Seat se borra
Los problemas se remontan unos pocos años atrás. Decidí arreglar algunos desperfectos en la chapa de mi Seat León en el servicio oficial de la marca. Retocaron varias partes del vehículo y entre ellas pintaron el capó y un lateral de la parte trasera. Cual fue mi sorpresa que al cabo de poco más de dos años empecé a observar como las dos zonas que fueron pintadas habían perdido color y brillo, contrastando su tono mate con el resto del vehículo en perfecto estado de conservación. Acudí al concesionario y les expuse la situación. El responsable -de esos que hacen grande a una firma con sus pequeñas cosas- me dispensó un trato inmejorable. A pesar de ello, me comentó que al haber transcurrido un periodo superior a 2 años desde la reparación ya no podían hacerse cargo y que debía ser la central de Barcelona la que dictaminara qué se debía hacer. Le recordé que las zonas que se habían decolorado eran única y exclusivamente las dos que su concesionario repintó con productos, quiero entender, oficiales. Aún así, me aseguró que el trámite en estos casos era inequívoco, y pasó a dar parte a la matriz nacional. Después de unos días sin noticias, una operadora me llamó para confirmar la incidencia. Me recordó que aunque la responsabilidad hubiera sido de los materiales defectuosos o del procedimiento erróneo empleado por el taller oficial, si la fecha de la reparación era superior a los dos años no podrían hacer nada al respecto. Le insistí, tal y como hice con el responsable del concesionario en mi anterior visita, que los efectos visuales de la defectuosa reparación no se hicieron patentes hasta pasados dos años y medio o más, por lo que al no contar entre mis habilidades con un poder premonitorio fenomenal, era imposible que hubiera podido tramitar mi demanda antes de que pudiera detectarse la misma. Convencido de que serviría de poco, quedé a la espera de su respuesta.