20
Jul 11

Tengo una cabezonada

Para optar a la Olimpiada de 2016 teníamos una corazonada, pero en Copenhague se nos paró el corazón. Ahora, para 2020 lo que tenemos es una cabezonada. Tiramos de refrán de andar por casa: «No hay dos sin tres»; «A la tercera va la vencida»… Tuvimos una corazonada, un pálpito, y si embargo Río de Janeiro se llevó los Juegos de 2016. Pero somos tozudos, inasequibles al desaliento, perseverantes, y porque tenemos una cabezonada, confiamos en que la suerte caiga del lado de Madrid, para que a la tercera intentona consecutiva seamos ciudad olímpica, a largo plazo, allá por 2020, cuando todos seamos once años más viejos: Gallardón tendrá 62 años; Aguirre, 68; Rajoy, 65, Rubalcaba, 69, y el rey don Juan Carlos, 82. Para entonces, los olímpicos de hoy serán en algunos casos «viejas glorias» del deporte, pero habrá merecido la pena insistir hasta vencer. Conseguiremos la Olimpiada por pesados, por tener fe a prueba de bombas, por creer que lo importante es participar.

El alcalde ha buscado el consenso de todos los grupos políticos para formalizar nueva candidatura. Izquierda Unida reflexiona y puede que se abstenga; UPyD ya lo tiene decidido y votará en contra. Todos son conscientes de las grandes dificultades económicas por las que atraviesa España y que encontrar el nivel y calidad de patrocinadores de anteriores candidaturas, se antoja difícil por culpa de la crisis. La gran ventaja de Madrid es que tiene ya ejecutadas la mayor parte de las infraestructuras olímpicas. A pesar de ello, se exige un esfuerzo económico importante. Si para 2012 teníamos una ilusión y para 2016 una corazonada, ahora, para 2020 lo único que tenemos es una cabezonada.


17
Jun 11

Parlamento municipal

Con la Ley de Grandes Ciudades, Ruiz Gallardón hizo que el Ayuntamiento de Madrid comenzara a parecerse más a una institución parlamentaria. Ya no era necesario ser concejal electo para formar parte del gobierno municipal, como no es preciso ser diputado regional para ser consejero autonómico, o no es menester ser diputado en el Congreso o en el Senado para ser ministro del gobierno de España. En el último gobierno del Ayuntamiento de Madrid hubo delegados que no habían sido elegidos como concejales.

Ahora Ruíz Gallardón da un paso más para que el nuevo Ayuntamiento de Madrid, surgido de las elecciones del pasado 22 de mayo, se parezca a un parlamento regional o a las propias Cortes Generales, salvo en lo que a las tareas de legislar se refiere. El nuevo alcalde anunció en su discurso de investidura, que delegará las funciones del pleno en la concejala Paz González, es decir que será ella la que presida las sesiones plenarias y el alcalde, como jefe del gobierno municipal, podrá responder a las preguntas de los distintos grupos políticos, lo que supone que la administración municipal funcionará orgánicamente como un parlamento.
Me gusta este nuevo modelo y deberían adoptarlo aquellos municipios que puedan acogerse a la Ley de Grandes Ciudades. De esta manera se dará fluidez a la dinámica plenaria; el alcalde dejará de ser una figura puramente institucional y podrá participar a requerimiento propio o de la oposición. A Paz González, hasta ahora delegada de Obras, le cabe la tarea de estrenar este nuevo sistema que, insisto, enriquecerá el debate municipal, a veces tan ortopédico y condicionado por la Ley de Bases de Régimen Local.


13
May 11

Talantes diferentes

Los debates sin debate, hechos por imperativo legal o de costumbres, no despiertan el interés de los electores. Lo vimos el pasado domingo en Telemadrid con los tres candidatos a la Comunidad de Madrid. Un debate demasiado ortopédico, estructurado y cronometrado. ¿A quién le podía beneficiar un debate televisivo un domingo por la noche, víspera de madrugón de lunes y coincidiendo con los resúmenes deportivos de la jornada? ¿A quién le podía satisfacer que ese debate apenas rebasara un 6 de la audiencia? Se supone, que a quien cree tener el gasto hecho, el trabajo concluido y no necesita dar cancha y audiencia al enemigo.

El debate del lunes entre los candidatos al Ayuntamiento de la capital tampoco fue un debate, pero sí algo que ha sentado un precedente: fue como un pacto por Madrid, porque por encima de las lógicas diferencias ideológicas, estaba el deseo común e inequívoco de trabajar por esta ciudad para mejorarla en lo estructural y en lo social, por modernizarla y al mismo tiempo dinamizarla creando empleo. Este fue el quid de la cuestión, la voluntad de Gallardón de crear 150.000 puestos de trabajo. Debate de guante blanco donde, al menos, pudimos comprobar que no todo está perdido en campaña electoral, que es posible intercambiar puntos de vista de forma respetuosa, lo que sin duda constituye un ejemplo gratificante para el ciudadano, tan acostumbrado a la política cutre y barriobajera, al insulto y la descalificación del contrario, a la mala uva. Por cierto, mientras por un lado la campaña se desarrolla entre caballeros, en otros, la crispación hace que muchas de las declaraciones acaben en el juzgado. Esto se está pareciendo a los programas del corazón: querellas de unos contra otros hasta colapsar de los juzgados.