Botella, alcaldesa

En política cada vez queda menos espacio para la sorpresa, porque casi todo lo que termina ocurriendo, era previsible. Gallardón figura en el número 4 de la lista de Rajoy, y esta noticia no es otra cosa que la crónica de una inclusión anunciada. Y no hace falta echarle mucha imaginación a la futupoliticología, para determinar que si el PP gana las elecciones generales, Gallardón estará en el futuro gobierno de Rajoy; dejará el Ayuntamiento y vacante el sillón de alcalde. Fuera de toda sorpresa o tentación quinielística, a nadie se le escapa que el relevo natural de Gallardón en el Ayuntamiento  será Ana Botella, hecho que añadiría una curiosidad histórica al convertirse en la primera mujer alcaldesa de la capital de España.

Ana Botella dejó la política de consorte para entrar en la política personal activa en 2003, cuando el partido, los consejeros de Aznar y los que daban consejos de Gallardón, opinaron que era hora de que la mujer del presidente del Gobierno diera un paso por sí misma y entrara en la candidatura al Ayuntamiento de Madrid. Unos pensaron que era un buen refuerzo para el candidato, y otros que era el parche para taponar una posible fuga de los votos más conservadores, que podían escaparse por la brecha que quizás abriría el talante progresista de Gallardón. El tiempo ha demostrado que fue un acierto, porque Ana Botella dejó de ser la mujer de un político, presidente de gobierno, para convertirse por méritos propios en una inversión de futuro dentro del PP. Ocho años de gobierno en Madrid han marcado en ella una evolución política, personal y de gestión que pocos esperaban, hasta colocarla en situación de ser la primera mujer alcaldesa de Madrid. Y puede ser una buena regidora; condiciones tiene.

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