THOR, de Jason Aaron y Esad Ribic

THOR

¿Cuál es el secreto para hacer un buen tebeo de superhéroes cuando los superhéroes ya han pasado por todas sus fases incluida la de decadencia y repetición de su clasicismo? El primer paso es sencillo: autor, haz TU tebeo de superhéroes. Luego intervienen otros factores como el talento, claro. Y el problema es que dentro de la Industria, Marvel sin ir más lejos, resulta muy difícil que un autor haga lo que tiene en mente. Es casi imposible que realice «su» tebeo, pues el resultado final depende de un engranaje donde él/ellos no dejan de ser una rueda más.

Bueno, pero a veces hay un algo que permite meter más el piececito en el producto. Incluso mucho más. Ahí aparecen esas gemas, digamos All-star Superman o FF (Fraction y Allred). Fíjate que incluso entre estos dos ejemplos hay categorías. FF, con ser un tebeo notable, no llega a la altura del artefacto de Morrison y Quitely. Ta len to, lo dije antes. Pero FF no deja de ser una obra que se siente libre y con el peso de una mirada porpia, que dialoga con el género y no se limita a navegar en la corriente.

Pues en estas los de Marvel, inmersos en su nueva operación estética, han dado a algunos autores cierto grado de libertad. Parece que esta vez, sin pasarnos que esto es mainstream, se ha tentado la línea de ver qué ideas pueden aportar qué autores. Y en «Thor» Jason Aaron ha aportado ideas. Ha tomado del dios vikingo aquello que le interesa, lo wagneriano y lo mítico, y ha despreciado lo demás (sin desmentirlo, pero aquí ni rastro del Thor vengador). Le ha dotado de un estilo literario ampuloso, que no es redundante con lo gráfico, que da un tono de epopeya oscura. Y se ha apoyado en el dibujo de Ribic, más cercano a Frazetta que a Kirby o Buscema. Resaltado con un color infográfico brutal de Butch Guice que se acerca a texturas oleosas.

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La textura de la guerra de dioses.

No seguía Thor, yo, desde el fiasco de Straczynski (muy celebrado por el fandom, gustos y colores, para mí un mojón) pero parece que una de las ideas más poderosas de esta etapa viene de antes. Da igual, el empleo de ella es brillante aquí, y necesaria: Thor es un dios inmortal, y en esta obra lo vemos actuar en tres épocas diferentes: jovencito folla-nórdicas y de tendencias belicosas, maduro dios/superhéroe, y anciano rey de una Agard caída… ante una amenaza venida de aquella juventud en el entorno de los salvajes vikingos.

Hilar una misma amenaza que se perpetua desde antes de los tiempos de los héroes Marvel hasta un futuro demasiado lejano, da la medida tanto de la naturaleza de Thor (un Dios de verdad) como de la del peligro (un asesino en serie de deidades, de crueldad sádica). A partir de aquí, por tono y forma, los autores obvian todo lo que supone el género de superhéroes y crean una historia de mitos y violencia ancestrales y por tanto de un eco fortísimo en el lector. Pocas veces en Marvel se ha conocido un peligro semejante a Gorr. Y así Aaron, Ribic y Guice casi, casi crean un género en sí mismo: llamémosle «Viriliter Age Nórdica«. Lo último porque el peso de la imaginería escandinava es obvio en cada viñeta. Lo de «Viriliter age» porque eso es lo que leemos acá, una historia-macho, de actos viriles, feroces, musculados, primitivos, febriles, sexualmente masculinos (¡cada golpe se diría una eyaculación estertórea!) alejadísimos de la violencia pop de la casa de las ideas.

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Thor no puede levantarlo, de lo gordo que es

Sí, todo casa en la historia, larga historia (doce números USA) del Carnicero de Dioses. Desde la capacidad de dibujar un peligro fuera de toda medida mucho antes de su primera aparición, a un desarrollo de tensión creciente que desemboca en un final operístico y «Colossal». Por el camino se perfila el sentido definitivo del Dios del Trueno, y su naturaleza divina que lo encumbra como el más poderoso personaje del universo de Hulk y compañía (con permiso de las deidades cósmico-kitch marca de la casa). Y al acabar el primer ciclo (esto es muy Nibelungo, va de sagas y ciclos, parece) nos deja con ganas de más grapita.

Tranquilos, continuará el me que viene.

Tranquilos, continuará el me que viene.

Pues si eso no es mucho y bueno, que baje Odín y lo vea.

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