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Cómo tocar la cima del Kilimanjaro con las manos

Se llama Spencer West y tuvieron que amputarle las piernas cuando tenía 5 años. Pues entérate bien, acaba de ascender el Kilimanjaro ayudado solamente de sus brazos. Cerca de 6.000 metros ascendiendo paso a paso, en su caso palmo a palmo, apoyándose únicamente sobre las palmas de sus manos. Por si fuera poco ya de por sí el desafío, gracias a esta hazaña de admirable superación, West ha conseguido recaudar 500.000 dólares para una ONG infantil del continente africano.

Lección 1: Me he propuesto no quejarme tan gratuitamente.

Lección 2: Por lo menos, en lo que queda de semana…

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Que viene el lobo

«Creo que todos nosotros debemos repensar lo que estamos haciendo. Bien está que nos divirtamos, que vayamos a la playa, a la fiesta, al fútbol, que esta vida son dos días, y quién venga detrás que cierre la puerta. Pero si no nos decidimos a mirar el mundo gravemente, con ojos severos y evaluadores, lo más seguro es que nos quede un día solo por vivir, lo más cierto es que dejaremos la puerta abierta a un vacío infinito de muerte, oscuridad y fracaso».
Eso que acabas de leer es lo que José Saramago nos contaba en 1997 en “Cada vez más solos” de su libro De este mundo y del otro. Toda una profecía fácilmente imaginable por cualquiera de nosotros, si no fuera porque ya teníamos decidido por entonces darle la espalda al sentido común y devorar nuestro día a día a mordiscos, sin echar la vista a atrás para poder ver más adelante después.
Saramago seguía denunciándolo con contundencia en 2008.