Archivo agosto 2015

No Tengo Mamá photobook (o albumcito)

No voy a repetir la cantinela de lo bueno que es que este tipo de eventos etc-etc, ni a contaros mis batallitas festivaleras y que si estuve con  tal y cual persona/amigo.

No Tengo Mamá merece fotos, y eso os doy: todas, salvo las indicadas, provienen del Facebook de Seara Records, promotores del evento.

NTMm es un festi gratuito y callejero, que circunda un museo céntrico de Vigo, ubicado en una zona peatonal. Entrada.

Entrada del NTMm, un festival gratuito y callejero que circunda un museo céntrico de Vigo, ubicado en una zona peatonal.

Mercadillo. Foto de servidor.

NTMM sorteo

Concursos, rifas y premios: sorteo de un lote de cómics, discos y mandanga diversa.

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Mesas redondas. en un café en la calle misma del evento.

Cadaver exquisito, un mural pintado in situ por la gente del festival, que posteriormente se vendería. En la foto, Dea, de Los Bravú. Foto de Helena Exquis

Cadáver exquisito, un mural pintado in situ por la gente del festival, que posteriormente se vendería. En la foto, Dea, de Los Bravú.
Foto de Helena Exquis.

NTMM COCKTELES

Cocktail time in Mamá Street.

NTMMKids

Espacio para niños, el Taller de Monstruos.

NTMM PORONGA FM

Radio on line: PORONGA FM

NTMM COMBATE DE DIBUJANTES

Combate de dibujantes: Total War de luxe edition.

NTMM ROCK

Conciertos.

Además en el festival se proyectaron los cortos que concursaban en el seara.Mov (no tengo foto).

¿Qué, qué os ha parecido No Tengo Mamá?

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Lectores

Hace un tiempo leía un hilo de conversación donde se hablaba del necesario eclecticismo en los lectores (inciso, he perdido el hilo de la charla y ni recuerdo quién la inició en su muro de Face, no puedo acreditarla). La cuestión pasaba por señalar a ese modelo de lector que se pretende conocedor del medio pero no pasa de la Marvel. O del manga, o de, en fin, una parte del todo. Y apostaba por el lector omnívoro que tantea géneros, estilos y latitudes, en vez de asentarse en una parcela determinada.

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Boggey, pulp(o)

Yo la verdad me considero como lector bastante ecléctico, no es cuestión de que sea crítico de cómics y defienda que así debe ser (para el que ejerce la crítica, desde luego abrir el abanico es muy bueno, si no necesario), más bien, en mi caso personal, se trata de una opción cultural. Desde mis querencias, procuro estar al día de lo que se cueza dándome un poco lo mismo que sea Bd tradicional, manga (todo un universo de ramificaciones, por cierto), “pijamas” o novela gráfica. Pero aunque la máxima del eclecticismo pueda ser la que más me define, no discuto que tengo una tendencia de lecturas clara. ¿No nos suceda a todos?
Del mismo modo, ese mantra, el de que debemos leer de todo, cada vez me parece menos acertado si la enfoco como modelo general. Porque mira, en cuestiones culturales cada vez defiendo más que cada cual lea, disfrute y se empape de lo que le de la realísima gana, si a cambio no pretende más que disfrutar su ocio. Es una falla del mundo del cómic, opino, pretender que lo slectores deban ser enciclopédicos y eclécticvos. Falla derivada, en mi opinión, de la posición del medio en la sociedad general. Porque como minoría, parece que el lector hasta ahora se “hacía fuerte” en la especialización, en el modelo de un lector que come de todo y además es glotón, que al final se quiere confundir con un experto. En cómics. Y bueno, esto no sucede en otras artes cuando estas son un acervo cultural general perfectamente integrado en la sociedad, opino. Siempre hay grados, pensemos en literatura: de lectores ocasionales que se acercan simplemente al best seller que machacan en el grupo Prisa día sí día también, al degustador de literatura en los márgenes, a todoterrenos que se conocen Borges y Vale Inclán y siguen los pasos de la novísima novela contemporánea. Y hay lectores de novela romántica, histórica o ciencia ficción. Hay, en fin, DE TODO.

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Audrey Hepburn, patriota

A eso debemos aspirar en la historieta, no únicamente al coleccionista semi (o pseudo) experto. Si a un lector lo que le gusta es meterse de lleno en el universo DC y se la trae floja quién es ese tal Giraud, que lo disfrute. Si lo que le gusta es el universo del fanzinismo y pasa del mainstream, ok. Si es un hacha y lee de todo y gasta la de dios en cómics al mes, oye, genial también. Otro tema es el muy español Defenderse Atacando, que demuestra en el fondo un sentimiento de carencia. Agredir a “lo otro” para defenderse: yo leo X, tú que lees Y y no quieres leer X, entonces eres malo. Y tonto, de paso. Y te huelen los pies, gilipollas. Basta menear un poco la red y dejar que los comentarios crezcan más allá de la primera docena para encontrar este modelito de lector pueril, agresivo. ¡Leamos lo que nos guste y dejemos vivir al tercero!. Pienso que lo mejor, efectivamente, es que nos atraiga la diversidad, pero no pasa nada porque un lector no aspire a ello. Yo (y tú) soy yo y mis circunstancias, mi entorno, mi edad, mis lecturas pasadas y presentes, y con todo ello formo mi gusto, definido. Sé que hay editores que coinciden mucho (pero mucho) con mis gustos, del mismo modo que confío en determinados sellos discográficos más que otros.

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007, mujeriego

Si como lector uno se queda en ese primer hecho, no lo veo mal. El lector no es experto de nada, es eso, un lector, llanamente. Gloriosa circunstancia, ¿porqué matizarla o degenerarla? Si le atrae Jorodovsky y nada más, porque resulta que viene rebotado del cine del argentino, pues perfecto. No se trata de “entendidos”, si no de consumidores de una determinada narrativa. Otro tema será que un marvelzomby o un lector solo de clásicos o únicamente de cómic alternativo canadiense se autodefina como gran entendido en noveno arte y ostentador de la esencia verdadera (generalmente, ostentada contra otro modelo de cómics, y desde hace diez años, generalmente contra la novela gráfica). Y al final eso es lo que veo, aún, y demasiado.

 

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El camaleón, riéndose de todo

Y ya que sale la manida novela gráfica, algo que en España podríamos decir que queda inaugurado en 2004 (once años ya y hay quien no se lo cree aún) con Blankets, más o menos, ahí sí veo un modelo de lector renovador, sano y maduro: lecturas como Persépolis (Marjane Satrapi), Las Meninas (García y Olivares) o Mr Wonderful (Daniel Clowes) han atraído a un “público” generalista, absolutamente alejado del “mundillo” y sus vicios (que yo mismo, como lector del mundillo, debo tener, me temo). Los nuevos lectores que está encontrando la novela gráfica en el siglo XXI son gentes “del montón”, que cantaban Sr. Chinarro, que no saben un carajo de Marvel porque no se ven representados en esas ficciones, ni tienen bendita idea de quién es Tezuka porque incluso pueden rechazar los modos formales del manga más “Toriyama” (por edad, por su bagaje cultural -que no es mejor ni peor, si no otro-). Pues ellos se lo pierden (a Tezuka, y a Kirby, y a muchos otros) pero no pasa nada. No atacan a nadie, solo… leen. De hecho ese lector sabe muy bien lo que quiere cuando entra en el mundo de la novela gráfica, lo busca activamente (muchas veces en librerías no especializadas) y lo consume. Alejados de modelos de correveidiles on line, ajenos a estúpidas polémicas, han reflotado moderadamente (al menos hace unos años, antes de la crisis) un escena que en los noventa languidecía. La del cómic, digo, más visibilizada en prensa y con nuevas editoriales intentando lograr un espacio, e incluso con editores literarios (Mondadori a la cabeza) que apuestan por este cómic. A ver qué queda de todo aquello con esta crisis del carajo…
Yo mientras sigo defendiendo al lector en su libre capacidad de optar por leer de todo o micro especializarse. Inclsuo al lector ocasional despistado, le pongo una alfombra, yo. No pasa nada, todo son tonterías. Lo importante es el cómic, que no decaiga la fiesta, a tope con las grapas y los lomos.

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Juntos y casi revueltos (Viñetas y Autobán)

Este sábado he pasado, casi de puntillas, por el Viñetas desde o Atlántico y el Autobán. Muy poco tiempo: merecen al menos hacer noche para empaparte bien. Dos eventos alrededor del cómic en mismas fechas y ciudad. Dos propuestas separadas por cinco minutos escasos a pie.carteles

Viñetas capea temporales presupuestarios desde hace tiempo y mantiene el tipo sobradamente, gracias a un prestigio consolidado en años y años de buenas cifras de visitantes, y a la labor insustituible de su director, Miguelanxo Prado. Gratuito al 100%, colmado de exposiciones (este año casi se queda en salón nacional, aunque hubo excepciones como la francesa Chloé Cruchaudet), que convida a los autores expuestos a charlar en conferencias, y a sesiones de firmas de todos ellos. Al tiempo la zona de compras, con decenas de casetas, organizan también firmas con autores (especial mimo ha tenido Astiberri, acercando a muchos de sus autores a A Coruña para las firmas). Insisto, todo, todo gratis.

Como siempre, resulta un evento popular y culto (es un evento cultural, vamos) donde el cómic es la única referencia. Ni robots, ni videojuegos ni magos ni gaitas: el cómic es el eje, y esa médula se acerca a una ciudadanía diversa, no solo a «frikis del cómic» (que también tienen aquí su lugar de referencia en el noroeste, por descontado).

Y Autobán se consolida en una nueva edición como un evento ideal para autoediciones, fanzineos y microeditoriales. Un espectro quizá más especializado (que trasciende el fandom incluso, y atiende a un nuevo tipo de lector especializado más cercano a las artes que al modelo del cómics como «entertainment»). No entiendo porqué no pueden caber en el Viñetas, pero la verdad es que este circuito cada vez se ve más cómodo capitalizando eventos propios, y que sean como Autobán al mismo tiempo que un gran salón y en misma ciudad me parece fabuloso. Yo los veo como hermanos, amigos y complementarios, así que me abandoné al estéril intento de lograr la ubicuidad: había que hacer encajar las agendas para empaparse de ambos festivales (máxime estando allí un único día, y partido por una charla comprometida), para conocer todos los diferentes espectros que ofrecía la historieta en A Coruña estos días, de los nuevos grandes ventas como Moderna de Pueblo (en Viñetas), a la última locura autoeditada por Andrés Magán (en Autobán).

No hay zanjas, ni Capuletos y Montescos del cómic. Es estúpido pensar en bandos, que Autobán responde «a la contra de» o que Viñetas desprecia al pequeño autoeditor. Todo fluye, un autor puede tener su tebeo en una caseta de una librería en la «Rúa da Bd» del Viñetas (el mercadillo del cómic durante el festival) y estar defendiéndolo también en «La Maleta», el bar donde se celebró Autobán. Emma Ríos ha atendido a colas en sus firmas en Viñetas luciendo la camiseta de Autobán, tras participar allí en una mesa redonda sobre la autoedición de los noventa en Galicia (se celebraron varias charlas en Autobán, y para una tuvieron la amabilidad de convidarme). Los responsables de «O Botafumeiro» lo presentaron en Viñetas para luego dejarse ver en Autobán… y en fin, los vasos comunicantes fueron una constante.

El festival decano mantiene el pulso y espero que con el nuevo gobierno (los presupuestos de la presente edición son aún, si no me equivoco, deudores del gobierno anterior) se mantenga y hasta crezca.

Autobán es algo nuevo y pequeño que evidenció, al menos el poco tiempo que anduve por allí, necesitar para la próxima más espacio físico (sencillamente, abarrotado hasta lo excesivo en horas punta).

En ambos compartí minutos, saludos, presentaciones, reencuentros, charlas y risas con mucha gente: Eduardo Maroño, Sento, Lorenzo Díaz, David Rubín, López Cruces, Bruno Lorenzo, Víctor Rivas, Óscar Iglesias, los «Fosfatinos», Los Bravú, Javier Olivares, Nieves Rodríguez y el Señor B (Metrópoles Delirantes), Breixo Harguindey y más gente que olvido porque yo soy así y así seguiré, como Alaska.

Faltaron muchos otros encuentros con amigos que sabía que andaban por A Coruña, que me apena haberme perdido, pero ya habrá sarao para ello, pronto o tarde.

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¡OH DIABOLICA FICCIÓN!, de Max

Texto original publicado en Faro de Vigo. Lo he ampliado y retocado en esta ocasión pra el blog:

Max-Diabólica-ficción-Portada
Max es un autor que, por su calidad y su capacidad de irse reinventando sin renegar de su propio bagaje, me recuerda a unos pocos grandes creadores. Unos que además con una larga trayectoria no han caído en el tedio o la repetición, siendo siempre capaces de entregar con cada nueva obra un motivo para seguir considerándolos contemporáneos a la par que clásicos sin perder sus señas identitarias, coqueteando con ellas. Es muy difícil tratar de clásico al autor de un cómic tan vivo y moderno como “¡Oh diabólica ficción!” (La Cúpula), pero si lo son Tom Waits o David Lynch (por citar a dos pájaros de larga trayectoria que siguen siendo aún necesarios), ¿por qué no Max?

Así que nos acercamos una vez más a un nuevo trabajo del creador de lejanos iconos (para qué recordarlos, buscadlos en la Wikipedia) sabiendo que nos va a dar un pildorazo de futuro. En este caso además, contrastado: quien más quien menos ya ha conocido alguna de las planchas servidas en este recopilatorio, al leerlas en El País Semanal. Conste que este libro, de preciosa portada, incluye material inédito, lo advierto para quien atesore las páginas servidas en el dominical. Tampoco todo el material procede el diario, ojo, ya que rescata colaboraciones en otros medios, así que la compra es totalmente justificada.

Y leyendo lo inédito y lo recopilado, como un todo, es asombroso cómo nos asalta una sensación: este artista no tiene límites. Tras reinventarse con “Vapor” hace ya tres años, no ha parado de producir trabajos al menos interesantes, y el reto de hacer una doble página en un medio masivo como el suplemento del diario de Prisa parecía uno de los gordos. Un autor acostumbrado a trabajar a su bola, al menos en tanto que autor de cómics, tan filósofo como gamberro, libre ante todo, recibió cobijo en un medio de los más leídos en este país y se le propuso una serie en entregas de una doble página. Pero ahí está el “mojo”, ¿no? En el reto. Por eso, digo, no hay fallo ni hay miedo. Max sabe salir airoso, no solo porque en su dilatada carrera ha lididado con sistemas de todo tipo: de la novela gráfica libérrima a la entrega para la revista, pasando por la ética del underground histórico que él mismo cimentó y por todo el universo de encargos de ilustración y hasta álbumes como aquel para la Colección Relatos del Nuevo Mundo, colección de álbumes de cómic a modo de celebración del aniversario del descubrimiento de América). Triunfa en el encargo también porque, nos da la sensación, en los hándicaps solo ve juegos para seguir desarrollando su propio mundo y su íntima imaginación.

La imaginación, de hecho, es la materia sobre la que habla esta urraca de verbo incontinente, personificación (diabólica, dice de sí misma, travieso duende, diría yo) de la inspiración. Ella es el motor de la ficción, y por extensión de todo –¿podríamos existir sin imaginarnos?–. Con esta idea cada doble página diserta sin perder un norte inquebrantable: el humor. Max nos hace pensar, sí, pero sobre todo nos hace reír. Oh diabólica risa, responderemos a la urraca, cómo sabe su creador lo necesaria que es.

Últimos apuntes: Max es un maravilloso colorista, así que la experiencia estética de “¡Oh diabólica ficción!”, mayormente a todo color, es intensa. Como lo es observar cómo cada dos por tres juega con ese color de un modo narrativo, igual que con las páginas, las viñetas, los símbolos, para crear breves poesías visuales, siempre imaginativas, eliminando la sensación de repetición –muy importante, recordemos que estamos hablando de un cómic por entregas en un magazine, ser repetitivo y acomodaticio hubiera sido un error–. Y dejando ejemplos de esa capacidad tan suya para dejar boquiabierto con el mencionado jugueteo, caso de la última historia (páginas 104 a 112), una inédita, creada específicamente para este libro y que utiliza las imágenes de un modo simbólico antes que narrativo (la mayoría no ilustran acciones, más bien desgranan significados), expresando y expandiendo lo que otro monólogo de la incontenible urraca nos explica.

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Max, poética melvilliana

Colaboraciones estelares como Mireia Pérez, o Paco Roca en un guiño metalinguístico con el personaje del pijama de Roca (que colaboraba con su alter ego también en la cabecera del diario), un elegante diseño del libro en el que Max apostó por otro guiño al Hombre en Pijama.

En fin, que no creo que podamos hablar de otra cosa que de un tebeo mayúsculo, otra vez, con este nuevo/viejo Max. Un fijo en las agendas, un valor seguro y un cachondo mental capaz de poner en el pico de sus personajes verdades como “La ficción es trasgresora, la ficción corroe y disuelve. Es liberadora, es revolucionaria. Por eso los sistemas de creencias cerradas la condenan.”
Mastica eso.

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PAX AMERICANA, de Grant Morrison y Frank Quitely

Un tebeo imprescindible que requiere más espacio y muchas relecturas para hablar con hondura de sus recovecos. Lo he reseñado en Faro de Vigo:

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