Archivo agosto 2013

ROCKY, de Jaime Hernández

Artículo publicado en Faro de Vigo

Jaime Hernández, padre del cómic de autor.

El creador de “Locas” tenía una historia inédita en nuestro país, que ahora ve la luz en castellano.

              ROCKY

Spiegelman con “Maus”, Will Eisner con “Contrato con Dios”, Eddie Campbell con “Alec”…  muchos nombres merecen el honor que otorgamos a Jaime en el título. Incluso su hermano mayor Beto Hernández con “Palomar”. Pero no hay duda de que la obra de Jaime, ese culebrón “non-stop” sobre la vida cotidiana de dos chicas urbanas, que lleva desarrollando décadas, supone una de las cumbres del cómic autoral. Esas “Locas”, así como las historias del pueblo Palomar de Beto, se publican en la revista que ambos hermanos editan desde 1982: “Love and Rockets”. En el seno de dicho magazine escondió Jaime también las aventuras  inter-dimensionales, espaciales, delirantes y escapistas de Rocky, una post adolescente de raza negra que, con su robot Patoso, se dedicaba a viajar por el universo desde un agujero de gusano sito en el patio trasero. Historias cortitas, de tres a catorce páginas, que aparecían por la revista entre los años 1983 y 1986.

Ligereza argumental, espíritu blanco y aventuras sin complicaciones que, finalmente, se tiñen de cierta melancolía. Y de fondo, como quien no quiere la cosa, un retrato de juventud certero y matizado. Pero donde este “Rocky” (Fulgencio Pimentel Ediciones) gana puntos es en el privilegio de poder asistir, de una lectura, a la asombrosa evolución gráfica de Jaime. Si en la primera historias se revela un superdotado ilustrador, dejando unas páginas detallistas y vigorosas con apena veinticinco años, la cosa no hace sino mejorar, demostrando al lector que menos es más: se despoja de recursos gráficos superfluos, acentúa la sombra negra y el minimalismo. Y la capacidad para plasmar la expresividad corporal de sus personajes  pasa de lo asombroso en la primera historia a lo simplemente inalcanzable en un par de años.

Añadimos que esta edición es impecable, con su gran tamaño de página y una entrevista exclusiva. Si no conoces al autor, quizá este no sea aún tu libro (“La educación de Hoppey Glass”, por ejemplo, es un buen modo de conocer el universo cotidiano de Hernández), pero si te es familiar su obra, “Rocky” es, sencillamente, un tebeo indispensable, casi necesario.

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Cómic en el ámbito universitario, camino a trazar.

Una cuestión importante ya no para el cómic sino para el mundo de la docencia y la investigación, que esto es mutuo, es esta noticia: «El cómic llega a la enseñanza superior«.

profesorEste Máster supondrá, para los afortunados que lo reciban, un curso impartido por alguno de los profesionales más destacados de nuestro país. No se me ocurren nombres más autorizados para explicar los mecanismos de creación de una novela gráfica que Antonio Altarriba, Paco Roca, Max y Javier Olivares, Santiago García o Matt Madden. El anuncio, aquí.

Si el Máster no es de boquilla sino Universitario como reza el artículo enlazado, y por tanto hablamos de un curso de enseñanzas de ciclo reglado y que en este sentido se contabiliza, el logro no es pequeño a niveles académicos (ya he dicho que sea como fuere, el buen aprendizaje queda fuera de toda duda… ¿alguien dudaría de que va a aprender mucho de una clase de Max, por ejemplo?).

No es la primera noticia al respecto de unión (cada vez menos contranatura) entre historieta y ámbito académico. Interesante al respecto este artículo de Tebeosfera, donde Manuel Barrero censa más acciones académicas alrededor de la historieta. Yo, personalmente, recuerdo alguna noticia. En 2006 Entrecomics anunciaba una asignatura de libre elección en la UGR (aquí). La UDIMA tiene esta asignatura, de programa interesante sin duda, si lo entendemos como mera asignatura de grado. Generalmente lo impartido en un curso universitario no deja de ser una tierra de nadie entre la especialización y lo general, lo reflexiono desde mi propia experiencia de alumno de Geografía e Historia. 

Esto en realidad dice, y mal, bastante del sistema educativo superior, donde antes que a procesar datos y convertirlos en tesis idea, te enseñan los microespacios de especialidad de cada profesor, según te toque en suertes, o un «a vuela pluma» de, por ejemplo, Historia del cine, Arte Barroco, o la asignatura de turno. Y poco más (salvo que Bolonia haya cambiado lo hábitos que yo sufrí… lo dudo). Pero dado que el cómic no está considerado digno, es una fruslería (no así una de las tesis en trámite de la USC: «La acción educativa de los colegios religiosos femeninos en la ciudad de Vigo (1886-1962)») cualquier acercamiento desde lo universitario me parecería bueno. Incluso una asignatura, sí, «a vuela pluma» que no sea la excepción curiosa en una facultad del mapa, sino algo tan general como lo es dar clases de cine en Hª del Arte. Que no le resto interés a lo de la educación de colegios religiosos olívicos (sí impacto), pero frente a una posible tesis doctoral sobre la editorial Bruguera, por decir lo primero que se me ocurre, creo que las monjitas viguesas de 1950 pierden la partida, en tanto que materia de estudio (sin dejar de serlo).

Los pequeños pasos del espectro académico español son una buena noticia. Que la historieta no se considere fruslería, sino un campo de investigación abordable desde diferentes cátedras (historia, sociología, bellas artes, filología…) a falta de una específica. Eso es bueno. Personalmente hubiera disfrutado, con 20 años, recibir un año de historia del cómic. La recibí, porque por aquel entonces recuperé la Historia de los cómics de Toutain, con lo que percibí la vastedad histórica del asunto. Más de un siglo de vida, movimientos estilísticos (escuelas, si se quiere), autores y obras, un arte con una historia singular (Syndicates, códigos de auto censura, una vida sociológicamente muy, muy particular y evolutiva), y que tiene un lenguaje expresivo único, bastardo quizá pero en absoluto englobable en literatura, o mucho menos en artes pásticas o diseño.

Pero bien, mientras llega el día en que no sea exótica en el ámbito universitario la enseñanza del cómic en forma de asignatura de grado  (historia del cómic, por ejemplo, tirando a mi propia disciplina), al menos es de agradecer que surjan iniciativas puntuales, que van alejando el fantasma del prejuicio academicista (el más necio) del lugar donde anida.

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La percepción general de la historieta.

Estos últimos días ha vuelto a surgir otro de eso temas cíclicos: la conquista mediática y social de la idea del cómic adulto. Por la parte esperanzadora, se publicó un interesante artículo (éste) donde se defiende que la idea va calando, y que además es cierta: el cómic puede ser un idóneo vehiculo de historias para lectores maduros. Por otro lado un testimonio del autor gallego (¡Marca Galiza!) David Rubín, ponía desde la experiencia personal un gran puntito sobre la I: en las sesiones de firmas el autor de «El Héroe» debe lidiar con adultos que se presentan ante él para regalarles a sus hijos pequeños obras del autor. Obras como El Héroe que por un lado están sobrecargadas de conceptos y reflexiones adultas (sobre el amor, sobre el poder, sobre lo mass-media, sobre la heroicidad, sobre la industria del ocio, sobre…) y por otro contiene escenas no aptas para lectores sensibles, ya no diré infantiles.

Que los tebeos eran esto...

¡Que los tebeos eran ésto…!

Es cierto, estoy convencido de que efectivamente hay mucho terreno que conquistar «en la calle». También de que hay mucho avanzado. Sobre todo en prensa. La radio también ha dado un paso en la consideración del cómic como un medio. Sin añadir coletillas tipo «infantil» o similar; simplemente, una forma de contar historias con capacidad para ser refinada y por lo tanto digna de atención. Y además, en algunos casos y no pocos, para lectores maduros (lo de adultos es otro estigma, lleva a confusión y prejuicios, a violencia y sexo: vamos a apartarlo por si alguien lee mal o entre líneas). La radio, en sus monográficos culturales, ha comenzado a percibir el cómic desde una mirada desprejuiciada. También la televisión, en esa zona de cultura, desde el gallego (siento el localismo pero es el ejemplo que veo más claro) «Zig-Zag» a «La Mandrágora» en su día (TVE 2) o incluso, a veces, en «Página 2», el magazine literario de, también, TVE 2.

Pero en los espacios generalistas la batalla está, hoy, perdidísima. Nombremos: «La ventana» de la SER suele degradar al medio de un modo casi cruel; los telediarios de cualquier canal ni digamos, allí el desaguisado es atroz, y la empanada de topicazos despreciativos es abundante (material infantil -como si ello estuviese en el adn del cómic-, frikis disfrazados de Son Goku, cambio de sexo de Wonder Woman y demás tonterías del maintream USA…).

Así somos lo lectores de tebeos.

Así somos lo lectores de tebeos. Claro que sí.

Uno echa de menos la actitud de Ignacio Escolar ante el cómic en el (llorado) Público, un diario donde la historieta implemente se colaba en las páginas de cultura casi a la primera ocasión. Sin pedir permiso, sin acotarla a una sección de cómic. Si el conflicto palestino se recrudece, Joe Sacco aparece en una breve columna de cultura. Si se habla de la historia de japón a raíz de una exposición en Madrid, un separata recuerda «La época de Botchan» de Jiro Taniguchi.

Este es el entorno que yo deseo a la historieta.

Porque mientra el cómic sea reducto especializado (de secciones propias, por ejemplo) predigo que quedará mucho camino por recorrer. Porque desengañémonos, la gente NO ES CULTA. Entendamos cultura no como simple acopio de conocimientos, sino una suerte de inquietud y apertura.  Hace días solté en redes sociales una boutade (para eso están las redes ociales ¿no?):

  • Solo un INCULTO del copón o un TONTO del culo puede pensar en 2013 que el cómic es hoy algo para niños.

    (Tranquilos, no creo ser demasiado mediático y dudo que me leyese demasiada gente, no abrí heridas ;D)

    Más allá del tono y el estilo Twitt (lo era, 140 caracteres) la realidad es que lo pienso y digo muy en serio. El ciudadano culto no puede entender hoy por hoy al cómic como cosa de niños. Todos los meses puede leer artículos ponderados sobre alguna novedad nada infantil, en su diario habitual. Por lo tanto la cuestión estriba en si la industria, las editoriales de historieta, quieren llegar a potenciales lectores que no se muevan en filmotecas, revistas de arte, música alternativa, programas radiofónicos como «El ojo crítico», suplementos tipo «Babelia» o magazines sobre historia. Ese es el target a ganar, el de un lector potencial que consume no por información sino por publicidad (y por tanto que se salta secciones como Ópera, Danza Teatro o… Cómic, en los diarios -si lee diarios…no todo el mundo lee prensa escrita hoy, me temo-). Que va a ver la de los Oscar, que compra el próximo «tiempo entre costuras» por la inercia de un aparato publicitario. Que va a la firmas de David Rubín pero se imagina que lo que hace es para su hijo de seis años. Que en fin, se mueve en un «rango posible» ya que tiene un nivel cultural, le gusta la cultura aunque no sea proactivo y se deje llevar por la publicidad mediática. Que por sensibilidad y nivel, en fin, puede leer y disfrutar «Arrugas» o lo nuevo de Emmanuel Guibert, si de algún modo le llega.

    El trabajo pues está en saber cómo le puede llegar. La conquista de los mass media generalitas, insito, será una plaza muy, muy importante en esta carrera de obstáculos.

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BACO, de Ed Campbell

Artículo publicado en Faro de Vigo. Podría escribir mucho más sobre Baco, un tebeo monumental, pero «no time» socios!. así que aquí os quedan mis párrafos para lectores generalistas 😉

El superhéroe de la novela gráfica.

Eddie Campbell es uno de los padres de eso que se ha venido a llamar novela gráfica, pero también lo es de un personaje tan universal como único: Baco.

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Si el título de este artículo les ha llevado a leerlo, damos por bien realizado el trabajo. La verdad, más allá de la boutade (hacer colisionar dos mundos que alguno podría pensar antagónicos, lo autoral y el cómic más comercial) la realidad es que efectivamente Campbell, con “Alec”, es uno de los primeros autores que practicó lo que se conviene en llamar novela gráfica entendido como cómic autoral y 100% personal, superando los géneros o practicando sobre ellos la autoconsciencia, y destinando la historieta a lectores adultos y hasta diría cultos (polemizando). Y Cambpbell es el autor de “Baco”, lo más parecido a un tebeo comercial que pueda salir de la imaginación libre y oblicua del ilustrador de “From Hell”.
“Baco” (editado por Astiberri Ediciones) narra las aventuras del dios del vino grecorromano en la tierra hoy. O ayer, vamos, que estas páginas datan de 1986. A su vera, acólitos más bien patéticos. En el otro lado del mundo, Teseo y un personaje delirante, Niño Ojos. “Baco” es una road movie en viñetas, un continuado relato-río donde se combinan sabiamente acción y reposo, y donde el autor desata un conocimiento y una supuesta pasión por la mitología clásica, que nos es contada aprovechando los momentos de impás, en conversaciones de barra de bar o en momentos de espera. El quid de la cuestión es que esto nos recuerda también las charlas (mucho más terrenales) de Alec en el cómic del mismo nombre (y Alec no es sino la autobiografía de Eddie, que en un acto de pudor decide cambiar su nombre para su sosias de las viñetas).

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Cuentos de viejos héroes

En el equilibrio entre lo puramente genérico (casi, casi superhéroes) y lo personal radica el secreto mayor de este cómic. Baco no se parece a ningún otro héroe de la ficción, sea en el marco de los cómics o en cualquier otro arte narrativo. Porque destila mucho de su autor. Pero “Baco” quiere ser historieta comercial, y por eso su lectura es adictiva, trepidante y divertidísima. Bien, puestos entre la espada y la pared, “Alec” debe quedar como la gran obra maestra de Campbell, su plato estrella, y “Baco” como un entremés delicioso. Pero puestos a leer, las aventuras del dios del vino en el siglo XX son más divertidas, adictivas e hilarantes que las cuitas vitales y los temas habituales de “Alec”. Mejor obra, sin duda, más honda, arriesgada, “difícil”, pero menos magnética.

“Baco”, insistamos, es todo lo comercial que puede ser Campbell. Así su héroe es carismático y su enemigo terrorífico (también divertidísimo, de puro absurdo), y las historias piden más, que venga el siguiente libro, que “esto no termine nunca”.
Afortunadamente Astiberri programa la edición integral de “Baco”, un tebeo que ya tentó hace años nuestro mercado, pero que entonces no cuajó. Posiblemente el dibujo realista pero libérrimo y expresivo, el ubicar tópicos en una extraña tierra de nadie muy de autor, y ese humor tan suyo de Eddie Campbell, hacen de “Baco” un cómic adelantado a su tiempo. Hoy se disfruta mejor que hace diez o quince años, porque hoy la influencia de este tebeo pionero está mucho más extendida que entonces.

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