Archivo octubre 2016

MARÍA LLORÓ SOBRE LOS PIES DE JESÚS (Chest Brown) y LAMIA (Rayco Pulido)

Dos obras monumentales de reciente edición, que señalo ya como destacadas de 2016, analizadas en mi página de cómics en Faro. Clic para ampliar:

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Ha muerto el dibujante Steve Dillon

Ay, me entero así, de mala mañana. Ha muerto Steve Dillon, un dibujante de cómics que rozó el cielo del éxito con Predicdor (y otos títulos posteriores como Punisher) y que se caracterizó por una planificación siempre efectiva, de cualidades narrativas. Dillon era de esos dibujantes que te hacen bailar la mirada a su compás a través de la página.

Además, es indudable el papel bisagra de su trazo en determinado momento. Predicador, una astracanada que tampoco me parece la bomba auque indudablemente tuvo un arranque poderoso, fue una necesaria lavativa al estilo «british» implantado en el cómic mainstream norteamericano a partir de los postrulados de Alan Moore, estilo abigarrado del que Dillon escapó con unas composiciones dinámicas y un dibujo claro, sintético incluso.

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Fallece demasiado joven, una injusticia

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SPIDERWOMAN: CAMBIO DE MARCHA (Holepess, Rodríguez, López y Rosenberg)

A la colección de Spiderwoman no se le debe pedir mucho, en principio: una serie fresca, entretenida, que se adapta a los tópicos del género en su versión más desenfadada (podríamos citar cosas como JLA, o incluso el Daredevil de Kessel) con algunas gotas de reflexión en ocasiones. Y que con la maternidad de la protagonista podrá dar un giro interesante (el último capítulo de este libro es mejor que todo lo que le precede).
A Spiderwoman no le pedimos más, pero nos da eso que promete… y además nos ofrece el espectáculo gráfico y narrativo de Javier Rodríguez, cada vez mejor. Vamos con lo que he contado en el periódico (pincha imagen):

_ Visado _ Página 6 Cómics Teen Wolf-001

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El Príncipe Valiente en juego de mesa

Qué curioso… en Essen, Alemania, se celebra esta misma semana Spiel, la feria de juegos de mesa más importante del mundo (o cuanto menos de Europa, estos agravios comparativos se los dejo a los expertos en «board games»).
Bien, pues allí la editorial Devir está presentando como novedad (entiendo pues que inédita y de próxima edición) de un juego de mesa de Príncipe Valiente, nuestro querido personaje creado en 1937 por Hal Foster.
En este vídeo en que un experto en juegos se marca un paseo por la feria se ve el prototipo a partir del minuto 1’29:

Imagen de previsualización de YouTube

 

Ojo, el personaje artúrico ya ha tenido su juego de mesa en 1954.

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Y de hecho, el aprovechamiento de personajes de historieta para el lucrativo mundo de los juegos de mesa viene de lejos. Sobre todo destaca el uso de personajes de tiras y dominicales de la Golden Age, cuando se pasó de un cómic humorístico de impronta caricaturesca a centrarse en la continuidad diaria, a través del género aventurero y la factura realista.

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Aunque también he encontrado casos de juegos sobre personajes humorísticos:

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Ya de Snoopy y su brutal maquinaria de merchandishing mejor hablamos otro día (he encontrado ¡dieciseis! juegos de mesa en una primera y rápida búsqueda).

Por otro lado, es una obviedad, ha habido (y habrá) juegos de mesa basados en cómics de superhéroes, a cascoporro: Superman (con su correspondiente juego de mesa desde 1940, esto es a los dos años de su creación como personaje), Spiderman, Cuatro Fantásticos, X-Men… hasta he encontrado la expansión para el juego de cartas DC Comics Deck-building Game sobre el universo de Watchmen, algo que habrá colmado de alegría a Alan Moore, indudablemente…

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Pero mi favorito ha sido… ¡El Superman Flying Bingo!

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No necesitamos ni leer sus reglas para saber cómo se juega, ¿no es maravilloso?

Bien, ¿y si nos acercamos por Europa? Pues hay menos tradición, si bien los personajes más importantes tienen juegos, muchos, a cascoporro (Tintín, Astérix). También he encontrado cosas relacionadas con la industria británica, como un juego del icónico Judge Dread. No me resisto a enseñaros en tablero:

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Y bueno, de personajes españoles, hay cosas también, por supuesto: Juegos de Zipi y Zape, de Capitán Trueno y hasta del comix, con un boardgame dedicado a mayor gloria de ¡Makoki!

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Un tablero que puede ser una joya, cochecitos como fichas, y bueno… quiero sobre todo enseñaros un billete:

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Los hay de varios personajes.

Ces Piñol también está metido en este mundo, con juegos ya publicados, y de próxima publicación. Y cómo no, si hay juegos de Makoki o de Fanhunter… ¿cómo no va a haberlos de Mortadelo y Filemón? Hay varios, por supuesto.

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La reflexión me la pone a huevo esta última imagen. Evidentemente este juego de mesa no es más que la adaptación a los personajes de Ibáñez del juego de Escaleras y serpientes de toda la vida y la caja anuncia que contiene «4×1 juegos». No puedo espera a saber de qué van los otros tres.

Por tanto en sí mismo, como juego(s), carece(n) de valor. Es un producto comercial a mayor gloria de quien ostente royalties sobre los personajes. E intuyo que la retahíla de juegos que he mencionado arriba son eso también. Productos muy menores alejados del concepto contemporáneo de juego de mesa vivaz, ingenioso y original en planteamiento teórico y materialización física: hoy se crean juegos que ya solo como objeto son una auténtica exhibición

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Scythe. Pequeños grandes juegos vía Boardgamegeek

Entendidos los cómics como subproducto cultural y como objeto comercial a explotar, ha habido juegos del mismo modo que hoy hay películas (con la franquicia Disney en primera fila, creando lo imposible, la sensación de multiverso que Marvel patentó en los años sesenta) que traciende la calidad del producto, lo cual crea un tejido industrial potente y puede significar una categoría lucrativa importante para el cómic (en sí mismo o como punto de arranque para otro tipo de artículo). La pregunta es si esto es en sí mismo bueno para el cómic como arte. ¿Queremos una historieta más atenta a sus capacidades de lucro para empresas privadas y como producto transversal y transversalizable para una sociedad de consumo, o queremos un cómic que podamos defender como arte? Y la del millón: ¿Cabe la intersección?
En todo caso y por lo poco que he encontrado (una foto del diseñador ante su juego, con sus figuritas y con el tablero desplegado), parece que este boardgame Valiente es un juego ajustado a los nuevos tiempos, un juego de mesa táctico, mimado y apto por tanto para gente que gusta de esta afición.

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Y por descontado, los cómics que he citado aquí como ejemplo de traslado a otro medio, son en general excelentes. Porque sí, debería haber intersección entre calidades y ansia en el rendimiento.

PD las imágenes son un guirigai que empleo como cita sin más intención, mucho menos comercial. Provienen de blogs personales (de dos, de hecho), de Todo colección, del portal Boardgamegeek, de tiendas especializadas o de Printerest (caso de la última).

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TEEN WOLF, Varias autoras

Teen Wolf supone varias cosas, y una es el crecimiento de mis brothah y vecinos Fosfatina. Creo que sus pasos les están llevando a un lugar nada secundario en el panorama editorial español de cómic y el esfuerzo po llevar a cabo Teen Wolf es una buena muestra de ello. En aro hablé el viernes del libro (click on):
pag teenwolf

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TOKYIO ZOMBIE, de Y. Hanakuma

Tomo la línea recta para introducir mi texto de Faro de Vigo: el cómic del momento es este manga (para leer, clic encima):

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MELANCOLÍA Y ESCUALO. Hanselmann y R. Kikuo Johnson. Fulgencio Pimental por partida doble

Fulgencio Pinentel sigue ofreciendo material necesario. Para niños, niñas, chicos , chicas y gente de mal vivir.
Publicado en Faro de Vigo, a mayor gloria. Fuerte. Clik y lee:

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Las raíces del cómic histórico

En Facebook, allí donde enlacé el anterior post sobre Isabel, la loba de Francia, se originó un interesante debate que he cerrado (dar vueltas en redes sociales ya no es lo mío, creo que la charla ha sido muy productiva y no se trata de demostrar nada) con una pequeña disquisición. La cuestión parte de si el cómic histórico a la francesa (esto es, obras como Las siete vidas del Gavilán, o Munuera) parten de Bourgeon, o de previos como Martín o Hubinon. Puede que interesante, así que la subo aquí más o menos retocada, la adorno con imágenes y os la dejo para seguir la charla si queréis.

Para mí hay una diferencia entre un Francoise Bourgeon y ejemplos citados anteriores [Martín, Hubinon, Hergé, Uderzo, Tanguy]. Puede que esta idea la haya dado por sentado en mi post, también es cierto… ¡es solo un post, no un estudio que reposas y repasas! ;)… : Martín, Hubinon (autores a los que sigo poco, todo hay que decirlo) y ya no digamos Hergé, Charlier o Uderzo, aplican el documentalismo como abalorio.

Alix, de Jacques Martín. Álbum, "El niño geiego" (2012)

Alix, de Jacques Martín. Álbum, «El niño griego» (1979)

Engalanan así su obra. No digo que el recurso sea prescindible en este tipo de cómic histórico. Es una evolución de la historia como marco legendario o kitch (Foster) hacia una mirada más documentada, ha tenido su importancia en su momento y está genial, da un plus a sus relatos como lo da en las aventuras de Tintín de Hergé, pero lo documental en su trabajo solo viste a una obra que se mantiene en sus parámetros de género de aventura con ambientación en el pasado.

Por contra, en Los pasajeros del viento (y más allá de otras cuestiones como el lector-objeto, para qué tipo de lector, adulto o no, está concebido el relato) Bourgeon ofrece un discurso historiográfico sólido desde la viñeta misma, la documentación es el meollo, no el relato. Y su discurso tiene mucho que ver con la tercera generación de la escuela de los Annales.

Esto es entrar en pozos, pero bueno, me gustaría explicarme: los Annales es una de las escuelas de la ciencia histórica más importantes. Surge en Francia (insisto, no en Escocia o China, en Francia) y tiene varias generaciones. La «tercera» es la que en los años setenta, a través de nombres como Georges Duby, crea una nueva corriente historiográfica llamada «Nueva Historia», que promueve una historia de las mentalidades.

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Bourgeon recuperó la saga de Los Pasajeros del viento en el siglo XXI con La niña de Bois-Caïman (2010)

El nuevo cómic histórico que surge a fines de esa misma década, y en Francia, blanco y en botella, se empapa a mi juicio de esta corriente que evidentemente no puede estar presente en obra previa a esta tercera «generación Annales».

«La realidad de la información contenida en los vestigios de un castillo fortificado es tan grande como en un poema viniendo de lo imaginario de un hombre de la misma época. Por lo tanto, procuro interpretarlos de la misma manera.» Geoges Duby

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Poder privado. Poder público. Vida privada. Nuevos Anales.

Las propuestas de Bourgeon, nuevas como nueva fue la «Nueva historia», cimentan un tipo de cómic que creo guarda poca relación con el ánimo reconstructivo-escenográfico de obras previas. Y esta idea de lo histórico como reflexión sobre las mentalidades se ha impuesto en el género. Bourgeon gesta en 1979 y publica en 1980 las aventuras de Isa, una mujer fuerte y atípica en el contexto de la navegación y el comercio ultramarino del siglo XVIII. Puede que no haya sido el pionero en la adopción de la Nueva Historia por parte del cómic (adopción seguramente no consciente, ojo, habamos de un zeigeist, por así decirlo) , pero en todo caso, sí será el autor más influyente en el génro narrativo con esos Pasajeros del viento y con Los compañeros del crepúsculo .
Por otro lado, es cierto que la banalización (y en ella cae el «nuevo histórico francés», como caen las teleseries del género) está contra girando esta idea hacia la contemporaneización de lo narrado. Basta ver la primera viñeta de la página que cuelgo de Isabel y su monólogo interior en aquel post.

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Viñeta de Isabel, la loba de Francia (2014, Thierry y Marie Gloris, Jaime Calderón y Johann Corgié).

Pero con todo, la obra mantiene la intención de compatibilizar este discurso de «el presente reflejado», con los modelos de pensamiento medieval o el papel de la realeza en un mundo donde el sistema señorial se está descomponiendo. No he realizado un estudio y debo reconocer que todo esto no deja de ser una sensación ante mi paquete de lecturas y hasta donde llegan mis conocimientos del medio y del género (y de la propia historiografía), pero intuyo que no voy desencaminado en mis cábalas, que se apoyan en evidencias como escuelas historiofráficas y coincidencias temporales («Annales III», como escuela activa, comprende los años 1969-1989), a las que se suma la concepción de la historia en Francia, cuestión nada baladí y que se remonta al revolucionarismo, haciendo del pasado propio una cuestión no solo de Estado: es una esencia sustentante de la identidad y orgullo patrio, que pone al género narrativo en cuestión en primera línea de popularidad.
Por todo ello insisto en la condición de punto cero en muchos sentidos de Bourgeon. Además de que su propuesta pretende acercar el género histórico al lector plenamente adulto como ya he dejado caer antes, pero ese es otro tema.

 

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Isabel la loba de Francia. De Thierry y Marie Gloris, Jaime Calderón y Johann Corgié

Hablábamos ayer… del cómic histórico entendido como subgénero, cuando no casi como un subestilo dentro del cómic. Hablamos hoy del cómic histórico francobelga y de uno de sus últimos nombres propios, el ilustrados catalán Jaime Calderón, que es coautor de Isabel (solo he leído el primer tomo, aclaro), una Bd editada por Yermo de recreación histórica alrededor de una Capeto convertida por nupcias en reina de Inglaterra, allá por el siglo XIV. El guión corre a cuenta del matrimonio Thierry y supone lo más parecido a esas tele series históricas que pueden veniros a la cabeza ahora mismo, de Los Tudor a Carlos, rey emperador.

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Bueno, las cartas están marcadísimas en este tipo de cómic. Como explicaba en el post antes enlazado, se trata de un tipo de relato artesanal, donde lo autoral se diluye en favor del acabado según unas reglas pre establecidas. Esas reglas las marcó a fuego Françoise Bourgeon con «La fille sous la dunette», primer álbum de Los pasajeros del viento, publicado en 1979: el peso recae en la ambientación, y el acabado gráfico dependerá del dibujo de corte realista. Para el caso de Isabel y sus problemones, muy realista. La planificación de la página obedece a diagramas vistos mil y una veces, del mismo modo que la dirección de cámara en Los Tudor usa recursos de manual. Los diálogos obedecen al pragmatismo más evidente, son expositivos, antes que naturales. Y lo que más destaca en esta recreación (donde cabe, por supuesto, la imaginación de los autores para llenar huecos y forzar dramas narrativos) es… precisamente eso, la recreación. Los hechos, los personajes, reflejan unos acontecimientos, quizá con demasiada planicie, pero la obra pretende exactamente eso, a lo sumo, reivindicando una figura histórica poco reconocida en su papel dinamizador de aquella Europa convulsa. Para estos fines, por ejemplo, del mismo modo que el cine histórico busca unas determinadas iluminaciones que ya se entienden propias de determinadas épocas (así la luz natural sin filtros para el siglo XYIII, o el expresionismo de tonos tierra para el medievo), Joann Corgié plantea un cromatismo infográfico enolvente que a mí particularmente me distancia, pero que entiendo en su papel de ambiente y casi guiño, narrativo, hacia el lector. Nadie se imagina un trecento de luminosos tonos pastel. Nadie salvo Joann Sfar, quizá (y por eso me quedo con Sfar…).

Y Calderón lo da todo en el terreno de la recreación. Entendido en su papel de cronista, su realismo y el detallismo que alcanza son impactantes, y parece que naturales: «El detalle en mi trabajo no deriva de ninguna petición o imposición por parte de un editor, es algo que hago de manera natural y que sobre todo se hace notable por la precisión en mi manera de dibujar. Durante algún tiempo creí que era más un defecto que una virtud, de hecho me suelen gustar los dibujantes que hacen un trabajo totalmente distinto al mío. (…) Tras haber intentado forzar algo que en mi no era natural, he terminado por aceptar mi manera dibujar, he llegado a comprender que no es algo exclusivo del dibujo sino inherente en mi manera de concebir y expresar a través de las imágenes, cuando doy color a mis dibujos sigo detallando mucho, así que finalmente lo he aceptado y he aprendido a utilizarlo de manera positiva», comenta en una entrevista.

Es curioso por otro lado cómo Calderón me recuerda a John Cassaday por encima de cualquier otro referente más ad-hoc como sería un Hal Foster o un Julliard (siempre hay algo de estos referentes, aunque solo sea en lo minucioso). El influjo del cómic americano es obvio también en lo dinámico de su planificación, nótese en este sentido que ninguna página recuerda en composición a su contigua, ardid tan americano como, por otra parte, de uno de los referentes del histórico, Hermann.

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Entonces, ¿me ha gustado La loba de Francia? Inciso, el título obedece al sobrenombre histórico otorgado a Isabel, de quien el cronista Geoffrey de Paris dijo que era «la bella entre las bellas…en el reino sino acaso en toda Europa». Pues más que gustar o dejar de gustar, diría que me ha servido para esto, para bucear en la historia,  encontrar curiosas citas, y quizá hacer de percha para ilustrarme sobre el reinado de Eduardo II Plantagenet a través de fuentes más fiables. Dicho de otro modo, no puedo evaluar Isabel con los parámetros que uso para, por ejemplo, Chester Brown. Sería ridículo (y saldría tumbado por ko y parapléjico de la primera hostia del canadiense, en el combate a dos). Este Bd histórico es otro mundo, un trabajo con una resolución gráfica de sensibilidad más cercana a las ilustraciones de Keith Rocco para la revista Desperta Ferro que a mi actual sensibilidad actual respecto al cómic. Pero entendido como artefacto de uso para el divertimento (lo es) de conocer la historia, cumple su función. Desprovisto de discurso interno, de impacto argumental muy justito (obvio incluso) su intención es ilustrativa y superficial (hya cómics históricos de capado más profundo, como por ejemplo El árbol que da sombra, vasto fresco mediaval de Osamu Tezuka que debería acabar de leer algún día.

En resumen, no se trata de la implicación emocional, ni del reto intelectual, sino de iluminar hechos y épocas del pasado intentano traerlo a la mirada del lector. Y en su rango lo hace mucho mejor que algunas cosas que he tenido la desgracia de intentar leer, y dibuja un panorama con detalle verité (una limosnera, una cacería, un anillo, París, unas intrigas, una mentalidad en tránsito del feudalismo señorial a la germinación de los estados europeos…) y esa ilustración será del gusto de los lectores de novela histórica, de los compradores de la citada revista y de los espectadores de ese Tudor Guapeado por el canal de pago Showtime.

Narrado con agilidad, alternando voces narrativas (primera y tercera persona) en un cómic dinámico, Isabel cumple con aquello que uno espera de este tipo de obra. Tipo que nunca será de los más destacados en mi propia escala de valores, no lo escondo tampoco, como no escondo que soy licenciado en historia y por tanto me gusta ver que el cómic se acerca a la historia aunque sea con obras sin el calado de muchas otras.

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