Marcos Martín

BREACH, de Bob Harras y Marcos Martín/Javier Pulido

Artículo publicado en Faro de Vigo, ampliado ahora.

Receta clásica para hacer un superghéroe.

“Breach” es un típico tebeo de DC, la casa de Batman y Superman, que recicla clichés del género para intentar mantenerlo fresco.

breach

Un buen hombre con una vida ejemplar, familiar, sufre un accidente en un avanzado y osado experimento científico. En vez de morir, muta en algo más que humano. Podría haberse vuelto verde, enorme, irascible y chillar “¡Hulk machaca!” pero eso ya está inventado. Así que lo que el guionista Bob Harras ha ideado es una pócima que mezcla el angst del gigante verde con la semi-divinidad reflexiva del Doctor Manhattan de “Watchmen” (Alan Moore, Dave Gibbons y John Higgins), otro producto de un accidente científico. Et voilà, ya tenemos a Breach, un no-superhéroe de temibles poderes con un enemigo que le viene casi de serie (su creación deriva del descubrimiento de una dimensión paralela, agresiva y, a partir de entonces, invasiva).
Breach hiberna durante años, y cuando despierta debe quedar confinado cual experimento ultra-secreto militar. Su toque causa muerte o devastación. Y pierde su memoria pasada: los recuerdos de una mujer e hijo son aguijones dolorosos en disolución, su confinamiento, el nuevo desierto del eremita que purga su sufrimiento. Argumentalmente lo mejor de Breach son unas cuantas ideas poderosas (mezclar el desgarro de un hombre convertido en monstruo, como si de una Cosa del Pantano guapetona se tratase, con un entorno muy “Expediente-X”). Y un arranque potente. Pero número a número estas bondades se diluyen en un relato que no muestra un claro Norte e intensifica desgarros y padecimientos personales hasta volverlos artificiosos. También se desaprovecha el ripio argumental de encontrarnos ante un superghéroe que, habiendo nacido antes de que los esquijamados irrumpiesen en su realidad, despierta rodeado de capas y coloridos trajes. Alguna frase irónica, pero nada más. Cero reflexión alrededor, pues, del género, solo un relato de superhéroes que intenta saber a conocido pero no a rancio. Hay diálogos eficaces, amenazas sólidamente construidas y personajes interesantes, al menos. Y un oficio puesto en el asunto que hará las delicias del consumidor habitual de “Pijamas”, si bien la serie quedó cerrada precipitadamente en USA, por malas ventas, lo que da una sensación de que queda mucho que contar.
¿Puede interesar a otro lector que al fan del género? No creo. ¿Me interesó a mí? No lo logró pese a, como he dicho, un inicio con potencial.
Lo mejor, sin duda, el apartado gráfico, con un Marcos Martín siempre iluminado, elegante y aportando soluciones de composición imaginativas. Y un Pulido eficaz y estiloso. Acompaña un color notable de Javier Rodríguez. Y los tres, desde luego, tienen en su haber cosas mejores en sus respectivos futuros, pero aquí hacen un trabajo remarcable. Estilazo viene de serie, vamos. Es sin duda la carta ganadora, un trío de autores españoles dando muchos puntos positivos a una serie que, en otras manos, no pasaría de trabajo del montón

2

DAREDEVIL: LA SONRISA DEL DIABLO, de Waid, Rivera y Martín

Artículo publicado en Faro de Vigo el 10 de Agosto

La sonrisa del superhéroe.

Daredevil, el héroe invidente, vuelve a estar de actualidad en el mundo del cómic con un libro de aventuras donde participan artistas españoles.

Últimamente los tebeos de superhéroes nos deparan alguna sorpresa, autores que se toman en serio su trabajo, que piensan que en un tebeo de veinte páginas se puede contar algo más que una sucesión de poses, diálogos huecos y espacios muertos. La moda de pensar (muy lucrativamente) que un tebeo mensual de 22 páginas grapadas es simplemente la prepublicación de un futurible tomo recopilatorio, convirtió estos artefactos pop de acción y aventuras en narraciones calmas, de planteamientos argumentales a medio plazo. Aburridas, en fin, si no se esperaba el lector a que todo ese material saliese, un año más tarde, en un lujoso tomo recopilatorio.

Pero los superhéroes fueron otra cosa, cuando los “edición de luxe” no existían. La revistilla de cómic con periodicidad mensual era el fin en sí mismo, y debía contener material suficiente para alegrar un mes a un chaval, darle material, acción, emoción, algo que merezca la pena leer y releer mientras no llega el mes siguiente con un nuevo episodio. La mejor virtud del nuevo guionista de “Daredevil”, el superhéroe ciego con sus otros sentidos superdesarrollados, no está en su originalidad sino en saber entender todo esto. Waid nos da tebeos mensuales que cuentan algo, y te deja la lectura en un impás emocionante deseando que llegue el mes que viene. Al menos si cuentas trece o catorce años, edad ideal para este “Daredevil: la sonrisa del diablo”.

Paolo Rivera diseccionando la acción. ¡Así sí!

Pero lo destacado en este libro (sí, un recopilatorio de tebeos mensuales) es sobre todo lo gráfico. Paolo Rivera propone un dibujo de línea clara pero naturalista, refinada, elegante, y unas páginas imaginativas en su composición. Pero en comparación con su compañero Marcos Martín (español como el magnífico colorista Javier Rodríguez, también implicado), esa imaginación se vuelve clasicismo de escuela de aprendiz. No porque las páginas de Rivera no sean preciosas e inventivas, sino porque lo de Martín no tiene nombre, es para darle de comer aparte. Su trabajo de investigación con la paginación, con la secuenciación (rota en mil pedazos), es asombroso. Rivaliza con los estetas del cómic alternativo y debería ser tomado como uno de los más imaginativos del panorama internacional. Y uno de los cinco o cuatro mejores dibujantes de superhéroes actuales.

Marcos Martín: jugando ¡Así sí!

3