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A todo cerdo le llega su San Martín

El número de mayo de PocoMás Magazine ya está en circulación por toda la isla y en la red. Como siempre, y muy a su pesar, no han podido evitar que aparezca en ella una de mis colaboraciones. A todo cerdo le llega su San Martín tiene la culpa. Os lo dejo aquí para que paséis el trago cuanto antes…

A todo cerdo le llega su San Martín

Uno de los placeres más elementales del ser humano, y no por ello menos reconfortante, es tomar un café y mientras ojear la prensa. Como humanoide en vías de humanización (aunque no me aseguran la plaza) procuro tomarme en serio eso de los placeres y a ello me puse. Manda bemoles que me haya tocado empezar por éste. A lo que iba. “Señorita, un expreso por favor”, solicité pausadamente al camarero de cuyo sexo no quiero acordarme. Para adaptarme a la vida moderna siempre que pido algo a alguien sin haber reparado visualmente en su sexo, lo hago en género femenino para no herir sensibilidades. Además, con ello consigo que si es un rapaz no me conteste -lo que ya es de agradecer, acostumbrados a leer en las páginas de sucesos noticias como “Fulano pidió la hora a Mengano y éste le hizo un lifting instantáneo con los nudillos”-. Y si es una paloma tal vez aproveche el viaje para traerme junto con la carga un mensaje con la cuenta, invitándome a abrirme más pronto que tarde. Si el tiempo es oro, es todo un detalle que alguien que no sea mi psiquiatra se preocupe para que lo aproveche, sólo fuera de la consulta por supuesto. Lo cierto es que al leer la prensa uno se siente reconfortado y aprovecha para agradecer a todas sus divinidades, incluso a las inmateriales, la suerte que ha tenido por estar en ese lugar y a esa hora repasando los periódicos y no haciendo otra cosa de poca relevancia, y por tanto susceptible de ser noticia. Existe una prueba empírica que te deja el cerebro contracturado si reparas en ella. Sujeta el periódico con una mano y con la otra señala una página al azar. ¡A qué adivino lo que estás leyendo! Algo sobre una quiebra multimillonaria que manda más gente al paro que concursantes fracasados de OT padecemos, o un ingreso en prisión del cerrajero de la finca colindante con la Consejería de Altos Vuelos sin Paracaídas que también se lo ha llevado calentito, una pelea multitudinaria entre los partidarios de Blackberry y Iphone con lanzamiento de carcasas tuneadas o el agravamiento de la salud de un pollo que cree tener algo de cerdo mientras suspira para que su gatita, que se encuentra hecha unos zorros, no padezca de lo mismo. Total, una auténtica mascarada con tintes de guiñol de “pague usted uno y –por favor se lo pido- llévese la docena”.

No temáis. Ya lo decía mi profesora de música: si colocas bien los dedos no cabe fallo posible. Y así debemos hacerlo: colocarnos bien las yemas en los oídos a fin de conseguir una mejor visión. No sé si sirve de algo pero como decir sandeces está de moda, me apunto al caballo ganador. Es de agradecer (aunque no sé muy bien a quién) que existan entretenimientos como la Bruni, con su saberposar tan natural como su cutis impoluto e hidrogenado con cargo a los presupuestos de su país, y ese señor bajito que siempre le sujeta la mano como si estuvieran a punto de cruzar un paso de cebra permanente, que tengan la deferencia de visitar a unos plebeyos –en este caso sólo con “y”- como nosotros que apenas tenemos algo que aportar, y menos que decir, a esta sociedad. Lo sé. Siempre habrá algún pastor sin rebaño que me dirá que las naciones y sus economías se sustentan en el trabajo de los peones de base como tú. Venga está bien, y como yo. Una gilipuertez totalmente desmontable. Veréis. Es fácil imaginar que la visita, el cenorrio y los diferentes festejos que se calzaron nuestros dirigentes durante el G20 (a muchos nos cuesta entender el funcionamiento del punto G singular, como para entretenernos con los otros 19) o en estos últimos días a propósito de la visita del vecino dúo sacapuntas, han sido de chupa pan y moja, ¿cierto? Pues –todos conmigo- si a día de hoy hay más parados en Europa que espectadores vieron la final de la Eurocopa, y se han podido costear estas romerías sin apuros, por lo menos para ellos, convendréis conmigo que no les hacemos falta para nada. Ya veréis como el próximo grito en el marketing político será una nueva propuesta de elecciones populares. Es decir, dos docenas de políticos eligiendo entre millones de papeletas, una por ciudadano, a sus futuros gobernados y cada uno a su casa y Dios en la de todos.

Precisamente gracias a Él –y no se aceptan réplicas en este punto- al cierre de estas líneas nos consolamos con una gran noticia: uno de los enfermos a causa de la gripe porcina era dado de alta, a pesar de ser portador del virus asegurando que había reaccionado bien al tratamiento. Una información esperanzadora para un país riguroso donde los haya y muy poco dado a las chapuzas, que ofrece sistemas de diagnóstico tan eficaces como el “me quiere no me quiere”. Gracias a este procedimiento, un paciente al que se le declaró sano una noche fue llamado a filas al día siguiente desde otro hospital diferente, que esta vez había deshojado la margarita empezando por los pétalos pares. Por si las moscas, he decidido ampliar mi factura del móvil para hacer todas mis comunicaciones sociales a través de él, incluido con mi perro Inem. Sé que nunca me fallará y que, aunque no me lo diga, agradecerá que mi
aliento se aleje de su hocico por unos días.

España no va bien… va muy bien

Hace días BlackJack nos acercaba al fantástico y enriquecedor mundo de la cultura juvenil. Reproduzco textualmente:

Oído a dos chicas de unos veintitantos el otro día mientras esperaba en Hospital de Día para ponerme la medicación:

  • ¿Sabes que ya me he graduado en E.S.O.?
  • Me alegro, tía. ¿Y que es «eso» en lo que te has graduado?
Hoy puedo aportar mi granito de arena a semejante derroche de talento. A continuación os reproduzco fielmente una conversación de bar entre tres individuos no identificados que rondan la treintena. Para que os hagáis una composición de lugar, dos de ellos se encuentran sentados tomando un café cuando aparece el tercer hombre:
  • ¿Qué pasa tío? -dice el recién llegado dirigiéndose a uno de los dos individuos mientras apoyaba la mano en su hombro-. A ti no te digo nada porque no me apetece -añadió en tono chistoso dirigiéndose al otro tipo en discordia, de nacionalidad colombiana-.
  • El sentimiento es recíproco -respondió el colombiano-.
  • Oye, a mi no me vengas con «colombianadas» y háblame en cristiano -concluyó el gachón-.

Lo dejo ahí, para que podáis captar este prodigio de la dialéctica moderna.

Cita postuaria: «Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda». (Martin Luther King, 1929-1968)

Más allá de la televisión

Vamos a cerrar este fin de semana de febrero con algunas de mis sugerencias para que ocupéis vuestro tiempo, si os da la gana por supuesto. Visto el recital escabroso que en los últimos días nos ha ofrecido la pequeña pantalla y una parte de la prensa escrita, os voy a echar un cable por si decidís cambiar algunos hábitos de ocio.

Mis tres propuestas son:

  • Engánchate a «Mad Men«, la serie yankee que ha roto todos los moldes en los últimos años. A los que os interese o tengáis curiosidad por el mundo de la publicidad, el marketing o la comunicación disfrutaréis tela marinera. A los que ni os vaya ni os venga este mundillo, también os interesará conocer como los que están al otro lado tratan de influirnos en nuestros gustos y hábitos de consumo, y de qué manera lo consiguen. Recordad que no es malo irse a la cama sabiendo algo más. Incluso, aunque después no podamos cobrarlo.
  • Como banda sonora para la lectura anterior, os propongo el último trabajo de Antony and the Johnsons, «The crying light«. Pura magia, querido Tamariz.

Cita postuaria: «La soberanía del hombre está oculta en la dimensión de sus conocimientos.» (Francis Bacon)

Hay más fantasmas que sábanas…

A veces empezamos o acabamos los días de mejor o peor manera dependiendo de algún pequeño detalle o anécdota, que a pesar de su escasa importancia puede inclinar la balanza de uno u otro lado. A mí no me miréis; esto está montado así e igual que la imbecilidad, ocurre sin avisar y no hay que darle más vueltas. Precisamente os voy a hablar de un candidato al gilipuertas de oro de la academia.

Situaros. Entro en uno de los bares a los que acudo habitualmente -este dato quizás no sea muy preciso pero sólo hago que imitar a nuestros referentes actuales-. Antes de llegar a la barra ya tengo mi café servido sin articular palabra, y de propina me cae una sonrisa de cortesía del camarero que ciertamente no le daría para ganar el premio profident del día. Tomo asiento y cojo el primer periódico que diviso al alcance de mi mano, asegurándome de que para apropiarme de él no necesito ayudarme de mi codo. Es media tarde, no tengo ganas de guerra y me da mucha más pereza tener que firmar la paz. A tiro de estornudo se encuentra una pareja de tipos que no reconozco, a pesar de que por el volumen de su conversación diría que están ansiosos por que entremos en la misma. La cosa sigue tal que así:

-Pues no sé que hacer, tío. Creo que le diré que me marcho el ‘finde’ con los colegas sin más. Hace tiempo que lo tenemos planificado -dice el sujeto paciente-.

-Lo que tienes que hacer -mal asunto cuando empezamos así- es decirle: «Mira tía, el viernes me las piro y hasta el domingo no estaré disponible» -suelta el sujeto impaciente al que sólo le podía reprochar que no hiciera el gesto de retorcer el pescuezo de un palomo con sus manos.

Viendo los derroteros por los que parecía encaminarse la conversación privada convertida en mitin verdulero, decidí abstraerme. Y lo logré, aunque fuera por espacio un par de segundos. Entonces, el macho de la especie ibérica, dados los salchichones que hubiera dado de sí después de un buen San Martín, se decolgó con una reflexión digna de un memo condecorado con honores.


-A las tías hay que marcarles el terreno desde el principio. ¿Sabes lo que hago yo? -observé como se nos contagiaban las arcadas al resto de clientes afectados por la onda expansiva producida por ese prodigio de la era cromañón-. Yo se lo digo muy clarito: esto es lo que hay y si no te gusta tiene dos trabajos, mosquearte y des… ‘loquesea’- lanzó el tigre salvaje al que la selva se le queda pequeña cuando se pone a marcarla con su orina.

A todo esto, y ayudado de un esponjoso croissant para amortiguar las galletas verbales de su amigo y apuñalador a tiempo parcial, el sujeto paciente (hasta la médula) no articulaba palabra. Y hacía lo correcto. Cuando intentas interceder por alguién cuyo coeficiente intelectual se le va entregando a plazos, lo más probable es que quedarse en silencio te haga salir victorioso. La ley del mínimo esfuerzo, chatín.

Entre bocado dulce y sorbo amargo, el Atila de las relaciones personales seguía erre que erre con su teoría de la gravedad: -Oye, que si se enfada no es nada grave, ¿eh?- argumentaba el valiente capullo… en flor silvestre. -Yo siempre digo una cosa: hay más mujeres que longanizas. Eso no es problema- concluyó el obama de la vida en pareja.

En los instantes siguientes logré alejarme de los briconsejos del gurú del amor en primera persona. Mientras navegaba sin rumbo entre las páginas del Marca –a ciertas horas mis facultades limitadas me impiden completar los sudokus del Wall Street Journal– una voz femenina se fue apoderando del ambiente. Giro mi cabeza en dirección a los pili y mili y observo como una chica de la misma edad se sienta en su mesa. Acto seguido, terminator toma las riendas de la conversación y lejos de coger el toro por los cuernos pregunta con voz dulce cual ventrílocuo:

-Dime cari, ¿qué quieres que hagamos esta noche?. La próxima vez me toca escoger a mí, ¿vale?-.

Yo no daba crédito. Chuck Norris le cedía el mando de la operación a Miss Rehén 2008. Si es que ya se sabe, «dime de qué presumes… y te diré que coche tienes».

Cita postuaria: «El cobarde sólo amenaza cuando está a salvo» (Goethe)

"Café y Más" es mi recomendación de la semana

Café y más es un blog muy interesante obra del palmesano Jesús Cortés. En él encontrarás multitud de sugerencias gastronómicas que nos ofrece la isla, acompañadas de fotografías de los diferentes menús degustados y la correspondiente valoración del servicio que ofrece cada cafetería, con sus pros y sus contras. Es muy útil para ir variando los lugares habituales en los que disfrutamos de nuestra vida social. Elegir qué tomar, a qué hora y dónde es una de sus múltiples utilidades.

Es el momento de no entreteneros más, y dejar que visitéis esta curiosa y sugerente bitácora. Os gustará.

Cita postuaria: «Los ingleses inventaron la sobremesa para olvidar la comida.» (Pierre Daninos)