Hace uso días coincidieron en una cena semi formal, o casi oficial, en un restaurante de un municipio de la Comunidad, representantes regionales del PSOE y de Podemos. Hablaron de qué va a ser a partir de ahora del vínculo que les une, después de la fracasada investidura de Pedro Sánchez. Sobre la mesa, ante una jarra de vino de la casa y unas croquetas de bonito, uno de los comensales socialistas rompió la calma del espacio y espetó: «Vosotros sois los responsables de que todavía no haya un gobierno de izquierdas en España, por haber negado el apoyo a nuestro candidato». Un podemita, tiró la servilleta sobre la mesa: «¡Pero qué dices! Vosotros sois los culpables, por haber pactado con el «Naranjito» (Rivera). La charla iba cogiendo tono, y otro socialista soltó la copa vacía sobre la mesa: «No bebo más, porque sólo con oír las idioteces que estoy oyendo, me mareo. No habéis apoyado a Sánchez, y esto puede hacer que en el Ayuntamiento de Madrid, dejemos de apoyaros y os vayáis a la oposición. Y también en todos los ayuntamientos en los que gobernáis gracias a nosotros». Rápida respuesta de otro comensal de Podemos: «Igual, lo mismo, podemos hacer nosotros en los ayuntamientos donde tenéis alcalde con nuestro apoyo, y si seguís jodiendo, en las comunidades en las que gobernáis gracias a Podemos. Así que, no seáis idiotas». Ante el cariz que estaba tomando la charla-gresca, uno de los presentes, cerró el agrio debate con un: «Bueno. ¡Ya está bien de escuchar idioteces! O es que queremos sacar a la derecha de la oposición y llevarla a los gobiernos municipales. ¿Es que somos todos idiotas?». Con brindis forzado con sidra, se acabó la cena de los idiotas. Pocos días después, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, dijo públicamente: » No creo que sea el momento de que el PSOE entre a formar parte del gobierno municipal». De aquella cena pueden venir estos lodos.
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