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La prensa me da la razón

Resulta conmovedor comprobar como una mente tan ordinaria como la que dicta estas palabras vea recompensado a través de los medios su ego más rudimentario y reincidente. Digo esto porque realizando el repaso habitual a la prensa escrita esta mañana, he visto reflejadas algunas reflexiones que realicé en petit comité meses atrás. Si a ello sumamos que hace unas fechas se dirigieron a mi pronunciando la palabra «joven» en defecto del habitual «señor»en la cola del súper, debo reconocer que no quepo en mí.

La primera de ellas salió a la palestra en una tertulia de nachos y cerveza celebrada en casa meses atrás. Hablábamos de lo mal que le le sienta a muchos deportistas de alto nivel la jubilación de la alta competición. En ese momento -y en otros muchos que no vienen al caso- interrumpí para resumir el asunto de la siguiente manera: «Cuando eres futbolista y vas a un restaurante exclusivo no es necesaria reserva previa. Llegas y comes. Después de colgar las botas, eso suele dejar de pasar y hay gente que no lo asume con la naturalidad que debería». Y entonces leo hoy en El Mundo: «Te das cuenta que no formas parte de la élite cuando llegas a un restaurante y no tienes mesa reservada». Son palabras de un ex futbolista internacional.

La segunda afirmación la efectué la última vez que vi perder una final a Novak Djokovic. Veía el informativo de deportes acompañado de Rebeca y comenté: «Acuérdate bien de lo que te voy a decir: este tipo va a ser el nuevo número uno del tenis mundial en los próximos años, con el permiso de Rafa». Tras un leve giro de cuello y el posterior cierre de su maxilar para atacar otro bocado, mi mujer volvió a lo suyo sabiendo que se trataba de una profecía más de las mías que tanto le gusta olvidar, y no me extraña (véase: «Ya te anticipo que se van a cargar a Obama antes de las elecciones»; «se va a liar una gorda en las calles como siga creciendo el paro así» o «verás como este año va a ser un verano mucho más caluroso de lo normal»…) Entiendo que para tolerar este tipo de penitencias inventaron el amor, ¿no? Retomemos el hilo. Cuál es mi sorpresa cuando leo hoy en la prensa las declaraciones de Rafa Nadal tras la derrota ante el tenista serbio en semifinales: «Este partido ni en mis mejores condiciones lo podría haber ganado. La forma en la que ha jugado Novak es imparable (…) Nunca había jugado contra él a este nivel. No he podido cambiar la táctica porque cada golpe suyo era ganador».

Para redondear la jornada deportiva, os propongo que no perdáis detalle de la noticia que publicaba El País el jueves pasado que llevaba por título Maradona es cliente de Heinze. Añoro algún dato concreto en el cuerpo de la noticia, al margen de suposiciones y deducciones obvias pero simples, que aporte algo más de contundencia a la veracidad del artículo. Juzgad vosotros mismos.

Ni Gila lo hubiera hecho mejor

No os lo váis a creer. O quizás sí a estas alturas de la película. Leo en El Mundo una noticia muy peculiar: <‘Renegado’ y ‘Renacimiento’, nombres en clave de los Obama>. Esos son los apodos con los que servicios secretos estadounidenses han bautizado a los futuros iquilinos de la Casa Blanca.

Me pregunto yo, en un alarde de lucidez impropio de mi, si cuando se busca un «alias» para alguién en materia de seguridad, no será para que todo aquel ajeno a ese fin que pudiera acceder a alguna de esas conversaciones privadas, desconozca de quién se está hablando en cada instante. Ahora bien, desde el momento en que se revela dicha información para que la pueda publicar hasta la revista «Fanáticos de las figuras de papel a topos», digo yo, que tal propósito inicial se manda a tomar viento con la misma facilidad con la que blasfemamos cuando estamos al volante.

Cita postuaria: «Inteligencia militar son dos términos contradictorios» (Groucho Marx)

Casi la mitad de los españoles no se ducha a diario…

«No tan limpios como decimos», ese es el título del artículo central que publica el Magazine -suplemento dominical de El Mundo– en el número del pasado domingo. Me ha llamado la atención la atracción que sienten por la suciedad algunos (eufemismo de muchísimos) compatriotas. Esta querencia o indiferencia, según los casos, hacia la falta de higiene adopta para muchos varios nombres dependiendo del estrato social al que nos refiramos. Si se trata de un suburbio la cosa huele a «cerdo», mientras que si el perímetro del hedor rodea a un artista reconocido, un deportista de fama mundial o un caballero de alta alcurnia, estamos ante «problemas de higiene». A mi juicio, y aprovechando la coyuntura, todo huele a mierda, ni una coma más ni un punto menos.

Según la encuesta, si restamos del porcentaje total (más del 45% de españoles no se ducha cada día) los casos obligados de aquellos que viven rozando o por debajo, incluso, del umbral de la pobreza, nos encontramos ante un caso evidente de ecologismo encubierto. Se trata de personas que ofrecen su superficie corporal al medio natural para que, al ibre albedrío, repueble con fauna y flora variada cada uno de los poros de su piel. Enternece ver tal muestra de solidaridad ambiental. Lástima que esas personas de espíritu comprometido se olviden de advertirnos a los demás, y a la distancia suficiente, su afan por la preservación de las especies. Es recomendable no olvidar nuestros orígenes… pero reclamo moderación.

Cita postuaria: «Casarse por razón de higiene vale lo mismo que ahogarse para saciar la sed». (Paolo Mantegazza)