Los medios y el cómic.

Me he encontrado este artículo en un diario de papel. Muy interesante, leedlo, por favor, antes de seguir con mi post:

DEFdiario

Vale, sí, es una broma, lo he escrito yo. ¿Pero a que leer ese razonamiento nos resulta a todos disparatado? Nadie en su sano juicio y moderada capacidad cultural, intelectual, dudaría de que a través de la literatura se puede tratar cualquier tema que un escritor se proponga. Como lenguaje no presenta trabas para el artista, en ese sentido. En realidad esta máxima se debe aplicar a cualquier disciplina narrativa: literatura, cine, teatro…. cómic, pues claro. Solo son medios distintos de contar historias. Y cualquier tipo de historia.
Somos conscientes en esta casa, sin embargo, de que pese a la formidable capacidad del lenguaje historietístico como arma narrativa, ha habido condicionantes, de tipo industrial, que prácticamente imposibilitaron durante muchos años la proliferación en el mercado de un espectro amplio y sin trabas, respecto a temas y tonos. Más aún en España. Además no nos engañemos: cuando un medio crece voluntariamente maniatado por sus mecenas (para el caso: las empresas editoras, los autores que gustan del marco de trabajo que tienen, y los lectores que quieren eso exactamente), los artistas no se mueven en el campo más óptimo para el crecimiento.

Pero creo que nadie con un poco de inquietud pone en duda hoy porhoy, en 2016, digo, que al menos desde que Maus abrió una determinada espita en los setenta, el cómic puede tratar cualquier tema y de hecho, hay ejemplos de ello. Por eso andamos todos los amantes de la historieta loquísimos con este artículo del áspero e insigne ABC (clic en la propia imagen para leerlo entero):

abc

La cuestión no es la mera denuncia del hecho puntual. Hay que pensar que en fin, es verdad que a nivel mediático se ha abierto una vía ancha que hasta el presente siglo no había. No la de las ventas o la consideración del cómic como producto con capacidad de enganche, si no la de la empatía con una nueva tendencia: cada vez hay más lectores de cómics, de novelas gráficas, que no tienen una cultura previa en lectura de cómic, que han accedido al medio ya adultos. Y en general, lo hacen gracias a la labor de los medios generalistas, que también han evolucionado.
Pero no tanto, en casos, como nos gustaría a algunos. Aún reverbera en mi cabeza, profundo pero insistente, Carles Francino cuando hace años, tras hablar de «36/39, malos tiempos» de Carlos Giménez, dio paso a otro tema diciendo (más o menos) «y ahora vamos a seguir con literatura, pero de la seria, de la de enjundia». Ojo, despachaba así una obra sobre recuerdos personales de la guerra civil…

Quiero decir: no pasa nada. Seguro que Francino no lee un cómic desde que usaba pantalones cortos, y no creo que fuese ni de Giménez y su producción infantil. Su criterio me importa y afecta tan poco como el del Pozí, respecto al medio. Pero la cuestión es que Hoy Por Hoy mueve miles de oyentes. Y el ABC también. Y los medios, en fin, deberían ser conscientes del papel vertebrador de lo cultural en una sociedad. El cómic es cultura, una pequeña parcela, pero debería cuidarse. Hay medios que no dejan el tema a cualquiera. Que requieren a periodistas expertos para hablar de historieta cuando creen que procede. Mientras esto no suceda en todos los periódicos, revistas, espacios radiofónicos y mass media en general, mientras los divulgadores no nos hagamos valer y protestemos (sorda protesta, pero bueno) cada vez que detectamos una barbaridad como el titular capturado, creo que aún hay camino que recorrer. Y francamente, yo quiero recorrerlo,ver que el camino hacia la respetabilidad emprendido por Art Spiegelman, Marjane Satrapi o Paco Roca conquista el universo.
Es bueno para todo el medio, de quien quiere publicar en DC a quien camina la senda autoeditora, pasando por la teoría profesionalizada, claro, porque el texto de portada/entradilla del ABC es cualquier cosa menos eso, crítica profesional.
Me ha espantado TANTO leerlo que me he largado corriendo al terminarlo:

Master Race, de Albert Feldstein y Bernard Krigstein ( revista Impact # 01 de marzo-abril del año 1955, EC Comics)

 

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