El cómic cuestionado.
Reflexionemos el cómic como arte. Obviamente no vamos a ponernos a hablar de si lo es o no a estas alturas de la vida, sino de las características del medio y la disposición de los seguidores, estudiosos, divulgadores y creadores respecto al cómic como arte en ocasiones. Una disposición a mi juicio equivocada del que he reflexionado en Twitter y retomo y expando un poco en este post (más una relfexión rápida que cualquier artículo serio y trabajado, lo advierto también… ¡que por algo proviene de redes sociales!).
El cómic debe ser visto desde la problemática.
Si los que lo analizamos, lo crean y lo leemos no le exigimos al cómic y no entendemos que como medio tiene espacio para crecer, y no pocos problemas como medio, entonces no es arte, es artesanía. Que me parece muy bien consumir y apreciar artesanías, pero el cómic es un arte pleno y por tanto un espacio de búsquedas y cuestionamientos, en el que debería ser moneda común la rebeldía. No de su mensaje/contenido simplemente, ya sabemos, medios contestatarios.
Me refiero a una rebeldía respecto a lo que se suponen sus normas, su canon, su «así debe ser» (que para más delito ha estado poderosamente mediatizado por una primordial función comercial que, poco a poco, va tomando matices, aceptando que no todo cómic busca una rentabilidad de producto masivo como no toda película o novela ansía al nirvana del best-seller)
Pues bien, existe una corriente de autores y desde hace décadas, cuestionando formas que me parece la manera más potente de elevar al medio. Y hay personas (y personajes del mundo historietístico, lamentablemente también) que cualquier búsqueda la asumen como un despropósito, pedantería, desviarse del “camino”. Una actitud muy nociva, pensar que las búsquedas de Alberto Breccia en su día (o de Roberto Massó hoy) son un camino equivocado. Porque al final los que se reían del Breccia de los primeros setenta o últimos sesenta, de haberlos, hoy inclinan su rodilla, con frasecitas engoladas, «el Maestro». Pues sí, pero no porque un mainstream indeterminado decida señalar a determinados autores como los Magister del medio y ponernos estupendos en redes para iluminrar nuestro ego señalando a pretendidos grandes nombres por la gracia de Dios… Breccia es un maestro por su ética como autor inquieto que quería ir más allá, que rechazaba lo hecho para ir a donde no se había llegado. Así que la búsqueda, el cuestionarse los caminos trillados, opino, es la vía correcta para que el cómic como arte crezca.
En fin, pienso que Breccia aquí lo explica mejor que yo, aunque desde estas declaraciones (de los años noventa) las cosas han cambiado y a mejor (intento que el link caiga en el minuto concreto,me refiero a 9.35):
Como divulgador quiero divulgar esa forma de entender el cómic como arte, que nace de la constante discusión con su propio legado (desde su conocimiento y respeto). No de recostarse cómodamente en los «ítems» de los 80 ó de los 40, sino en su cuestionamiento. El camino es lento y más en un medio tradicionalmente de consumo. Pero hay quien lo está caminando, y eso es bueno. Más aún, claro: es necesario.
Otro día hablamos de quienes señalan a esos autores que hoy practican rupturas y buscan, como gato panza arriba, un referente pretérito, defendiendo que «esto ya lo hizo hace veinte años bla bla bla». Ni caso, es una idiotez que describe a ese pseudo Connaisseur del cómic, porque pretender que la mirada de alguien de 2020 ya había sido captada por un belga que trabajaba en 1977 es delirante, o estulta, o intenta revestir miopía de falsa erudición. Que un creador pueda tener (y tendrá, es humano) referentes no equivale a salvoconducto para desacreditar a los experimentales del presente. Solo, en todo caso, una táctica más bien chusca para camuflar lo que realmente se dice: que todo está inventado para el medio cómic. Por tanto, que este es una artesanía sin derecho a la exploración y la búsqueda de nuevos modos. Porque todo está en el pasado. Y cualquier tiempo pasado etc etc. Pues a mis años yo me niego a pensar así, se siente.