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Jun 11

Los «indignados» sobrevuelan la investidura de Aguirre

El discurso de investidura de Esperanza Aguirre, celebrado en la Asamblea de Madrid durante dos días seguidos, que tenía como gran novedad su oferta de reforma de la Ley Electoral para crear distintas circunscripciones electoral y desbloquear las listas, comenzó mostrando comprensión con los ciudadanos que muestran «insatisfacción respecto a los políticos» y señalando que «no seria lógico ni honesto desdeñar esas criticas, que además pueden no estar exentas de razones».

A continuación, tras rechazar el comportamiento de los que se manifestaron delante de los ayuntamientos el día de su constitución, acusó a los mismos indignados con los que se mostró comprensiva al inicio su disertación, de ser los precursores de los movimientos totalitarios. Acusó a estos indignados de gritar a los políticos y contra la democracia, olvidando que su «insatisfacción respecto a los políticos», con la que se muestra tan de acuerdo, es el germen de su nacimiento para democratizar esta democracia bipartidista y bastante alejada de la ciudadanía que coloca a la clase política como su tercera preocupación.
Desde el principio los «indignados» sobrevolaron el hemiciclo, y sin estar presentes, estuvieron en los discursos de todos. También en la segunda jornada, en la que se produjo la votación (72 diputados del PP a favor y 57 del PSM, IU y UPyD en contra de la investidura de Aguirre) y la intervención de los portavoces Gregorio Gordo y Tomás Gómez. El líder de la coalición aseguró que los «indignados» «forman parte de la democracia» y que muchas de sus reivindicaciones son parte de la esencia e identidad de IU. El portavoz socialista dijo que «no podemos olvidar lo que este movimiento representa en cuanto a sus demandas sociales y de mayor autenticidad de la vida democrática». A continuación, pidió la creación de una comisión parlamentaria para dialogar con los «indignados».

Hasta el portavoz del PP, Iñigo Henríquez de Luna, lanzó un guiño de austeridad y anunció que renuncia a su coche oficial, siguiendo el ejemplo del portavoz de UPyD, Luís de Velasco, quien pasó de él desde el primer día. Luego hubo de todo, Aguirre defendía su liberalismo sin apellidos y presumía de que los datos económicos y de paro de Madrid son mejores que en España, aunque nada ofreció a los parados y demás víctimas de la crisis económica; Gómez defendía lo suyo en la Mesa y ponía verde a la lideresa por ser la más de derechas de todo el PP, y Gordo defendía un acercamiento con el PSM para cambiar juntos las políticas de derechas. Los «indignados» sobrevolaron la Asamblea de Madrid, pero nadie se preguntó por qué sus razones tienen menos motivos de reflexión que las actuaciones irreflexivas de los que creen que fuera de la no-violencia hay vida. Sólo odio, resentimiento y descontrol.