Las cosas tras Entrecomics.

Hoy cierra Entrecomics y por eso debemos mirar hacia el futuro.
Para lágrimas, El Secreto de Puente Viejo.

Pero para mirar el futuro mejor conocer e pasado y el presente, y en ambos está Entrecomics (última reseña, publicada hace un rato, calentita, léela). La realidad es que internet ha supuesto un antes y un después para la información relativa a la historieta. Un antes y un después al menos para el usuario. Si hasta hace unos quince años para estar informado tenías que comprar Volumen, o U, o antes El Maquinista Mensual, o el Krazy o lo que fuera, con internet y a un gratuito clic, podías entrar en varias páginas, blogs personales o comunitarios, donde se subían las noticias que los editores mandaban a esos «medios» o que el gestor del blog leía en webs de las editoriales (del mundo entero) u otros blogs. Además, los gestores de las bitácoras publicaban críticas de opinión (y las publican, claro, debería decirlo todo en tiempo presente, sigue habiendo blogs). Podías encontrar a un plumilla de gustos afines de quien «fiarte» o al menos a quien leer para conocer la oferta de actualidad. Y leerlo gratis.

Sin embargo todos esos sitios han adolecido de una característica. No son profesionales, la publicación suele ser arbitraria, y más bien libre y sin poda o ponderación de un consejo editorial o siquiera una segunda opinión. Y de existir esta en los blogs de autoría global, evidentemente no hay contratos de por medio, ni siquiera facturas por publicar en esa bitácora, donde todos arrimaban o arriman el hombro por satisfacción personal y poco más (a veces, por proyectarse en el paisaje laboral de los editores españoles, lo cual me parece lícito, por supuesto, y más en un mercado donde no podías demostrar de otro modo tu profesionalidad). La blogosfera, en fin, mira al cómic atendido y mimado como acto de amor, circunstancia que también hay que poner en valor y que personalmente sigo practicando. Pero cuando las cosas se hacen por amor cuando ya no hay mojo simplemente lo dejas. Es lo lógico. Y el mojo, es obvio, acaba flojeando con los años. Es evidente que mi relación con este Serie de Viñetas hoy no es la misma, ni de similar intensidad, a la que tenía cuando nació. Tranquilos, mis cuatro lectores, yo no cierro. Pero esto es distinto, es un poco mi casa, como en El Octavio Pasajero hago lo que me place dentro de un orden (porque el blog pertenece a un grupo de información generalista, pero vamos, aquí hago y deshago a mi sensato antojo). Si hablamos de algo como Entrecomics, hablamos de una estructura de varios integrantes a los que sus tareas «reales» en primer lugar pudiera estar impidiendo mantener una periodicidad que es clave. Se acabó la era de definir los blogs como diarios, eso es evidente, para los de matiz personal. Pero una bitácora creada por un equipo, que no es la voz personal de un firmante único, sí requiere, pienso, cierta cualidad de periodicidad, secciones… un aire, en fin, de revista. O la operación no tiene sentido, pienso.
Que todo (TODO) en  Entrecomics nazca de la pasión por el medio y se mantuviese diez años a base de voluntad y nuevas incorporaciones siempre primando la calidad de los nuevos miembros del asunto, da fe del mucho amor por el medio de los cuatro (cinco en origen) miembros «clásicos» del blog, a los que se uniría esa vela-broma de cumpleaños que soplas, se apaga y enciende de nuevo sin desfallecer que responde al nombre de Gerardo Vilches. Pero hasta esas velas se dan cuenta de que ya ha pasado el momento de arder. Al menos, de arder en
Entrecomics. Mejor soplar una última vez que resistir siendo solo cera.

¿Qué es lo mejor que puede decirse de un momento triste como este? En estos diez años Mar, Fer, Iñaki y Berni, Big Man Berni, con el concurso extra(ordinario) y posterior de Gerardo Vilches (permitidme que al resto os considere colaboradores externos, notables, pero externos) han crecido con el medio pero no han mostrado ni una cana en el blog: Entrecomics se ha mantenido fiel a los tiempos que le tocó vivir respetando siempre el legado del pasado, comprendiendo el presente y aspirando a un futuro desde un hoy que no sea trasnochado. Y eso es importante. Además, siempre desde la transversalidad y sin despreciar ninguna escuela, género, latitud o tendencia. Solo regidos por el gusto crítico, uno en mi opinión exageradamente bueno.

Pero bien, dice el dicho aquello de «a rey muerto, rey puesto», y ciertamente es una inercia. De momento ya parece que nos estamos empezando a dar cuenta de que Facebook o Twitter no tienen nada que ver con todo esto, las redes sociales son petardazos que se pierden como lágrimas en las viñetas de Geoff Darrow. No garantizan permanencia, no se puede recuperar un tuitt o cuesta dios y ayuda. Las rrss son solo un cacareo ruidoso en una cámara anecónica.

Por otro lado, yo y Geraddo Vilches ya hemos recibido algún mensaje proclamando CuCo, Cuadernos de cómic como «el sustituto» de Entrecomics. Y no, NO LO ES. Porque además es otra cosa. De hecho me atrevo a decir que en un aspecto es mucho más profesional que Entrecomics, en tanto que su crédito académico es efectivo, y esa es la meta de los cuadernos, y no la divulgativa (presente en una sección de crítica, de acuerdo, pero no de estricta actualidad). Y qu eesa profesionalidad (no de lo remunerado, si no d elo reconocido) nos “obliga” a mantener en una determinada vía al proyecto, sin dedicarnos a experimentos con gaseosa. CuCO existe porque no hay dos como él, creemos, y por tanto, porque era necesario y pertinente. No nació para sustituir nada. Tampoco estoy por la labor (ni creo que Gerardo) de convertir nuestro blog, un discreto y tranquilo medio de avanzar asuntos del proyecto nada más, en un confeti de noticias y novedades. No verás eso en El nido del CuCo, me temo.
Otros blogs del palo entrecomiquero (de grupo, vamos) persisten con energía, pero carecen de la transversalidad de Entrecomics. Son, por así decirlo, sectoriales.
Pero ¿porqué en todas estas ecuaciones la parte débil es la palabra «profesional»? Este es el futuro que tenemos que tratar. Qué ha pasado lo sabemos: muchos fans han montado pequeños milagros que han servido, en parte, para lograr levantar un paisaje, el de la historieta, que languidecía.
La cárcel de papel (blog personal de Álvaro Pons que alcanzó cotas de popularidad intuyo que difícilmente soportables por un único par de hombros) traspasó las fronteras del fandom un par de veces. Entrecomics se convirtió en referente para los editores, hasta yo recibo mails de editoriales que desconozco y que se aproximan por mis labores como divulgador. Pero quizá el fin de Entrecomics pueda servir para plantear un escenario nuevo. ¿Es eso posible? Si nos vamos dando cuenta d eque se están perdiendo sitios de referencia con información, divulgación y crítica que no sean volátiles, ¿puede pasar «algo» para cambiar esto? Por ejemplo: si hay un tejido de críticos interesantes que pueden aspirar a profesionalizarse, esto es, cobrar por su trabajo :O, y si los editores ven a ese círculo de firmas como un sustancioso activo para la promoción de su oferta editorial, quizá habrá que plantearse algo. No sé, ¿La ACDCómic, se ha apuntado ya? Difícil porque caeríamos otra vez en el «dejar hacer dejar pasar» como táctica editorial y porqu ela misión de la asociación no pasa por facturar colaboraciones. Pero sí a lo mejor los propios editores pueden ser un nuevo motor. Creación de una plataforma común que centralize un servicio de novedades, y que gestione un cuadro crítico, pero al tiempo pienso que debería de tratarse de una plataforma que garantice la libertad del crítico, claro, para trascender lo meramente publicitario. Si no son los editores como conjunto o colegio, uno de ellos con arrestos (después de todo, El País tiene Babelia, referente de crítica y actualidad al que podemos poner peros, pero que ahí está, marcando e influyendo, y dinamizando el sector).

¿Sería una vía? La veo tan atractiva como peligrosa, tan posible como imposible. No pretendo haber analizado la realidad y encontrado las soluciones en Diez Recetas Místicas, son solo ideas que se me ocurren como posibilidad evolutiva. Pueden ser otras. Pero es o eso, mover ficha, o seguir viendo cómo la gente se cansa y cierra sus proyectos altruistas en beneficio del twitt rápido.
El peligro es quién tiene el caudal y los recursos para crear ese medio  y qué supondrá una plataforma semejante para los editores independientes, los micro editores y la amplísima oferta de la autoedición en nuestro país. 
Puede que ahí jugase un papel activo el compromiso de los críticos dentro de esa Gran Plataforma, pero no lo sé. Creo sinceramente que no tantos plumillas se fijan en mucho más que lo que publican cuatro editores cañón y tres curiosas editoriales literarias que se han arrimado (benditas sean) a la novela gráfica. El equilibrio para ser justos tiene que ser absoluto. No creo que Gran Danés, de Julia Huete, merezca menos atención hoy que Cuaderons Japoneses de Igort o Chiisakobe de Mochizuki, y mucho menos porque unos los edite un editor «potente» y otra un francotirador «micro». El peligro de un gigante divulgativo pasa por el peligro de toda corporación capitalista en bruto, y eso NO me gustaría.

Pero pase lo que pase, me parece que el momento es interesante, respecto a la divulgación de cómics. Y el cierre de Entrecomics merece la pena ser contemplado no como un cierre abrupto y un vacío a rellenar rápidamente con algo parecido (pero peor, ni lo dudes, peor), si no como un signo del aquí/ahora. Si todos analizamos estos tiempos (lectores, críticos, editores y autores) puede que saquemos algo más interesante que un llenahuecos, y el cierre de Entrecomics habrá servido para algo de un modo que ni sus patronos sospechaban.

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