El pasado 2 de mayo se conoció una encuesta electoral en la que se percibe que el PP pierde muchos diputados y la mayoría absoluta, y que el PSM, IU y UPyD ocupan el espacio más grande en el hemiciclo de Vallecas. El PP, que lleva gobernando en solitario la Comunidad de Madrid desde hace demasiados años, recibe un fuerte varapalo y se queda con 53 de los 129 escaños de la Asamblea. Los populares dicen que el poder desgasta y que tienen mejores datos que hace un año. Y se quedan tan satisfechos. Más o menos como los socialistas, que también sufren desgaste, se quedan con cinco diputados menos y consiguen que su líder y aspirante a presidir la Comunidad, Tomás Gómez, aparezca como el peor valorado, incluso entre sus votantes. Su respuesta a esta encuesta es que los madrileños quieren cambio de gobierno y que, de tener que pactar, con IU lo tienen más fácil. Sobre UPyD prefieren mantener un prudente silencio. El bipartidismo se desangra y sus dirigentes, en vez de reflexionar y preocuparse del desapego ciudadano, deliran con declaraciones vacías de autocrítica y en las que predominan los despropósitos y los disparates. IU y UPyD suben en intención de voto y obtienen el doble de diputados, convirtiéndose en imprescindibles para formar gobierno. Queda un año para que la encuesta real, la que sale del recuento de los votos, ponga a cada uno en su sitio y sepamos de verdad qué quieren los madrileños, algo confundidos por los delirios preelectorales de los que confunden mandar con gobernar.
