Neil Gaiman divagado (parte 01).

Neil Gaiman es una de las figuras más importantes de la historia del cómic aunque, paradógicamente, sea de las menos puras. Un «autor» sin mayores adjetivos, desenfocando así el término guionista, o incluso autor de cómic. Me explico aunque adivino que mis lectores habituales ya me entiendan.
Crecido primero como periodista y novelista en ciernes con alguna cosa publicada, incluso, pronto con 24 años y casi de carambola, se inicia en el mundo de la historieta tras «abrirle los ojos» Alan Moore, el guionista de «La Cosa del Pantano», «Miracleman» o «V de Vendetta» (y este sí: guionista, y de cómic). Redescubre así el medio como un canal para desarrollar sus inquietudes literarias. Una vía quizá más fácil, menos competitiva, menos alambicada que el mundo literario y sus laberintos industriales. Pero el cómic mainstrean lo ve como algo retrógrado, que vive un momento de alimentar clichés, y de guiños continuos a una forma de hacer tebeos que no comparte.Como no comparten Moore o compañeros de quinta (Morrison, Milligan…).

Sin embargo, lo que destacará en Gaiman no es una capacidad para renovar modos, sino un acercamiento muy libre, desapegado de las maneras que imperaban en el cómic comercial (retrovisor: mediados de los 80; «Marvel/DC Empire»), a través de enfoques e ideas que muestran a un autor culto, más cercano a la literatura, sobre todo la de género, pero también los clásicos en lengua inglesa… Gaiman es lector voraz, sin duda. Y con una sensibilidad creadora más próxima a lo literario que a lo visual.

La (presumible) librería de Neil Gaiman circuló por la red. Para envidia de muchos

Quiero decir: Gaiman crea historias, elabora su mundo autoral (a partir de recortes, como veremos) y le imprime una sensibilidad que , en 1986, no era precisamente habitual en los cómics: ni en los comerciales, ni si me apuran, en los más alternativos, aun apegados al inconformismo underground y ajenos a las ínfulas líricas del escritor británico. Pero más allá de sus ideas, de «lo que cuenta» y la sensibilidad que tiene para acercarse a esas historias (muy particular y posiblemente su gran baza sobre todo en los detalles de lo íntimo, los sentimientos internos de sus criaturas, muchas veces expresados de soslayo, más por lo que esconden que por lo que expresan), en sus mejores trabajos la pericia de Gaiman como autor de cómics no se sostiene en ideas de lenguaje renovadoras, sino en una planificación medida, inteligente y autoconsciente. Intuyo que esta capacidad de planificaciones exactas y cuidadas (al respecto merece la pena leer el análisis que hace el propio escritor de «Sueño de una noche de verano», uno de los capítulos más celebrados de su saga «The Sandman») se deba, en parte, al contagio y aprovechamiento de sus compañías, de aquellos buenos autores que le han acompañado en su vida como autor de cómics: Russell, McKean, Vess, Hempell… Pero más allá del inteligente control de su producto, Gaiman no es un gionista que trabaje en imágenes, sino clarísimamente lo hace en palabras.

Cómics: letra y dibujo

Una de las cuestiones más peliagudas en Gaiman, entonces, es comprobar si esta recarga de «literatura» convierte su trabajo en «cuentos ilustrados» o si la imbricación entre lo icónico y lo textual se complementa. Resolvamos (es un decir) que a veces sí, y a veces no.
Pero con todo, pienso que si no lo logra, si en ocasiones el peso de lo literario convierte sus tebeos en estampas dependientes de melífluos textos no de apoyo, sino al contrario, de sostén, no es porque el escritor no entienda que el cómic es imagen, o porque lo desprecie y quiera ser Escritor de Altísima Escritura, y Literato de Noble Literatura, sino porque insiste en encontrar un modo de llevarlo a su terreno, el que domina. Y su terreno, decíamos, es la literatura. Gaiman es un cuentacuentos. Hoy lo vemos claro: sea vía historieta, literatura o cine, al fondo se encuentra el escritor y su ordenador, con un documento de Word (lo dudo, usará otro programa, vale). En el fondo, Gaiman se adelanta a la idea autoral que hoy tanto gusta enarbolar, al rebufo de la novela gráfica, aunque su vía sea peligrosa o, para algunos, directamente errónea: usa el cómic y lo adapta a su ideario artístico, que es literario antes que visual.
Y toda esta breve introducción (carcajadas enlatadas y gritos agudos, aplausos, fade-out) nos sirve para ubicar al autor ante un ejemplo que me ha parecido impactante, y que me habla de ese Gaiman que sí, a veces acierta. Y lo borda. Porque puede que se trate de un autor que ha sido, digamos que en el esplendor de su éxito en el mundillo, demasiado Narciso. Y eso no es bueno. Pero dudo que muchos autores rallen a su inteligencia y su sensibilidad cuando no se amanera. Y eso le salva a menudo, y eso lo justifica como, tal cual dijimos, un tótem dentro de la historia del cómic.
Pero no entremos tan pronto en materia: estamos empezando  Dejemos claro que hasta hoy, entendí la obra comicográfica de Neil Gaiman desde tres vías: por un lado, trabajos de encargo, por otro, obras personales, y por otro, sus últimos caprichitos.
Encargos. Se trata de una época de crecimiento, de ambición, de insertarse (eso sí, como «auteur») en DC. Orquídea Negra, Sandman, son esto exactamente. Obras ofrecidas que acepta y hace suyas. La primera una especie de casting. Una puerta de entrada. La segunda, su obra magna en extensión y repercusión, un trabajo que plantea como obra para lectores tardoadolescentes (digamos que si lo pillas con 17 vas a ser transformado… yo, por cierto, tenía como 20) pero que, con una mirada sensible, otra vez a palabra clave, y un gusto por las citas cultas, amén del calculado engarzado de sus muchas piezas en una torre de posmodernismo que tiene por bandera el «todo está ya contado», es una lectura apta para todas las edades (lo he comprobado, conste, es una realidad objetiva) y que rebosa el marco de los comiqueros. Una obra extensa, desarrollada folletinescamente en cuadernillos mensuales durante casi diez años, donde el fantastique es profundamente renovado pero, como ya dije, sin inventar, sino reutilizando y redefiniendo.
Pero si queremos contemplar al autor más puro hay que buscar en la «trilogía de la memoria», los tres libros realizados con Dave McKean. Trabajos de regusto agrio, intentos experimentales (muy de su tiempo, eso sí) y tono adulto. Es la segunda vía gaimaniana, trabajos personales.

Y la tercera es el cero a la izquierda. Hay que entender que (y el propio autor lo reconoció) Gaiman llegó a un punto de satisfación plena. «Mr. Punch» es ese trabajo donde el escritor, ya en perfectísima comunión con su amigo McKean, piensa que ha alcanzado el nivel.  Se siente contento con ese cómic, piensa que es el único que realmente refleja lo que su cabeza diseña. Y con una honradez extraña, se atreve a ir abandonando el medio que lo encumbró. Hemos dicho que no es tonto. Gaiman y Sandman son el inicio de Vértigo, ese sub-sello presuntamente adulto de DC donde los autores conservan derechos de autor. Y en Vértigo las colecciones derivadas del universo Sandman florecieron como tojos en la fraga gallega. Supongo que esto es un colchón sobre el que experimentar, ya que mantuvo comercialmente vivo su legado (contínuas reediciones de The Sandman, reutilización de personajes secundarios supongo que de su propiedad…). Lo bueno es que ese experimento, el de volver al medio que le es más propio, la literatura, le salió redondo. Hoy Gaiman es más reconocido como escritor que como autor de tebeos. Y a mayores, en Hollywood no le va mal, aunque sigue ahí, intentándolo más y mejor. Por eso no encuentro demasiados retornos felices al cómic en los últimos años. En sus cositas para Marvel tira de piñón fijo cosa mala, aburre hasta a las marsopas, y lo peor, consigue convertir en caricatura sus rasgos. Es peligroso leerte, por ejemplo, «A game of you» (saga de la serie The Sandman) tras leer «Los Eternos», con su cúmulo de tics y clichés «gamianescos». Lo que fue un trabajo sincero, algo inocentón o quizá incluso didáctico («A game of you» es un tebeo para chavales que alecciona sobre la identidad sexual de ciertas minorías, y la nobleza de ser lo que se siente pese a un entorno social hostil) puede leerse como mera pedorrada.

Bueno, pues en este contexto, en esta triple vía en la obra del autor de «Coraline», he llegado por fin a un trabajo que me ha desconcertado. Su continuación del «Miracleman» de Alan Moore tiene un poco de encargo y un poco de autoría. Encargo, porque lo es. Pero al tiempo, fue señalado por el propio Moore como el único capaz de dar continuidad a su obra. Por tanto, encargo ilusionante. Y esa ilusión, por lo que llevo leído (ah, hablo de un cómic absolutamente descatalogado y casi preso aún por disputas legales… saquen conclusiones, pero sí, lo estoy leyendo), trasciende en un tono adulto porque Gaiman entiende el discurso de «Miracleman» como adulto. Es heredado, no lo moldea él (caso del Sandman y por supuesto de la «trilogía» McKean) y viene ya como una reflexión honda sobre la posibilidad de la felicidad plena, absoluta, a través de una ficción especulativa y dura (eh, es Alan Moore).

Pero además en este cómic (por cierto, creo recordar que inconcluso, primera parte de tres arcos o ciclos, pero no lo comprobé aún) están todos los parámetros del estilo Gaiman, y resulta que, al llegar a su tercer número, no solo funcionan sino que realiza 24 de sus mejores páginas, un tebeo brutal cargado de ideas brillantes, descorazonadoras conclusiones éticas y, entremos en el trapo, una aportación compleja, sí, al lenguaje del cómic.

«Miracleman» de Gaiman y Buckingham

Vale, me he pasado un poquito de nº de caracteres… continua aquí

Be Sociable, Share!

Etiquetas:

0 Comentarios Dejar comentario

4 Trackbacks

  • Octavio Beares - la cosa más larga que escribiré en mi blog: Neil Gaiman divagado (parte 01). - http://t.co/X2IA1lAd http://t.co/X2IA1lAd #fb
  • Dani pastrana - Una reseña de los más didáctica del gran @OctavioB_ sobre Neil Gaiman (parte 01). - http://t.co/8kYBqo0A donde habla de su…
  • Octavio Beares - vale, esta era la 1ª parte de mi Gaiman-rollo dabuti, ¿no? http://t.co/X2IA1lAd
  • abel lanzac - Neil Gaiman divagado (parte 01). - Gente Digital: Gente DigitalNeil Gaiman divagado (parte 01).Gente DigitalAbel... http://t.co/p3Pz1SS6

Escribir un comentario