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Para los que no encontrasteis razones

Después de que menos de la mitad de vosotros -me refiero a los que os acostáis como europeos cada día- ejerciera su derecho a voto en las pasadas elecciones europeas, he echado en falta algún que otro análisis autocrítico de la familia política en general, por cierto cada día menos numerosa. Entre lo que he podido (esta vez sinónimo de querido) leer y escuchar en las últimas semanas me quedo con está dura reflexión que expresaba Agustín Pery, director de El Mundo-El Día de Baleares, el pasado 14 de junio. En ella enfoca la realidad política y social de nuestros días sin paños calientes. No habla de colores ni de tendencias. Habla de las personas que los abanderan. Que nos representan. O eso creen.

Por ciento (y pico) razones

Diseccionados los resultados, leídos todos los articulistas propios y extraños, escuchados en confesión tirios y troyanos y consciente de que lo que escriba es hoy más que nunca papel mojado, me dejarán que al menos felicite al verdadero vencedor de la cita europea: el partido de la abstención. Y_como ya saben que siempre intento ser original, aunque casi nunca lo logre, esculpo esta columna con el ritmo de un anuncio de Coca-Cola. Son las razones, algunas, por las que los baleares pasaron de votar. Se las ofrezco gratis a los políticos. Ya saben, entiendo el periodismo como un servicio público:

—Porque no les creo.

—Porque si les creí, me defraudaron.

—Ellos cada vez son más ricos y yo cada vez más pobre.

—Porque qué más da que vengan los otros.

—Los buenos son cada vez más malos.

—Los malos se parecen cada vez más a los buenos.

—Porque son como Juan Palomo y yo ni guiso ni como.

—Bruselas está muy lejos… afortunadamente.

—El Parlament está muy cerca… desgraciadamente.

—Porque mienten hasta cuando dicen la verdad.

—Porque miran hacia dentro y hace tiempo que estamos fuera.

—Cuando miran hacia fuera es para seguir estando dentro.

—Porque si te tapas la nariz te toca respirar por la boca.

—Una urna vacía es un corte de mangas.

—Porque nada es lo que parece, ni mucho menos.

—No podré con el enemigo pero jamás me uniré a él.

—Antes que morir de pie prefiero tumbarme en la playa.

—Ojos que no ven corazón que no siente. El mío es una piedra.

—Porque lo peor está por llegar.

—Porque a mí que me registren.

—De ilusión también se vive pero con los políticos se acaba en la tumba.

—Ya tropecé demasiadas veces con la misma piedra.

—Creo en otra forma de hacer política y la mía es ésta.

—Porque se parecen tanto que ya no los distingo.

—Porque sigo esperando.

—Porque estoy desesperado.

—Dejé de admirarlos.

—Empiezo a despreciarlos.

—Porque siempre ganan los mismos.

—Porque siempre pierdo.

—A mí ya no me pillan.

—Porque me pillaron demasiadas veces.

—Porque no se dan cuenta de que es mejor estar sólo que mal acompañado.

—Yo no soy como ellos.

—Es mentira que si no votas no puedes protestar.

—Es verdad que si no votas te van a mandar igual.

—Porque así tengo la conciencia tranquila.

—Porque no son conscientes de lo que pasa.

—Quiero castigarles.

—Porque les conozco.

—Ellos a mí no.

—Se ríen de nosotros.

—Así me río yo.

—Porque nunca pasa nada.

—Para que algún día pase.

—Porque si pasa, me sentiré orgulloso.

—Porque viven de nosotros.

—Porque nos dan muy mala vida.

—No cuentan con nosotros.

—Nos van a contar igual.

—Para que el malo conocido no cuente conmigo.

—Porque a mí que no me pillen.

—Porque les da igual.

—Porque a mí también.

—Porque si ganan ellos, yo pierdo.

—Porque si pierden, yo gano.

—Porque son el conjunto vacío.

—Porque ya no me llenan.

—Porque fuera de la política hay mucha vida.

—La política está muerta.

—Porque creo en la democracia.

—Porque ellos no.

—Porque en política todo vale.

—Valgo más que ellos.

—Porque sigo esperando.

—Porque de ellos ya no espero nada.

—Porque unos son corruptos y los demás callan.

— Porque grito con mi desprecio.

— Porque lo controlan todo.

—A mí no me controlan.

—Yo me iré.

—Ellos se quedarán.

—Porque espero una revolución.

—Son unos ignorantes.

—No hay mayor castigo que ignorarlos.

—Nunca están cuando los necesitas.

—Ellos me necesitan más que yo a ellos.

—Porque les veo venir.

—Nunca les veo irse.

—Cuando se van parece que huyen.

—Nunca dan la cara.

—Tienen demasiada.

—Viven en otro mundo.

—Porque lo pagamos entre todos.

—Por si las moscas.

—Contra los moscones.

—Porque no se dan cuenta.

—Porque yo sí.

—Porque siempre tienen excusas.

—Porque no me hacen falta.

—Porque no valen nada.

—Porque mi voto vale mucho.

—Porque no saben nada.

—Creen saberlo todo.

—No tienen remedio.

—Me niego a ser su solución.

—Prometen mucho.

—Yo no les prometí nada.

—Me quedo tranquilo.

—Por si se ponen nerviosos.

—No solucionan mis problemas.

—Quiero ser el suyo.

—Nos dan por hipotecados.

—Yo a ellos también.

—Porque no saben lo que les espera.

—Porque yo sí.

—Porque se agarran a la silla.

—Porque no dan ni golpe.

—Por dárselo.

—Porque ¡ya vale!

—¿Por qué tendría que votarles?

Que se abstengan de explicármelo.

agustin.pery@elmundo.es

Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…

Hoy he visto la luz. Y no me refiero a la de una linterna indicándome que pare en el arcén, tan familiar para más de un@. Después de esta tarde lo he tenido claro. Esto se va al garete. Y lo digo con conocimiento de causa, asumiendo el riesgo de llevarle la contraria al mismísimo presidente del Banco Central Europeo, Trichet que dice que «el momento de la recuperación está cerca». Digo yo que o no se ha parado «mucho» tiempo -por aquí utilizamos más «poco»- a observar a su alrededor, o bien habrá tenido más suerte que el del bar de abajo y no le habrán interceptado aquel ansiado paquete que venía de Colombia. Mientras, Joaquín Almunia anunciaba que «las previsiones del BCE son bastante preocupantes». Ahí es nada. Como ir de Bruselas a Burkina Faso en un pispás.

He tenido el privilegio de asistir en directo y en exclusiva para quien os atormenta, al discurso de mi peluquero. Sí, habéis leído bien, mi barbero. Cómo no me voy a fiar de un tipo que tiene mi vida en sus manos una vez al mes, desde hace casi veinte años. Ni a tu propi@ herman@ dejarías acercarse a menos de un centímetro de tu cara con una navaja del far west. Lo tiene muy claro. Ayer estuvo viendo una tertulia política nocturna (probablemente ésta) y confirmaron lo que él ya sabía. «Esto se va al carajo. El Gobierno había tomado unas medidas para el primer trimestre del año y ¿tú has visto algo? Porque yo no he notado nada», decía convencido hasta la médula. «No me extrañaría que se carguen a Zapatero. Le van a obligar a dimitir y adelantar las elecciones», concluía mientras agitaba levemente su cabeza a derecha e izquierda. Mi peluquero dixit. Y yo le creo a pies juntillas.

Cita postuaria: «No es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio«. (Groucho Marx, 1890-1977)

Quedan 66 días para que le den las notas a Obama

Amnistía Internacional le ha dado 100 días a Barack Obama para que haga los deberes si quiere aprobar su primer trimestre a los mandos del cotarro mundial. ¿Creéis que superará la evaluación o le quedará algo para septiembre? Repasa el siguiente widget (elige el idioma) y haz tus apuestas.

"Adivina quién viene esta noche" en PocoMás Magazine Febrero

PocoMás Magazine presenta un mes de Febrero completito. Como sabéis, contribuyo a bajar la carga cultural de la revista -dura tarea, por cierto- con mi columna mensual de poco sustento, curiosamente. En este número me he vuelto loco rebuscando entre la basura y me he decidido por un tema novedoso donde los haya. Cuando leas «Adivina quién viene esta noche» (la parte positiva es que si lo haces te desgrava cuando presentas la declaración de la renta) te darás cuenta de que te he dejado compuesto y sin novia. Es lo que tiene el talento: cuando está racionado nunca sabes por donde te saldrán los tiros.

Para los más antiguos -que no viejos, Haruki- a continuación os dejo el artí-culo (hartar, que perdió la «h» tras el estornudo de un académico, unido a culo conforman: hasta el cu…) para que podáis recrearos. Ojo: si lo imprimís en folio duro podéis hacer uno velero de papel by America’s Cup.

Adivina quién viene esta noche

El pasado 20 de enero me planteé uno de mis mayores retos personales: intentar abstraerme de la ceremonia de proclamación de Obama como presidente del Tío Sam. Resultado: ¡Error fatal en Héctor 2009! De igual modo que el pequeño Bush –se desconoce si ha habido alguno grande con ese apellido- erró al diagnosticar a Irak como “país con armas de destrucción masiva”, me equivoqué al plantearme tal desafío porque los obstáculos eran muchos e insalvables. Me apoderé del mando a distancia aprovechando un momento de flaqueza del rival. En más de la mitad de la primera docena de canales zappeados aparecía un majestuoso edificio blanco rodeado de miles de fieles seguidores, ataviados con las vestimentas más diversas. ¡Eureka!. Tenía un plan b ante mis ojos, me dije. He dado con el Canal Historia y están reponiendo un documental sobre las 10 peregrinaciones más importantes de la historia a La Meca. Craso error. La ciudad era Washington y las paredes blancas pertenecían a El Capitolio. Aprovechando la coincidencia, inicié mi capitulación sin resignarme a concederme otra oportunidad.

Busca que te busca, me dediqué a detenerme en todas aquellas cadenas en cuyas imágenes no apareciera más de una persona. Pero tras algunos segundos a la espera de consumar mi victoria, mis aspiraciones se irían al traste. Primero lo intenté en CocinaTV. Preparaban un soufflé de plancton jurásico del Mar Caspio. En el preciso momento en que el chef Paladarytomar encendía su soplete made in Guantánamo, pronunció la palabra tabú: “… pueden aplicar calor o bama…”. Era un mensaje subliminal. Los tentáculos de la campaña mediática del primer presidente yankee no blanco, se pegaban a todas las superficies. En los rótulos del “Modo de preparación” de la receta aparecía “aplicar calor o llama”. Era un truco. Yo escuché obama alto y claro.

No había conseguido reponerme de tal contratiempo cuando fui a parar al Canal Infoinfantil. En él me sentía como Horatio Caine en su jacuzzi rodeado de caimanes bajo la dieta por puntos: muy seguro. Qué mejor que un par de nociones sobre la interrelación madres e hijos para alejarme de las multitudes enardecidas con su Abraham Lincoln 2.0. A punto de ser conquistado por un duermevela enternecedor –del tipo riachuelo salivar simple- un vocablo golpeó en mis entrañas atravesando mis oídos, que hacían las veces de un subwoofer del último Rock In Rio. No cabía confusión alguna. El bebé protagonista de la escena respondía con un rotundo obama al intento de su progenitora para que tomara una cucharada más de su papilla, compuesta por cereales ecológicos con bífidus, L-casei y escamas de salamandra de charca, a las finas hierbas de la Sierra de Navacerrada. Cuando recapitularon, modificaron la respuesta del pequeño por un “no mamá”. ¡Manipuladores!, espeté con ira. Amimevaadesí lo quesentío, hubiera dicho Ortega Cano, nuestro irrepetible Fred Astaire cañí.

Por último, antes de rendirme me acordé del gran Leónidas, rey de Esparta. Readapté una de sus frases célebres tal que así: “Cenemos bien, porque el desayuno ha sido un infierno” (me consta que apenas notáis la diferencia, pero Google os ayudará). Con la caja tonta de fondo y yo haciendo el bobo en primer plano, agoté mi último cartucho. Situación: sintonizo TeleCasino Gano; un tipo hortera como el sastre de Parchís alecciona a los televidentes (dos según los índices de share: el mando y yo) sobre técnicas de juego en la ruleta americana. A puntito de meterle el diente a mi pa amb oli con jamón, el tío canalla me alarma sin piedad al decir que “cuando el croupier canta el obama, se cierran las apuestas”. Me quedé helado. La miga de pan no subía ni bajaba por mi gaznate. Acompañando la narración aparecían unas viñetas. En una de ellas se podía leer “el croupier señala novamás”. Era el colmo de la tergiversación. Me zampé el bocata y me recosté en el sofá. Minutos después abrí los ojos. El reloj marcaba las 19.30 hora de mi casa, e interrumpían las retransmisiones. Sin sonido aparente, apenas pude deducir de la imagen como a un mulato le entregaban las llaves de su nueva casa, pintada de un blanco bernabéu. Le di al volumen y resultó ser un tal Obama, al que definían como negro o afroamericano olvidando el blanco de la otra mitad de su adn. Curiosamente, sin saber por qué, me resultaba familiar ese nombre…

"Marcas blancas ahora que manda un negro" en PocoMás Magazine

A continuación os cuelgo mi último artículo en PocoMás Magazine que aparece en el ejemplar de diciembre de la revista mallorquina. Sin ánimo de ofender al personal más sensible, he titulado mi columna «Marcas blancas ahora que manda un negro», dejando claro cristalino desde ya que se trata simple y llanamente de un juego colorista. Punto y pelota. Para el resto de conclusiones que algún purista embriagado de moral pueda decudir, me reservo un «no ha lugar» pemitiéndome esta licencia que contempla mi jurisprudencia familiar.

No se escriba más. Leed, juzgad y sentenciad. Este monotribunal, para algunos simiotribunal (sé de alguien que me reclamará este ©) acatará la sentencia del jurado popular.

Marcas blancas ahora que manda un negro

Cómo cambia todo y a qué velocidad (esta frase no es mía, se la copié a Bibiana Fernández). Años ha, ni el más sobresaliente de los master del universo summa cum laude por la Universidad de Harvard, hubiera dado un duro por las llamadas marcas blancas, low cost o, pa’ ti y pa’ mi que somos más austeros, “marcas pa’ los con poca guita”. Pues ahora resulta que los productos más económicos son los más in y cuentan con una acogida sensacional, traspasando la frontera de las capas sociales más humildes. ¡Tócate un pie -pido prudencia-, Mariano! (frase hecha sin ánimo de ofender al PP). Hasta hace un par de años si te hubieras paseado por Jaume III con un blazer (o americana, ¿a que soy divino?) de serie B te hubieran deportado a Guantánamo en piragua, remando desde El Portitxol y sin escalas. Y te estarás preguntando, ¿a dónde quiero ir a parar?. Pues ni idea, a mi me han dicho que tengo que “currarme” unas líneas y en eso estamos. Dicho esto, y tras tomarme mi medicación diaria, me encuentro en la situación de poder afirmar que las tornas han cambiado y ahora todo lo que sea low cost, o sea, barato a rabiar, es lo más mejor y aquel que no lo aproveche “castigadito cara a la pared”, como dice mi sobrino político cuando tras un “¡Mira aquello!” le birlo unas McCain (está claro cuál hubiera sido el lema de haber salido presidente: “Una patata de país”).

Ha llegado el tiempo en el que gastarse tres euros en una camiseta o t-shirt, veintiuno en unos jeans -¡quién me ha llamado fantasma!- y 12.99 en unas zapatillas es de lo más fashion que te puedas echar a la cara. Por supuesto, siempre a la zaga de una sensacional crema antidescolgamiento de jeta, con saliva de chihuahua y encimas de hígado de colomí jove, que ante todo revitaliza tu tarjeta de crédito cuando al pasarla por caja, le entra el mismo tembleque que a la Obregón en el casting para el papel de espada en la Guerra de las Galaxias. A estas alturas de la película, y plagiando parte del comentario que días atrás me hizo una simpática operadora (disculpo al 2% de las miles que marcan tu número cada mes porque no disfrutan haciéndolo) os debo advertir que “por sentido común no me viene nada”. Quizás, y esto es un suponer exento de malicia –frase que suele preceder a toda buena rajada que se precie-, si hubiéramos recurrido un poquito antes a los productos a bajo precio en vez de centrar nuestras aspiraciones en un bolso de Uy Valeunmonton o un pantalón de Bramani, tal vez se hubiera logrado reprimir aquella codicia suicida, que llevó a unos pocos hijos de bidé a crear esa gran mentira financiera, que el resto de infelices nos hemos tenido que tragar como menú diario, sin derecho a vino ni gaseosa.

Siempre he sentido cierto interés por aquellos que en ocasiones han procurado desmarcarse del grupo, pero sin exagerar. No me acabo de ver liquidando a compañeros de oficina como método antiestrés o haciendo gárgaras al saborear una caña en la barra del bar. Una cosa es salirse de la fila de vez en cuando, y otra muy distinta dar el cante jondo sin acompañamiento. Saltándose a la torera este principio, el pueblo ha desafiado al sistema y mientras a ritmo de soul hemos puesto un Obama en nuestras vidas, una blanca luz ha ido iluminando nuestros hogares entonando versos de esperanza musicados bajo la batuta de Hacendado, Lidle o Carrefour. Cuando las riendas del planeta recaen en un afroamericano –un negro, abuela; ¿Ves como no me olvido de ti?- nosotros los españolitos y españolitas, catalanes y catalanas, vascos y vascas, compostelanos y compostelanas, leperos y leperas, manacorins y de Biniali… nos tiramos al consumo –suena mal, ¿verdad?- de las marcas blancas. Si se cosca es nostro Barack, n’hi haurà per tot. Hasta aquí puedo leer que si no el tito Amancio se me altera y me sube el precio de ese jersey tan logrado, que me hace un tipito estupendo. ¡Zara: espérame y no me cierres tus puertas que sabes que soy tuyo!.

La música comprometida no tiene precio…

A veces la buena música viene acompañada de una letra insuperable. Pasen, escuchen y vean… Suena el Dear Mr. President de Pink.

Cita postuaria: «La música que no describa algo no es más que ruido» (Parménides de Elea)

Por fin, "Yes we can"

Ahora hay que ver hasta cuando durará ese sueño…

Cita postuaria: «El camino a recorrer será largo. Nuestro trayecto será empinado. Puede que no lleguemos ahí en un año o en un período, pero, Estados Unidos… nunca he estado más esperanzado que en esta noche de que llegaremos a nuestra meta. Les prometo que como un pueblo llegaremos». (Barack Obama, 05-11-08)

Reflexión política semanal sin ánimo de lucro

Leo en El País Semanal un artículo sobre las cartas inéditas sobre política del escritor e intelectual norteamericano Norman Mailer. Me quedo con este fragmento, parte de una misiva dirigida a Sal Cetrano:

«Sólo voy a decir -y todavía no he escrito sobre este tema- que, mientras los demócratas, y en primer lugar Clinton, me repugnan con lo que llamo su ‘política de boutique’ -un poco aquí, un poco allá, y todo servido con grandes dosis de gilipollez por encima-, los republicanos son una monstruosidad psicótica. Por un lado, son Dios, bandera y familia -aunque pocos de ellos reconocerían a Jesucristo si estuviera haciendo pis en el retrete de al lado-, y un número asombroso no ha servido jamás en las fuerzas armadas ni ha oído una bala, y, como políticos, engañan como conejos a sus esposas y sus familias. Pero da igual, ¿de qué sirve ser político si uno no puede ganarse la vida siendo un hipócrita?». (noticia completa)

¿Excepticismo, desencanto, pesimismo o realidad? Juzgad vosotros mismos.

Cita postuaria: «Hay una ley de vida, cruel y exacta, que afirma que uno debe crecer o, en caso contrario, pagar más por seguir siendo el mismo». (Norman Mailer)

Al rojo vivo


Os dejo una imagen para comentaros una curiosa cuestión de «estilismo político». Hace años, durante la campaña a las segundas elecciones presidenciales de el bueno de Bush -los guionistas así lo creen-, leía una información sobre el tipo de indumentaria que llevaban los candidatos políticos. «Todo lo que llevan puesto -color de traje, camisa, corbata, pin nacionalista…- está estudiado», decía. Entre las cosas que me llamó la atención fue el supuesto valor y signifado que tenían los colores. En concreto, comentaban el color rojo/granante de la corbatas. «En un momento en el que se valora la energía y la determinación del discurso, un color vivo como el rojo sirve para transmitir esos valores», y se quedó tan pancho el/la especialista en asesoramiento de imagen. Y yo que pensaba que el «rojo» básicamente nos ayudaba a delatar un exceso etílico…

Hoy he visto las imágenes del primer debate televisado entre Obama y McCain y me he acordado de aquella información, que en su día me sorprendió. En la foto que acompaña este texto aparecen los dos candidatos con corbatas entre rojas y granates. Será cuestión de transmisión de valores o de puro estilismo. Ahí lo dejo.

Espero vuestros comentarios aportando algo de luz…

Del "Yes we can" al "I have a dream"

Hace unas madrugadas tuve el placer, o la demencia transitoria, de ponerme ante el televisor a tragarme enterito el discurso de Barack Obama en la Convención Demócrata de Denver. Sin entrar de golpe en los pormenores de su contenido, no creo que me equivoque si digo que estamos ante uno de los mejores oradores de la historia reciente. Siempre me ha atraído el poder de seducción de la oratoria, y recientemente he dedicado parte de mi tiempo libre a leer mucho sobre la materia. Sin ser ni de lejos un especialista, el discurso que pronunció el afroamericano más popular del momento fue una lección magistral. Con él consiguió algo extraordinario, más aún cuando se trata de un político: conectar con el público y que éste se identificara, de forma cómplice diría yo, con él.

De todo lo mucho y brillante que contiene su intervención, os recomiendo el fragmento en el que obama se refiere a «sus ídolos» (del minuto 10 en adelante). Utilizando comparaciones más cotidianas, consiguió explicar sus propuestas a partir de casos reales muy concretos que le sucedieron a lo largo de su vida. El derecho a un trabajo digno y reconocido por encima de diferencias de sexo, raciales, etc., la aplicación de la atención sanitaria universal para todos los norteamericanos o las mismas oportunidades educativas para todos, fueron algunos de sus golpes maestros. Si su compromiso no llega a flaquear cuando ocupe la poltrona presidencial -si el destino, la salud, la suerte, la CIA, los lobbies de poder, la Asociación del Rifle, el KKK, el huracán Gustav… tienen a bien permitirlo- tal vez provoque un vuelco a la primera potencia mundial, y por derivación al resto de mortales menos «potentes».

¿No os resulta paradójico que la línea argumental de un aspirante a la presidencia de La Casa Blanca, que está rompiendo moldes en pleno siglo XXI, no sea otra que la de garantizar los derechos básicos de sus paisanos, cuando éstos, a estas alturas de la película, se encuentran ámpliamente cubiertos en la mayoría de países occidentales? El alumno aventajado copiando al repetidor de curso en el examen final… No logro encontrarle ningún sentido.

Revisando el discurso, otro de los momentos álgidos de la noche apareció en escena cuando abordó el tema de la economía. Con una crisis acuciante, en la que según los expertos -vuelvo a desmarcarme de ese grupo- ha tenido un gran peso lo que ha sucedido en EE.UU, Obama no se anduvo con medias tintas. «El éxito de nuestra economía no se mide por la cantidad de billonarios que tenemos ni por los ingresos de las grandes empresas, sino por cuánta gente puede acceder a un puesto de trabajo con el que pagar sus hipotecas y poder ahorrar para darle a sus hijos un educación universitaria», dijo sin dar la sensación de que estuviera mirando en todas direcciones buscando algún «laser». Los lobbies empresariales más poderosos de norteamérica ya han hecho acopio de «katanas» -eso sí, made in China- para todos sus ejecutivos, vislumbrando un posible triunfo demócrata.»Cerrado por reforma» no entra en sus cálculos y habrá que estar atentos a sus movimientos.

A mi juicio, Barack Obama ha dado un paso decidido hacia el cambio. Leo infinidad de informaciones sobre su campaña y no dejo de sorprenderme. ¿Os imagináis a nuestros políticos concentrando a más de ochenta mil personas en un estadio, sin repartir tickets para el «bocata» o tirar de la plantilla del «inserso» en la reserva? Yo no. Otro dato inverosímil: 38 millones de estadounidenses vieron en directo por televisión el acto. Ni la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos congregó a tanto «yankee» ante la pequeña pantalla. Es evidente que estamos ante un fenómeno de masas extraordinario. Conseguir que la gente -intelectuales, gente de clase baja, media o incluso alta- vuelva a tener esperanzas en lo que pueda surgir de la política es un fenómeno extravagante, al alcance de muy pocas mentes lúcidas. Hablo con gente que dejó de votar tras su primera experiencia electoral, y cuando sale Obama en televisión levantan el dedo de su mando a distancia. Es más, le escuchan con atención y eso si que es un «cambio».

Para finalizar con esta tortura, aprovecho para deciros que, si lo deseáis, podéis colaborar con «Hache se escribe con Hache» incorporando textos, enlaces o sugerencias sobre este apasionante final de campaña. Estoy abierto a vuestras propuestas. Seguiré atento a lo que vaya sucediendo al respecto.

Cita del post: «No temáis, ya lo harán otros en vuestro lugar» (Anónimo).