Crónicas de la Villa · Ángel del Río

Se cierra una de las campañas electorales más tensas e inciertas de los últimos años, donde se cuestionan los datos que aportan las encuestas y los interesados recurren a las convicciones personales, subjetivas, por supuesto. El próximo domingo dictaminan las urnas. Será un día de vino y rosas para unos, y de sal y vinagre para otros. Domingo de sonrisas y lágrimas, según le vaya a cada uno en la feria electoral. A partir de la medianoche, echarán humo las calculadoras que miden posibilidades aritméticas a la hora de las alianzas de gobierno. Será el momento de dar marcha atrás en las críticas que se le hicieron al enemigo, porque pasará a ser amigo interesado. Momento de ceder en algunas pretensiones que se prometían inamovibles y asumir otras ajenas por necesidades del guión político, que exigirá a algunos desnudarse ideológicamente.
Los habrá que se sientan ganadores, pero no triunfadores; otros se conformarán con lo que hay, en la convicción de que la salud es lo que importa, como en el día de la Lotería de Navidad, y también habrá quienes sientan que les han echado de donde estaban desde hacía mucho tiempo, y que el descenso les llevará a largas travesías del desierto hasta que vuelvan a ascender. El domingo los indecisos, los del voto oculto y los abstencionistas pueden ser quienes dicten sentencia y destrocen sondeos de opinión sobre intenciones de voto. Todos se juegan mucho y, cada uno a su manera, anda al borde de un ataque de nervios.

En las pasadas elecciones municipales y autonómicas, UPyD irrumpió como partido emergente, y obtuvo representación en la Comunidad, en el Ayuntamiento de Madrid y en otros importantes de la región. Le vino bien al PP, porque en aquellos municipios donde no había conseguido mayoría absoluta, UPyD permitió gobiernos del PP, fundamentando su postura en la idea original de permitir que gobernara la lista más votada. Ahora las cosas pueden cambiar. Si las encuestas y los sondeos sobre intención de voto, no dan un giro radical, el partido de Rosa Díez, dejará de ser llave de gobierno. El papel que ha venido representando, parece que le va a corresponder en el futuro a Ciudadanos. Por si acaso, el PP mira ya al otro lado de la cama de la cohabitación, para ver quién, más cerca. Lo que ocurre es que hay torpes que hacen tonterías arremetiendo contra Ciudadanos, y otros, tontean descaradamente con este partido, que puede ser quien le permita seguir pilotando el gobierno correspondiente en tiempos revueltos. Albert Rivera declara estar dispuesto a pactar con PP, PSOE, incluso con Podemos. Nadie duda hoy de que Ciudadanos será la pareja deseada en el baile del 24 de mayo, la que todos quieran sacar a bailar el vals de la legislatura.

Ignacio González hizo su último discurso institucional el pasado 2 de mayo, en el acto de entrega de condecoraciones de la Comunidad. Ana Botella lo hará el próximo día 15, en la entrega de las Medallas de Oro de Madrid, el día de San Isidro. Ambos eran los segundos en sus respectivas listas electorales, en 2011, y ambos tuvieron que hacerse cargo de sus respectivos gobiernos cuando se fueron Esperanza Aguirre y Ruíz-Gallardón. Asumieron la responsabilidad de gobernar en tiempos revueltos, en plena crisis económica, con deudas y cargas financieras importantes. Y en ambos casos, lo han hecho de primera. Sacaron adelante la situación económica; redujeron la deuda, bajaron los impuestos y consiguieron superávits presupuestarios. La Comunidad de Madrid es el motor de la economía de Madrid; el Ayuntamiento lidera el poder de atracción de todas las capitales europeas. Supieron administrar los recursos en tiempo de crisis y mantener las prestaciones sociales esenciales.

Y ambos han sido injustamente tratados por su propio partido. Botella anunció que no repetiría, antes de que el partido le dijera que no iba a ser candidata; González se mantuvo hasta que el partido le apartó de la carrera electoral, sin explicación alguna. El trabajo realizado por ambos está muy por encima de las consideraciones de sus «jefes». Ellos eran segundos y en momentos de necesidad, complicados, supieron hacer un trabajo de primera. Esto lo tenía que haber dicho Rajoy, pero como no lo ha abierto la boca, lo hago en esta columna a título personal, profesional y de cronista.

Madrid ya tuvo su primera mujer presidenta de la Asamblea regional, Rosa Posada; la primera mujer presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y la primera alcaldesa de la capital, Ana Botella. Las mujeres han ido adquiriendo protagonismo en la política madrileña, y han sido varias las alcaldesas en distintos municipios de la región, y muchas más las que han ocupado puestos relevantes en las candidaturas electorales y en los puestos de representación y gobierno. En los próximos comicios del 24 de mayo, la política tiene nombre de mujer, sobre todo en el Ayuntamiento de la capital, donde, cuatro de las seis candidaturas principales, están encabezadas por mujeres que aspiran a ser alcaldesa: Esperanza Aguirre (PP), Raquel López (IU), Carmela Carmona (Ahora Madrid) y Begoña Villacís (Ciudadanos), frente a las candidaturas de Antonio Miguel Carmona (PSOE) y David Ortega (UPyD), precisamente este último es el único candidato que repite con respecto a las elecciones de 2011.

El PP se lleva la palma en la incorporación de la mujer en el número uno de las listas electorales: Aguirre al Ayuntamiento y Cifuentes a la Comunidad, así como a otros muchos ayuntamientos. También ha optado por poner en la Delegación del Gobierno a una mujer, Concepción Dancausa. Y es que la experiencia demuestra que las féminas son eficaces en tareas de gobierno y representación institucional, mientras que en el PSOE la historia es otra, porque ni en la Comunidad ni en el Ayuntamiento ha colocado a ninguna, y me consta que tenerlas, las tiene.

Esperanza Aguirre ha tenido mucho tiempo para la meditación en los últimos años, desde que dijo que se retiraba de la primera línea de la política, hasta que ha vuelto adónde estaba, para intentar volver a ser lo que fue: presidenta de una gran institución, en este caso alcaldesa de Madrid. Y en ese tiempo de calma chicha, Aguirre ha tenido inspiraciones y ocurrencias. Una de ellas es hacer una campaña cómoda para el elector, llevando un sofá hinchable por las calles y plazas, para que quien se acerque a dialogar con ella, se encuentre cómodo, como sobre una burbuja de aire. Aguirre va por Madrid con su chéster, protagonizando la escena del sofá con quien quiera compartir con ella ese momento de la charla:

No es verdad,/querido elector,/que en un rincón de esta Villa,/en Chamberí o Maravillas,/sentado se está mejor.

Esta de Aguirre es una forma de hacer campaña, de sentar la charla, las preguntas y las respuestas sobre sofá de aire, y se espera que las propuestas de la candidata no se las lleve el viento, como suele pasar, sobre todo en tiempo de elecciones. El propio Enrique Tierno reconoció públicamente que, «una cosa es la que se dice en las campañas, y otra lo que se hace después».

No está mal que cuando una campaña como ésta, alcanza altos niveles de presión, dramatismo, virulencia verbal y desasosiego personal, se encuentre por la calle a una candidata con sillón a mano, para descansar un rato. Perdón por lo de un «rato»; no era mi intención.

Las próximas elecciones van a incrementar las listas del paro. Muchos políticos se quedarán sin trabajo, sobre todo aquellos que desde las primeras elecciones democráticas, hicieron de la política su profesión, y ahora se quedan sin escaño, a una edad difícil para recolocarse, porque ya han pasado de los cincuenta. Hay casos como los de Eva Durán, presidenta de la Junta municipal de Vallecas y Arganzuela, que confiesa haber comenzado a trabajar a los quince años, recogiendo hortalizas, fregando escaleras y vendiendo libros, para sufragarse sus estudios; ahora tiene 61 años y voluntariamente se queda en el paro; ser va porque no comparte la forma en que su partido nombró candidata a la Comunidad, ni la gestión de los dos últimos años en el Ayuntamiento de Madrid. Luis de Velasco (UPyD), se marcha a los 76 años, tras haber dimitido de su cargo en la dirección del partido, porque Rosa Díez resiste tras el fracaso en Andalucía, y se convierte en pensionista a tiempo completo. Lucía Figar (40 años), empezará a dedicarse de pleno a la tarea de ser ama de casa. Núñez Morgades, lo deja, desilusionado porque no entiende una política que no se regenera de la corrupción. Juan Barranco (PSOE), se jubila tras las últimas desilusiones. Angel Pérez y Gregorio Gordo (IU) dejan la política después de toda una vida dedicándose a ella. Algunos seguirán cobrando de las arcas públicas, es decir, serán desempleados o pensionistas; otros, en edad laboral, se colgarán el cartel de: «Político, busca trabajo. Más vale trabajar que robar tiempo inútilmente».

«Las niñas ya no quieren ser princesas, y a los niños les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra. Pongamos que hablo de Madrid». Es la letra de la célebre canción de Sabina. Pero la cosa está cambiando. Las niñas ya no quieren ser princesas… del pueblo, no quieren ser Belén Esteban, y a los niños no les da por perseguir el futuro de Cristiano Ronaldo; ahora, a unos y otros, si se les pregunta, qué quieren ser de mayores, responden: «Socios de Paco Granados». ¿Por qué?. Porque trae buena suerte, y ponen como ejemplo a David Marjaliza, socio de éste en las «duras» de la cárcel y en las «maduras» de forrarse. Granados da más suerte que el calvo de la lotería de Navidad, y Marjaliza, tiene más potra que ese triste ciudadano al que el tabernero le había reservado un número del gordo. El levantamiento del sumario de la Operación Púnica nos desvela que el socio con más suerte del mundo, fue agraciado por la Lotería en ocho ocasiones, lo que verifica el dicho popular de que «la lotería es eso que siempre toca a los demás», y Marjaliza era él solo, todos los demás: casi 300.000 euros en seis sorteos de la Lotería y dos de la ONCE, entre diciembre de 2002 y marzo de 2004. Sus sociedades blanquearon al menos 4,4 millones de euros. Siendo hombre de tanta suerte, no es extraño que mantuviera abiertos 926 depósitos bancarios, 54 empresas de propiedad directa y 2 barcos que nunca naufragaron, aunque vientos huracanados de la Púnica, lo dejaron todo al descubierto. Cuestión de mala-buena suerte.

La vida, sobre todo en política, nos da sorpresas, situaciones curiosamente equivalentes en estadios distintos. En el PSOE sabían que las cosas en el PSM no iban bien, que las encuestas y los sondeos sobre intención de voto arrojaban perspectivas malas, las peores imaginables, y además se cruzaban dudas y sospechas sobre un tranvía llamado deseo, el de Parla, el sobre coste del mismo y otras presunciones de riesgo para afrontar con garantías una campaña electoral. Pero esperaron a última hora para quitar a Tomás Gómez de la Secretaría General del PSM, y en consecuencia, despojarle de la candidatura a la Comunidad de Madrid. Tardaron mucho tiempo en tomar la decisión, incluso esperaron a que se le hubiera proclamado candidato, aunque puede también que llevaran mucho tiempo pidiéndole que se retirara voluntariamente, y que éste se negara repetidamente a hacerlo, hasta que optaron por la vía rápida del despido procedente.

En la acera de enfrente, en el PP, sabían desde hace mucho tiempo el asunto del ático de Marbella de Ignacio González y la repercusión que podría tener en la campaña electoral, alentada por una ofensiva mediática, apoyada con fuego amigo, además de discrepancias de González con el Gobierno de Mariano Rajoy en materia de financiación autonómica y similares. Pero también el PP ha esperado hasta última hora para apartarle de la candidatura a la Comunidad. Gómez-González, dos almas gemelas que han pasado por la misma situación, y todo les ha ocurrido a última hora, cuando peor se lleva el que te eliminen de un plumazo, que sospechen de cuestiones sin certeza oficial, y se pase de ser amigos íntimos a convertirse en amistades peligrosas. G+G (Gómez y González), en parecida situación.

La delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, ordena la expulsión de 34 cabecillas de bandas latinas, bandas violentas en extremo. España es, en líneas generales, un país acogedor con los inmigrantes, compresivo con su cultura, tradiciones y costumbres, pero no puede ser tolerante con algunas «costumbres» ungidas como parte de la cultura popular, y que se traducen en miedo, violencia, enfrentamientos e inseguridad en las calles. La convivencia, el orden, son cuestiones de obligado cumplimiento en aquellos países, como el nuestro, donde el fenómeno de las bandas callejeras no forma parte de la idiosincrasia de algunos jóvenes y de las tradiciones populares basadas en actuaciones delictivas, de violencia gratuita.
La delegada del Gobierno no está dispuesta a consentir que las bandas latinas se hagan dueñas del territorio de la calle e impongan su ley. La expulsión de los responsables de estas bandas conlleva la anulación de sus permisos de residencia, se les retira la nacionalidad y no podrán volver a España al menos en cinco o diez años. No resulta sencillo llevar a cabo estas expulsiones, porque la Ley de Extranjería es, según la delegada, «extremadamente garantista». Pero a Cifuentes no le va a temblar el pulso a la hora de echar del país a violentos jóvenes pertenecientes a los Latin King, Ñetas, Trinitarios o Las Maras. Madrid acoge a la inmigración, pero no puede permitirse el lujo de que una parte, aunque sea minúscula, de esa inmigración, se dedique a sembrar violencia por las calles.

La tardanza de Rajoy en decidir los candidatos del PP a la Comunidad y al Ayuntamiento de Madrid, alimenta las especulaciones, las hipótesis y las quinielas, dentro y fuera del partido. El hecho de tanto retraso, posibilita mirar desde la barrera las dificultades de los rivales para designar a sus cabezas de lista, pero al mismo tiempo, puede pillarle con el paso cambiado, como en el caso de Gabilondo. Hay quien dice que Rajoy se está repensando si Aguirre y González son los mejores candidatos posibles para entrar en una campaña que la oposición va a llevar al terreno de las corrupciones y las corruptelas: Gurtel, Púnica, espionaje…, aunque parece lógico que a ambos, les bastaría con que les votaran los votantes del PP, que son conscientes de que en el asunto de la corrupción, no hay quien pueda tirar la primera piedra, y esos votantes no caerían en campañas orquestadas desde un izquierda, que tampoco está exenta del mal político de nuestros tiempos.

Si Rajoy decidiera finalmente no elegir a Aguirre y Gónzalez por su presunta relación con casos todavía no sentenciados en los tribunales, el propio Rajo tampoco podría presentarse como candidato por asuntos como el caso Bárcenas. Si el PP, con el tándem Aguirre-González, pierde las elecciones en Madrid, Rajoy diría que no se pudo hacer otra cosa, porque se escogió a los más valorados por los sondeos de opinión. Si el PP pierde con otros candidatos, todos los dedos acusadores apuntarán hacia Rajoy, por haber descartado al tándem clásico.