptarme a la vida moderna siempre que pido algo a alguien sin haber reparado visualmente en su sexo, lo hago en género femenino para no herir sensibilidades. Además, con ello consigo que si es un rapaz no me conteste -lo que ya es de agradecer, acostumbrados a leer en las páginas de sucesos noticias como “Fulano pidió la hora a Mengano y éste le hizo un lifting instantáneo con los nudillos”-. Y si es una paloma tal vez aproveche el viaje para traerme junto con la carga un mensaje con la cuenta, invitándome a abrirme más pronto que tarde. Si el tiempo es oro, es todo un detalle que alguien que no sea mi psiquiatra se preocupe para que lo aproveche, sólo fuera de la consulta por supuesto. Lo cierto es que al leer la prensa uno se siente reconfortado y aprovecha para agradecer a todas sus divinidades, incluso a las inmateriales, la suerte que ha tenido por estar en ese lugar y a esa hora repasando los periódicos y no haciendo otra cosa de poca relevancia, y por tanto susceptible de ser noticia. Existe una prueba empírica que te deja el cerebro contracturado si reparas en ella. Sujeta el periódico con una mano y con la otra señala una página al azar. ¡A qué adivino lo que estás leyendo! Algo sobre una quiebra multimillonaria que manda más gente al paro que concursantes fracasados de OT padecemos, o un ingreso en prisión del cerrajero de la finca colindante con la Consejería de Altos Vuelos sin Paracaídas que también se lo ha llevado calentito, una pelea multitudinaria entre los partidarios de Blackberry y Iphone con lanzamiento de carcasas tuneadas o el agravamiento de la salud de un pollo que cree tener algo de cerdo mientras suspira para que su gatita, que se encuentra hecha unos zorros, no padezca de lo mismo. Total, una auténtica mascarada con tintes de guiñol de “pague usted uno y –por favor se lo pido- llévese la docena”.

No temáis. Ya lo decía mi profesora de música: si colocas bien los dedos no cabe fallo posible. Y así debemos hacerlo: colocarnos bien las yemas en los oídos a fin de conseguir una mejor visión. No sé si sirve de algo pero como decir sandeces está de moda, me apunto al caballo ganador. Es de agradecer (aunque no sé muy bien a quién) que existan entretenimientos como la Bruni, con su saberposar tan natural como su cutis impoluto e hidrogenado con cargo a los presupuestos de su país, y ese señor bajito que siempre le sujeta la mano como si estuvieran a punto de cruzar un paso de cebra permanente, que tengan la deferencia de visitar a unos plebeyos –en este caso sólo con “y”- como nosotros que apenas tenemos algo que aportar, y menos que decir, a esta sociedad. Lo sé. Siempre habrá algún pastor sin rebaño que me dirá que las naciones y sus economías se sustentan en el trabajo de los peones de base como tú. Venga está bien, y como yo. Una gilipuertez totalmente desmontable. Veréis. Es fácil imaginar que la visita, el cenorrio y los diferentes festejos que se calzaron nuestros dirigentes durante el G20 (a muchos nos cuesta entender el funcionamiento del punto G singular, como para entretenernos con los otros 19) o en estos últimos días a propósito de la visita del vecino dúo sacapuntas, han sido de chupa pan y moja, ¿cierto? Pues –todos conmigo- si a día de hoy hay más parados en Europa que espectadores vieron la final de la Eurocopa, y se han podido costear estas romerías sin apuros, por lo menos para ellos, convendréis conmigo que no les hacemos falta para nada. Ya veréis como el próximo grito en el marketing político será una nueva propuesta de elecciones populares. Es decir, dos docenas de políticos eligiendo entre millones de papeletas, una por ciudadano, a sus futuros gobernados y cada uno a su casa y Dios en la de todos.

Precisamente gracias a Él –y no se aceptan réplicas en este punto- al cierre de estas líneas nos consolamos con una gran noticia: uno de los enfermos a causa de la gripe porcina era dado de alta, a pesar de ser portador del virus asegurando que había reaccionado bien al tratamiento. Una información esperanzadora para un país riguroso donde los haya y muy poco dado a las chapuzas, que ofrece sistemas de diagnóstico tan eficaces como el “me quiere no me quiere”. Gracias a este procedimiento, un paciente al que se le declaró sano una noche fue llamado a filas al día siguiente desde otro hospital diferente, que esta vez había deshojado la margarita empezando por los pétalos pares. Por si las moscas, he decidido ampliar mi factura del móvil para hacer todas mis comunicaciones sociales a través de él, incluido con mi perro Inem. Sé que nunca me fallará y que, aunque no me lo diga, agradecerá que mi
aliento se aleje de su hocico por unos días.

Más allá de la televisión

Vamos a cerrar este fin de semana de febrero con algunas de mis sugerencias para que ocupéis vuestro tiempo, si os da la gana por supuesto. Visto el recital escabroso que en los últimos días nos ha ofrecido la pequeña pantalla y una parte de la prensa escrita, os voy a echar un cable por si decidís cambiar algunos hábitos de ocio.

Mis tres propuestas son:

  • Engánchate a «Mad Men«, la serie yankee que ha roto todos los moldes en los últimos años. A los que os interese o tengáis curiosidad por el mundo de la publicidad, el marketing o la comunicación disfrutaréis tela marinera. A los que ni os vaya ni os venga este mundillo, también os interesará conocer como los que están al otro lado tratan de influirnos en nuestros gustos y hábitos de consumo, y de qué manera lo consiguen. Recordad que no es malo irse a la cama sabiendo algo más. Incluso, aunque después no podamos cobrarlo.
  • Como banda sonora para la lectura anterior, os propongo el último trabajo de Antony and the Johnsons, «The crying light«. Pura magia, querido Tamariz.

Cita postuaria: «La soberanía del hombre está oculta en la dimensión de sus conocimientos.» (Francis Bacon)

50 años de tele en Barcelona

Gracias a nuestra buena amiga catalana, y periodista, Esther Molas, nos hacemos eco del «50 aniversario de la llegada de la señal de televisión a TVE Cataluña«. El pasado 15 de febrero se celebraba esta efeméride, medio siglo después de que se iniciaran las emisiones en Barcelona con la retransmisión del partido de fútbol Real Madrid – FC Barcelona. Curiosamente (ojo amig@s: poniéndolo en cursiva evito cambiarlo por otro adverbio menos ambiguo) hacía ya tres años que TVE había comenzado su andadura en el territorio español.

Para que entendamos algo más de lo que supuso aquello, a continuación os dejo un breve artículo que Esther nos ha preparado.

TVE Catalunya celebró este fin de semana los 50 años
de la llegada de la señal de televisión a Barcelona

Comentarios como “Ahora no podríamos vivir sin la televisión” o “¿Viste anoche el partido por la tele?” son normales en nuestra sociedad occidental que vive inmersa en la era de la tecnología. Y la tele ya es una miembr@ más de la familia, de la apagada analógica a la realidad digital, del blanco y negro al color, de lo local a lo global. Pero, ¿por qué hablo de la tele? Pues porque este fin de semana se celebrará el 50º aniversario de la inauguración de las emisiones de televisión en Cataluña. Y se hizo el 15 de febrero de 1959 con la retransmisión del partido de fútbol Real Madrid – F.C. Barcelona. El fútbol es el fútbol. Presente hasta en la sopa.


Hacía tres años que la señal de televisión había llegado a España. Los servicios técnicos de TVE trabajaron y en menos de un año establecieron la instalación de las antenas de enlace que permitieron la conexión de la señal hertziana de Madrid a Barcelona. Eran siete estaciones de enlace y 550 quilómetros de distancia. ¡Hoy en día hasta puedes ver la tv por internet! Algún día tendremos que hacer un gran homenaje a los ingenieros de telecomunicaciones.

No hace falta recordar que ante tal histórico evento, los barceloneses agotaron los receptores de las tiendas, hecho que generó la aparición de un mercado negro de televisores. Se calcula que se vendieron más de 20.000 aparatos a un precio aproximado de 6.000 pesetas.

En el espacio “L’Informatiu” de TVE Catalunya del 14 de febrero, a las 14 horas, y en la edición de las tres de la tarde del “Telediario” del 15 de febrero se emitieron unas imágenes para recordar este momento histórico de la llegada de la tele en Cataluña.

Ah, y el Barça perdió por un gol a cero. Eran otros tiempos.

Seguro que algun@ de vosotr@s habrá deducido qué camiseta defiende la buena de Esther. Bromas a parte, para haceros una idea de el nivel de desarrollo de nuestra sociedad por aquel entonces os acompaño la información con algunas de las cosas que sucedieron tal día como ese de 1959 en el resto del mundo:

El dirigente cubano Fidel Castro ha sido nombrado esta mañana jefe del gobierno de su país, lo cual se ha interpretado como su primer paso hacia la presidencia«.

Nacía Alistair Campbell, cantante de la formación UB40.

Antonio Segni fue nombrado primer ministro de Italia.

El Times anunciaba: “Hallazgos en el Ártico Apoyan la Teoría de Temperaturas Globales en Ascenso»,

El caminar o tropezar de la prensa

Estimulado por la lectura del recomendable blog de Iván Pino, me he visto en la necesidad de sumarme a una reflexión que hace tiempo que me ronda por la azotea. Pino, tras la pregunta ¿Qué será de la prensa?, expone un análisis sencillo pero directo de la situación actual de la profesión desde el interior de sus tripas. Resulta curioso que el diagnóstico que realiza todo un profesional de la comunicación como él, coincida con la visión de muchos otros mortales que sin más información que la que reciben directamente de los medios, logran deducir sin apenas esfuerzos la misma composición de fuerzas que nos mueve o, todo lo contrario, nos retiene. Es decir, consiguen identificar ipso facto los hilos que unen las diferentes informaciones y los medios de los que proceden, con los diferentes lobbys y grupos de poder que dirigen nuestros designios.

El debate se respira en la atmósfera y tal vez podamos sacarle algo de provecho. Hacia dónde debe evolucionar la prensa o si debe recuperar algunos valores de antaño que la convirtieron en el estandarte de una libertad que hoy disfrutamos -o así debería de ser-, son algunas de las cuestiones. Ahora toca mojarse.

Para desdramatizar, acto seguido os propongo un caso práctico que nos permitirá conocer aún mejor una de las bastardas derivaciones que padece hoy el periodismo, siempre desde un prisma cómico para quitarle hierro al asunto. El siguiente vídeo es cortesía de nuestros amigos de Sé lo que hicisteis de La Sexta.

Cita postuaria: «Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala». (Albert Camus, 1913-1960)