MAESTROS ANTIGUOS, de Mahler
Artículo publicado en Faro de Vigo
El valor del arte adaptado al cómic.
“Maestros antiguos” es una novela de Thomas Bernhard que Mahler traslada al cómic para teorizar sobre los artistas y la cosas importantes de la vida.
Se puede abordar este cómic desde, al menos, tres perspectivas. La primera, como forma eficacísima de trasladar un libro a otro medio, el cómic, de naturaleza tan distinta a la literatura. En este sentido Mahler realiza su propia manera de síntesis y traslado de ideas verbales a un lenguaje donde, además del mismo verbo, debe lidiar la imagen (casi diría que la imagen ideogramática, pero queda demasiado serio). Partiendo de los postulados de “Ciudad de cristal” de Paul Karasik y David Mazzuchelli (que adaptaba una obra de Paul Auter), Mahler plantea su propia forma. La imagen muta y singulariza ideas antes que acciones, desde un estilo de humorismo gráfico que nos pone la sonrisa en el rostro desde la primera página sin dejar de explorar cuestiones tan hondas como las cualidades del arte, la idea de la amistad o el sentido de vivir.
La segunda perspectiva desde la que cabe leer “Maestros antiguos” es la meramente formal, ya que esta novela gráfica expone un planteamiento personal, en el modo de hacer. Las páginas son generalmente una gran imagen/viñeta, en la que se disponen textos de la voz narrativa y donde pocas veces leemos diálogos en bocadillos o secuencias de viñetas (esta se desarrolla página a página). El color es fundamental, y además desde su parquedad logra una elegancia estética y un perfecto equilibrio gráfico, visual. Todo ello desemboca en una obra personalísima y notable, un ejercicio de cómic perfecto pese a resultar inusual e incluso arriesgado.
Y por último, un tercer modo de enfocar la obra es en su capacidad, como narración, de sorprender al lector. Lo que comienza como una intriga humorística centrada en Reger, un individuo que frecuenta un museo, pasa a constituir una reflexión sobre el arte (inconformista y poco laudatoria) para derivar por caminos tan insospechados como emocionales. Se hace caro encontrar trabajos que sorprendan por resultar inesperados en estos tiempos de refrito y revisionismos al amparo de la máxima “ordeñar la vaca”. Esta deliciosa, mordaz y agria novela gráfica propone un oasis de lectura sorprendente, profunda, intensamente melancólica y, de paso, con mucha bilis hacia el postureo “artie”.