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Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…

Hoy he visto la luz. Y no me refiero a la de una linterna indicándome que pare en el arcén, tan familiar para más de un@. Después de esta tarde lo he tenido claro. Esto se va al garete. Y lo digo con conocimiento de causa, asumiendo el riesgo de llevarle la contraria al mismísimo presidente del Banco Central Europeo, Trichet que dice que «el momento de la recuperación está cerca». Digo yo que o no se ha parado «mucho» tiempo -por aquí utilizamos más «poco»- a observar a su alrededor, o bien habrá tenido más suerte que el del bar de abajo y no le habrán interceptado aquel ansiado paquete que venía de Colombia. Mientras, Joaquín Almunia anunciaba que «las previsiones del BCE son bastante preocupantes». Ahí es nada. Como ir de Bruselas a Burkina Faso en un pispás.

He tenido el privilegio de asistir en directo y en exclusiva para quien os atormenta, al discurso de mi peluquero. Sí, habéis leído bien, mi barbero. Cómo no me voy a fiar de un tipo que tiene mi vida en sus manos una vez al mes, desde hace casi veinte años. Ni a tu propi@ herman@ dejarías acercarse a menos de un centímetro de tu cara con una navaja del far west. Lo tiene muy claro. Ayer estuvo viendo una tertulia política nocturna (probablemente ésta) y confirmaron lo que él ya sabía. «Esto se va al carajo. El Gobierno había tomado unas medidas para el primer trimestre del año y ¿tú has visto algo? Porque yo no he notado nada», decía convencido hasta la médula. «No me extrañaría que se carguen a Zapatero. Le van a obligar a dimitir y adelantar las elecciones», concluía mientras agitaba levemente su cabeza a derecha e izquierda. Mi peluquero dixit. Y yo le creo a pies juntillas.

Cita postuaria: «No es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio«. (Groucho Marx, 1890-1977)

"Adivina quién viene esta noche" en PocoMás Magazine Febrero

PocoMás Magazine presenta un mes de Febrero completito. Como sabéis, contribuyo a bajar la carga cultural de la revista -dura tarea, por cierto- con mi columna mensual de poco sustento, curiosamente. En este número me he vuelto loco rebuscando entre la basura y me he decidido por un tema novedoso donde los haya. Cuando leas «Adivina quién viene esta noche» (la parte positiva es que si lo haces te desgrava cuando presentas la declaración de la renta) te darás cuenta de que te he dejado compuesto y sin novia. Es lo que tiene el talento: cuando está racionado nunca sabes por donde te saldrán los tiros.

Para los más antiguos -que no viejos, Haruki- a continuación os dejo el artí-culo (hartar, que perdió la «h» tras el estornudo de un académico, unido a culo conforman: hasta el cu…) para que podáis recrearos. Ojo: si lo imprimís en folio duro podéis hacer uno velero de papel by America’s Cup.

Adivina quién viene esta noche

El pasado 20 de enero me planteé uno de mis mayores retos personales: intentar abstraerme de la ceremonia de proclamación de Obama como presidente del Tío Sam. Resultado: ¡Error fatal en Héctor 2009! De igual modo que el pequeño Bush –se desconoce si ha habido alguno grande con ese apellido- erró al diagnosticar a Irak como “país con armas de destrucción masiva”, me equivoqué al plantearme tal desafío porque los obstáculos eran muchos e insalvables. Me apoderé del mando a distancia aprovechando un momento de flaqueza del rival. En más de la mitad de la primera docena de canales zappeados aparecía un majestuoso edificio blanco rodeado de miles de fieles seguidores, ataviados con las vestimentas más diversas. ¡Eureka!. Tenía un plan b ante mis ojos, me dije. He dado con el Canal Historia y están reponiendo un documental sobre las 10 peregrinaciones más importantes de la historia a La Meca. Craso error. La ciudad era Washington y las paredes blancas pertenecían a El Capitolio. Aprovechando la coincidencia, inicié mi capitulación sin resignarme a concederme otra oportunidad.

Busca que te busca, me dediqué a detenerme en todas aquellas cadenas en cuyas imágenes no apareciera más de una persona. Pero tras algunos segundos a la espera de consumar mi victoria, mis aspiraciones se irían al traste. Primero lo intenté en CocinaTV. Preparaban un soufflé de plancton jurásico del Mar Caspio. En el preciso momento en que el chef Paladarytomar encendía su soplete made in Guantánamo, pronunció la palabra tabú: “… pueden aplicar calor o bama…”. Era un mensaje subliminal. Los tentáculos de la campaña mediática del primer presidente yankee no blanco, se pegaban a todas las superficies. En los rótulos del “Modo de preparación” de la receta aparecía “aplicar calor o llama”. Era un truco. Yo escuché obama alto y claro.

No había conseguido reponerme de tal contratiempo cuando fui a parar al Canal Infoinfantil. En él me sentía como Horatio Caine en su jacuzzi rodeado de caimanes bajo la dieta por puntos: muy seguro. Qué mejor que un par de nociones sobre la interrelación madres e hijos para alejarme de las multitudes enardecidas con su Abraham Lincoln 2.0. A punto de ser conquistado por un duermevela enternecedor –del tipo riachuelo salivar simple- un vocablo golpeó en mis entrañas atravesando mis oídos, que hacían las veces de un subwoofer del último Rock In Rio. No cabía confusión alguna. El bebé protagonista de la escena respondía con un rotundo obama al intento de su progenitora para que tomara una cucharada más de su papilla, compuesta por cereales ecológicos con bífidus, L-casei y escamas de salamandra de charca, a las finas hierbas de la Sierra de Navacerrada. Cuando recapitularon, modificaron la respuesta del pequeño por un “no mamá”. ¡Manipuladores!, espeté con ira. Amimevaadesí lo quesentío, hubiera dicho Ortega Cano, nuestro irrepetible Fred Astaire cañí.

Por último, antes de rendirme me acordé del gran Leónidas, rey de Esparta. Readapté una de sus frases célebres tal que así: “Cenemos bien, porque el desayuno ha sido un infierno” (me consta que apenas notáis la diferencia, pero Google os ayudará). Con la caja tonta de fondo y yo haciendo el bobo en primer plano, agoté mi último cartucho. Situación: sintonizo TeleCasino Gano; un tipo hortera como el sastre de Parchís alecciona a los televidentes (dos según los índices de share: el mando y yo) sobre técnicas de juego en la ruleta americana. A puntito de meterle el diente a mi pa amb oli con jamón, el tío canalla me alarma sin piedad al decir que “cuando el croupier canta el obama, se cierran las apuestas”. Me quedé helado. La miga de pan no subía ni bajaba por mi gaznate. Acompañando la narración aparecían unas viñetas. En una de ellas se podía leer “el croupier señala novamás”. Era el colmo de la tergiversación. Me zampé el bocata y me recosté en el sofá. Minutos después abrí los ojos. El reloj marcaba las 19.30 hora de mi casa, e interrumpían las retransmisiones. Sin sonido aparente, apenas pude deducir de la imagen como a un mulato le entregaban las llaves de su nueva casa, pintada de un blanco bernabéu. Le di al volumen y resultó ser un tal Obama, al que definían como negro o afroamericano olvidando el blanco de la otra mitad de su adn. Curiosamente, sin saber por qué, me resultaba familiar ese nombre…

Revitaliza cuerpo y mente

Hace semanas a través del Facebook un amigo me daba a conocer un video muy interesante para levantar la moral de la tropa en los tiempos que corren -o caminan, según el barrio-. Hace referencia al discurso que Steve Jobs, fundador y CEO de Apple (casiná palcuerpo, Omaita), ofreció a los alumnos de la Universidad de Stanford con motivo de los actos que conmemoraban la apertura del curso académico de 2005. En apenas 14 minutos, Jobs repasa su biografía abordando aquellos aspectos personales y profesionales de su vida que le sirvieron para moldear su personalidad y llegar hasta donde lo ha hecho, ahí es nada. Rescato su afán de superación, su pasión por su trabajo y sus ganas de vivir intensamente cada día de su vida. Cada uno sacaremos nuestras conclusiones, pero es impepinable que algunas de las reflexiones que vierte el genio de la manzana en este discurso, podrían hacernos las veces de GPS con el que evitar que nos desviemos en exceso del camino que cada uno de nostros hemos decidido recorrer, fieles a esas hojas de ruta que nos vamos marcando a nuestro antojo (Bueno, y al del euribor, el ipc, el paro, la leche o los huevos… No podemos olvidarnos nunca de los huevos; siempre habrá alguien con incontinencia táctil dispuesto a cortarnos la mayonesa).

Espero vuestras opiniones (ya sabéis, pincháis allí donde dice «Comentarios» al final del post y listo, como las sopinstant).

Cita postuaria: «Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición. Ellos ya saben de algún modo en qué quieres convertirte realmente. Todo lo demás es secundario.» (Steve Jobs, discurso de graduación de Stanford, 2005)

Hay más fantasmas que sábanas…

A veces empezamos o acabamos los días de mejor o peor manera dependiendo de algún pequeño detalle o anécdota, que a pesar de su escasa importancia puede inclinar la balanza de uno u otro lado. A mí no me miréis; esto está montado así e igual que la imbecilidad, ocurre sin avisar y no hay que darle más vueltas. Precisamente os voy a hablar de un candidato al gilipuertas de oro de la academia.

Situaros. Entro en uno de los bares a los que acudo habitualmente -este dato quizás no sea muy preciso pero sólo hago que imitar a nuestros referentes actuales-. Antes de llegar a la barra ya tengo mi café servido sin articular palabra, y de propina me cae una sonrisa de cortesía del camarero que ciertamente no le daría para ganar el premio profident del día. Tomo asiento y cojo el primer periódico que diviso al alcance de mi mano, asegurándome de que para apropiarme de él no necesito ayudarme de mi codo. Es media tarde, no tengo ganas de guerra y me da mucha más pereza tener que firmar la paz. A tiro de estornudo se encuentra una pareja de tipos que no reconozco, a pesar de que por el volumen de su conversación diría que están ansiosos por que entremos en la misma. La cosa sigue tal que así:

-Pues no sé que hacer, tío. Creo que le diré que me marcho el ‘finde’ con los colegas sin más. Hace tiempo que lo tenemos planificado -dice el sujeto paciente-.

-Lo que tienes que hacer -mal asunto cuando empezamos así- es decirle: «Mira tía, el viernes me las piro y hasta el domingo no estaré disponible» -suelta el sujeto impaciente al que sólo le podía reprochar que no hiciera el gesto de retorcer el pescuezo de un palomo con sus manos.

Viendo los derroteros por los que parecía encaminarse la conversación privada convertida en mitin verdulero, decidí abstraerme. Y lo logré, aunque fuera por espacio un par de segundos. Entonces, el macho de la especie ibérica, dados los salchichones que hubiera dado de sí después de un buen San Martín, se decolgó con una reflexión digna de un memo condecorado con honores.


-A las tías hay que marcarles el terreno desde el principio. ¿Sabes lo que hago yo? -observé como se nos contagiaban las arcadas al resto de clientes afectados por la onda expansiva producida por ese prodigio de la era cromañón-. Yo se lo digo muy clarito: esto es lo que hay y si no te gusta tiene dos trabajos, mosquearte y des… ‘loquesea’- lanzó el tigre salvaje al que la selva se le queda pequeña cuando se pone a marcarla con su orina.

A todo esto, y ayudado de un esponjoso croissant para amortiguar las galletas verbales de su amigo y apuñalador a tiempo parcial, el sujeto paciente (hasta la médula) no articulaba palabra. Y hacía lo correcto. Cuando intentas interceder por alguién cuyo coeficiente intelectual se le va entregando a plazos, lo más probable es que quedarse en silencio te haga salir victorioso. La ley del mínimo esfuerzo, chatín.

Entre bocado dulce y sorbo amargo, el Atila de las relaciones personales seguía erre que erre con su teoría de la gravedad: -Oye, que si se enfada no es nada grave, ¿eh?- argumentaba el valiente capullo… en flor silvestre. -Yo siempre digo una cosa: hay más mujeres que longanizas. Eso no es problema- concluyó el obama de la vida en pareja.

En los instantes siguientes logré alejarme de los briconsejos del gurú del amor en primera persona. Mientras navegaba sin rumbo entre las páginas del Marca –a ciertas horas mis facultades limitadas me impiden completar los sudokus del Wall Street Journal– una voz femenina se fue apoderando del ambiente. Giro mi cabeza en dirección a los pili y mili y observo como una chica de la misma edad se sienta en su mesa. Acto seguido, terminator toma las riendas de la conversación y lejos de coger el toro por los cuernos pregunta con voz dulce cual ventrílocuo:

-Dime cari, ¿qué quieres que hagamos esta noche?. La próxima vez me toca escoger a mí, ¿vale?-.

Yo no daba crédito. Chuck Norris le cedía el mando de la operación a Miss Rehén 2008. Si es que ya se sabe, «dime de qué presumes… y te diré que coche tienes».

Cita postuaria: «El cobarde sólo amenaza cuando está a salvo» (Goethe)

En pie: tiene la palabra Eugenio

Veo en el blog de Andreu Buenafuente una entrada en recuerdo del mítico humorista Eugenio. Cuando no había más televisión que La1 y La2, él era uno de los responsables de colocar algo de humor en nuestros hogares. A continuación os dejo uno de sus tantos shows para deleite de aquellos que gocen de amplitud de miras y sofisticación limitada.

Cita postuaria: «La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar» (Nietzsche)

Por fin, "Yes we can"

Ahora hay que ver hasta cuando durará ese sueño…

Cita postuaria: «El camino a recorrer será largo. Nuestro trayecto será empinado. Puede que no lleguemos ahí en un año o en un período, pero, Estados Unidos… nunca he estado más esperanzado que en esta noche de que llegaremos a nuestra meta. Les prometo que como un pueblo llegaremos». (Barack Obama, 05-11-08)

Reflexión política semanal sin ánimo de lucro

Leo en El País Semanal un artículo sobre las cartas inéditas sobre política del escritor e intelectual norteamericano Norman Mailer. Me quedo con este fragmento, parte de una misiva dirigida a Sal Cetrano:

«Sólo voy a decir -y todavía no he escrito sobre este tema- que, mientras los demócratas, y en primer lugar Clinton, me repugnan con lo que llamo su ‘política de boutique’ -un poco aquí, un poco allá, y todo servido con grandes dosis de gilipollez por encima-, los republicanos son una monstruosidad psicótica. Por un lado, son Dios, bandera y familia -aunque pocos de ellos reconocerían a Jesucristo si estuviera haciendo pis en el retrete de al lado-, y un número asombroso no ha servido jamás en las fuerzas armadas ni ha oído una bala, y, como políticos, engañan como conejos a sus esposas y sus familias. Pero da igual, ¿de qué sirve ser político si uno no puede ganarse la vida siendo un hipócrita?». (noticia completa)

¿Excepticismo, desencanto, pesimismo o realidad? Juzgad vosotros mismos.

Cita postuaria: «Hay una ley de vida, cruel y exacta, que afirma que uno debe crecer o, en caso contrario, pagar más por seguir siendo el mismo». (Norman Mailer)

Al rojo vivo


Os dejo una imagen para comentaros una curiosa cuestión de «estilismo político». Hace años, durante la campaña a las segundas elecciones presidenciales de el bueno de Bush -los guionistas así lo creen-, leía una información sobre el tipo de indumentaria que llevaban los candidatos políticos. «Todo lo que llevan puesto -color de traje, camisa, corbata, pin nacionalista…- está estudiado», decía. Entre las cosas que me llamó la atención fue el supuesto valor y signifado que tenían los colores. En concreto, comentaban el color rojo/granante de la corbatas. «En un momento en el que se valora la energía y la determinación del discurso, un color vivo como el rojo sirve para transmitir esos valores», y se quedó tan pancho el/la especialista en asesoramiento de imagen. Y yo que pensaba que el «rojo» básicamente nos ayudaba a delatar un exceso etílico…

Hoy he visto las imágenes del primer debate televisado entre Obama y McCain y me he acordado de aquella información, que en su día me sorprendió. En la foto que acompaña este texto aparecen los dos candidatos con corbatas entre rojas y granates. Será cuestión de transmisión de valores o de puro estilismo. Ahí lo dejo.

Espero vuestros comentarios aportando algo de luz…

Del "Yes we can" al "I have a dream"

Hace unas madrugadas tuve el placer, o la demencia transitoria, de ponerme ante el televisor a tragarme enterito el discurso de Barack Obama en la Convención Demócrata de Denver. Sin entrar de golpe en los pormenores de su contenido, no creo que me equivoque si digo que estamos ante uno de los mejores oradores de la historia reciente. Siempre me ha atraído el poder de seducción de la oratoria, y recientemente he dedicado parte de mi tiempo libre a leer mucho sobre la materia. Sin ser ni de lejos un especialista, el discurso que pronunció el afroamericano más popular del momento fue una lección magistral. Con él consiguió algo extraordinario, más aún cuando se trata de un político: conectar con el público y que éste se identificara, de forma cómplice diría yo, con él.

De todo lo mucho y brillante que contiene su intervención, os recomiendo el fragmento en el que obama se refiere a «sus ídolos» (del minuto 10 en adelante). Utilizando comparaciones más cotidianas, consiguió explicar sus propuestas a partir de casos reales muy concretos que le sucedieron a lo largo de su vida. El derecho a un trabajo digno y reconocido por encima de diferencias de sexo, raciales, etc., la aplicación de la atención sanitaria universal para todos los norteamericanos o las mismas oportunidades educativas para todos, fueron algunos de sus golpes maestros. Si su compromiso no llega a flaquear cuando ocupe la poltrona presidencial -si el destino, la salud, la suerte, la CIA, los lobbies de poder, la Asociación del Rifle, el KKK, el huracán Gustav… tienen a bien permitirlo- tal vez provoque un vuelco a la primera potencia mundial, y por derivación al resto de mortales menos «potentes».

¿No os resulta paradójico que la línea argumental de un aspirante a la presidencia de La Casa Blanca, que está rompiendo moldes en pleno siglo XXI, no sea otra que la de garantizar los derechos básicos de sus paisanos, cuando éstos, a estas alturas de la película, se encuentran ámpliamente cubiertos en la mayoría de países occidentales? El alumno aventajado copiando al repetidor de curso en el examen final… No logro encontrarle ningún sentido.

Revisando el discurso, otro de los momentos álgidos de la noche apareció en escena cuando abordó el tema de la economía. Con una crisis acuciante, en la que según los expertos -vuelvo a desmarcarme de ese grupo- ha tenido un gran peso lo que ha sucedido en EE.UU, Obama no se anduvo con medias tintas. «El éxito de nuestra economía no se mide por la cantidad de billonarios que tenemos ni por los ingresos de las grandes empresas, sino por cuánta gente puede acceder a un puesto de trabajo con el que pagar sus hipotecas y poder ahorrar para darle a sus hijos un educación universitaria», dijo sin dar la sensación de que estuviera mirando en todas direcciones buscando algún «laser». Los lobbies empresariales más poderosos de norteamérica ya han hecho acopio de «katanas» -eso sí, made in China- para todos sus ejecutivos, vislumbrando un posible triunfo demócrata.»Cerrado por reforma» no entra en sus cálculos y habrá que estar atentos a sus movimientos.

A mi juicio, Barack Obama ha dado un paso decidido hacia el cambio. Leo infinidad de informaciones sobre su campaña y no dejo de sorprenderme. ¿Os imagináis a nuestros políticos concentrando a más de ochenta mil personas en un estadio, sin repartir tickets para el «bocata» o tirar de la plantilla del «inserso» en la reserva? Yo no. Otro dato inverosímil: 38 millones de estadounidenses vieron en directo por televisión el acto. Ni la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos congregó a tanto «yankee» ante la pequeña pantalla. Es evidente que estamos ante un fenómeno de masas extraordinario. Conseguir que la gente -intelectuales, gente de clase baja, media o incluso alta- vuelva a tener esperanzas en lo que pueda surgir de la política es un fenómeno extravagante, al alcance de muy pocas mentes lúcidas. Hablo con gente que dejó de votar tras su primera experiencia electoral, y cuando sale Obama en televisión levantan el dedo de su mando a distancia. Es más, le escuchan con atención y eso si que es un «cambio».

Para finalizar con esta tortura, aprovecho para deciros que, si lo deseáis, podéis colaborar con «Hache se escribe con Hache» incorporando textos, enlaces o sugerencias sobre este apasionante final de campaña. Estoy abierto a vuestras propuestas. Seguiré atento a lo que vaya sucediendo al respecto.

Cita del post: «No temáis, ya lo harán otros en vuestro lugar» (Anónimo).