Puntos de venta, lanzaderas para el medio
En Vigo (my city, you know) cierra una librería de cómics. En tiempos de crisis parece que el negocio no se sostiene. En una ciudad como esta, de unos casi 300.000 habitantes, la cota de mercado parece cubierta con una potente (y magnífica) franquicia muy conocida, así como su hermana mayor, nacida antes, como quiosco, orientado com amor desmedido hacia la venta de tebeos y finalmente reconvertido en lustrosa librería de cómics también.
Hay otras librerías que navegan los turbios mares de la crisis aguantando el tipo,claro. Pudo ser cualquiera, pero fue una tercera la caída en desgracia. Cierra, previo saldo de stock.
El dato, siempre triste (ya no sólo porque a uno le gusta que en mi ciudad existan cuantas más librerías especializadas; además, qué carai, era un puesto de trabajo), esconde sin embargo una realidad que trasciende los «malos tiempos para la lírica»que vivimos. En los ochenta el invento de la librería de cómics fue un hallazgo. Los compradores, venidos de una infancia setentera de Spidermanes, Supermanes y Brugueras, queríamos (más acorde con nuestra edad, los quince) cómics «adultos» (hablamos del asunto el otro día, ¿recuerdan?); el Zona 84, el Vívora, el Cimoc… y nos molestaba, porque ya no usábamos pantalones cortos, la actitud despreciativa de los quiosqueros de entonces. Recuerdo «el mío», que escondía la pila de tebeos al fondo del chiringo y al ras del suelo… humillante, sí.
La librería especializada era un centro exclusivo de venta de cómics, gestionado por un fan de los cómics. Era un lugar de encuentro. de entendidos que te entendían. Maravilloso. Pero hoy las cosas mutan, no sólo por el inminente futuro (el I Pad y lo que venga) sino por un presente en que la historieta busca ensanchar sus fronteras. Y enclaustrarte en un ‘convento de cómics’ no es la vía. La librería especializada no invita a un comprador circunstancial. Se rechaza porque se ve como un lugar hermético, atendido por gente poco agradable (freaks que ahora, en curiosa revancha, miran con desprecio a los no-acólitos) que no recibe al curioso o al comprador puntual como se merece. No digo que esto sea una ley universal, por supuesto, sino que es la imagen que, «desde fuera», se tiene de las librerías especializadas.
Por eso cosas como los espacios de cómic de las tiendas Fnac son el presente en las grandes ciudades.
Está claro que hay que salvar muchísimas barreras y prejuicios, claro que sí. Que buscar un cómic en el Carrefour o en el Alcampo, por ejemplo, es un acto estéril que te envuelve en un universo de clichés y analfabetismo donde «cómic» es Mortadelo, Súper López, y un despistado Hernández Cava embutido entre Astérix y las Witch. Pero que falte mucho por andar no significa que el camino sea el equivocado. Porque el éxito del medio pasa por estos lugares «generales», y la librería, nuestra librería, será el necesario ‘lugar-con-stock’, no sólo proveedor de novedades. Hoy compro en Fnac «El invierno del dibujante», mañana puedo buscar en Arte-9 «Arrugas» o «el faro», del mismo autor.
Vuelvo al meollo. Hace años en El Corte Inglés me comentaron con paternalismo que no, que cómic muy poco, porque… «comprar para no vender…». Le faltó guiñarme el ojo, al pavo, pero la actitud debe ser otra, y para que El Corte o el Carre cambie esa actitud, los movimientos tienen que venir del otro lado: de las editoriales. ¿Por qué Mondadori cuela «Arroz pasado2 o «Notas al Pie de Gaza» en los escaparates de «La casa del libro»? Por una política editorial agresiva (y potente, de quien puede, lo acepto). Porque DA PASTA para que la tienda haga las cosas no como ella quiere, sino como le exija la editorial, sospecho.
Pues sí, la pasta, que aún mueve el mundo pese a las descargas gratuitas, puede ser el secreto: pasta y saber utilizarla. Y paciencia y tiempo. El cómic se mueve, su discurso, por fin comienza poco a poco a ser aceptado como universal, no sólo apto para freaks y niños. Es el momento de apostar por el medio. Por apostar todos.
Ollo #
Pois é moi probable que ese sexa o camiño, non sei se o camiño desexable (de feito, eu coido que non o é) pero si o inexorable. Nunca merquei un cómic na Fnac, no Corte, no Carrefour ou na Casa do Libro. Cóntanse cos dedos dunha man os libros e discos que merquei neses lugares. Non é por «solidariedade» cos «meus» (=os comiqueiros), senón porque tento evitar, na medida do posible, mercar en grandes superficies. Prefiro darlle os meus cartos a xente que pon o seu diñeiro e o seu esforzo ao servizo do seu propio posto de traballo que a unha macroentidade que xoga coas cartas marcadas ao seu favor (prezos, horarios, dispoñibilidade…), que non necesariamente reinvirte os seus beneficios onde os obtén, que crea postos de traballo, si, pero habitualmente de mala calidade. E tamén, e hai que dicilo, con claras diferenzas no trato; eu apenas falo co meu libreiro, pero cando lle fago algunha consulta sei que saberá de que lle falo e poderá darme unha resposta. Nesoutros lugares, evidentemente, non é así.
Se o futuro dos libros/cómics pasa polas grandes suprficies, agardo que cando menos exista unha aletrnativa, que non ten por que ser unha libraría especializada, senón unha simple libraría. Que o cómic sexa un produto editorial normal e non específico, que teña o seu lugar nas librarías convencionais. Algo complicado polo de agora, fundamentalmente para o formato grapa.
octavio #
claro, Ollo, es un mercado no profesional y más despersonalizado (quizá nac sea la excepción, en cierto grado al menos), por eso pienso que no es un camino excluyente, no creo que por «conquistar» estos espacios desaparezcan las librerías. Porque el servicio de una librería especializada es otro, es mejor (sobre todo cuando los libreros son agradables.. aquí, desde luego, en Vigo lo son y mucho), y es «de fondo». Yo aspiro a encontrar cosas antiguas en la librería, no en Alcampo. Pero en Alcamplo, o LA casa del Libro (que es generalista, dentro del sector libros, pero se parece ma´s a un carrefour que a la vieja librería de barrio) es donde Paco Roca, por ejemplo, va a ensanchar su target de lectores, no en «Kosmo-9-outfit cómics», creo.
Lo de las macro empresas, bien, es otro tema para otro lugar, y básicamente te apoyo en tu razonamiento (aunque no siempre lo aplico, la verdad)
Ollo #
Claro, son cousas distintas. Unha cousa é o que lle cómpre á industria, aos editores, para os que colocar o seu produto neses lugares pode ser tremendamente beneficioso, e outra é o interese dos libreiros ou as preferencias dos lectores. Grandes superficies e librerías especializadas poden non ser incompatibles, pero a repercusión ten que ser evidente. Eu son da Coruña e obviamente non manexo cifras, pero paréceme obvio que a recente apertura dun Fnac en pleno centro da cidade e unha Casa do Libro (bastante cutre se a comparamos coa de Vigo) nun centro comercial tivo que repercutir no negocio das librarías «de toda a vida». As repercusións da apertura do Ikea xa nin te conto, e probablemente a escala galega. A xente que me rodea tende a mercar neses lugares polas distintas formas de comodidade que ofrecen; non quero que pareza que me sitúo nunha posición heroica, pero o que eu fago só ten sentido se un toma outro tipo de conciencia da situación e valora outras cousas. Ao dito na anterior mensaxe engado outra cousa: a miña santa traballa nunha asesoría. Quen son os seus clientes? As grandes superficies, os grandes supermercados? Non, claro, os pequenos negocios.
Visto que os poderes económicos cada vez teñen máis capacidade para condicionar o poder político, coido que debemos responsabilizarnos do noso consumo, votar coa carteira, coma quen di. Aínda que iso implique renunciar a algunhas comodidades.
Puf, perdón polo rollo 😉
octavio #
non, non, é sair do tema do cómic, pero falar de ética nestos tempos sempre é… nutritivo 🙂