Había pensado dejarlo…

Ya he escrito varias veces de Graf y lo que pienso de Graf, así que dejadme que os cuente un cuento esta vez. Uno verídico.
No se lo había contado a nadie… pero estoy cansado.
Son muchos años escribiendo de cómics, ¿sabes? Antes, desde el anonimato, después desde prensa, revistas y donde sea. Estoy cansado. Cansa, todo cansa.

Cansa el esfuerzo, porque yo no sé si soy normalillo, bueno, malo o excelente en esto de escribir sobre historieta. Pero vive Wotan que me esfuerzo, me joden mis errores, intento advertir mis carencias, envidio a colegas en ocasiones y quiero dar más de mí.

Cansa que el medio/empresa para el que escribas no te reconozca la labor aunque tú la hagas de mil amores, porque en esto estás por los tebeos, por los cómics, por los autores y los editores de aquí, y estás a tope (y ya me he explicado suficientemente).

Cansa leer casi por compromiso, porque tengo cadencia, tengo esa rutina, auto impuesta, adquirida y hasta pedida por el diario, porque creo que sí, que salir en prensa generalista hablando de cómics… es aún necesario y bueno para los cómics. Aunque canse hacerlo así, y cansa leer sabiendo que lees para escribir posteriormente sobre esa lectura.
Pero sobre todo, además de estar cansado… últimamente he profundizado en la recuperación de una vieja afición, la cual no viene al caso. Y me he descubierto leyendo blogs del tema, escuchando podcasts, conociendo voces expertas en ese sector… Os aseguro que yo nunca he tenido ansias de ser «gurú de la opinión» (que no creo que lo sea tampoco, la verdad, aunque me lo han dicho un par de veces), os juro que carezco de ego (más allá del poquito que todos tenemos) y que me encanta ser aquel chico que mandaba cartas del lector a Rockdelux, al  U o a Volumen, y me priva mucho dejarme aconsejar, y leer mucho y hacerme mi lista de críticos «de los que me fío». Cosa que sigo haciendo, claro,lo contrario es morir de ombliguismo! Pero vamos, que me encanta, hay quien dice que los críticos no valen para nada, yo creo que valen para bastante y me gusta acudir a ellos. Más que ser al que se acude.

Y he estado calibrando si cerrar todo lo que no fuese CuCo (eso nunca, porque ahí sí, me siento demasiado satisfecho, y me considero que con Gerardo Vilches hacemos con la revista una especie de correa para algo más grande que mi propia voz). Os lo puedo prometer con besito en los dedos, como los niños chicos. Que lo dejo y no me quita el sueño.

Entonces voy a Graf, y Mireia Pérez, cuando se cosca de que este tipo al que recuerda de otros grafs «soy yo», Octavio, y me suelta una risa así de grande y sincera y un abrazorte del doce, se disipa cansancio y dudas. Porque es la primera. Vienen más de seguido, de más encuentros, y cuando me reencuentro con Gerardo y con tantos autores y colegas críticos, con gente que veo muy de vez en vez y con gente que solo conocía por Redes Sociales,  y cuando estalla ese ambiente ígneo que es estar en Graf… «cansados mis bemoles». El cómic es un manantial de cosas buenas, de gente BELLA, de talento, de ganas. Reventados todos por tres días duros, sobre todo organizadores y expositores. pero felices, o eso creo yo.

En serio, id a Graf si os gustan los cómics y no conocéis este festival. El manantial brota de allí, es la gente, el pozo en que nace el arco iris. Hay una sinergia brutal, es centrifugante y vertiginoso. Es amoroso, afectivo, admirativo, alegre y POSITIVO. Es una sinfonía luminosa de ganas de hacer cosas, conocer gentes, autores, amigos virtuales. Es tan intenso que te balda y sabe a poco a la vez. Y si no conoces a nadie, te encontrarás en un espacio que acoge y que alimenta, con charlas bárbaras y talleres para todas las edades y todos los pelajes.
Graf es el espacio que el cómic del s. XXI se merece, no puede faltar y no te lo puedes perder. Recarga las pilas y llena de optimismo. Tanto que los nubarrones de la mediocridad on line (ej: hoy han acallado la voz de un importante autor en Facebook, solo por hacerle daño a ese autor) no puede ensombrecer lo que Graf significa. Este salón del cómic de autor y la autoedición es pulmón, corazón, cerebro y… esto es importante… y espejo. Espejo para otros que hacen cosas parecidas, como también lo es el Gutter o el Tenderete (dos festivales que desgraciadamente no conozco): espejos para Autobán (por citar a uno cercano a mí), pero en Graf, creo no equivocarme, impera su propia alma, que está entre la «industria» y el fanzine, entre Astiberri y el pliego fotocopiado de Nuria Figueiredo, y es importante poner en el mismo nivel lo que hace Nuria y lo que hace, por ejemplo, Álvaro Ortiz.
Centrifugando, y sin saberlo, renovando las pilas de quien las tenía muy, demasiado bajas. Para mí, personalmente, Graf es necesario porque me devuelve al primer plano algo que no quiero olvidar: el cómic es el arte más maravilloso que conozco (y soy restaurador de arte y licenciado en Hª del arte, algunos me conozco, más o menos) y me da media vida y quiero devolvérsela como puedo: escribiendo hasta en el culo de Donald Trump, si me dejan.
Y no me canso. Gracias por recordármelo, Graf:

WILSON

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