TERRY, vvaa

Publicado en Faro de Vigo.

Terry”, un bufet de canapés de luxe.
La editorial Fulfencio Pinentel brinda un volumen recopilatorio, de intenciones periódicas, con trabajos de la vanguardia artística de la historieta.

Como diría el comandante Bowman (en “2010: Odisea dos”), va a suceder algo maravilloso. En realidad, ya ha sucedido. Se llama “Terry”, tiene una carita preciosa (en su portada, la firman Los Bravú), 192 páginas a todo color, y en la báscula nos ha pesado casi 600 gramos.
“Terry” es un recopilatorio de historias cortas, autoconclusivas (aunque abre un primer capítulo, tiene sus formas bastante cerradas y puede leerse como relato), entre inéditos o trabajos nunca publicados en castellano. Recuerda a aventuras parecidas habidas en nuestro territorio (“Nosotros somos los muertos”, nave-oasis capitaneada por Max en el secarral de los noventa y que navegó hasta el 2007) y en costas extranjeras (“Kramers Ergot” —editada por Sammy Harkham— o la revista de la editorial británica Nobrow). El espíritu de “Terry” es evidente, se trata de editar con gusto (eso siempre, con Fulgencio Pimentel) material de tanteo, de reivindicación y de futuro. Nombres consagrados compartiendo espacio con autores jovencísimos, de todas latitudes, y juntos enarbolando una bandera: la del cómic como arte por encima de todas las cosas.
No se puede entender “Terry” (primer volumen de “Pilón”, colección de libros recopilatorios) sin esta premisa. Aunque podremos entretenernos y divertirnos mucho con sus páginas, estas son ante todo un grito de satisfacción plena, orgullosa, del cómic como salto sin red, un brindis (de un buen brandy de Jerez, claro) por romper, hacer cosas sin mirar atrás ni a los lados, como buena Babieca de la historieta. Por supuesto no todos los nombres pueden cabalgar con el mismo tronío, pero no hay ningún Rocinante rezagado. Jim Woodring, Olivier Schrauwen o el japonés Seiichi Hayashi son el trío mayor, tres autores maestros y en estado de gracia que justifican el desembolso y la apuesta por este tomo. Pero hay más, claro, la juventud es valiente, y Los Bravú preparan algo grande de lo que nos ofrecen un aperitivo (“Porto Louro”), José Ja Ja Ja epata desde su nombre y deja asombrado con sus páginas, más intrincados puzles que narraciones secuenciales. Simon Hanselmann es el autor del momento, el nombre (impronunciable) de moda, y aquí lo tenemos con otra bofetada cruel con forma de telecomedia burra de sus personajes habituales.
Y en fin, hay más autores y propuestas y todos merecen la pena, porque en todos ellos se siente que aquí se le toma el pulso al asunto, al cómic, que es afortunadamente un hervidero de vida, transgresión y energía creativa. ¿Brindamos por ello? ¡Camarero, un Terry!

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