Archivo abril 2014

La historieta renueva sus formas.

Artículo publicado en Faro de Vigo, evidentemente muy «para todos los lectores», pero insistiendo en la idea formato que tanto Sacco como Ware han dinamitado en sus últimas obras.

Más allá de las revistas, los álbumes o el formato libro, los autores más punteros buscan nuevos y vanguardistas modos de editar cómics.

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Chris Ware y Jode Sacco, en lo más alto de la más alta cúspide.

El formato es importante en el cómic. Durante muchos años su lugar natural era el periódico o el suplemento dominical del mismo rotativo. La diversificación de formatos de edición trajo las revistas grapadas (los comic-books de Spiderman o Batman), las revistas mensuales como El Víbora, Totem o El Cairo, el álbum (que recopilaba en un tomo aventuras anteriormente serializadas en revista, de Astérix a “El garaje hermético”), el libro (la muy actual novela gráfica en general se edita en ese formato)… al fin y al cabo, contenedores que encasillan al cómic, lo que tiene sus pros, claro, no solo contras.

Pero algunos autores, entre el soñador, el teórico y el francotirador, han buscado un discurso para sus obras que afecta también a la forma. Curiosamente dos de los más notables y comentados han sido editados los últimos meses por Penguin Random House: “La Gran Guerra”, de Joe Sacco, y “Fabricar historias”, de Chris Ware.

Joe Sacco es un autor reconocido en su faceta de periodismo de guerra, documentando sus vivencias en la franja de Gaza o en la guerra de la ex-Yugoslavia bajo la forma de cómics. Impresionó a los curiosos por su profundidad, por su ausencia de maniqueísmo y por demostrar que el cómic, hibridando narración literaria periodística e ilustración detallista de poso underground (Robert Crumb como principal influencia en este sentido) es un medio ideal para el periodismo. Su nueva obra, “La Gran Guerra”, documenta una batalla de la Primera Guerra Mundial, La Batalla del Somme sucedida el 1 de julio de 1916. Al cómic le acompaña un texto del historiador Adam Hochschild, y la obra es, formalmente, inaudita. Un desplegable de más de siete metros de largo con una narración continuada que describe los atroces hechos.

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Asume Sacco así formas del arte más ancestral, las figuraciones murales mesopotámicas, el tapiz de Bayeux o la columna Trajana, para narrar unos sucesos igualmente bélicos (pero desprovistos de la gloria propagandística que reyes y emperadores pretendieron antaño). Este desplegable monumental no puede describirse como álbum, libro, cuaderno… es cómic, sin duda, pero renovando formas.

Sin embargo todos los logros parecen pocos comparados con el inalcanzable horizonte que habita la imaginación de Chris Ware. Tras realizar “Lint”, obra inédita en castellano que ya es uno de los tebeos más importantes de este siglo, su siguiente paso ha sido lo nunca visto. El cómic convertido en… La Caja. Porque una gran caja es lo que nos encontramos en la librería, al buscar “Fabricar historias”. Retractilada como si se tratase de un lujoso juego de mesa. Y en su interior, al llegar a casa (con tu caja bajo el brazo), nos espera un carrusel de historietas enmarcadas en los más imposibles formatos: tiras, cuadernillos, enormes periódicos, álbumes, incluso lo que se diría un tablero de juego).

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INSTRUCCIONES 01: abrir caja

Building Stories

INSTRUCCIONES 02: desplegar contenido.

Una experiencia sensorial que aturde antes incluso de iniciar la lectura. Porque ¿cómo se lee esto? ¿Por dónde empiezo? La caja misma es lectura, de hecho. Y no busquemos instrucciones, numeraciones o pistas. Ware nos obliga a reaprender el cómic como si fuese algo nuevo.

Por supuesto, como es habitual en el norteamericano, su “Edificio” es un retrato desesperanzado de la realidad cotidiana, otra muestra del sabor agrio de la vida según Ware (quien no obstante es siempre, de algún modo, socarrón). Algo hay positivo, sin embargo, en “Fabricar historias”. Y por extensión también en “La gran Guerra” (obra tampoco complaciente con el género humano, evidentemente: nos habla de una batalla en que murieron alrededor de 20.000 soldados). Se defiende en ambas obras la belleza de un modo de entender la lectura y por tanto la belleza del arte de la narración (gráfica). Táctil, material. Frente a la proliferación de pantallas eléctricas, se apuesta por el papel, el objeto, la tridimensión, el tacto, el olor, el tamaño. Se defiende la sorpresa que sentimos ante el objeto inaudito, ese que nos asombra por cómo es, por ser inesperado. Y así se habla de la felicidad que sentimos al atesorar objetos hermosos a los que acudir para sentir pequeñas dosis de felicidad ante lo bello, bien con la mirada hacia la estantería, bien con su relectura. Es una apuesta por la vida como algo bonito y que al fin y al cabo merece la pena, pese a todo.

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Las salas de un Museo (part one).

Lo he contado ya en redes sociales pero creo que toca hacer lo propio aquí, en MI CASA historietística. Llevo unos meses preparando para un museo una exposición alrededor de los cómics (primero en estricto secreto, ahora en formato «hype-dripping»).

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Al museo.

«Do cómic á novela gráfica. A banda deseñada en España no século XXI».

O en castellano (¿necesito traducirlo? bueno, lo hago) «Del cómic a la novela gráfica. La historieta en España en el siglo XXI» Diez autores nacionales de categoría internacional (dos de ellos, guionistas de dos obras expuestas), premiados, reconocidos. Originales y muestras de bocetos. Plotters, con resultados finales, porque muchas veces procede (rotulación , color infográficos…). Los cómics de los que se exponen dichos originales estarán disponibles en la sala para lectura del visitante. En el Museo de Pontevedra, Sexto Edificio, en junio. Como de momento no quiero hablar de nombres propios, manteniendo así el hype, hoy comenzaré por EXPLICAROS EL TÍTULO. Yo pienso que algo se ha movido en la historieta española desde mediados de la década pasada a 2014. Pienso que ese algo se ha convenido socialmente en ser llamado novela gráfica, y abarca jóvenes firmas y autores totalmente consagrados hace décadas. Algo se mueve en los tebeos, el cómic se ha vuelto más adulto que nunca, y libre, y autoral… ¡venid a descubrirlo en junio con algunos ejemplos! Porque esta exposición será para el disfrute de quien se pase (se entienda a rabiar, o se sea un curioso, o se sea un amigo del Museo de Pontevedra que tiene a bien visitarlo semanalmente y de cómics ni papa). Esta exposición es cuantitativamente modesta (porque si me dices «dame 40 autores nacionales y 100 originales», creo que podría embarcarme también sin demasiado vértigo) pero cualitativamente notable (porque ahí se verán cosas, a mi juicio, de los más, los más, los más sobresalientes hoy; puedes ir apuntando posibles, yo de momento, ya digo, ni pio).

Si te parece prometedor, difunde (y espero cumplir con tus expectativas) 😉   (La imagen es del Louvre, por si alguien tiene la curiosidad.)

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UNA BLANDA OSCURIDAD, de Sergi Puyol

blandaoscuridadHay que vigilar la carrera de Sergi Puyol porque cada nueva cosa que hace (o que le leo) parece un paso seguro de crecimiento, y afianza un mundo interior absolutamente desbordante.
Las 16 páginas impresas en risografía que son su nuevo cómic, «Una blanda oscuridad», son un suspiro de lectura pero encierran una profundidad inquietante.
Un monólogo (¿o un discurso a la cuarta pared?) sobre el tiempo, el presente, que culmina en una muda disolución de fronteras que me apetece describir como lynchiana, pero con un apego casi ecologista a la tierra como dadora de símbolos y sugerencias muy lejano a las fijaciones post industriales del autor de «Carretera Perdida».
Puyol se hermana más, entonces, con el primerísimo Julio Medem si queremos buscar parientes cinematográficos (no habría porqué, pero bueno, jugamos), pero al tiempo desafía los formatos de qualitè y se regodea en el fancine (si siguiéramos cinéfilos diríamos que rechaza hacer un nuevo largo, vamos). No se reconvierte para buscar el aplauso generalizado. Y borda un tebeo de acabado pulcro, de estética minimal pero honda, con chicha, y con un empleo del color tan calculado como la medida planificación de sus páginas, que componen casi una sensación rítmica en la lectura.
Tebeos-experiencia, parece que ese es el camino que ha tomado Puyol, autor que ante este tebeazo breve creo que debemos reconocer como imprescindible ya, nada de «promesa».

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Sacamos nuetros pasos de procesión: El Warock de la Expiración

Mi paso de procesión favorito, crucifixión pOp, Marvel de Pasión

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Novedad editorial: Hechizo total

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[…] pequeños capítulos autoconclusivos en los que Simon Hanselmann va desarrollando una comedia generacional, luminosa y descreída a partes iguales, que irá convirtiéndose poco a poco en una fotografía apenas deformada del Zeitgeist contemporáneo. [NdP]

Hechizo total, de Simon Hanselmann. Fulgencio Pimentel. Abril.

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Novedad editorial: El bus

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Las tiras cómicas de El Bus fueron publicadas en 1978 en la revista Heavy Metal, donde aparecían regularmente durante siete años.
Desde lo sencillo, premisas mundanas de un hombre esperando su bus, las tiras se deslizan rápidamente en un extraño mundo hilarante donde las ciudades son laberintos surrealistas y lo desconcertante está a la vuelta de la esquina.[NdP]

EL BUS, de Paul Kirchner. Ninth Ediciones. Abril

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DANI FUTURO, de Víctor Mora y Carlos Giménez

Artículo publicado en Faro de Vigo, ampliado aquí.

Un clásico español de la historieta recuperado.

“Dan Futuro” se recuerda como una de aquellas historietas infantiles que nacieron en España cuando los tebeos eran, aún, un entretenimiento de masas.

Dani-Futuro

Los años sesenta fueron tiempos de cambio, de toma de conciencia, y en el mundo del cómic, de renovación radical. En España las cosas, claro, iban a otro ritmo, pero las artes inevitablemente se empapaban de esta ola de renovación general. La historieta, anclada en modelos productivos y destinada exclusivamente a infantes, acusará este brío más bien en los setenta y primeros ochenta, pero en la era hippie comienzan a verse también, aunque con timidez, aires de renovación. Víctor Mora, creador literario de “El Capitán Trueno” y “El Cachorro”, unió en 1968 sus fuerzas con el dibujante Carlos Giménez (“Gringo”, y en el futuro, obras adultas autobiográficas como “Paracuellos” o “Los Profesionales”) de nuevo tras “Delta 99”, para repetir género con las aventuras de un niño transportado a un futuro lejano y naive.

Dani Futuro vivió aventuras desde 1969 hasta 1975 con una historia editorial guadianesca (explicada con detalle por Antonio Martín en el prólogo del recopilatorio que ahora nos ocupa), y supuso una obra infantil, fresca y, para su tiempo, enriquecida con sabias renovaciones formales, tanto de puesta de página como de empleo expresivo del color. Historias de space-opereta con robots, naves, sociedades inocentonamente idílicas y malos malvados que hacían las delicias de los niños.

La cuestión es si hoy funciona para su lector lógico. Han pasado décadas y los niños de hoy no son los de 1971. Ni los cómics para niños de hoy guardan relación con lo que fue “Dani Futuro”. De hecho «Dani Futuro», con ser un trabajo admirable y, lo repito, renovador para su tiempo, lastra modos caducos, sobreabunda en parlamentos explicativos, se pliega artificiosamente a la necesidad de acumular información, toda la que puede soportar la viñeta, y de sobreabundar en cuestiones ya explicadas. Por tanto, «Dani Futuro» va a aburrir a los chavales de hoy más que un documental sobre amebas en blanco y negro.

Y como obra para el añorante coleccionista, la edición de Panini es bonita, aglutina en un gran libro la obra, y se engalana de extras. Pero la edición en blanco y negro puede alejar al viejo lector, que recuerda un Dani a color de la revista Gaceta Junior o la editorial Bruguera.

La apuesta, pues, es arriesgada, ya que me temo que, por ser vos quien sois, o por venir así vestida, la obra no tiene demasiados boletos para agradar a ninguno de sus posibles compradores. Pero no perdamos otra circunstancia de vista: «Dani Futuro» sin duda figura como una de las más importantes obras de la historieta española y me parece genial que se recupere en 2014 (o 13, vamos, su fecha de lanzamiento).

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CuCo 2 reflexionado

Observad estas dos imágenes, hay una diferencia.

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Esa diferencia, un pequeño número, encierra 99.299 palabras, las que componen el segundo número de CuCo, Cuadernos de cómic.

El primer número abarcaba 90.647 palabras. Casi diez mil menos. Sin embargo aquel Cuaderno superó las trescientas páginas y el nuevo «apenas» remonta las 260. Este dato significa una evidencia, creo: la maquetación. Hemos ganado ahí, mejorando sobre el error, que es el modo en que la vida, para bien o para mal, nos demuestra que se mejora de verdad. Viendo lo hecho y decidiendo que hay que meter mano por aquí o por allá. Rechazando protocolos que no funcionan, insistiendo en los caminos que sí han permitido que el n.º 1 fuese lo que ha sido (dilo: la leche).

Yo no voy a dar aquí la brasa con contenidos del 2º número, hay nombres vilculados a lo académico que merece la pena leer, y hay autores y amigos del «mundillo» que me encanta haber acogido, firmas absolutamente capitales para entender la salud de la teoría sobre el cómic de hoy. Queremos que el corpus teórico y crítico de la historieta esté a la altura del práctico. Tenemos un cómic que quita el hipo, unos autores que han llevado a la historieta donde, en mi opinión, no había estado aún. Y CuCo quiere aspirar a ser el reflejo teórico, analítico y crítico de esa altura. Es el lector quien debe decidir, por descontado, si lo logra o no.

Toda esta locura la parimos, como mater dolorosísimas, Gerardo Vilches y yo. Ayudan (mucho, imprescindiblemente) Bernardo Pazó en asuntos web y diseño on line (el blog sin él sería otra cosa, peor, la página y su gestión sin él sería otra cosa, ni me atrevo a calificarla), y José Martínez en la nueva edición (insisto, el paso en mi opinión es de gigante: mantenemos el concepto, ganamos la finura de la que carecíamos). Y nada tendría sentido, nada, sin los autores que desinteresadamente colaboran (no hay comercio aquí, así todos ganamos, aunque no sea vil metal). Hay en CuCo 2 cosas colosales, una ilusión y una entrega apasionantes. Me constan muchos esfuerzos personales, horas quitadas al día para estar en este «2». Los valoro, porque son sinceros y aún encima, joder, agradecidos. Los valoro como oro líquido. Y el agradecimiento es mío.

Y de Gerardo, claro. Pero de Gerardo Vilches no hablaré.

Gerardo y yo estamos mal. Muy mal. Mira lo que hemos hecho.

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