PROPHET 2: HERMANOS, de VV.AA.

Artículo publicado en Faro de Vigo

Espacio profundo, futuro y lejano.

Pocas series mensuales norteamericanas gozan de un aliento personal tan claro como “Prophet”, una odisea cósmica hermética y arriesgada.

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“Prophet” es una creación anodina del anodino Rob Liefeld. Hizo sus tebeos anodinos, y cayó en el semi olvido hasta que Brandon Graham retomó la figura, el nombre y poco más. Y entonces la cosa cambió. En manos de Graham, “Prophet” se convierte en el relato futurista y oscuro de un posible renacer de la especie humana en un tiempo en que ya ha caído. Y poco más se puede contar, gracias al tono inteligentemente opaco de la obra.

Ese es el principal atractivo de “Prophet” (del que Aleta ediciones saca ahora un tomo 2: “Hermanos”), el retratar un momento y lugares lejanos, extraños, ajenos a nuestra realidad, perdidos en el futuro. No hay asideros, no estamos en el planeta de Han Solo, con sus ademanes de western y sus malos de péplum, sino en una civilización monstruosamente exótica, que desarrolla conceptos cercanos a la “Nueva Carne” mezclando lo orgánico y lo mecánico, consciencias en cuerpos amorfos y humanos que son cosas clónicas. Los sentimientos, las relaciones sociales, las civilizaciones en “Prophet” nos son ajenas y poco comprensibles.

La astucia de este cómic está en equilibrar lo hermético con cierto sentido de Mcguffin, por lo que el lector, que en su formato original americano se enfrenta a un comic-book mensual, tiene asideros argumentales para querer seguir comprando el título: hay una misión para Prophet y hay muchos Prophet clones.

Tebeo, en fin, de puro género fantacientífico  que desde una sensibilidad actual recupera la rudeza de Richard Corben y la imaginación sin brújula de Moebius.

En este tomo la mayor parte del acabado gráfico recae en Gianni Milonogiannis. Y sin hacer un mal trabajo (es eficazmente atmosférico, cualidad muy pertinente para “Prophet”) no logra que olvidemos el arranque de la serie, con un barroco Simon Roy que se ajustaba a este apocalipsis como un guante. OB

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