Archivo julio 2013

IRON MAN de Matt Fraction y Salvador Larroca

el-invencible-iron-man-las-cinco-pesadillas-marvel-deluxeMe he leído como un par de años de la singladura de Fraction y Larroca al frente de las historietas de Iron Man. Un buen materal para hablar de esta cabecera (en la que ambos autores permanecieron cinco años).

La realidad es que me cuesta mucho entrar en una serie Marvel. Mi niño interno quiere volver a esa época, los ochenta de Byrne, Claremont, Simonson o Miller, el enorme Miller, e incluso al Spiderman de Stern/Romita Jr. Por un lado me cuesta porque ya no soy el chaval de entonces y no creo que el género ofrezca más chicha, en sí mismo, que la que puede ofrecer a un mozalbete de catorce o quince. Pero también, claro, por la estrepitosa falta de alma, calidad y nervio de los últimos tiempos mainstream. Salvo esas contadísimas excepciones en boca de todos, los tebeos de superhéroes hoy solo me sirven para dos cosas: o alimentar al inner freak que llevo dentro (porque soy pijamero por herencia, porque llevo leyendo el género desde, más o menos, 1975) o encontrar historias entretenidas en un género que, por la 1ª causa, me gusta leer.

«Iron Man» es un tebeo capitaneado por Matt Fraction, un tipo que se puede catalogar en la línea de decencia creativa que representa Ed Brubaker. No insulta a la inteligencia pero no es especialmente brillante salvo cuando se desata en series de apariencia marginal, en personajes «secundarios», y este «Iron Man» es un buen ejemplo de ello. Cae en los vicios más recurrentes de la casa de Spiderman, al plantear un tebeo de ritmo pesado que no aprovecha el férreo formato que se le impone (cuadernillo mensual) sino que proyecta historias para el retapado. Pero al mismo tiempo plantea una historia bien urdida (bueno, en lo que llevo leído, dos: «Las cinco pesadillas» y «El más buscado») donde se maneja perfectamente la continuidad para crear una suerte de cuenta atrás argumental. No es nada nuevo, es el salvamento en el último minuto de Porter, pero vamos, que se agradece que un tebeo de acción se maneje en códigos lógicos para su columna vertebral.

Fraction modela con seguridad a su Toni Stark, crea una némesis potente en la imagen de niño prodigio con motivo para el odio, y modula una historia de superhéroes que es más una reconversión hy-tech y 2.0 de los añejos James Bond. En vez de relojradar guachi y avión híbrido unipersonal, Stark calza sus armaduras y un tecno imperio (bueno, de esto último se ve bastante despojadito, es parte de la chicha).

Larroca: buena aleación, mala cara

Un cómic que no sé cómo puede atrapar a un nuevo lector, la verdad (es Iron Man, es un producto que ya tiene su target y al que no veo cómo se puede animar un espectador de Robert Downey Jr: «sí chaval, si te mola la peli ya verás los 200 mil números de Fraction», ejem, no), pero que no precisa de la continuidad pretérita para ser entendido (yo no sigo al personaje, nunca he sido muy de Stark). Y que está dibujado pro Larroca, lo que no es algo excesivamente alentador pero que para el caso se muestra adecuado. Su fotorrealismo da tono y el coloreado ayuda mucho. Como dibujante de rostros Larroca me chirría mucho, pero el color infográfico actúa de velo, tridimensionando las tintas y difuminando las expresiones a «tengo algo en el trasero que me está resultando muy incómodo». Y sus páginas son anodinas pero correctas, claras, muy storyboard (demasiado) pero nunca entorpecen la lectura.

Hay tebeos mejores. No es un trabajo excelente ni mucho menos. Pero entretiene. Si aún conservas el ánimo 90’s de seguir mensualmente durante años una cabecera, buscar esta colección o ir atendiendo a las reediciones de esta etapa puede resultarte muy reconfortante.

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BUEN PERRO, de Graham Chaffee

Atículo publicado en Faro de Vigo

Cómics para un verano a la fresca.

Como en cualquier disciplina narrativa, el cómic tiene ejemplos para todos los gustos y para todas las ocasiones. Incluso para los meses de canícula.

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Es cierto. El estío no parece tiempo para lecturas sesudas. Uno no tiene cabeza para densa literatura ni, centrándonos en la historieta, que es lo que nos ocupa, para novelas gráficas de la densidad de un Joe Sacco o una Alison Bechdel. Quizá.
Con todo, bajar velocidades y circular tranquilos por las autoestopistas de la lectura veraniega, no supone renunciar a la calidad. Hay obras de disfrute agradable, frugal y casi fresquito que al mismo tiempo son buenos tebeos. Hay que saber buscar, y entonces empiezan a aparecer obras agradables, inteligentes y fáciles al tiempo.
Por ejemplo, “Buen perro”, de Graham Chaffee, editado por La Cúpula. El argumento ya da pistas del tono: un perro decide abandonar la comodidad de la vida doméstica y callejear a sus anchas. En esta situación termina conociendo a una banda, una jauría de perros vagabundos que, bajo el liderazgo de un fiero sabueso, roban su sustento y pillan lo que quieren, solo sometidos al peso de la ley de su propia organización y a la jefatura del más fuerte.
El relato se permite el antojo de convertir a los perros en animales pensantes, aunque no antropomórficos. Son perros, cuadrúpedos. Viven vidas de perro, tienen dueños o viven en las calles. Como cualquier perro, vamos. Pero piensan, y hablan y sienten como seres racionales.
De delicioso acabado realista pero de trazo sintético, el dibujo de Chaffee es posiblemente lo más destacable, pues se ajusta como un guante a su relato. Aporta verismo en el retrato animal, y logra un punto de expresividad en lo gestos faciales muy notable, sin que el animal pierda su condición. Dicho de otro modo, los “mejores amigos del hombre” aquí se parecen antes a Lassie que a Pluto. Y viven una historia que, además de simpática y ligerita (recordemos, calor, playa, nada de espesuras) contiene un cierto hervor de fábula moral, o cuanto menos, de alegoría social.
Que la editorial lo emparente con “Rebelión en la granja” y “La colina de Watership” es sin duda exagerar, pero hay resonancias. Que la obra se lee con agrado, es un dato de peso. Que no va a perdurar en la memoria, también es cierto, aunque por otro lado dudo que nadie se sienta defraudado con este cómic si lo toma como lo que hoy mismo puede ser: una liviana pero inteligente lectura de verano.
El dibujo, con un magnífico uso del blanco y negro, y una paginación funcional y elegante, hacen el resto, y todo junto, batido y leído bajo una buena sombra y una bebida fría al lado, supone una agradable compañía para estos días.

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ANA Y FROGA, de Anouk Ricard

Artículo publicado en Faro de Vigo, con cuatro notas añadidas.

Tebeos para tus hijos.
Blackie Books se lanza a la edición de tebeos para los más pequeños con un primer título que es un verdadero acierto, una lectura para niños… y sí, de verdad, para mayores.

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La paradoja es que socialmente se considere la historieta como una cosa para niños pero que hoy sea más fácil encontrar una novela gráfica para papá y mamá que un tebeo para el hijo. Aunque no nos engañemos: hay oferta infantil. Y no poca.
Si ya sin salirnos de los anchos márgenes del manga podemos encontrar lecturas para los benjamines de casa, la verdad es que las editoriales españolas suelen atender, más o menos, a los niños. El caso más llamativo seguramente sea Bang, la editorial que saca la línea Mamut, con tebeos para niños de tres años, de seis, y de más de nueve.
Ahora entra con ganas Blackie Books en este sector y lo hace con “Ana y Froga”, de la francesa Anouk Ricard. Y las breves y simpatiquísimas historias de esta niña y su amiga la rana Froga (y otros animalitos que pasan por allí) son una de esas cosas que todo buen padre/madre debería regalar a su hijo. Porque sus breves cuentos, anécdotas cotidianas pero distorsionadas para la mirada de un niño, son una lectura deliciosa que encandilará a todos. Porque son simpáticas, algo gamberras, cotidianas y cargadas de un humor suave pero con mordida.
Que te inviten a un chicle y terminar pensando que te has comido un gusanito, ir a una exposición de arte contemporáneo y hacer una buena trastada, cantar, jugar, ayudar a los amigos, hacer una fiesta de cumpleaños, son las cosas que Ana y compañía se dedican a hacer en este primer libro (“¿Quieres un chicle?” es su subtítulo). Cosas que reconocemos todos, a cualquier edad.
Cosas de niñosCon un dibujo lleno de vida, delicioso en su uso del color (Ana es de piel blanca como las páginas donde la dibuja Ricard), sencillo pero muy vivo, la grafía (y también la preciosa caligrafía naive) de la autora se me antoja un imán para la atención del lector, sea cual sea su edad.

Las páginas sencillas pero detallistas, los interludios entre las breves historias (ilustraciones a doble página y cosas del estilo), son otras armas con las que triunfan las anécdotas de esta niña y su entorno. Puede faltar maestría (esto no es un Safr pour les enfants, ojo), pero este tebeo se sostiene más que dignamente y seguro que Anouk tiene mucho que decir en futuras entregas. La feliz noticia es que se anuncia un segundo libro.

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¿Que los niños vayan a los cómics, o que los cómics vayan a los niños?

A mi hijo a veces le compramos una revista de lectura, LeoLeo.

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Es un cuadernillo de tamaño reducido que contiene cuentos literarios ilustrados, juegos, una suerte de magazine (hablan de animales y cosas así), correo de lectores y, la parte contratante de la parte contratante que nos interesa, cómics. Ah, antes de que se me olvide: la recomiendo para padres con chavales en edad lectora.

Ojo, solo he catado dos números de la cabecera, no puedo hablar por mucho más, pero la verdad es que si en el primero el tebeo me pareció (al ojearlo, pues no lo leí) bastante mediocre, en el número de Julio me he llevado una sorpresa. Al ojear uno de sus dos tebeos mi ojo ya me avisa, «esto no está tan mal».

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Busco a los autores o autor y…sorpresa:

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El dibujo, por cierto, es del ilustrador Marc Boutavant.

La cuestión es que evidentemente esta miniatura está fuera del circuito habitual de los lectores del autor de La infancia de Alan, y sin embargo apuesto que esconde tanto un contrato interesante por el trabajo realizado, como una difusión no menos interesante y ajena al circuito fandomfreakendogámico del mundillo. Llegará a niños que seguramente vivan en el seno de familias que ni leen cómics ni incentivan su lectura.

Bien, no voy a entrar en el mantra «hay que hacer nuevos lectores porque son la cantera…». No se trata de eso sino de que la historieta también puede entrar en el universo recreativo de los enanos de casa. ¿No quedamos en que los tebeos son cosa de niños? Pues eso. Pero además la aparición de material historietístico en una revista de lectura y juegos para críos me parece un acierto colosal. Mérito, en este caso, de una compañía francesa, que es quien realiza este producto que luego compran y traducen y adaptan en España. Vale, hay bastante cómic infantil editado en nuestro país. Yo acabo de leerme Ana y Froga y un Pequeño Vampiro. Pero tengo severas dudas al respecto de la eficacia real, comercial, de esta línea de cómics infantiles.

Tebeos como esos dos, o los Mamut, son magníficos para chavales pero pertenecen a un mundo acotado. El padre no los encuentra. Y si lo hace, los asimila a unas reverberaciones prejuiciosas muy evidentes. Y mira el precio, más de diez € (que no sé porqué, pero parece una barrera psicológica, podremos subir a los doce, pero más será una meta infranqueable….yo mismo como padre no quiero gastar más para regalos de cumple de compis de cole), y suma y sigue. Resultado de la operación, ¿quién compra un Sfar para su hijo? Quien se lee a Sfar por sí mismo.

Es duro soltarlo así, y osado cuando solo es mi opinión, no un estudio de mercado. Pero la verdad, creo que si Astro Ratón, además de esos maravillosos álbumes, gozase de un espacio en una revista de esas que abundan para críos en los quioscos, esas que en portada traen a Ben 10 o a Hora de Aventuras (y que en su interior NO obsequian con buenos cómics de Ben 10 o Hora de Aventuras), entonces todos los críos fliparían con Ratón, Bombillita y la inigualable y fétida caca. «Todos» o al menos muchos más que los que ya lo hacen.

Dicho de otro modo. A los niños no les gustan los cómics. No en sí mismos. Les gusta la Wii y la Nintendo. Hay que acercárselos. Es evidente que los que amamos la historieta somos, en este asunto, proactivos. Les compramos tebeos a nuestros hijos. Pero ya se sabe que la clientela del cómic adulto es pequeña, y en edad paterna/materna, mucho más. Sin embargo muchos padres y madres le compran a su hijo la revista de Clan, porque sale Caillou en su portada y además regala un boomerang y la pistola de agua de Spiderman (aunque su interior no regala ningún tebeo de Spiderman sino cuatro fotogramas de su serie animada, con un par de textos descriptivos superpuestos). Si todas estas revistas tuviesen un departamento de cómic, que supiese buscar y encontrar un material digno (o directamente bueno) para añadir a su contenido, creo que muchos chavales leerían tebeos, los disfrutarían. dentro de esas revistas. Como dentro de LeoLeo. Sin pensar en el futuro, en si serán lectores de mayores o no. Bien, Guibart en LeoLeo tiene que ser un puntazo, su tebeo, que aún no leí, seguro que es gracioso y gusta a mi hijo y a todos los compradores de la revista. El cómic ha ido allí donde puede ser descubierto. No será su hábitat habitual (aunque francamente, ¿existe en la historia del cómic un «hábitat habitual» para la historieta o se ha ido adaptando a modas, períodos y tendencias?), pero eso no quiere decir que no pueda ser un contexto ideal. De hecho, lo es.

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