El año político, económico y social no empieza en enero; va de septiembre a septiembre, lo que conocemos como temporada. Se ha acabado un curso que ha sido intenso y difícil. En el ámbito de lo político, hemos asistido a un periodo de sesiones convulso en la Asamblea Madrid, con escándalos en los plenos, tanto en la tribuna como en el hemiciclo, lo que provocó expulsiones, abandonos, palabras gruesas y un verbo hiriente entre sus señorías que dio paso a situaciones de alta tensión, sobre todo en aquellos asuntos cuyo debate estaba en otros escenarios, pero que se colaron en el Parlamento madrileño para hacer que viviéramos situaciones desagradables e insólitas. También el síndrome Bárcenas fue puesto sobre la mesa en un afán interesado de la oposición de contaminar políticamente la Cámara. La sanidad y la educación fueron dos asuntos de batalla política y social, tanto en el Parlamento como en la calle. Hemos vivido unos meses del alto voltaje con huelgas, paros, manifestaciones y concentraciones, mientras que en el plano económico se vislumbra una tenue rayo de luz al fondo del túnel de la crisis, con esperanzadoras bajadas en el paro, mientras que la tragedia del Madrid Arena ha marcado dramáticamente la página de los sucesos. Ojala que el verano sea una pausa para calmar desasosiegos.
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10
Jun 13
Mayo florido, de empleos
Nos contaban en los colegios a los niños de la enciclopedia Alvarez, décadas antes de que naciera la generación EGB, que mayo era el mes de las flores, el mes de María. Venid y vamos todos… Mayo de 2013, si no ha sido el mes de las flores, sí el de los brotes verdes, pocos e incipientes es verdad, pero al fin y al cabo brotes en el árido campo del mundo laboral. En un terreno yermo y resquebrajado por la ausencia de lluvia de puestos de trabajo, se ven algunas briznas dispersas que empiezan a cambiar la fisonomía del paisaje, y es normal que suframos una especie de sobredosis de optimismo, de bendita esperanza.
El florido mes de mayo rebajó en 8.470 el número de parados en la Comunidad de Madrid, y eso nos alienta, nos reconforta, porque cuando la situación se torna caótica, desesperante para muchas familias, el mínimo atisbo de reactivación nos parece una noticia de portada. No es menester lanzar las campanas al vuelo, pero sí aferrarnos al tañido susurrante que nos despierta del silente letargo del desempleo.
Si a estas buenas cifras del pasado mes le unimos la activación del Plan de Empleo de la Comunidad, tenemos datos para la esperanza. Para remontar el vuelo de la economía nacional, es preciso también que las Comunidades pongan en marcha políticas activas de empleo. Madrid está en ello, en el buen camino. Las empresas que contraten a jóvenes y a mayores de 45 años, tendrán un incentivo económico por trabajador contratado. Eso sí que es ir al grano del problema y no andarse con rodeos filosóficos o tecnicistas. El paro tiene dos semilleros fundamentales: el de los jóvenes, cuyo nivel de desempleo supera el 50 por ciento, y el de los parados de más de 45 años, que son los que tienen mayores dificultades para reinsertarse en el mercado laboral. Con políticas de esta naturaleza, quizá vivamos más mayos floridos en los próximos meses. Por derrochar optimismo, que no quede.
08
Jul 11
Parados y ministros
Durante el mes de junio, el paro en la Comunidad de Madrid descendió en 6.365 personas. Una golondrina no hace verano, pero una bajada en la lista de desempleados, aunque sea con un raquítico porcentaje del 1,3 por ciento, permite respirar un poquito de optimismo. Sabemos que es paro estacional, que el verano, el veraneo, el turismo y el ocio en su conjunto, se alían para dar ocupación a muchos de quienes durante el resto del año están de brazos cruzados porque no les queda otro remedio. Ese optimismo no debe impedirnos ver el bosque de la realidad, compuesto por 469.511 árboles secos de productividad, que es el número de parados registrados en la región madrileña.
Es probable que en estos días, Alfredo P. Rubalcaba reciba 469.511 cartas solicitándole esa receta que tiene guardada en una de las mil mangas de sus cientos de chaquetas, en la que se contiene la fórmula mágica para crear empleo, tan bien guardada que no ha sido capaz de encontrarla en casi ocho años de compartir responsabilidades de gobierno.
Un dicho anónimo asegura que «el verano es el mejor amigo de los pobres», y a ello se ha apuntado la ministra Pajín, que en compañía de sus padres, se ha hecho un fin de semana en la isla de Menorca, en una residencia reservada a los funcionarios del Ministerio de Sanidad, a precios de ganga. Buen gesto el de la ministra, que ha querido descender de su pedestal y ponerse a la altura de los «congelados» funcionarios y disfrutar de unas mini vacaciones económicas, sin lujos, sin gran despilfarro del bolsillo propio, aprovechándose de la oferta pública. Y encima la critican. Qué país más injusto.