A siete meses vista de las elecciones municipales y autonómicas, el Partido Popular ha aparcado dos grandes asuntos de importante calado: la reforma de la ley electoral, que permitiría que fueran elegidos alcaldes los más votados, sin necesidad de mayorías absolutas, y la reducción del número de diputados en la Asamblea de Madrid, por aquello de ahorrar gastos. En estos momentos, ambas cuestiones, muy importantes que sean, no parecen estar entre las prioridades del PP, incluso cuando parece que pueden retomarse, a los populares les sale un nuevo caso, un nuevo nombre, un nuevo imputado por corrupción, y esto hace que los planes se demoren y se desmoralice el ánimo, porque parece cierto que en la calle Génova, instalan un circo y se les ponen obesos los trapecistas.
El PP ha dejado aparcada la pretensión de que se permita ser alcaldes a quienes han obtenido el mayor número de votos en unas elecciones, cuestión que parece más justa y democrática que el que sale elegido por haber reunido más apoyos postelectorales que votos en las urnas. En lo referido a cambiar el Estatuto de Autonomía de Madrid para reducir el número de diputados en la Asamblea regional, el PSOE, como en el caso anterior, tampoco apoya la iniciativa del PP, y éste la aparca, quien sabe si porque ya estamos saliendo de la crisis y no urge tanto reducir gastos. Sería una pena que dos buenas iniciativas durmieran el sueño de los justos por falta de apoyo, o de ganas por seguir adelante. En política no se puede amagar con iniciativas que luego se desvanecen.