01
Abr 11

Don besucón y doña Morritos

Entramos en tiempo, no de Cuaresma, sino de cuarentena, donde no se puede inaugurar para recabar votos; donde no se puede ejercer de «manostijeras» para cortar cintas, pero sí de rostro amable que va regalando sonrisas y repartiendo besos como se reparte generosamente propaganda llena de calores e ilusiones. El calendario se nos llevó a don Carnal y a doña Cuaresma, y nos ha dejado a don Besucón y a doña Morritos. Él puede ser carne de cañón, y ella, atractivo menú de vigilia, osea, austero.

Don Besucón puede ser de diario un ser arisco, poco comunicativo, serio y nada amigo de ir dando ósculos. Pero en campaña se vuelve besucón, tierno. Besa al infante en la frente cuando éste sale del cole,  al ama de casa en la mejilla cuando acude al mercado y al jubilado en la sien, en el hogar del pensionista mientras echa la partida.  Ella, doña Morritos, puede ser de ordinario selectiva: Le puede dar un beso en la mano/ le puede dar un beso de hermano/ y así le besará cuando quiera,/pero un beso de cartón/ no se lo da a cualquiera…si no es en campaña electoral y a cambio de una promesa, de un compromiso: que le declare su amor en las urnas y le prometa un voto hasta que el cumplimiento del programa electoral les separe.

Don Besucón  y doña Morritos se transforman cada cuatro años y besan y besan y vuelven a besar. Es tiempo de sembrar promesas y besos, caricias y apretones de mano, golpecitos en la espalda, jazmines en el pelo y rosas en la cara, airosa caminaba la flor de la camela… Para camelar con su aroma de mixtura, que en el pecho llevaba, del puente a la alameda del parque público recién inaugurado.


18
Mar 11

Debates televisivos

El calendario se desgrana inexorable hacia la fecha del 22 de mayo, que será el día de los sueños cumplidos para unos y de las ilusiones rotas para otros; jornada de esperanza satisfecha o de frustración ratificada. Y todos empiezan a pisar el acelerador de la precampaña sin miedo a pasarse de 110… pulsaciones por minuto. El candidato a la Comunidad por el PSOE, Tomás Gómez, ha pedido un debate televisivo con la candidata del PP, Esperanza Aguirre, a solas, sin terceras personas, es decir sin el candidato de IU, Gregorio Gordo, aunque Gómez no le hace ascos a otro debate a tres, pero el principal quiere que sea entre él y Aguirre. A la candidata del PP tampoco le viene mal, porque evitaría el dos (PSOE e IU) contra uno (ella).

A priori puede pensarse que Gómez arriesga demasiado excluyendo a Gordo del debate estrella, quizá porque quiere distanciarse de Izquierda Unida, no vaya a ser que una posible fuga de votos del PSOE se fuera a la coalición.

Parece lógico pensar que Gómez arriesga, porque si tuviera que contar con Izquierda Unida para poder formar gobierno en la Comunidad, Gordo le pasaría factura y le recordaría que no le quiso en un debate. En esta hipótesis, Gómez puede haber hecho dos lecturas: me da igual lo que haga IU, porque soy consciente de que la posibilidad de gobernar se antoja muy lejana, o en caso de existir esa posibilidad, Gordo terminaría echando pelillos a la mar, olvidando agravios y participando en un gobierno que al final es lo que interesa a todos. Ya veremos. Cuando se empieza a hablar de debates televisivos, de retos, de desafíos, de descartes, es que la campaña ya ha empezado de hecho.