Se publicaba la pasada semana en estas páginas, la decisión del Gobierno regional de congelar las tarifas del transporte público durante toda la legislatura. Por la importancia de carácter general que tiene este anuncio, es necesario hacer algunas consideraciones.
Mientras unos tratan de resolver el problema circulatorio cerrando al tráfico privado calles principales, otros potencian el transporte público como una alternativa viable a la utilización del vehículo privado; no hay mejor forma de disuadir que ofrecer soluciones tangibles. El uso de este medio de transporte se incentiva mejorando el servicio, pero principalmente, haciéndolo económicamente más asequible al bolsillo del usuario; está bien que sea más cómodo y moderno, pero si al mismo tiempo se puede mantener el precio de las tarifas, miel sobre hojuelas. El anuncio de congelarlas durante toda la legislatura, es una medida valiente, y también arriesgada, porque nunca se puede predecir el comportamiento del precio del petróleo y su influencia en los gastos de explotación de un servicio público, aunque el consejero, Pedro Rollán, ha sido claro en y rotundo en su compromiso.
A esta buena decisión hay que añadir la ampliación, hasta los 26 años, del abono transporte para jóvenes, y el establecimiento de tarifas reducidas para los parados inscritos como tales. El transporte público es un servicio esencial sobre el que deben volcarse todas las ideas posibles para hacerlo más viable, especialmente a las capas sociales más necesitadas.
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