l’enfant terrible

He pillado dos novedades que no podré diseccionar con frío estilete crítico mientras no los exorcice; de eso va este post, de mi infancia y (espero) a través de ella llevar a primer plano esa magia que, de niños, poseen los cómics.

Recuerdo de crío un quiosco instalado dentro de unas cutres galerías comerciales. Lo regentaban dos viejitos, marido y mujer, supongo. Por lo demás podéis haceros una imagen tópica: quiosco con su tejado en pirulo, con expositores externos para revistas del corazón, porno soft y algún tebeo. Pero esto… era otra cosa.

No era un cómic de grapa sino un tabloide, gigante, precioso. Y hoy diríamos «bizarro»: ¿Superman vs Mohammad Alí? Lo genial fue que al querer saber cuánto costaba… los viejitos no lo sabían ni conservaban albaranes. Quedamos en que me pasase al día siguiente y lo hice, pero seguían sin tener el dato. Y yo cuanto más ojeaba aquella cosa, más la ansiaba. Lo debieron notar, se miraron, y él dijo «cuatorcientas» (o «doscientas», ni me acuerdo). Pagué. Ya era mío.

a tortas

¿Qué me importa hoy la calidad intrínseca de ese tebeo? Su/mi historia le da un valor añadido. El placer de sus muchísimas relecturas (porque el cómic, quede dicho, era brutal, sobre todo gráficamente) se suma al de «tesoro conseguido». Me recuerdo tirado en cama perdido en esas viñetas enormes, esos actos hercúleos, ese Superman rebajado a humano para recibir del boxeador Clay (que por edad ni lo conocía previamente). El placer infantil de la devoción del objeto que también resulta lectura y magia.

El otro tesoro es «En busca de Galactus«, saga editada en cómics mensuales por Fórum.

a tortas

A razón de número y medio americano por ejemplar ibérico. Año 83/84. Más mayor; en ese punto, los trece o catorce, en que el universo y tus padres te señalan y cual cúpula barroca pesan sobre tí con mensajes tipo «ya eres mayor para esas tonterías». No sé cómo están ahora las cosas entre padres e hijos en edad de leer pijamas, pero entonces los superhéroes, sorpréndanse, eran tebeos sencillos para niños. Evasión bigger than life. ¿Mensaje profundo? Es lo de menos si por encima hay una buena pelea a puño partido. Esta saga era 100% cósmica, galáctica y «lucasiana», con mundos en guerra, razas espaciales, amenazas mil, y… dos ¡oh! dioses. Uno recién nacido, La Esfinge, y otro ya clásico, Galactus. Y en medio unos superhéroes infectados por un virus de letal envejecimiento rápido. El mes a mes, el coitus interruptus de ver al final (tras medio año, ojín al dato) frente a frente a ambos gigantes cara a cara a punto de partírselas… y saber que tardaría un mes más en poder ver esa pelea (y al ganador, aunque ahí no cabía la duda), eso es un placer/sufrimiento que nunca podré agradecerle suficiente al mundo de la historieta, el cómic, la novela gráfica o las pictografías secuenciadas con grafo-significantes intreseccionados.

Bien, otro día hablamos de las bondades e inocencias de estos cómics… hoy no tocaba.

Be Sociable, Share!

1 Comentarios Dejar comentario

  1. The Watcher #

    Cómo mola a veces salirse del análisis sesudo y dejarse llevar por la emoción pura y dura que nos proporcionan algunos tebeos.

2 Trackbacks

  • Octavio Beares - mi Serie de Viñetas se viste de "Cuéntame cómo pasó": http://t.co/VYapIah
  • Octavio Beares - @TEBEOBIEN a huevo me lo pones, yo también #amolostebeos. entre otras razones, por cosas como lo que cuento aquí http://t.co/VYapIah

Escribir un comentario