Stephen Bissette

«Swamp Thing»: terror contemporáneo en el viejo pantano

Cuando Alan Moore irrumpió en el mercado americano para encargarse de “La Cosa del Pantano”, consiguió revolucionar el género del terror y renovar al mundo del cómic.

Hay que reconocer que el género del horror no es de los más adecuados para ser transmitido en forma de cómics. Sin el poderoso sentido de realidad que aporta el cine, pero lejos de la cualidad sugestiva que tiene la literatura, las historietas de terror tradicionalmente se amarran al esquema de relato truculento. La EC Cómics fue una editorial que, en los años cincuenta, revolucionó el panorama americano introduciendo en un mercado infantil todo orden de barbaridades. Sus comic-books eran generosos en historias macabras, sanguinolentas y sobrenaturales, pero hay que reconocer que, incluso entendiendo que aquellas “historias desde la cripta” son maravillosas y reivindicables, todos sus golpes de efecto apenas podrían asustar a un infante de su tiempo. Le seguirán todo tipo de publicaciones (¿quién no recuerda nuestro “Creepy” de los años ochenta?), pero el terror apenas evolucionaría a cuentagotas hasta los años ochenta. Hasta un barbudo y joven sajón de nombre Alan Moore.

La historieta de terror precisaba de un talento capaz de condensar una nueva teoría para el cómic de horror, que entendiese el medio y lo que podría ofrecer como vehículo para asustarnos. Y cuando Moore se hizo cargo de “La Cosa del Pantano” en 1984, consiguió precisamente eso renovando una antigua serie de la “DC Cómics”: sin manifiestos, con trabajo y constancia, este tebeo mensual redefinió al género. Porque lo que hizo el guionista británico fue, antes que buscar el susto (vana tarea en viñetas) o la truculencia pura (algo que a la postre resulta más risible que espantoso, en cuadernillos grapados), hurgó en los miedos atávicos y en el subconsciente colectivo.

Sus historias se hundían en los terrores infantiles, en el horror de la pérdida del ‘Yo’ profundo, en los secretos pavorosos que escondemos, sea la fauna insectívora como símbolo del horror, sea la menstruación como algo ajeno pero íntimo al tiempo, o una personificación de la degradación medioambiental con forma de “sin techo”. El miedo es así la angustia más honda y personal que anida en nuestro interior y sólo determinados resortes pueden amplificar. Y esos resortes, claro, son la ficción. Y para Moore, el vehículo idóneo podía ser, cómo no, la historieta.

Todo esto, claro, precisa de un ilustrador muy determinado. Y Stephen Bissette (como dibujante principal) será el hombre ideal. Naturalista pero siempre desdibujando los márgenes de la realidad, puntilloso (sus insectos reptantes son algo que no se olvida), con un diseño de página orgánico, como si cada una fuese el interior de un cuerpo vivo (y templado, viscoso y fluido)… Bissette es un portento como ilustrador de lo terrorífico.

Pero además “La Cosa del Pantano” supone un hermoso cuento (sí, paradoja) sobre un ser, la “Cosa”, aprendiendo que no es un humano, asumiendo su nueva naturaleza como criatura atávica, vegetal, más cerca de bosques y fragas que del mundo de los hombres. Pero enamorado de una mujer. Y ese amor alcanza una imposible y poética carnalidad en el último capítulo del primer tomo (de los tres con que Planeta de Agostini completará la serie) difícil de olvidar.

Artículo publicado en el Faro de Vigo el 4 de Febrero de 2011

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